“Los datos falsos son extremadamente
dañinos para la ciencia porque
pueden permanecer mucho tiempo”
Charles Darwin
En un libro de ensayos de divulgación científica que estoy a punto de publicar abordo el tema del fraude científico. Quizá el tatarabuelo de las fake news, ya que en esencia se trataba de fingir un hecho y publicarlo para engañar al prójimo, se llamaba Gegor Mendel, el monje agustino de anteojitos de maestra de piano que descubrió la genética experimentando con chícharos. Cuando sus resultados fueron analizados años después en el siglo XX por el máximo estadístico de su tiempo William Bateson, éste concluyó que eran demasiado perfectos, hablando en cristiano (el fuerte de Mendel) este buen hombre había cuchareado sus resultados para que fueran más perfectos aunque la gravedad del asunto se matizaba porque el efecto demostrado era correcto pero no tan perfecto. El segundo caso es el de tres caballeros (entre los que se contaba Teilhard de Chardin) que descubrieron un cráneo en las canteras de Piltdown en Sussex al que bautizaron como Eoanthropus dawsonii en honor de Charles Dawson uno de sus descubridores. Los ingleses fueron muy felices porque en Java y en Neanderthal ya tenían su fósil humano y ellos no. La sociedad científica dio por bueno el descubrimiento llamándolo “el eslabón perdido” hasta que en 1953 Kenneth Oakley analizó los huesos y encontró que se trataba de un fraude en el que se habían teñido convenientemente algunas partes y se trataba de la mandíbula de un oraguntán, el diente de un mono y un cráneo humano. Todavía se debate acerca de quién fue el culpable.
Con las noticias falsas tenemos un problema moderno y similar que tiene dos aristas. La primera y más simple de entender es que la gente babeante está dispuesta a creer cualquier cosa que lea en Internet, de esta manera, ha muerto gente que goza de cabal salud y se ha accidentado otra que duerme en su mecedora. Con cierta aptitud tecnológica se puede construir un mensaje plausible que correrá como reguero de pólvora en el hormiguero que es tuiter hasta que alguien, quizá cuando el daño ya esté hecho, salga a aclarar que eso es falso. Esta ecuación (la facilidad con que se puede construir un engaño y la misma con la que la gente ideológicamente carnívora pero muy bruta está dispuesta a generan el lodazal que estamos viviendo en el que se acusa a Slim de darle un cañazo a Peña Nieto, a Meade de ser el autor diabólico del gasolinazo (por cierto una medida correcta pero no espero que eso se entienda) a Anaya de todos los males habidos y por haber y a AMLO de tender puentes secretos en el Kremlin sin que a la fecha haya comprobación alguna.
Todo es muy fácil, basta que alguien diga algo como: “El candidato fulanito de tal tiene en las Islas Caimán una fortuna en dólares a nombre de una triangulación financiera que involucra a Hacienda” ello desencadenará una serie de respuestas entre las que se cuentan “te dije que era un corrupto”, “pinche gobierno” o “es una calumnia. Por supuesto y siguiendo la máxima de Goebbels en lo que se aclara, algún daño hará.
Algún día alguien que miraba fijamente y era muy idiota me dijo: “Tú sabes perfectamente de los millones de dólares que le pagaron a Quadri por venderse a ser candidato” Como no sabía y tenía algo de evidencia de que esto no era así le respondí con lo que yo consideré cierta lógica: “En el caso de que haya sido así ¿me puedes decir cómo lo sabes?” Su respuesta fue tan clara como la niebla londinense así que, para variar cambiamos el tema.
Como se anticipó vienen las luchas de lodo en su máxima expresión y todos pero todos participarán de este baile macabro, algunos serán más eficaces que otros y veremos reputaciones limpias hechas pedazos y otras que no lo son tanto también. Sea, es el signo de los tiempos en los que la calumnia cuando lo es se encuentra en el terreno fértil de la velocidad de la información y de la imbecilidad de la gente.