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“Crea fama y échate a dormir”, reza el clásico.

Pensemos en las percepciones públicas de ciertos personajes para ejemplificar esa verdad; Miguel de La Madrid es alguien “gris”; Fabián Lavalle, un alcoholicazo; o Hugo Sánchez, un mamón. Algo habrán hecho o dejado de hacer estos personajes para generar esa fama en el imaginario colectivo y troquelar de manera indeleble tal imagen. Lo anterior no es una novedad, tendemos a buscar el rasgo más superficial de cualquier cosa y con ello acomodar etiquetas; lo realmente emergente es el uso de redes sociales para dar resonancia a las percepciones públicas. ¿El mejor ejemplo? Ninel Conde.

Si uno se toma el tiempo y tiene la paciencia suficiente entrará a la página oficial de Ninel, y acto seguido (es mi triste caso), sufrirá una especie de embolia debido a que, de la nada y a traición, la diva se arranca cantando sin advertencia previa. Una vez pasado el susto nos podemos enterar de que esta jovenaza tiene medidas 90-58-90, que para mí no tienen ningún significado, pero sí las fotos que delatan a una que está buenísima. Ninel estudió actuación, expresión corporal y “voz”, y nos hace favor de informarnos que ha participado en proyectos tan relevantes como “La Hora Pico”, “Cotorreando” y “No Manches”, y que tiene reconocimientos ejemplares como el de la Asociación de Locutores de Veracruz. Bien, no es necesario un Nóbel de Física para entender que la dama en cuestión posee la capacidad intelectual de un pisapapeles, cosa que se puede confirmar en su cuenta de twitter cuando pone cosas como “Que sueÑooo!!!!!!”, en beneficio de su más de 300 mil seguidores.

Hasta aquí no hay nada novedoso. Durante años y con la tenacidad de un caracol de jardín he dado muestras ejemplares de que la televisión nacional se distingue por cuotas de imbecilidad olímpicas, así que sería injusto y desmedido exigirles alguna dosis de raciocinio. Lo que me interesa ejemplificar es otro fenómeno: la guillotina pública en que se han convertido algunas redes sociales, señaladamente Twitter. Hace no mucho, por ejemplo, el diputado Mario Di Constanzo señaló que Pinochet era un “dictador argentino” y se le vino el mundo encima.

Días después hizo un chiste pendejo acerca del atentado en el Tecnológico de Monterrey y confieso que participé activamente en su hostigamiento hasta que finalmente emitió una disculpa de dientes para afuera.

Toda esta digresión la emprendo por “El Bombón Asesino” y la reciente moda de hacerla lucir sistemáticamente como una imbécil. Todo parece iniciar el día en que Ninel aparentemente confundió un tsunami con un tsurimi, o escribió “Samborns”. Ignoro si esto ocurrió en efecto, la tragedia es que lo creo perfectamente posible.

De pronto y de la nada vino el aluvión, como se consigna en el siguiente texto: La actriz asegura que nunca ha dicho nada de lo que se le ha adjudicado, dice informador.com.mx. Pero eso no paró a twitteros y facebookeros para echar a andar su imaginación y hacer chistes de la actriz.

Incluso, en Facebook se creó una página especial para compartir dichas bromas bajo el nombre de “Los chistes de Ninel Conde”, al que 5 mil 790 le han dado “Me gusta” y varias son quienes comparten ocurrencias donde Ninel Conde es la protagonista. En Twitter se creó un perfil llamado @Ninelreflexiona, en la que también se burlaban de ella, pero que ya ha desaparecido, aunque los usuarios de la red social piden su regreso. Asimismo se abrió la cuenta @ChistesNinel, donde se postean y retwittean burlas; y el hashtag #ChistesdeNinel. También se puede hacer una búsqueda de Ninel o Ninel Conde y aparecen cientos de chistes. Yahoo no se quedó atrás y ya hay quien en Yahoo Answers preguntó si conocen chistes de la cantante.

La reacción de “El Bombón” fue esperable; al principio se encabronó, ya que a nadie le gusta que se pitorreen de su lucidez, pero luego, probablemente con la asesoría de López Dóriga y su “Juayderito”, instituyó un concurso de chistes que favorecen la autoparodia.

Recuerdo muy bien el día en que subieron a la señora madre de Lucero dando pasitos y semidesnuda en un video privado que se hizo público en YouTube para la carcajada general.

Pasa un poco lo mismo con el caso de Ninel; habrá quien diga que es una figura pública y en consecuencia debe pagar el costo asociado a esta condición; también quien sugiera que no se puede limitar la posibilidad de expresarse, ya que nadie posee el rasero para determinar lo que es aceptable de lo que no. Este debate, me parece, no se ha dado. Salvo mecanismos generados por los creadores de redes sociales para denunciar comentarios asociados a racismo o a violencia y filtrarlos, cualquiera puede poner lo que le dé la gana el día que le dé la gana.

Otro elemento asociado con las redes sociales es su fugacidad; así como explota un tema y se vuelve tópico salvaje, su reiteración cansa pronto y es abandonado por otro. El caso de Ángel Verdugo, el de las viejas pendejas de Polanco, y recientemente el de Ninel, ilustran este vértigo; “nada hay más viejo que un twitt de hace 2 horas”, escribí algún día. El fenómeno de “El Bombón Asesino” dio de qué hablar en agosto y nada más. Pronto las redes sociales llenan espacios y huecos, a veces con aciertos y a veces con histeria.

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