Hay una ironía entre Javier Corral Jurado y las gacetillas, o sea la propaganda disfrazada de información. Miren lo que el entonces senador del PAN señaló el 14 de enero de 2014 a la revista Proceso:
“Prácticamente todos los partidos y los gobernadores incurren en ‘simulación’ al destinar gran parte del presupuesto público a la llamada ‘publicidad integrada’ de líderes y funcionarios estatales en medios de comunicación, en abierta violación al artículo 134 constitucional”, expuso vehemente el legislador.
Es imposible no coincidir con él, más aún: desde que comencé a dirigir etcétera desde 2001 invité a Corral Jurado a escribir una columna donde constantemente tocó aquel tema como lo hizo en El Universal donde también fue columnista y sostuvo el 26 de marzo de 2013 posturas como esta: “(…) la venta de servicios de propaganda política se efectúa por medio de anuncios, de supuestos programas de opinión y análisis, de asesoría de imagen o de noticiarios en los que se destacan determinadas actividades y se critican acremente las de los opositores al cliente”. Incluso la actual ley electoral sanciona esas prácticas en cualquier nivel de gobierno y en las vías que sea, impresas o radiofónicas (con la única excepción de los informes de gobierno, y siempre y cuando la difusión de la propaganda no rebase los límites de la demarcación). Para ser preciso: ningún del nivel que sea puede insertar propaganda disfrazada de noticia donde su imagen se privilegie sobre las acciones de gobierno propiamente dichas. Por eso cuando asumió como gobernador de Chihuahua, el pasado 14 de octubre, no extrañaron definiciones como éstas:
“Acabaremos con el dispendio del dinero público a los medios, vamos a racionalizar y transparentar el gasto publicitario. No habrá convenios de publicidad, sino que en función de las necesidades del gobierno y de los chihuahuenses, se contratarán los espacios que se requieran; jamás vamos a subordinar a ese gasto la línea editorial de algún medio, para comprar el halago, la complicidad o el encubrimiento. Queremos la crítica fundamentada y constructiva, la cual no únicamente agradeceremos, sino atenderemos. Pero también rechazaremos y exhibiremos el manejo informativo malintencionado o los intentos de extorsión.
“Lo que se contrate, con la disponibilidad de recursos que tengamos para ello, será destinado a la comunicación social, no se utilizará para el culto a la personalidad del gobernador o la promoción personal de algún funcionario público, de hecho propondremos al Congreso una legislación para regular la asignación de recursos públicos a los medios de comunicación, y los criterios de su ejercicio”.
Incluso a pesar de su afán histriónico podría coincidirse con Corral cuando, en vez de su foto como mandatario, ordenó que en las oficinas colgara el código ético de su administración, donde se expresan principios como el antedicho, puesto entre comillas.
La ironía es que desde el 14 de octubre el Gobierno de Chihuahua dejó colgado ese código ético, es decir, ha firmado varios contratos publicitarios de los que aun no proporciona información el sitio oficial y, al menos uno de ellos, el firmado con Grupo Imagen, ha implicado la difusión de gacetillas en la radio y en Excélsior. Decenas de gacetillas donde el culto a la personalidad es una constante, el 95% de 46 notas inician con: “El gobernador de Chihuahua Javier Corral…”
A la inconsistencia argumental y ética del gobernador hay que agregar que esto implica una enorme transgresión a varias leyes constitucionales y electorales, idénticas a las que antes él denunció. El dato preciso y el recorrido minucioso de todo esto se encuentra en el sitio de etcétera gracias al trabajo de Alejandra Escobar: “Las gacetillas de Javier Corral en Imagen son violatorias de la ley”: http://www. etcetera-noticias.com/articulo/LasgacetillasdeJavierCorralenImagensonviola toriasdelaley/55106.