Nuevos terrenos para el activismo mediático
Si uno intenta mirar la variedad de interrelaciones que tiene hoy en día el fenómeno de la comunicación (y sobre todo si uno lo intenta hacer desde esa condición marginal de “testigo” que hoy casi nadie tiene, particularmente cuando se trata de comunicar), la idea de convulsión no puede dejar de saltar a la vista. No sólo estamos atendiendo a un momento particularmente convulso de nuestra historia, sino a un momento convulso de la comunicación de esa historia y de sus resonancias. Incluso antes de llegar a una realidad como la de hoy, hipertecnológica y saturada -si se quiere- de mensajes, las personas iniciaron un movimiento que no sólo buscaba responder a esta tendencia y anticipársele, sino que irónicamente también resultó favorecerla y propiciarla: el activismo mediático. Es decir, la producción de medios desde la base, sin grandes recursos -o solazándose en la falta de estos- y encaminada no solamente a la producción per se sino a la adecuación, apropiación y aprovechamiento de esos medios para agendas que trascendieran las impuestas por el estado y los grandes intereses económicos.
El activismo mediático es hoy, en virtud de la presencia cuasi omnímoda de los medios pero, particularmente, en virtud de la irrefrenable apropiación de estos por parte de la gran mayoría de las
personas, una de las formas más necesarias y relevantes de la construcción social. No “la más relevante”, ya que eso no existe; pero sí una que se define por su intervención en un diálogo que hoy afecta a la gran mayoría, cuando no a la totalidad, de la población mundial -por obra y gracia de la irrefrenable penetración de la agenda de las corporaciones pero también por la transformación de esa realidad en “terreno propicio” por obra y gracia de entusiastas, pensadores, radialistas, videoastas, hackers, crackers y toda clase de personas de a pie. Si bien los problemas de la brecha digital parecían, en su momento, la agenda central de cualquier activismo enfocado en los medios, no deja de ser claro que esa premisa ha sido por lo menos inicialmente superada -como en su momento lo dejó claro el filósofo italiano Franco Berardi- ante una accesibilidad que no sólo es redituable para las empresas sino, como lo deja ver la realidad de las tendencias de consumo, una necesidad tal vez creada pero hoy inaplazable para las personas. “Hoy podemos decir que el trabajo creativo mediante la alta tecnología se ha convertido en el factor decisivo del proceso de producción globalizado. […;]El sector con la tasa más alta de productividad, el sector más dinámico y el que funciona como elemento de transformación tendencial, es aquel que podemos definir como trabajo creativo mediante la alta tecnología (o también trabajo en red o trabajo de recombinación o, también, infoproducción)”, afirma Berardi y resulta difícil no estar de acuerdo1.
Resulta por demás interesante intuir los inagotables matices que hoy tiene el diálogo virtual, particularmente si lo entendemos como una de las nuevas formas tangibles de la movilidad social (la tensión entre conceptos como “virtual” y “tangible”, o entre ideas como “diálogo digital” y “movilidad social”, comienzan a diluirse salvo, tal vez, en las personas que se empeñan por entender el pensamiento crítico y la realidad con las reglas de la escolástica). Al mismo tiempo que miles de mensajes se emiten en todas direcciones, dando una impresión de desorden inabarcable, se suscitan improbables unanimidades que no dejan de evocarnos las imaginerías totalitarias de George Orwell. La reciente muerte de Steve Jobs y su caracterización a nivel mundial como “genio benefactor”, o la caracterización de una artista mexicana (en el caso de Ninel Conde, a nivel nacional) como “epítome de la estupidez”, dan cuenta de ello -sin que sean los ejemplos más importantes, acaso sí los más emblemáticos de este año- y no dejan de ser sorprendentes; particularmente por lo que dicen de las nuevas formas e implicaciones de la opinión pública y de sus repercusiones en agendas impuestas y autoimpuestas.
