Justo ahora, en ese espacio que llamamos opinión pública, está en la cúspide el intercambio político sobre los saldos de la administración del presidente Felipe Calderón, y aunque son inevitables los alineamientos extremos entre la autocomplacencia y el denuesto, esperamos que poco a poco se hilvanen precisiones en cada campo temático.
Aquí buscamos contribuir con la reflexión del sexenio que termina en las vertientes de la radiodifusión y las telecomunicaciones (aunque no solo). Con los matices que exigen el rigor intelectual, y que usted leerá en el material respectivo, podemos decir que nos referimos a un terreno frustrado, si hemos de anotar el trecho que hay entre el entusiasmo de 2006 y la realidad de 2012.
Para este ejercicio de análisis reparamos en dos aspectos: uno es la suerte de rito en el que cada seis años se incrementan expectativas y exigencias -como ahora mismo pasa respecto de la administración entrante-; hay que atemperarlas. El otro es que el sistema político ya no integra al presidencialismo omnímodo, por lo que el balance incorpora la responsabilidad que en todo esto tienen los demás actores políticos que se desempeñan en las otras instancias de gobierno.
Puestas así las cosas vale preguntar: ¿en qué desembocaron las tres “C” enarboladas por Felipe Calderón al iniciar su mandato?; ¿en México hay ahora mayor competencia, cobertura y convergencia en los ramos de las telecomunicaciones y la radiodifusión? La concentración de la oferta televisiva y de la telefonía fija y móvil registran la respuesta contundente: remite a prácticas monopólicas contra la competencia en el mercado y la diversidad de contenidos en las pantallas.
Ni desde el Ejecutivo ni en las instancias de representación y los órganos reguladores hubo una política de Estado. En cambio, tenemos una industria inhibida en su potencial económico y una disputa fuera de los rieles institucionales, entre empresarios que buscan incursionar en esa actividad. Ante esa formidable oportunidad de negocios, en marzo primero y en noviembre después, Emilio Azcárraga convocó a Carlos Slim a la competencia sin que el magnate contestara, con todo, esto hizo patente la ausencia de acciones de gobierno para tejer una ruta de reforma a la ley que corresponda con el desarrollo tecnológico. Ello junto con la falta de productividad de los partidos políticos en el Congreso que, las pocas veces que lo intentaron, privilegiaron el desencuentro y la retórica en vez de acuerdos que concilien proyectos ecónomicos con el interés nacional.
El poder legislativo desechó la única oportunidad que hubo de arribar a consensos en varios temas, a fines de 2009 y principios de 2010: refrendar concesiones; cambiar frecuencias de AM a FM; fortalecer a los medios públicos y reconocer a las radios comunitarias. Entonces, nuestra postura fue apoyar el acuerdo, pero con retóricas distintas los extremos se juntaron y dieron al traste con ese esfuerzo de la política. Luego, el gobierno federal refrendó concesiones, otorgó las combo y nada hizo para dar estatus legal a los medios públicos y comunitarios. Al final, los radiodifusores privados agradecieron a Calderón por eso, mientras la visión extrema que proclama la reforma integral, el todo o nada, registró uno más de sus fracasos: se quedó sin nada por quererlo todo.
De otros asuntos trata este esfuerzo de balance. Mostramos la inexistencia de una política de Estado en materia espacial y en otro orden de ideas detallamos en las erráticas estrategias de comunicación social respecto de la lucha contra la delincuencia organizada. Y a propósito de esa esfera enfatizamos, y para ello una vez más documentamos, en el dispendio de recursos del gobierno federal para promover su imagen en ese manto protector de la arbitrariedad y los miles de millones de pesos englobados en el concepto de publicidad. Nuestra propuesta es la misma que la de hace 12 años, reglamentar el gasto respectivo en todas sus variantes complejas como el registro de la eficiencia que tengan las campañas. Por cierto, a ello se comprometió el ahora presidente Enrique Peña Nieto sin que hasta el momento hubiera presentado propuesta alguna.
Ojalá que pronto andemos aquellas rutas antedichas, con todas su variantes y sus matices. En tanto, siempre valdrán la pena estas fechas decembrinas y los anhelos que suscitan. Por eso es que les mandamos un abrazo fuerte con el deseo de que tengan un año intenso y provechoso. Brindamos por ustedes y hasta el fondo.
Salud.