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miércoles 18 septiembre 2024

Fox Street Journal vs. NYT

por Ignacio Herrera Cruz

Foto: Justin Lane/EFE

Nada auguraba que el heredero de dos pequeños periódicos poco importantes y una estación de radio en un pueblo minero perdido, apodado a su paso por Oxford Rupert “El rojo”, se convertiría en el creador del tercer conglomerado de medios en el orbe, ni que sus actividades se encaminarían en un futuro próximo a minar y si es posible, llevar a la decadencia y ruina, al periódico más respetado del mundo.

Al recapitular en su artículo de portada, “La batalla de Nueva York”, el 17 de enero de 1977 la adquisición de la revista New York, además del tabloide vespertino New York Post, el periódico que se ha publicado con mayor continuidad en los Estados Unidos, fue fundado por Alejandro Hamilton en 1801, la revista Time describía con asombro el arribo del magnate australiano Rupert Murdoch a Gotham, como se conoce afectuosamente a esa ciudad.

Allí se narraba que “El periódico estadounidense que más respeta es el Wall Street Journal ( ‘saben lo
que hacen’), pero lo que más disfruta es regodearse con The New York Times (‘completo, maravilloso’, aunque ocasionalmente culpable de ‘estupidez y superficialidad”. Él piensa que los periódicos estadounidenses se toman demasiado en serio y encuentra generalmente perezosos a los reporteros estadounidenses”.

Desde entonces se estableció un curso de colisión entre el último gran magnate de la vieja escuela, quien tiene en mayor estima a los periódicos que a otros medios de comunicación y el Times. Con los ingresos de Los Simpson, de sus tabloides, de sus canales por satélite que le permitieron completar este diciembre la compra de la compañía Dow Jones en una operación de cinco mil millones de dólares, Murdoch espera convertir a The Wall Street Journal en el periódico que establezca la agenda noticiosa en Estados Unidos, desplazando al NYT.

Así como en The Kingdom and the Power Gay Talese escribió que a principios de los años 40 se preveía que o prevalecería el Times o el New York Herald Tribune, lo que pasó en los 60 cuando cerró el Herald Tribune, los analistas predicen ahora que para el 2020 o quedará el Times o el Journal, aunque no se publiquen en papel.

Por cierto, ambas publicaciones redujeron el tamaño de su ancho a 12 pulgadas, o sea 304 mm, el modelo común que adoptaron los periódicos en Estados Unidos desde fines de los 90, con el propósito de ahorrar millones de dólares al año en papel de impresión, de esta forma son más pequeños ahora que El Universal o Reforma.

Este conflicto que se desarrolla sobre la marcha, en la cual ya ha habido escaramuzas, por ejemplo el Times el día de su aniversario (el 18 de septiembre) anunció que dejaría la mayor parte de su contenido en Internet gratis, tras haber experimentado durante dos años con un sistema selectivo de cobro en ciertas áreas como sus columnistas.

Esto en respuesta a declaraciones de Murdoch de que pensaba en abrir el contenido en Internet del Journal, el modelo más exitoso de cobro de la red, que cuenta con 983 mil suscriptores. él piensa que con la gratuidad obtendrá más recursos y alcanzará a más lectores. Ahora, según reportó el WSJ, 13.1 millones de visitantes recurren al sitio del Times y sólo 5.4 lo hacen con el Journal.

También los dos diarios se enfrascaron en la lucha por los lectores más acaudalados, con suplementos especiales en busca de anunciantes de artículos de lujo. En particular buscan atraer a las lectoras en sus 20s, que tienen buenos ingresos y están dispuestas a gastarlos. Así, el Journal inició la publicación de Pursuits, en septiembre y este año el Times inició sus magazines T.

Más aún, enojado porque el Times a fines de junio le dedicó dos largos reportajes investigativos, en los que analizaba su forma de operar y sus inversiones en China, Murdoch declaró en septiembre a una pregunta en San Francisco que sería “agradable” que el Journal matara al Times. Además usa las columnas del Post para ridiculizar al presidente de su rival.

Nadie subestima a Murdoch, pero muchos dudan que el capitán de la New York Times Co. Arthur Ochs “Pinch” Sulzberger, quinto en línea de una familia que controla al Times desde hace 112 años, pueda capear el temporal. Pero también a los Ochs-Sulzberger se les ha minimizado durante más de un siglo.

