La idea es tener un acercamiento más personal con usted. Por eso empiezo la charla con la pregunta sobre su infancia, ¿dónde la pasó? ¿A qué escuela asistía? ¿Practicaba algún deporte?
La infancia la pasé en Ensenada, Baja California. Ensenada era entonces un pueblo que no llegaba a 50 mil habitantes, tenía sólo una calle pavimentada, un cerro, El Vigía. Y con una vida muy tranquila nos íbamos en bicicleta de la casa a la secundaria, a caballo los fines de semana, a correr en la playa, muy bonito.
¿A qué edad dejó Baja California?
Cuando cumplí con mis estudios de secundaria, no había preparatoria. Entonces mis padres dijeron “tienes que estudiar la preparatoria para después continuar con la universidad, y hay dos: la de Tijuana, que esta aquí cerca, a hora y media de Ensenada, y la de Hermosillo; te vas a Hermosillo, porque si te vas a Tijuana te vas a echar a perder”. Estuve en Hermosillo haciendo la preparatoria por los 50; era un pueblo grande también y muy agradable, mis compañeros de preparatoria todos llegaron a ser abogados distinguidos, uno fue gobernador, Carlos Armando Biébrich, y hubo un ministro de la Corte, que fui yo. Después vine a estudiar la profesional a México, habiéndome decidido por la carrera de Derecho.
¿Cómo fue que decidió estudiar Derecho?
Dudé entre Derecho e Historia, y después de mucho pensarlo -porque la Historia siempre me ha gustado mucho- me decidí por Derecho. Ahora soy un juez que lee todas las obras de historia que puede.
¿Qué lo inclinó hacía el Derecho?
A la mejor la clase de civismo, en la secundaria. La impartió un abogado joven de Ensenada recién llegado de México, de la Facultad de Derecho. Era una clase muy interesante donde se veían las garantías individuales y algunas otras cosas, temas de la Constitución.
¿Fue muy radical llegar a la Ciudad de México?
Sí, sí fue, aunque salía yo de la casa y me iba a la Facultad de Derecho a la UNAM, en 1957, en un camión, el 20 de Noviembre, y regresaba después a mi casa no sin antes pasar a la Biblioteca Central de la Universidad a sacar un libro de los premios Nobel. Fui poco a poco leyendo los premios Nobel que tenía la biblioteca central, ahí me la pasaba.
¿A qué se dedicaban sus padres?
Mi padre se dedicaba al comercio en Ensenada y mi madre era ama de casa.
¿Por qué dejaron Chihuahua?
Porque mi padre trabajaba para la General Motors y lo mandaban a visitar muchas partes del país para ver a los distribuidores de automóviles y le gustó Ensenada. Es muy bonito, a pesar de todos los cambios. Usted es de mero Chihuahua, pero ¿qué estado le gusta más? Chihuahua, también me gusta mucho Nayarit, creo que es un estado muy hermoso, con playas, con clima, con la tranquilidad que le conocí cuando lo visité, y me gusta Durango también, y Mérida, que tiene una vida cultural muy interesante y Xalapa que también tiene una vida cultural.
¿Qué le gusta hacer o ver cuando viaja?
Voy a los museos, Xalapa tiene un museo extraordinario. Cuando era presidente (de la SCJN) platicaba con todos los jueces y magistrados de la República, saludaba a todo el personal, estrechando la mano desde el intendente hasta el magistrado o magistrada y jueces, interesándome por su situación, todo eso me gustaba. Y aparte recibía a los presidentes de barras y colegios de abogados de cada ciudad.
¿Cuál es su comida favorita, en todos estos recorridos que ha hecho?
Ya se ha uniformado tanto en México la cocina que puede uno pedir cosas similares. Recuerdo una novela de un norteamericano en donde maravillado dice cómo los huevos rancheros se ven de distinta forma en salsa verde, en salsa roja, acompañados de algunas otras cosas, y cree que es la imaginativa de cada cocinero. Lo que pasa es que en algunos casos, me imagino, tenían jitomates o tomates o tenían la posibilidad de hacer una salsa verde, no es que fuera diferente, sino con las cosas que se tienen para cocinar.
Además de los libros de historia, ¿hay algún otro tipo de lectura del que tenga preferencia?
Las novelas históricas me gustan mucho, y en cierta época leí todos los libros de ficción científica que pude. También me gusta leer todos los libros de poesía que puedo.
