Internet es un sitio donde se visibiliza información que es expuesta por los usuarios, por instituciones públicas, por organismos políticos, por medios de comunicación, por activistas, por grupos de oposición, etcétera. Los habitantes del ciberespacio comparten ideas a través de distintos lenguajes, aunque existe una prevalencia de contenidos visuales: lo más popular va acompañado por lo general de alguna imagen fija o en movimiento. Mediante distintas estructuras narrativas se cuentan historias o fragmentos de historias. Debido a que durante la mayor parte de nuestra vida no tenemos acceso directo a la realidad lejana, la forma de acceder a lo lejano es mediante la interpretación de los otros. Los ojos de los otros nos acercan a lo lejano. Es en la construcción de formas simbólicas a distancia donde el contenido se aleja de la materialidad. El resultado de este proceso es un mundo de apariencias sostenido por signos que dependen del intérprete. En la sociedad hiperconectada, este mundo de apariencias se ha convertido en un imperativo para individuos, grupos y entidades de poder que pretenden moldear las ideas que se visibilizan en el ciberespacio. Legiones de humanos encarnando identidades falsas y de no-humanos aparentando ser humanos intentan orientar nuestro pensamiento.
Los espacios constituidos por la nueva tecnología conforman escenarios virtuales donde se da la participación social sobre los temas que son visibilizados. Estos campos de interacción electrónica pueden ser considerados como lugares abiertos de distribución de información proveniente de múltiples fuentes. Bajo esta perspectiva, la visibilidad se ha convertido en un intento por regular la opinión de las personas y orientar lo que piensan sobre los temas que pueden consultar y elegir. En la red, los actores en disputa buscan hacer visibles sus temas: que llamen la atención de la generalidad. Pero ¿cómo puedo hacer que los demás conozcan un tema que puede perderse en un abanico donde existen múltiples te mas? Una de las respuestas a esta pregunta la encontramos en el desarrollo tecnológico. El uso de robots o bots en espacios de comunicación abiertos para empujar los temas a determinadas arenas de discusión. Estos mecanismos no-humanos son programas que aparentan prácticas humanas para dar mayor visibilidad o hacer invisible algo. Un estudio realizado en Twitter, del cual se recolectó medio millón de datos de los usuarios, demostró la existencia de tres formas de participación en línea: humanos, robots y ciborgs. En el caso de los robots o bots, los investigadores concluyeron que se trata de acciones ejecutadas por máquinas que simulan acciones humanas, en tanto los ciborgs o ciberorganismos son bots que asisten a humanos o humanos que asisten a bots (Chu, Gianvecchio, Wang y Jajodia, 2012). Pero la visibilidad también se puede lograr mediante humanos que participen bajo identidades falsas, como los troles. La tecnología como sustitución de la actividad humana o mediada por humanos se ha convertido en un moderno artilugio en los espacios de lucha por el poder.
En la sociedad actual, lo político se orienta en gran medida por la opinión pública y “actúa como un espejo en que el político puede ver cómo son valorados él y otros con ayuda de issues específicos en cada caso” (Luhmann, 1997, p. 113). Es importante para las formas de poder que la imagen que se refleja en el espejo concuerde con la imagen que se pretende que las personas recuerden en sus mentes. Por tal motivo los contenidos que se fomentan mediante el uso de no-humanos pueden ser discursos racionales que intentan hacer reflexionar a las personas sobre un asunto específico, o bien discursos emocionales que pretenden estimular los estados irracionales para evadir la racionalidad. En ambos casos, son estrategias creadas por seres humanos y amplificadas por robots que simulan lo humano. Este fenómeno ya tiene implicaciones en el mundo real. Durante las elecciones norteamericanas de 2016, en el proceso de votación para la separación de Reino Unido de la Unión Europea, en diversas contiendas políticas en América Latina, en la propagación de rumores contra empresas, negocios o partidos políticos, en la difusión de contenidos racistas, en campañas de linchamiento contra personajes de cierto reconocimiento público –actores, cantantes, deportistas, periodistas, intelectuales, etcétera– y en distintos procesos sociales se han empleado actividades no-humanas. El uso de perfiles falsos pretende en el fondo que las personas que tienen conocimiento del mensaje crean las ideas que el contenido promueve.