El apostador

El 15 de julio de 1964 apareció editado en Canberra el primer número de The Australian. Se consideraba un proyecto sin posibilidades de éxito, se argumentaba la dificultad de editar un periódico nacional en un país-continente que contaba con fuertes regionalismos, lo que impediría que los anunciantes se acercaran a él.

Además la línea editorial se oponía a la guerra de Vietnam, lo que iba contra las tendencias políticas predominantes en ese momento. El diario perdería dinero durante 20 años, pero su dueño y fundador, William Rupert Murdoch (Melbourne, 1931) asumió el riesgo. Hoy The Australian si bien no es el periódico más influyente de “Down Under”, lo es The Sydney Morning Herald, es un medio consolidado y respetable.

Entre las docenas de libros escritos sobre el australiano más influyente en la historia, hay un par por lo menos de instructivas biografías, la de Neil Chenoweth: Rupert Murdoch: The Untold Story of the World’s Greatest Media Wizard y la de William Shawcross, Murdoch: The Making of a Media Empire, pero sin lugar a dudas el texto más instructivo, afectivo, irónico e iluminador es la del reportero australiano Hugh Lunn, Working for Rupert en donde Lunn, respetado escritor de unas memorias muy atractivas, muestra cómo opera un jefe con su talento para los detalles y de gran visión.



Esa visión Rupert la heredó de su padre. Según relata James Fallows en un perfil del mandamás de News Corporation en la revista The Atlantic: Keith Murdoch era hijo de un emigrante pobre escocés. Cubrió a las tropas australianas y neozelandesas durante el desembarco de la primera guerra en Gallípoli, donde los turcos las masacraron ante la complacencia de sus superiores, a pesar de que juró que lo que vería sería confidencial, le envió una carta al primer ministro australiano acerca de los sufrimientos de las tropas. El gobierno actuó, despidió al general a cargo y retiró a los soldados.

Murdoch padre fue a Londres a aprender del maestro de la prensa sensacionalista de los 20, Alfred Harmsworth, Lord Northcliffe; lo que aprendió en Inglaterra lo aplicaría en Australia y su hijo lo divulgaría por el mundo. Las tan imitadas chicas de pecho desnudo en la página 3 y la columna de chismes en la 6, es lo que ha caracterizado a los periódicos más populares de los cien que posee el australiano.

El primero de los Murdoch que con los años construyó un imperio periodístico, quiso que su único hijo varón (tuvo tres hijas más) se codeara con la élite, lo enroló en un internado de lujo cerca de casa y luego lo mandó a Oxford; pero Rupert se sintió alienado en los ambientes exclusivos tanto en su país natal como en su país adoptivo; para destacar adoptó posturas de extrema izquierda, lo que le valió el apodo de “El rojo”. Al morir el padre en 1952, el hijo regresó a Australia para descubrir que la riqueza de su familia estaba en riesgo.

Sus bienes heredados incluían el vespertino The Adelaide News, ya desaparecido pero que le daría su nombre a la futura corporación. Rupert hipotecó, pidió prestado y arriesgó, utilizaba una empresa para comprar otra en un mercado más grande. Así de Adelaida brincó a Sydney, de Sydney a Londres, cuando se quedó con News of the World, el Alarma! británico a fines de los 60 empezó su conquista de Inglaterra.

Con el dinero generado por sus negocios más lucrativos se hizo del venerable Times en 1981 y en enero de 1986 en una jugada maestra, logró quebrar el poder que tenían los sindicatos sobre la prensa británica, lo que ayudó a modernizar para bien a ese sector de la economía que estaba sujeto al chantaje de los trabajadores.

Ya para entonces había desembarcado en Estados Unidos, comenzó sin hacer mucho ruido en San Antonio, Texas. Con los quinquenios se haría de más periódicos, de un estudio de cine, Twentieth Century Fox, crearía Fox: la cuarta cadena anglosajona de Estados Unidos, la primera que surgiría para hacerle frente a las tres grandes desde que la DuMont quebró a principios de los 50, y revolucionaría la televisión vía satélite.

Murdoch es combativo, populista y estridente. Por ejemplo, el personaje emblemático de la cadena Fox es Homero Simpson y el héroe de la serie (Los expedientes secretos X) que catapultó a esa cadena entre el gran público, se llamaba Fox Mulder. La cadena Fox se consolidó cuando se hizo con una tajada importante de la NFL en los 90, robándose inclusive al ex entrenador John Madden, vuelto un respetado analista en la CBS.