¿Cuál es su preferido?
Últimamente Kavafis, un poeta que escribió en griego y que vivió casi toda su vida en Alejandría, y se le conoce más por una poesía que se llama Ítaca, en donde habla de cómo lo importante para la vida de Ulises no fue llegar a Ítaca, sino el camino. La guerra de Troya duró 10 años y 20 años tardó Ulises en regresar a Ítaca, pero en esos 20 años pasó por el estrecho de Cilia y Karidis y tapándole los oidos con cera a sus compañeros remeros, evitó que las arpías, las sirenas, los desviaran con sus cantos, y él pidió que lo amarraran al mástil de su navío, pero sí quiso escuchar los cantos de las sirenas. Es, dice un amigo mío, lo que deben hacer los políticos, amarrarse y no escuchar los cantos de las sirenas.
¿Qué otras aficiones tiene?
A parte de la lectura, el ejercicio. Antes nadaba una hora y ahora lo hago en una caminadora.
¿Cómo llegó a ser magistrado?
Después de cinco años seis meses de ser juez de distrito, me propusieron para ser magistrado y el pleno de la Corte me aprobó. Entonces el pleno de la Corte era el que recibía la propuesta de un ministro y decidía si se nombraba o no al magistrado y a dónde lo mandaban.
¿Qué opina del estado actual de la justicia en el país?
En este caso, ya no cito a las garantías individuales mexicanas sino que me acojo a la quinta enmienda de la Constitución Norteamericana y me rehuso a contestar la pregunta para no incriminarme.
¿Es difícil acatar la decisión de la mayoría cuando no se está de acuerdo?
Es difícil, por eso están los votos particulares en donde uno dice por qué considera que no es correcto lo que sostuvo la mayoría.
En el caso tan polémico de Lydia Cacho, por ejemplo, estuvo dividida la decisión, tengo entendido que se hizo un libro.
Sí, se llama Las costumbres del Poder: el caso Lydia Cacho. Cuatro magistrados publicamos nuestro votos particulares de por qué no estábamos de acuerdo con lo que hizo la mayoría.
¿Esto tendría que hacerse en todos los casos en donde hubiera diferencias o se hizo en este caso por la presión mediática?
Por la molestia, yo he hecho varias otras cosas. Publiqué un libro sobre mi voto contra la mayoría en el caso del Presupuesto de Egresos, porque el presidente Fox vetó el Presupuesto de Egresos cuando ya estaba publicado y surtiendo sus efectos, cuando éste debe ser dentro del proceso legislativo, no una vez publicado y surtiendo efectos. Dije en el pleno “pero no nos preocupemos cuando los abogados extranjeros comiencen a preguntar cómo hicieron los mexicanos para admitirle un veto al Presidente de la República cuando la norma ya esta publicada y están surtiendo sus efectos”, no nos vamos a asustar por eso, vamos a decir, “pues inventamos el juicio de amparo”.
A usted se le cataloga de progresista, ¿qué lo ha orientado a esta posición?
Mi criterio. Por ejemplo, defendí junto con siete ministros más la despenalización del aborto. Nadie está a favor del aborto pero sí debemos proteger a las mujeres que toman esa difícil y trágica decisión cuando son violadas, cuando ya no pueden mantener más hijos, cuando así lo consideran. Entonces, en lugar de ir a la clandestinidad a llevar el aborto, en lugar de ir con las comadronas, en lugar de hacerlo en su casa con grave peligro de su salud, urge (la despenalización) en los tres casos que he citado. Una buena medida fue la despenalización del aborto tomada por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
¿Qué opina de las reacciones que esto suscitó en otros estados? Hay reformas, incluso, hacia atrás.
Quince estados ya. Como sé quiénes han intervenido en eso, de nuevo me acojo a lo que dice la quinta enmienda constitucional norteamericana y me rehuso a contestar esa pregunta porque puedo incriminarme.
A partir de todas las presiones que se viven cuando hay que votar en este tipo de decisiones tan polémicas, donde hay muchos intereses, ¿cuáles han sido los momentos más difíciles de usted en la Corte?
Somos 11 y en muchos casos no estoy solo, sino que varios ministros en minoría tomamos la decisión, a veces me quedo solo, pero pues si no existiera la posibilidad de dar un voto particular en donde dijera yo mi objeción a las razones de la mayoría, la vida sería muy difícil.