Dentro de las distintas perspectivas que intentan explicar el funcionamiento de las nuevas tecnologías de la comunicación en la sociedad, uno de los modos de formar nuevo conocimiento es mediante la comunicación entre participantes. Si una persona “a” se comunica con una persona “b” y en el proceso ambas intercambian información donde los puntos de vista de la persona “b” pueden ser diferentes a los de la persona “a”, tal interacción puede enriquecer los puntos de vista de ambos actores. De acuerdo a Kerckhove (2009), vivimos en una sociedad conectiva: las personas enriquecen su inteligencia al interactuar con otros, al explorar puntos de vista diferentes. Las redes sociales digitales o sociodigitales son tecnologías que permiten la interacción entre las personas. Esta visión positiva ha sido perturbada por la proliferación de actores humanos y no-humanos que alteran con la profusión de la información el intercambio comunicativo. En Internet, distintas formas de poder utilizan ejércitos de personas y de robots para imponer ideas que pueden corresponder en parte con fragmentos de la realidad, pero también pueden ser resultado de la manipulación.
En México, durante las elecciones presidenciales del año 2012, distintas organizaciones denunciaron el uso de bots para favorecer en Twitter y Facebook al entonces candidato Enrique Peña Nieto. Los temas referentes al político se convirtieron rápidamente en tendencia a través de la repetición continua de los mensajes. Los robots fueron bautizados dentro de la jerga tecnológica como peñabots. En 2015, la periodista Lydia Cacho, autora del libro Los demonios del Edén sobre la esclavitud sexual en México, fue víctima de un ejército de bots que difundieron información falsa sobre su vida privada después de haber publicado un reportaje sobre la corrupción en el estado de Quintana Roo. Ese mismo año, la activista Luisa Velázquez Herrera, del colectivo Lesboterroristas, fue atacada por perfiles falsos. La campaña de desprestigio orilló a la defensora del respeto a la diversidad sexual y a favor de los derechos de las mujeres a cerrar sus cuentas en las redes sociales digitales.
Durante el año 2016 se difundieron estrategias de bots contra políticos, periodistas, medios de comunicación, integrantes del movimiento por Ayotzinapa, especialistas, académicos, escritores, etcétera. Cabe destacar el caso del reconocido Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. Algunos de sus integrantes fueron hostigados y recibieron amenazas de muerte a través de Twitter. A finales de noviembre de 2017, cuando se reveló que José Antonio Meade sería el abanderado del Partido Revolucionario Institucional por la contienda presidencial, robots y simpatizantes humanos se volcaron a las redes para felicitarlo. La designación del político se convirtió en trending topic. De acuerdo a la consultora Metric México, durante la contienda electoral del año 2018 los bots serán parte de la propaganda política. Según la empresa, durante el mes de marzo más del 18% del contenido difundido en Twitter por los candidatos y los partidos políticos estuvo empujado por bots e influencers. El 9 de mayo, la firma Radar Digital reveló en la cadena CNN el uso de bots provenientes de Rusia, Ucrania y Lituania para visualizar opiniones positivas sobre el candidato presidencial por Morena, Andrés Manuel López Obrador.
El bot
Un bot es considerado un programa informático diseñado para realizar de manera automática determinadas tareas en forma repetitiva. Por ejemplo los motores de búsqueda en Internet funcionan a través de bots, hacen las tareas más rápidas que un ser humano. Sin embargo durante los últimos años los robots están siendo programados para otros fines como el publicitario para lograr que un determinado mensaje aparezca con mayor frecuencia en las pantallas de los teléfonos móviles. Mediante la inteligencia artificial, los bots son capaces de llevar a cabo una conversación convencional con clientes de alguna empresa. También los robots pueden programarse para penetrar una red y obtener información o para vulnerar un sistema de seguridad con fines de espionaje. En las redes sociales digitales los bots son programados para aparentar la participación de humanos en espacios públicos. Esta práctica alteró las formas de percepción de la virtualidad al sustituirla por ficciones.
