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martes 08 octubre 2024

Favores a Notimex

por Ernesto Villanueva

La denominada agencia de noticias del Estado mexicano, Notimex, ha resultado todo un modelo de lo que no debe hacerse. Se afecta el principio de la ley, se hace lo mismo con los principios de la ética periodística y se engaña a la sociedad sobre la pertinencia de esta conspicua empresa paraestatal de noticias. Existen elementos que permiten formular estas afirmaciones.

Primero. Notimex es una empresa que adquirió la figura del derecho privado de “sociedad anónima”, pero forma parte de la estructura de la administración pública federal, sectorizada todavía a la Secretaría de Gobernación. Es por ello entendible que año con año exista una partida presupuestal para su mantenimiento. Las 321 plazas de su personal así como su gasto corriente y de inversión son sufragados por el pueblo a través del Presupuesto de Egresos de la Federación.

Ilustración: Antoni Clave

¿Debe tener el Estado una agencia de noticias? No existe una respuesta fácil a esta interrogante, pues es sabido que hay necesidades más urgentes que satisfacer. No obstante, suponiendo sin conceder que Notimex fuera necesaria para la vida democrática del país, cualquiera imaginaría que esa empresa informativa debe tener un rasgo distintivo que justifique por qué su existencia la debemos pagar usted y yo. Y efectivamente tiene un rasgo que la diferencia. Pero éste es contrario a las prácticas de la ética periodística y de su propia ley que la crea. En efecto, la denominada Ley que crea la Agencia de Noticias del Estado Mexicano dispone de entrada como “principio rector”, en su artículo 6 que: “Toda información que genere o transmita la Agencia por cualquier medio de comunicación, deberá realizarse con absoluta independencia editorial frente a cualquiera de los Poderes de la Unión o de las Entidades Federativas, y bajo los principios de veracidad, imparcialidad, objetividad, pluralidad, equidad y responsabilidad. Los servidores públicos de la Agencia deberán observar estos principios en el desempeño de su empleo, cargo o comisión.

“Los servicios que proporcione la Agencia deberán desarrollarse de manera continua y sin interrupción.” Se trata de un mandato legal para Notimex, pero que abreva de los principios de la ética periodística generalmente aceptados. Y estos principios son obligatorios para Notimex (y voluntarios por su propia naturaleza ética para los demás medios) porque vive del presupuesto público.

Segundo. Notimex afecta los principios que norman su conducta (independencia editorial, veracidad, imparcialidad, objetividad, pluralidad, equidad y responsabilidad) con la aquiescencia de buena parte de las dependencias y entidades de la administración pública federal en perjuicio de la propia sociedad. A las pruebas nos remitimos. De 2000 a 2006 de acuerdo con la información de la Secretaría de Gobernación y de la Función Pública, Notimex ha violado cada una de los principios que debería observar. ¿Independencia editorial? Resulta poco menos que imposible al tener en el gobierno federal a su principal y prácticamente único comprador de sus servicios. En 2000 facturó 16 millones 468 mil pesos. En 2001, siete millones 294 mil pesos. En 2002, seis millones 787 mil pesos. En 2003, diez millones 987 mil pesos. En 2004, 19 millones 640 mil pesos. En 2005, 13 millones 872 mil pesos, y en 2006, 15 millones 887 mil pesos.

Así, de 2000 a 2006 Notimex recibió 90 millones 969 mil pesos. Cabe decir en principio que tanto el Canal 22 como el Canal Once, ambos de televisión, medios que pertenecen al gobierno federal, no recibieron recursos por concepto de publicidad o servicios diversos, sino únicamente las partidas presupuestales aprobadas por la Cámara de Diputados para esas entidades, según datos de la Secretaría de Gobernación, correspondientes a esos años.

Las cosas no se quedan ahí. Resulta que información de la Secretaría de la Función Pública y de Gobernación indica que de los 90 millones sólo se habían programado en el Presupuesto de Egresos 29 millones 969 mil pesos. Este sobreejercicio presupuestal de más del 300% constituye la probable comisión de diversas faltas y delitos.

Tercero. ¿Es la información de Notimex veraz, objetiva, imparcial, equitativa y responsable? No lo es, según se puede verificar por los conceptos contenidos en las facturas de prestación de servicios de esa agencia de noticias gubernamental a dependencias y entidades de la administración pública federal. Expresamente Notimex afirma haber violado sus principios rectores y, por ende, su propia normatividad al facturar por concepto de “cobertura informativa”, “entrevistas” y “cobertura fotográfica” que se repiten cientos de veces en igual número de facturas correspondientes particularmente de 2004 a 2006. La prestación de esos servicios significa, en otras palabras, que Notimex ha vendido publicidad para ofrecerla a sus suscriptores como si de información se tratara.

Es paradójico. Por regla del mercado a mayor costo de acceso a servicios mayor variedad y/o calidad se obtiene. Si alguien por ejemplo tiene contratado el servicio de Cablevisión tendrá la posibilidad de ver un mayor número de canales de televisión que alguien que sólo ve la televisión abierta. En el caso de Notimex la regla opera a la inversa. Mientras más paga la sociedad en Notimex más se desinforma. Por un lado, le cuesta mantener presupuestalmente a esa agencia de noticias. Y, por otro, el presupuesto de aquellas dependencias y entidades de la administración pública federal (que también viven gracias a los bolsillos comunitarios) que sufragan publicidad para que se difunda como información para engañar a la sociedad también proviene del erario público. Con una gran generosidad con el dinero que no es suyo, el Conacyt en 2002 pagó a Notimex un millón 920 mil pesos por concepto de “cobertura informativa”. En 2003, destinó un millón 336 mil pesos y en 2004, cuatro millones 118 mil pesos por los mismos conceptos y, peor aún, sin que tuviera programado un solo peso por ese concepto y para esa entidad.

Así las cosas, ¿a quién le sirve Notimex? ¿No sería mejor replantear su existencia o, en verdad, evaluar si es una prioridad para México? En todo caso, ¿habrá alguien que crea en la “veracidad” e “imparcialidad” de las noticias que difunde Notimex?

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