El cine y la guerra son dos inventos de la mente humana. El periodismo escrito, televisivo y radiotransmitido ha nutrido con información abundante el tema de la guerra en el arte cinematográfico. En cine los noticieros y documentales forman la base para el desarrollo del género bélico, pero es con las imágenes fotográficas de la primera guerra mundial en donde este tipo de cine tiene su origen. El término bélico define movimientos revolucionarios e independentistas, guerras civiles, mundiales e ideológicas.
El cine bélico de Hilario J. Rodríguez es una síntesis pormenorizada del tratamiento dado a la guerra en la pantalla grande, a través de los diversos conflictos armamentísticos en la historia. De hecho, La batalla de Argel (1966) de Gillo Pontecorvo es la descripción más exacta con su estilo semi documental, de lo que solían ser las guerras de liberación, por ejemplo.
Entonces y muy a su pesar continúa el autor los cineastas han preferido ambientar sus historias en conflictos del pasado para explicar el presente y no tocar así directamente temas dolorosos, lo que da como resultado que existan bastantes guerras que han permanecido convenientemente fuera de la pantalla cinematográfica. Además una revisión exhaustiva a todos los conflictos bélicos del pasado no puede beneficiar a todas las naciones por igual.
Y es con el análisis detallado de 194 películas como Acorazado Potemkin ( Sergei Eisenstein), La gran ilusión (Jean Renoir), Casablanca ( Michael Curtiz), Roma, ciudad abierta (Roberto Rossellini), ¡Viva Zapata! (Elia Kazan), Espartaco (Stanley Kubrick), MASH (Robert Altman), Pelotón (Oliver Stone), Underground (Emir Kusturica por citar algo de lo más representativo del género para descubrir así las diferentes etapas de una guerra y sus protagonistas y los resultados siempre atroces que trae un conflicto, por mucho que lo justifiquen los mayores ideales
Hilario J. Rodríguez, El cine bélico, Paidós, Sesión continua 23, Barcelona, 2006, 256pp.