¿Pero no ha habido un momento de particular tensión; por ejemplo, cuando la Ley Televisa, todos los medios mantenían una presión muy fuerte?
En ese caso el voto particular que formulé y que está agregado a la sentencia, ha sido muy satisfactorio porque sé que se está tomando en cuenta para formular reformas a la ley.
¿Cómo vive usted el hecho de que las discusiones sean transmitidas en vivo por televisión?
El problema es que los ministros nos encontramos con la idea de que todos -puesto que la República nos está viendo- tenemos que exponer nuestra opinión, y entonces los asuntos tardan más en resolverse. Cuando no había esa sistema, el pleno de la Corte sacaba más asuntos. Ahora estamos más rezagados en esa materia en comparación con otros años. También, antes los ministros no querían entrar a problemas políticos, recuerdo las palabras de un presidente de la Corte de hace muchos años, era yo juez de distrito y lo fuimos a despedir algunos jueces y magistrados: “miren ustedes, cada vez que la Suprema Corte se mete a problemas políticos se cubre de inmundicia”. Pero ahora nos han aventado a la arena política por las controversias y las acciones de inconstitucionalidad. Ahora tenemos muchos casos de esos, (hemos salido) con mucho éxito porque el pleno de la Corte es extremadamente cuidadoso en resolver esta clase de asuntos, a tal grado que estamos a punto de morir por tantos asuntos de acciones de inconstitucionalidad y controversias constitucionales. Los asuntos de amparo en revisión de leyes inconstitucionales tienen que esperar turno y hay algunos que han tenido ya un año, dos años esperando turno porque son más urgentes las acciones de inconstitucionalidad y la electorales porque está a punto de llevarse a cabo la elección y están esperando lo que va a decidir la Corte.
Por un lado, se ha vuelto un poco más lento el proceso al televisarlo; por otro lado, se han multiplicado los casos urgentes que retrasan decisiones. ¿Qué hay que hacer?
Yo creo que las mentes muy brillantes de algunos de mis compañeros ministros y desde luego de los senadores y diputados ya están pensando en alguna solución.
¿Qué le gusta hacer los fines de semana?
Leer, muy a gusto, y jugar con mis perros.
¿Cuál fue el último libro que leyó?
Pues he leído varios, pero los últimos que leí fueron dos novelas históricas sobre Roma, de un autor español extraordinario, sobre Escipión “el Africano”. Me pasaban las horas, daban las diez y decía yo, una hora más, en la noche, bueno otra hora más, bueno tengo que dejarlo porque tengo que dormir.
¿A qué hora se levanta todos los días?
Desde hace muchos años a las cinco de la mañana porque daba clases a las siete. Ahora ese tiempo lo dedico a lo deportivo, y doy clase de siete a nueve de la noche martes y jueves en la UNAM, en la Facultad de Derecho.
Ahora que termina su periodo en la Corte, ¿qué planes tiene?
Eso fue lo que me preguntó nuestro rector, y le dije “algunos planes”, y me dijo el doctor Narro: “no, maestro, se queda usted en la Facultad, le vamos ha hacer un ofrecimiento para que continúe usted con nosotros”. Me hicieron el ofrecimiento y voy a seguir en nuestra Facultad.
¿Participará en la convocatoria para presidir la CNDH?
No están las situaciones políticas para eso.
Como jurista, por su trayectoria y experiencia, ¿cuáles piensa que podrían ser las tareas prioritarias en materia de derechos humanos en el país y cómo lograrlo?
Sobre eso hablé en un artículo que escribí en La Jornada no hace mucho. Hay que darle más facultades a la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Para seguir las recomendaciones que hace, debe de tener una presencia más importante. Que ustedes los medios escuchen las observaciones y las recomendaciones de la Comisión de Derechos Humanos y se logré preocupar al pueblo de México.
¿Ve muy lento el avance de los derechos humanos en el país?
Sí, sí.
¿Qué habría que hacer: difundir, cultura, educación? ¿Cómo podríamos incidir para que esto avanzara?
Eso, la cultura y la educación de los mexicanos, el preocuparlos, el saber que hay que cuidar a nuestro periodistas, protegerlos, saber que las situación social de México está muy convulsionada y que es necesario tener en cuenta los graves problemas del país.