Murdoch ha estado al borde de la bancarrota por lo menos en tres ocasiones en su ansia de adquisiciones y riesgos, pero cuando ha emprendido algo lo logra. En los 80 codiciaba a la CNN, pero no dejaron que participara en ella como accionista, entonces se propuso crear un canal de noticias que la desplazara como la número uno, así fundó Fox News en octubre de 1996, el cual desde enero de 2002 supera en audiencia e influencia al canal creado por Ted Turner.

Este 2007 puso en la mira al principal canal proveedor de noticias financieras por cable, CNBC, y para eso echó a andar el 15 de octubre su Fox Business Network, dentro de este panorama encaja la adquisición del Journal, que complementa su entrada en el mundo de Internet con MySpace.

Un periódico aburrido

Al WSJ sus lectores y el público en general lo consideran el más confiable de los escritos en Estados Unidos, sus rivales lo consideran excelente y yo creo que está muy bien escrito, aborda ciertos temas a profundidad, pero en conjunto es árido con su tipo de letra apretado y su primera plana que proscribe las fotos. El Journal que nació en 1883 como Customer’s Afternoon Letter, era entregado a varios suscriptores de Wall Street y era el fruto de Charles Dow y Henry Jones, quienes en 1884 idearon el índice que lleva sus apellidos para evaluar el mercado de valores. En 1889 la Customer’s Afternoon Letter se transformó en The Wall Street Journal.

Ilustración: TSX_ARTS

En 1902 Clarence Barron y su esposa compraron la Dow Jones Co. y ellos y sus herederos invirtieron fuerte y constantemente en mejorar el diario y eligieron a la gente adecuada para convertir ese pequeño periódico en el primero verdaderamente nacional de Estados Unidos, en 1979 se convirtió en el de mayor circulación en EUA, pese a que ya lo sobrepasó USA Today con un enfoque muy diferente.

Sin embargo, el Journal no era un periódico que fuera muy lucrativo. Desde hacía tiempo se rumoraba que la familia Bancroft deseaba venderlo, pero no encontraban a quien. En palabras del nuevo propietario “Hace un año -2006- ellos (Dow Jones) hicieron 81 millones de dólares luego de impuestos y pagaron 80 millones de dividendos. No puedes incrementar una compañía de esa forma”. Murdoch comenzó a rondar la propiedad en abril de este año.

El australiano encontró reticencia en los Bancroft, que estaban orgullosos de la calidad del periódico, pero no sabían hacia donde dirigirlo en el siglo XXI, los 60 dólares que les ofreció News Corp. por acción derribaron su resistencia y la operación cerrará este año del 007, el de Murdoch, Rupert Murdoch.

Todas las noticias dignas de imprimirse

En 156 años de existencia muchas cosas cambian. Los nombres pueden permanecer iguales, la ciudad de Nueva York, el periodismo, el reportero, un dólar, pero con el transcurso del tiempo las transformaciones son profundas, los conceptos mutan, los significados no denominan lo mismo.



El New York Times es un periódico que se publica desde 1851 en la ciudad homónima, pero es un diario muy diferente al que inició; ha pasado por varias etapas y en su largo trayecto ha visto el paso de hombres geniales, controvertidos y pintorescos que lo han vuelto una institución estadounidense, sujeto a análisis y críticas semejantes a los que se hacen a una rama del gobierno.

El New York Daily Times nació costando un centavo y a seis columnas, hoy sigue con las seis columnas pero su valor es de un dólar y cuarto de lunes a sábado y cinco dólares los domingos. (Para darnos una idea el WSJ vale un dólar y medio de lunes a sábado y Los Angeles Times 50 centavos de dólar). El Times surgió de la ambición de Henry J. Raymond quien creía que el periodismo podría ser un buen negocio, y tuvo el sostén de dos banqueros, George Jones que sería su presidente durante 40 años y Edward B. Wesley, quien se separó del proyecto en 1860.

Raymond un político hábil que ayudó a fundar el partido republicano y contribuyó a la elección de Abraham Lincoln a la presidencia de su país, quería un periódico bien escrito, de amplio alcance, barato y moderado y mientras vivió ayudó a que su criatura prosperara.

