El pasado 25 de enero la Comisión Federal de Telecomunicaciones dejó registro de su propio fracaso. Mediante un boletín de su área de comunicación, el órgano regulador informó que el trabajo de sus integrantes, al menos en varios puntos medulares, estaba detenido.
En ese comunicado la Cofetel reseña sus tareas emprendidas para resolver el Programa de Concesionamiento de Frecuencias de Televisión y, enseguida, notifica que el pleno “resolvió aplazar la votación del proyecto” y que el mismo no se integraría “en la agenda de futuras sesiones (…) hasta considerar que han quedado atendidos elementos que están fuera del ámbito de competencia de la comisión”. El párrafo cierra con esta frase contundente: “No se definió una fecha para que el tema sea analizado nuevamente”. Con la misma estructura que hace un recuento de acciones, el boletín dice que el pleno de la Cofetel tampoco resolvió lo relacionado con la Televisión Digital Terrestre y que, igual que en el tema anterior, no determinó fecha para que el proyecto vuelva al pleno.
En ambos casos, la votación respectiva fue de cuatro a uno; el comisionado presidente Mony de Swaan fue quien estuvo en contra de tales resoluciones.
Al día siguiente, mediante sus propios canales de difusión, los comisionados desconocieron el boletín del que dicen no fueron notificados, aunque fuera avalado por De Swaan. En un comunicado José Luis Peralta, Alexis Milo, Gonzalo Martínez Pous y Ernesto Gil Elorduy afirman que ellos no congelaron, frenaron ni aplazaron en forma indefinida el análisis y la resolución de los anteproyectos referidos líneas arriba. Al contrario, sostienen, “acordamos redoblar esfuerzos para seguir trabajando en los proyectos de resolución correspondientes para tenerlos en condiciones de ser votados”, y destacaron que “esto será posible cuando los proyectos sean sólidos y estén completos para otorgar certidumbre económica y jurídica”.
Opacidad y falta de liderazgo
Al momento de escribir estas líneas se desconocen los términos del intercambio desarrollado en el pleno de la Cofetel y los resultados que hubo, por lo que valdría mucho la pena contar con algun testimonio escrito, visual o sólo auditivo. Y es que con los elementos que ahora hay sólo se puede anotar lo obvio: 1) que existen fuertes diferencias internas en el órgano regulador y 2) que no hay proyectos consolidados para que con actividades y fechas precisas puedan resolverse temas tan sustanciales para el país.
Creo que la primer variable resulta de la falta de liderazgo del presidente de la Cofetel quien, en vez de definiciones públicas, ha mostrado arengas contra las dos principales televisoras y eso es notorio al momento en que se necesita abordar en serio aquellas cuestiones que son tan complejas como lo muestra, aquí en etcétera, el comisionado José Luis Peralta. Es en tal tesitura, me parece, donde debiera desplegarse una política sobria, alejada de las bravatas y con el objetivo de construir acuerdos entre los comisionados.
La segunda vertiende es, precisamente, la consecuencia de ver a los actores de la industria como enemigos a vencer frente a lo cual hay que desplegar la epopeya para beneplácito del respetable y el reconocimiento de la patria. Al privilegiarse la reyerta y el amago, porque de la posibilidad de una tercera cadena de televisión insisten desde hace más de dos años desde la presidencia de Cofetel, se han omitido propuestas específicas y viables. Al respecto, estoy seguro de que la postura de los cuatro comisionados arriba referida es muy relevante pues afirman con todas sus letras que coinciden con la existencia de más opciones de televisión abierta en nuestro país. Con ese piso es como esperamos haya un liderazgo para construir el proyecto requerido y lo mismo ocurre con la política para la Televisión Digital Terrestre.
En mi opinión, es muy atendible la postura de los cuatro comisionados de la Cofetel y esa es la prioridad que valdría mucho la pena que tuviera su presidente. Hasta ahora, sin embargo, hay atisbos de un enfrentamiento de mayores proporciones en el órgano regulador. Ojalá me equivoque porque si no estaríamos en presencia, una vez más, de ese tipo de discursos que aparentan ser radicales cuando, en realidad, abandonan los fines tan urgentes ya para la industria de la radiodifusión y las telecomunicaciones, incluso para diversificar opciones en la televisión como parte de nuestra convivencia democrática.