La creciente concentración de los principales medios en pocas empresas y una insuficiente legislación para ampliar la libertad de los periodistas en cuanto a acceso a fuentes y derecho a informar, es la tendencia que ha marcado a Costa Rica en los últimos años.
Aunque es un tema de renovado interés y motivo de discusión sobre todo en círculos académicos y en organizaciones civiles, la concentración de medios tradicionales en pocas manos parece ser un fenómeno que no tiene marcha atrás.
Cuatro grandes empresas manejan los medios de mayor impacto los cuales imponen, de alguna forma, la agenda informativa, e influyen de manera determinante entre los poco más de cuatro millones de costarricenses ya que controlan una gran porción del mercado publicitario.
El Grupo Nación, el más poderoso, con inversiones incluso en Guatemala y Panamá, es propietario del influyente periódico La Nación, fundado en 1946. Es un medio que cuenta con la más moderna tecnología, sólidos recursos para la movilización de personal incluso al exterior para coberturas especiales y técnicamente bien presentado.
Junto con este diario, de una clara y tradicional posición hacia la apertura comercial y el libre mercado, la empresa tiene otros dos diarios en Costa Rica: Al Día y La Teja, de carácter popular este último. Tiene también un semanario, El Financiero, especializado en negocios, e inversiones en emisoras de radio. Este grupo es el dueño de la principal tajada del mercado publicitario.
El otro gran grupo es Representaciones Televisivas (Repretel), con capital mixto mexicano-costarricense. El empresario mexicano Ángel González figura como el más prominente inversionista en este grupo que incluye tres canales de la televisión local (4, 6 y 11) y numerosas emisoras de radio. Dos de ellas, Radio Reloj y Radio Monumental, son de las más tradicionales y figuran entre las de mayor audiencia. Este grupo de emisoras fue adquirido hace cerca de un año por Central de Radios, empresa filial de Repretel.
La otra empresa mediática es el Grupo Extra. Éste nació a finales de los 70 con el Diario Extra, de corte popular, y que ahora se califica como el de mayor tirada, puesto que le disputa a La Nación, aunque menos influyente en medios políticos y sociales. Poco a poco comenzó a expandirse. Luego fundó el canal Extra TV, la emisora Radio América y adquirió el diario La Prensa Libre, decano de la prensa costarricense, fundado en 1889, aunque venido a menos en cuanto a tiraje.
El siguiente es la empresa Televisora de Costa Rica; es la más influyente emisora de televisión. Tiene los canales 7, el de mayor audiencia, y el 33, y cuenta con una empresa de televisión por cable, Cable Tica, de capital costarricense, que tiene cerca de medio siglo de operar.
Existe también otro diario, La República, con más de 50 años de circulación, pero adquirido por empresarios canadienses hace más de una década. Los nuevos propietarios le dieron un giro hacia la economía y los negocios. Con esta especialización, su tiraje bajó considerablemente al ser dirigido, sobre todo, al sector empresarial, aunque también incluye, sin ser su fuerte, información de política, espectáculos y deportes.
Junto a éstos figuran gran cantidad de emisoras, algunas de mucha audiencia, pero no vinculados a grandes consorcios, lo mismo que decenas de periódicos pequeños, regionales o comunales: semanarios o quincenarios, que en modo alguno alteran el panorama mediático que imponen los grandes medios.
Con el surgimiento de las nuevas tecnologías, sin embargo, han brotado numerosos medios electrónicos, que si bien no suponen todavía un desafío a los grandes, es un sector en crecimiento y con perspectivas, coinciden expertos.
El otro gran tema en discusión en Costa Rica es la legislación de prensa, que empresas, organismos de periodistas y personalidades vinculadas al sector, la consideran insuficiente y retrógrada para los nuevos tiempos en un país con larga tradición democrática.
Todos los esfuerzos que se han venido llevando a cabo desde hace casi una década para impulsar las reformas, sin embargo, han tropezado con el desinterés de los diputados y la discusión no ha avanzado.
Este proyecto cobró mayor interés tras un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, mediante el cual absolvió al periodista Mauricio Herrera, del diario La Nación, condenado por difamación por un tribunal local. Herrera fue sentenciado por reproducir información de diarios europeos que cuestionaban a un polémico diplomático que representaba a Costa Rica ad honoren en un organismo internacional.
La propuesta incluye reformas al Código Penal para la protección del secreto profesional de los periodistas, la cláusula de conciencia y reforma una centenaria ley de imprenta que condena a prisión a informadores, entre otras medidas.
Pese a ser un mandato de la Corte Interamericana, el proyecto continúa estancado en la Asamblea Legislativa. Todos los intentos por sacarlo de allí y ponerlo a discusión han tropezado con la falta de voluntad política o el bloqueo, generalmente callado, de legisladores, que no tienen interés en la reforma.
El diputado independiente José Manuel Echandi, uno de los más convencidos promotores en poner a discusión el proyecto de ley, aseguró que una reforma como la propuesta “nos pondrá al día en los convenios internacionales, de los cuales somos dignatarios, y nos permitirá combatir las mordazas contra el periodismo profesional e independiente, obligándolo, a la vez, a asumir mayor responsabilidad frente a al ciudadanía”.