En Facebook, Twitter, Instagram o YouTube es común encontrar bots trabajando para distintos fines. Personas que buscan la fama o por simple vanidad pueden contratar empresas de marketing para que sus mensajes sean animados por usuarios falsos. La teoría de la reputación en línea a partir del número de seguidores y de la “influencia” de los mensajes sobre un amplio número de personas llevó a individuos y organizaciones a comprar bots. En Internet, una gran cantidad de compañías ofrecen robots para posicionar mensajes, personas, asociaciones civiles, empresas o instituciones públicas. Por 500 pesos mexicanos, se pueden comprar 100 seguidores y por menos de 5 mil pesos, hasta 10 mil. Las compañías que ofrecen este servicio, como la célebre Denumi, también pueden posicionar en una determinada región un mensaje a través de robots. La compra de seguidores falsos, compartir un mansaje, dar “me gusta” a un tuit o expandir un hashtag tienen diferentes precios. Los interesados pueden seleccionar el tipo de práctica apócrifa que quieran. Los seres humanos y las instituciones sociales son los principales responsables de la penetración de la cultura bot. De acuerdo a cifras difundidas por The New York Times, en Facebook operan alrededor de 60 millones de cuentas falsas y en Twitter 48 millones de perfiles apócrifos.
Las empresas dedicadas a la venta de bots para el posicionamiento en las redes sociales utilizan datos privados de personas reales. Toman fotografías de cibernautas de carne y hueso para crear perfiles falsos a través de los cuales promueven infinidad de objetivos: la apertura de una sucursal de comida rápida en Perú, el estreno de una nueva película en Los Ángeles, el tuit de un político en España, la fotografía de una aspirante a reina de belleza en Instagram, etcétera. La no correspondencia física de los bots con las personas originarias de la zona donde llevan a cabo la estrategia de posicionamiento es una de las debilidades del robot: una persona con rasgos coreanos promoviendo una nueva estación de radio en Colombia. Otra de las debilidades que delatan a los bots es la falta de interacción. Los robos están programados para acatar una determinada orden y no pueden desarrollar al mismo tiempo actividades que los humanos si pueden hacer. Los seguidores de los bots por lo general son también otros bots. Al ver un perfil bot, es posible identificar que no representa a una persona real por los seguidores que tienen (por lo general son muy pocos) y porque también sigue a perfiles que son el objetivo de las estrategias. En el año 2014 el colectivo Yo Soy Red reveló el uso de más de 3 mil bots para posicionar contenidos difundidos en las redes sociales por el gobierno mexicano. Algunas cuentas falsas detectadas fueron @groinpeaker583, @wraxlemodist95 o @ladlerresene61. La lista completa de perfiles puede consultarse en el siguiente sitio: https://docs.google.com/ file/d/0B3PAP39vEKy-ZDk2V05lZ2g2MVU/edit.
Otra estrategia para posicionar ideas es la distribución de contenidos entre colectivos de personas conectados en red con el apoyo de programas automatizados. A principios del año 2017 las protestas en México producto del aumento en los combustibles generó un clima de inestabilidad social en algunas partes del país potenciado por la propagación de etiquetas que llamaban a las personas a la anarquía. El hashtag #SaqueaUnWalmart y la difusión de mil 500 mensajes promoviendo la desobediencia civil fueron expandidos desde Twitter a través de 485 cuentas falsas. Los contenidos alertaron a la población sobre la intervención del ejército mexicano para contener las protestas sociales por el aumento de la gasolina. La información falsa fue el combustible que generó saqueos en 79 tiendas y el cierre de 170 más según reveló la Asociación de Tiendas Departamentales (ANTAD). Según el colectivo @Loquesigue_, en la revuelta en línea participaron dos grupos vinculados a la reproducción de información falsa: la Legión Científica y la Legión Holk.