En un escenario como ése las posibilidades de análisis, de resemantización, de relectura, son particularmente necesarias en el activismo mediático. Buscan quitarle a esta “comunicación generalizada” ese carácter inaprensible y grotesco que parece tener de origen, y suscitarle preguntas a toda aquella verdad que se quiera imponer como dogma. Hoy por hoy, el periodismo ciudadano está trascendido por una realidad incontrovertible: la información llega, está llegando, es un hecho que circula y que circula desde las personas. La reproducción de la información, a la manera del “micrófono humano” impuesto por la represión policiaca en Nueva York a los manifestantes de Occupy Wall Street, se está convirtiendo en una regla y dejó de ser una excepción. Si uno lo mira con detenimiento, sólo faltaría que las grandes producciones de Hollywood se vean afectadas por esta verdad -lo cual, irónicamente, ya ocurrió2.
Queda entonces ocupada -aunque nunca innecesaria- la vacante de “comunicador desde la base”. En ese contexto, no deja de ser pertinente la caracterización de la información como unidad de significado (a la manera de la “sema” de Barthes): la información no es únicamente lo que es, sino lo que uno piensa e interpreta de ella. La información es ella y su lectura; agregaría incluso: la información es ella, su lectura y las formas en las que es reutilizada. La construcción del sentido -probablemente una de las mayores tensiones en lo que se refiere a la producción actual de medios “de base”, como lo caracteriza Claudia Villamayor3- constituye tal vez la nueva “piedra de toque” del activismo mediático; particularmente porque, en una circunstancia en la que la información parece subordinarse a la creación de nuevos mitos de corte corporativista desde la derecha -como en el caso de la muerte de Steve Jobs- o al entusiasmo agresivo por valores de pertenencia -como en el caso de mucha de la información surgida desde la izquierda, si la hay- , el significado es la materia más evanescente.
Vale la pena, sin embargo, dejar en claro uno de los principios centrales -acaso uno de los que el entusiasmo y el encono olvidan más fácilmente- del activismo mediático: ningún mensaje está de más. Ningún mensaje le está de sobra al significado o, si se quiere enunciar desde el optimismo, todo mensaje le pertenece a la construcción de sentido. No faltará quien, en un escenario como el presente, quiera hablar de hiperinclusión (o, si se es de derecha, de “libertad y libertinaje”; o, si se es de izquierda, de “inteligencia y estupidez”), de los males que ella provoca y del control que habría que establecer; baste decir que justo ahí es donde la comunicación se debe caracterizar como un derecho inalienable, más allá de los atrasos en su reconocimiento enunciativo.
La sensación de convulsión no puede ganarle a la noción de la comunicación como un acto de libertad.
Se me antoja cerrar, inevitablemente, con un reconocimiento profundo a la revista etcétera en su aniversario once. Particularmente por el papel fundamental que su
existencia ha tenido para la consolidación del activismo mediático en nuestro país. No sólo por el entusiasmo, la solidaridad y la defensa que etcétera ha tenido con muchas de las causas de ese activismo -como la de las radios comunitarias- sino por haberse constituido en un irremplazable espacio para la reflexión de este tema y sus innumerables imbricaciones. Que un medio así esté consolidado, creciendo, abriendo nuevos espacios, no es materia menor de celebración y significado. Mi enhorabuena, con mucho orgullo de formar parte de esto
Notas
1 Franco Berardi “Bifo”, Generación Post Alfa, Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo, Bajo Tierra Ediciones, México 2008; pp 165-166. Berardi es muy conocido por ser uno de los miembros fundadores de la emblemática radio comunitaria “Radio Alicia” en la Italia de los 60.
2 La película “Life in a Day” producida por Ridley Scott y dirigida por Kevin MacDonald, filmada por cineastas voluntarios de todo el mundo, que mandaron su material a partir de una convocatoria de National Geographic y YouTube, fue estrenada en julio de este año (ver http://www.youtube.com/watch?v=bT_UmBHMYzg).
3 Académica de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata en Argentina y una de las teóricas más relevantes de la radio comunitaria en América Latina.