En su editorial inicial explicaba: “En todos los temas políticos, sociales, morales y religiosos, intentamos que el periódico hablara por sí mismo; y sólo pedimos que sea juzgado consecuentemente. Seremos conservadores en todos los casos en que pensemos que el conservadurismo sea esencial para el bien público; y seremos radicales en todo lo que parezca requerirnos un tratamiento radical y reformas radicales. No creemos que todo en la sociedad es o exactamente justo o exactamente equivocado; lo que es bueno deseamos preservarlo y mejorarlo; lo que es malo, exterminarlo o reformarlo”.

Y finalizaba: “Esperamos volver el DAILY TIMES aceptable para la gran masa de nuestra gente y no ahorraremos esfuerzo para hacerlo… Pocas veces molestaremos a nuestros lectores con nuestros asuntos personales; pero estas pocas palabras, al comienzo, parecían requerirse”.

De los 13 diarios que se publicaban el 18 de septiembre de 1851 en la ciudad de Nueva York, uno de ellos en alemán, el otro en francés, sólo subsiste uno, el Post de Murdoch, tras esa fecha, excepto el Times, sólo han prosperado dos, el tabloide Daily News (1919) y el Journal, también ahora de Murdoch.

El presupuesto de la redacción fue en su primer año de 13 mil dólares, en 1977 de 35 millones de dólares, en este 2007 más de 200 millones, superior al de cualquier otro periódico en el mundo. El Times en particular, y de acuerdo a los parámetros de la época, cubrió muy bien la guerra civil, estableciendo un precedente, desde entonces el periódico sobresaldría y prosperaría en los conflictos en los que se involucró su país.

Con la muerte de Raymond en 1869 comenzó un lento declive del periódico que se agudizó con la desaparición de Jones en 1891; en 1896 su circulación era de sólo nueve mil ejemplares diarios menos aún de lo que ya había logrado en su primera semana, debía 300 mil de dólares, perdía mil dólares a la semana y estaba a punto de extinguirse.

Resurrecciones

En 1896, Adolph S. Ochs fue a Nueva York con la intención de resolver sus problemas monetarios, haciendo lo que sabía hacer: volver rentable un periódico. A fines del siglo XIX la Gran Manzana era un lugar periodísticamente muy competitivo, donde Joseph Pulitzer con su World y William Randolph Herst con su Journal lideraban el mercado en que Ochs se entrometería.

Ochs adquirió una participación mayoritaria y el 19 de agosto fijó su postura: “Será mi meta más honesta que The New York Times dé las noticias, todas las noticias, en una forma concisa y atractiva, en lenguaje que sea el acostumbrado en la buena sociedad, y las dé tan pronto, si no más pronto, de lo que pueda saberse a través de cualquier otro medio confiable; dar las noticias imparcialmente, sin temor o favor, sin importar el partido, secta o interés involucrado.”

En 1898 tras haber adoptado su famoso lema “Todas las noticias dignas de imprimirse” y para hacer frente a sus rivales que ganaban mercado con la guerra hispano-americana, Ochs decidió rebajar el precio de tres centavos a uno, sin disminuir la calidad. Al llegar al cincuentenario del periódico en 1901 multiplicó anuncios y ventas y se hizo del control total del diario.

En 1904 Ochs se pirateó del World a Carr Van Anda, quien durante las siguientes tres décadas fortaleció el contenido noticioso del periódico. Un astrónomo y matemático, Van Anda leía jeroglíficos y contribuyó a descifrar la muerte de Tutankamón, con las informaciones que se recibían del mar sobre icebergs y problemas de navegación, realizó sus cálculos, comprendió que el Titanic se hundía y logró una exclusiva mundial, además encontró un error en una ecuación de Albert Einstein.

Con eso se forjó una leyenda de la cual están muy orgullosos en el Times. También en ese lejano 1904 Ochs concretó otra importante decisión: cambió la sede del periódico por anticuada, erecta en 1858 se había considerado vanguardista y había tenido una completa remodelación en 1889. Para eso eligió un lugar que logró que se renombrara Times Square e inició desde su torre la tradición de celebrar el año entrante con la caída de un globo.

Para 1913 el nuevo cuartel general era insuficiente y se tuvieron que mudar una cuadra. En ese año el Times cimentó su preeminencia entre los periódicos de su país a pesar de que su circulación era de sólo 200 mil ejemplares diarios, al comenzar la publicación de sus índices, lo que lo convertirían en el medio de referencia. En el transcurso de la primera guerra, con su revista dominical que estaba muy bien ilustrada, consolidó su prestigio y solidificó su base financiera.

