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viernes 08 noviembre 2024

Cartoon Queer

por Alberto Gonze

¿El fin de la inocencia?

La Pantera Rosa es de mis personajes favoritos de las caricaturas. Su misticismo, su manera de caminar, tan majestuosa, me siguen fascinando. Por ahí de los seis años, pregunté a mis familiares si la Pantera Rosa era hombre o era mujer. Nadie supo la respuesta y sigo sin saberlo. Pienso que esa ambigüedad sexual era otra de las razones por las que me sentía atraído e intrigado por el felino rosado. Porque cuando se es niño, más nos interesa saber todo acerca del sexo, o de lo que suponemos es el sexo.

En mi casa no se hablaba de sexualidad. Hice la primaria en un colegio de monjas, menos se mencionaba el tema; la explicación más cercana fue: “el papá deposita su semilla en la mamá para hacer al bebé”. ¡Si quieres hijos debes ser horticultor! La idea de que los niños son −o fuimos− inocentes, es completamente falsa. La aseveración de Freud, de que los niños son polimorfos perversos, no es errónea.

Regresando al tema, llama la atención cómo en épocas anteriores, un poquito más moralinas que la nuestra, hayan existido tantos personajes con un comportamiento transgresor, y que ningún grupo preocupado por la decencia y las buenas costumbres, protestara. No queda claro si no consideraron que esto fuera una amenaza, porque se trataba de la rutina cómica de disfrazarse como otra persona de distinto sexo para engañar al enemigo. ¿Era sólo eso o sus creadores trataban de decirnos algo más?

Los dibujos animados no se inventaron con el propósito de ser educativos, ni de estar dirigidos exclusivamente a los niños; caricaturizar a una persona, sobre todo a gente odiada como los poderosos o los políticos, se ha hecho desde que nuestra especie fue obligada a pagar impuestos. Sin embargo, aunque el principal objetivo que tienen es el de entretener, gracias a su éxito los creadores de caricaturas nos transmiten, como lo hacían nuestros antepasados que contaban historias épicas alrededor del fuego, un mensaje, una enseñanza a través de una moraleja. Por eso resulta difícil creer que en el pasado, algunos personajes tenían la función de ser un alivio cómico, al tener una ambigüedad sexual.

La noticia de que Disney podría realizar una película animada con una princesa lesbiana como protagonista, debe haber caído como bomba sobre los grupos de padres de familia conservadores. Las lesbianas deben lidiar con un doble prejuicio, el de la lesbofobia y el de la misoginia. Marcie, la amiga de Charly Brown (creados por Charles Schulz), quien a pesar de las constantes protestas de Peppermint Patty, siempre la llama “señor”, la Princesa Caballero o la guerrera Mulan, son ejemplos de cómo una mujer debe renunciar a su personalidad femenina, para lograr el éxito y la victoria. Masculinizarse para triunfar. ¡Qué horror!

“Los Simpson” rompieron el paradigma de los dibujos animados asexuales y de la familia caricaturizada, al mostrar a un matrimonio que duerme y tiene relaciones sexuales en la misma cama. Infinidad de tabúes se rompieron con esta caricatura que muchos consideraron, no era apta para menores. Cuando nos conviene, los niños son idiotas, cuando no, deben comportarse como adultos. La diversidad sexual también ha estado presente en esta serie: desde el famoso Waylon Smithers, eterno y leal enamorado del malévolo Sr. Burns, hasta la famosa salida del clóset de Patty Bouvier, la insufrible cuñada de Homero Simpson, sin olvidar a John −con la voz de John Waters− el gay que logra quitarle la homofobia a Homero, quien representa al hombre blanco heterosexual de clase media norteamericana. El legado de Stonewall sigue dando frutos.

Los japoneses se cuecen aparte. El “anime” oriental está repleto de personajes de la diversidad sexual y de personajes que son la antípoda de los nipones, quienes se caracterizan por ser muy discretos, reservados y poco dados al contacto físico. Satochi Kon en su película “Tokyo Godfathers” nos muestra una atípica familia de pordioseros, cuya matriarca es un travesti.

“Ranma ½” toca el agua y pasa de hombre a mujer. ¡Qué práctico! En México hubo protestas por esta caricatura, voces indignadas clamaban mientras se rasgaban las vestiduras, que no confundieran a sus hijos con programas así. La protesta no pasó a mayores y los niños no se confundieron. Otro de mis personajes favoritos es El Gran Quesote, una rata malvada que se viste de geisha porque le da la gana. En “Evangelion” y en “Earthians”, los ángeles no ocultan su gusto y deseo por algunos machos de la especie humana. Y en la serie “Sailor Moon”, Hakura -Sailor Uranus- y Mishiro -Sailor Neptuno- son pareja, pero Hakura no es la típica colegiala tipo “Lolita”, su imagen es andrógina, viste pantalones y corbata, además de tener el cabello corto. Mención aparte merecen los comics, el “Yaoi” con personajes andróginos y dirigido mayoritariamente al público femenino, o el “Bara”, con hombres hipersexuados y muy masculinos que mucho recuerdan el trabajo del dibujante Tom Of Finland.

La lista podría ser enorme: “Queer Duck”, “Rick & Steve”, “Star Vs. The Forces of Evil”, etc., así que mejor disfrutemos como cuando éramos niños, de las antiguas y de las más recientes caricaturas, y como no queriendo, vayamos dejando a un lado nuestros prejuicios e ideas fijas, ese sería un gran legado para las futuras generaciones. Y si alguien sabe el sexo de la Pantera Rosa, no me lo diga.

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