De acuerdo a la organización Freedom House en su informe “Libertad en la Red 2017”, en el último año se registró en una gran cantidad de países un incremento en el uso de herramientas para minar las libertades de expresión. De acuerdo al informe, se documentó en al menos 30 países el uso de bots y la difusión de noticias falsas para distorsionar la información en línea e influir sobre el apoyo popular o atacar a rivales. En China y Rusia el control a través de estas prácticas es común. En Filipinas, los miembros de un “ejército de teclados” promovieron entre la sociedad un supuesto apoyo mayoritario a la brutal represión del gobierno contra el narcotráfico,en tanto en Turquía seis mil personas fueron contratadas por las autoridades en tácticas para contrarrestar la información de los oponentes al régimen. En el último año durante procesos electorales en 18 países se registró el uso de tácticas de manipulación en línea con la finalidad de desinformar a la población sobre hechos que no ocurrieron o bien que ocurrieron pero se tergiversaron. Por ejemplo, en las pasadas elecciones en Ecuador aumentaron las prácticas para manipular las discusiones en la red y atacar a las voces críticas, incluyendo la clonación de cuentas de políticos, activistas y periodistas para difundir noticias falsas.
La tecnología de la comunicación es la base material sobre la cual giran las nuevas formas de participación política de los usuarios. Los cambios registrados en la relación entre sociedad y política pueden observarse claramente en dos campos: la práctica social y las instituciones sociales. En el primero se refiere a los nuevos hábitos políticos que las personas llevan a cabo mediante el uso de artefactos conectados a Internet. En este punto, se debe destacar que los cibernautas conciben la red electrónica como un espacio comunicativo –a diferencia de los medios de difusión tradicionales– que tiene amplios márgenes para ejercer la libertad política. Los usuarios son capaces de expresar sus ideas, criticar políticas públicas o comunicarse en forma más directa con los políticos. El segundo campo, son las instituciones políticas –el Estado, los partidos, los candidatos, los gobernantes, etcétera– que se apropian de la nueva tecnología para alcanzar diversos fines políticos. Actividades que tradicionalmente se realizaban en espacios físicos –por ejemplo las campañas electorales–, ahora se desarrollan en gran medida en las redes de Internet. En ambos campos, el individual y el social, la incursión de replicadores electrónicos está afectando el sistema de comunicación.
Conclusión
Los bots son parte de la estructura de la nueva tecnología. El mercado puede posicionar un producto con la ayuda de robots o una tienda promover descuentos del fin de semana. Sin embargo, en los espacios públicos de comunicación como las redes sociodigitales los bots han adquirido un matiz ideológico. En estas áreas de discusión de lo público los robots son entidades altamente politizadas. Los grupos de poder han convertido al bot en un peligro para la sociedad de la información. El imperio bot procura que la sociedad actúe con base en la subjetividad. Es imperativo que las decisiones sean irracionales. Personas que necesitan fama pública acuden a esta nueva cultura para engañar a los demás. Empresas que ven afectados sus intereses pueden contratar robos para acallar a detractores. El sistema político emplea a humanos y a no-humanos para visibilizar su comunicación política, pero también para contrarrestar la comunicación de oponentes. Los bots minan el derecho que tiene la sociedad a estar informada, socavan la pluralidad y tienden a uniformar las visiones individuales sobre la concepción de distintas realidades.
Referencias
Chu, Z., Gianvecchio, S., Wang, H., y Jajodia, S. (2012). “Detecting automation of Twitter accounts: are you a human, bot or cyborg?”, en IEEE Transactions on Dependable and Secure Computing, 6 (9), 811-823.
Kerckhove, D. (2009). Inteligencia en conexión: hacia una sociedad de la web. Barcelona: Gedisa.
Luhmann, N. (1997). Observaciones de la modernidad. Barcelona: Paidós.