Con la muerte de Ochs, el yerno de su hija única, Arthur Hays Sulzberger se hizo cargo desde 1935. El Times prosperó de nuevo por su cobertura de la Segunda Guerra, por ejemplo uno de sus reporteros en exclusiva relató el bombardeo atómico sobre Hiroshima. Su presencia exhaustiva en Washington convertía al diario en el más respetado en los círculos políticos. Todo parecía ir bien en el gris Times que sobrecargaba sus ocho columnas con sus tres centavos de costo.

Sulzberger I le cedió a su vez en 1961 a su yerno Orvil Dryfoos el timón, pero la inesperada muerte de Dryfoos en 1963, obligó a que la familia llamara al relevo a Arthur “Punch” Sulzberger II. El nuevo conductor se encontró con un periódico que tenía pocas ganancias, empleaba tecnología anticuada y era criticado por su presentación victoriana. Al igual que su abuelo tendría que reinventar el diario para evitar su fin.



Los nuevos Times

Abe Rosenthal llegó y se fue con los Mets campeones; entre el primer alunizaje y la explosión del transbordador espacial Challenger se labró un sitial de honor en la larga historia del Times.

Rosenthal, durante los 17 años que encabezó al matutino en su parte periodística (1969-1986) enderezó esa nave que se encontraba en problemas financieros, de política interior y en cierto momento desplazada por The Washington Post como la principal institución periodística de EU. En sus años los ingresos se multiplicaron por siete hasta alcanzar mil 700 millones de dólares y los ingresos netos fueron nueve veces superiores a los obtenidos en su primer año de ejercicio.

Ilustración: Serpanterra

Si no existiera el precedente de la legendaria asociación de Ochs con Van Anda, el dúo Punch-Abe podría considerarse el más notable en la larga historia del periódico. En 1977 se produjo el ajuste principal, el periódico regresó a las seis columnas de sus orígenes, aunque con una presentación muy diferente; se amplió de dos a cuatro secciones con temas específicos por día, mejoró su diseño y desde 1980 concretó un sueño: iniciar una edición nacional.

Los antecedentes venían desde el primer año, cuando Raymond lanzó una edición semanal para el oeste, posteriormente en 1962 Dryfoos comenzó una edición diaria para California, lo que obligaría a la mejora sustancial de Los Angeles Times. Así, bajo la égida de Punch la supremacía de su herencia parecía asegurada, pero su hijo Sulzberger III se enfrentaría de nuevo a tiempos tenebrosos.

El 9/11 y la (mala) suerte de Pinch

El nuevo Sulzberger al recibir la herencia familiar en 1992, al igual que sus antepasados debía ajustar al Times a nuevos tiempos, para eso necesitaba elegir nuevas rutas. Por eso subió en enero de 1996 al Times a Internet, hoy es sin duda el mejor sitio de un periódico en el continente, pero requería de algo más.

Al llegar a su sequiscentenario la perspectiva era de amenazas y de oportunidades; el Times tenía un nuevo director, las acciones estaban al alza y enfrentaba su principal reto periodístico en sesenta años por un ataque inesperado. Seis años después el director había dimitido en medio de la controversia, los halagos por la sobresaliente cobertura del 9/11 se habían tornado en críticas por la conducta de una de sus reporteras y la salud financiera del grupo estaba en duda.

El reinado de Howell Raines, una criatura de la oficina de Washington, y quien se había refugiado en las páginas editoriales en espera de la oportunidad para poner en práctica sus ideas de un periodismo más agresivo en todos los frentes, comenzó el 5 de septiembre del 2001. Cuatro días más tarde terroristas suicidas volaron las Torres Gemelas, atacaron al Pentágono y se inició una guerra.

La respuesta de los principales periódicos estadounidenses a la serie de sucesos fue muy buena, pero como lo narró un agudo analista de los medios, Ken Auletta, pese a que sobresalió The Washington Post en la cobertura política de los acontecimientos, el Daily News hizo un trabajo notable en Nueva York, Los Angeles Times destacó por sus corresponsales extranjeros y The Wall Street Journal se publicó el día 12 a pesar de que sus oficinas principales se dañaron por el derrumbe del World Trade Center, ninguno podía competir con el esfuerzo inmediato y a corto plazo del Times.

