Durante el mes de agosto, el Instituto Mexicano de la Radio se convirtió en objeto de discusión a raíz de que su director, Héctor Villarreal, decidió terminar con las transmisiones de Café Encuentros, un programa con formato de “mesa de charla” sobre temas políticos y culturales, que se difundía de lunes a viernes a las nueve de la mañana, al concluir el noticiario Antena. En el programa participaban, distribuidos en parejas una distinta aparecía diariamente , diez conductores; el fin de las transmisiones significó la salida del Imer para esa decena de comunicadores.
Café Encuentros
Como periodista no puedo estar de acuerdo en que a un colega se le cancele su tribuna de expresión; la única justificación que encontraría para que alguien sea retirado de su espacio periodístico es que faltara a la ética y lo utilizara, por ejemplo, para insultar o denostar a otros, realizar de manera deliberada afirmaciones falsas o promover delitos. Evidentemente, ninguno de los conductores de Café Encuentros estaba en ese caso.
Pero los directores de medios tienen la facultad de remover a los colaboradores periodísticos, que no son, habitualmente, personal de planta, no están sindicalizados y constituyen, por lo tanto, el eslabón más débil en la cadena de profesionales de la información. Los criterios que quienes dirigen medios pueden emplear para remover columnistas, articulistas, comentaristas o conductores son arbitrarios: puede ser que alguien no les simpatice, no lo consideren apto, piensen que es “remanente de la administración anterior”, no estén de acuerdo con lo que dice o escribe, existan presiones de empresarios o funcionarios gubernamentales para que ese colaborador “salga”, o sencillamente que lo consideren prescindible y sea al primero en recibir “cuello” cuando se trata de “optimizar recursos”.
Según lo declarado por el director del Imer (Proceso, 12/VIII/07) una de las razones por las que se retiró Café Encuentros fue, precisamente, la optimización de recursos, pero también se consideró que “el formato no estaba funcionando”. Villarreal expuso su deseo de que en los espacios de opinión del Imer haya más pluralidad: “En el marco de una sociedad tan diversa, el análisis no se puede li-mitar solamente a 10 voces”, dijo.
Qué es “optimizar”
Información del Portal de Obligaciones de Transparencia de la Administración Pública Federal (http://portaltransparencia.gob.mx/pot/), indica que los conductores de Café Encuentros ganaban, cada uno, 48 mil pesos al año por ese concepto. Aparecían una vez a la semana, o sea que les pagaban mil pesos por cada participación, lo cual significa que, en sueldos por conducción, el programa costaba 40 mil pesos al mes (480 mil al año). Las preguntas son: ¿era demasiado dinero para el Imer? (habría que explicar por qué), ¿no existía alguna opción para hacer más competitivo el programa en la barra matutina informativa y de opinión dentro de la radio mexicana? Debe recordarse que el horario en que se difundía Café Encuentros es el habitual para las mesas de análisis o debate en otras emisoras. Si no se deseaba “limitar a 10 voces” el análisis en el Imer, ¿por qué no se intentó hacer de Café Encuentros un programa con invitados (de la más variada ideología) a debatir, buena producción (de la que, por cierto, siempre careció), quizá integrarlo como sección cotidiana al noticiario Antena, apoyarlo con cápsulas o reportajes, y permitir que continuara bajo la conducción de quienes ya tenían una trayectoria de varios años en el Imer?
Es probable que al director del instituto no le agradaran ese programa y esos conductores y tenga otros planes para una barra de opinión. Si así fuera, habrá que ver qué y quiénes sustituirían a Café Encuentros y a sus conductores, y también cuánto se gastaría en producción y sueldos para el programa o barra sustitutos. Por cierto, en el Portal de Obligaciones de Transparencia se indica que los diez conductores de Café Encuentros tenían un contrato que comenzó el 1 de enero de 2007 y debía concluir el 31 de diciembre de este año (¿les habrán pagado el dinero que dejaron de percibir?).
Claridad y transparencia
Es prerrogativa de quien dirige cualquier entidad introducir los cambios que considere pertinentes, siempre y cuando se ajusten a la normatividad, no se actúe de manera injusta y no se violen derechos. Sin embargo, en el caso de las instituciones del Estado tiene que haber, además, transparencia; por eso hay críticas cuando los cambios se ejecutan sin ofrecer argumentación previa que los justifique.
En las páginas de etcétera, el director del Imer ha escrito y declarado cosas interesantes acerca de la función que deben cumplir, en general, los medios públicos. El problema es que, al menos hasta mediados de agosto de 2007, no había explicado su proyecto específico en la dirección del Imer. Ojalá lo haga pronto.
Periodista.