Como lo reflexionó Raines a posteriori en un ensayo penetrante y autojustificatorio: “Fue un triunfo edificado en la memoria institucional; el conocimiento de cómo cubrir una gran historia está impreso en el ADN del Times sin importar quien sea el director.”

Primero, ningún otro diario iba a dedicarle una sección especial durante tres meses a la secuela de los ataques, ningún otro podía competir en analizar, interpretar y reportear lo ocurrido en Nueva York sin perder de vista el panorama nacional e internacional, Raines le otorgó un mayor perfil a sus editores fotográficos y a sus diseñadores y no temió mover a sus reporteros a donde lo consideraba más adecuado.

Pero él convirtió lo urgente en permanente y su sistema autocrático no funcionó. Una serie de invenciones de un reportero joven, Jayson Blair, obligaron a su dimisión. Eso agravó los problemas de Sulzberger, en la parte periodística tuvo que nombrar a un director de emergencia. Al poco tiempo de tomar posesión Bill Keller, el remplazo de Raines, se encontró con que el gobierno Bush había utilizado a una de sus reporteras estrella, Judith Miller para sembrar la idea de que Irak tenía armas de destrucción masiva como justificante para invadir ese país, lo que minó la credibilidad del diario la cual desde su arranque la administración de Bush light había sido puesta en tela de duda.En la parte corporativa un gerente financiero de bienes de inversión de la firma Morgan Stanley comenzó a evaluar negativamente en junio del 2005 la forma en que Sulzberger III manejaba la compañía. Con base en decisiones como la de que el Times que ya no cabía en los cuarteles que ocupaba desde 1913 en la calle 43 de Manhattan decidiera erigirse una nueva torre de 52 pisos en la octava avenida, Hassan Elmasry llegó a cuestionar hasta la estructura accionista que permite a los herederos de Ochs tomar las decisiones principales tanto en asuntos periodísticos como corporativos. El asunto llegó a tal grado que Morgan Stanley vendió sus depreciadas acciones del Times en octubre de este año, el propietario de The Washington Post defendió a la familia Sulzberger en las páginas editoriales del WSJ y otros accionistas mostraron su preocupación y pueden tomar acciones drásticas en el 2008; entretanto el Times siguió perdiendo circulación, alguna de ella a propósito y anunciantes, lo que sí es grave.

Adivinando el porvenir

Los medios de información, que de la prensa popular de 1830 a Internet evolucionan constantemente, se hallan de nuevo en una encrucijada, en ésta confluyen dos historias: la de una dinastía que rescató a un moribundo y lo encaminó a la excelencia a través de sucesivas generaciones y la de un aventurero que se expandió de las colonias al centro del mundo anglosajón. En este panorama se abren tres vertientes:

La primera, prevalece el Times. Pinch continúa con su estrategia de adquirir subsidiarias que dejen buen dinero y hace que el diario evolucione lentamente hacia Internet como la marca consolidada que es. Espera que Murdoch fallezca y que News Corp. se disuelva en pequeños feudos; sin respaldo económico suficiente el Journal se va desvaneciendo y pierde su influencia como él órgano necesario en temas económicos.

La segunda, Murdoch consigue sus propósitos. Invierte lo prometido y sustituye al NYT en el aspecto político doméstico estadounidense y en cuestiones internacionales, apalancado además en los canales de televisión y en los núcleos de la red de News Corp., el Journal dicta la agenda y se vuelve el periódico más influyente del mundo.

La tercera, se neutralizan. Murdoch no invierte demasiado, conserva las cosas como están, pero la inercia del tamaño de su conglomerado hace que el Journal no se hunda, entretanto el Times sigue perdiendo lectores en Nueva York y su área metropolitana, pero obteniendo lectores en Estados Unidos y consolidando su peso en Internet en tanto espera que un presidente más dinámico de la quinta generación Ochs-Sulzberger lidie con News Corp.

Tendremos que esperar unos 15 años para ver la conclusión de este drama y recordar lo que escribió James Billington en su importante Fire in the Mind of Men: “Los nexos entre el periodismo y la tradición revolucionaria van mucho más atrás e inclusive pueden validar la hipótesis de que ‘cada cambio revolucionario en los medios de comunicación es seguido por un cambio en la estructura entera de la sociedad.'” Quién fuera a decir que Rupert Murdoch está entre los revolucionarios más destacados del siglo XX.

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