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jueves 07 noviembre 2024

Las comedias

por Fedro Carlos Guillén

Los mexicanos nos caracterizamos por las guajolotas, el mole y un lenguaje profundamente críptico que se puede ejemplificar fácilmente por medio de frases como “ayer que llegué a tu casa” (refiriéndose a la propia) o “¿te puedo ser franco?”. En esta taxonomía caben limpiamente las telenovelas que por algún misterio semántico son llamadas “comedias” por las señoras de edad. Hace algunas semanas nuestro secretario de Educación y autonominado candidato presidencial, Alonso Lujambio, hizo una declaración de esas que en Japón se consideran kamikazes al expresarse en el sentido de que las telenovelas “educan”. Considerando que el comentario se dirigía al productor e intelectual Juan Osorio me di a la tarea de documentar las aportaciones didácticas de este Titán de la televisión, por cierto ex marido de otra intelectual: Niurka (la buenona de 13 neuronas).

Osorio no parece haber estado cruzado de brazos en esta marcha educativa, ya que desde el año 1986, ha gozado de cabal salud con superproducciones como “Madres egoístas”, “El alma no tiene color” (un clásico), “Vivo por Elena” y la más reciente: “Una familia con suerte”. Con la debida piedad y estómago el análisis argumental de estas y otras telenovelas produce conclusiones inequívocas. Entre las que destacan niveles de pendejez prácticamente radioactivos.

De acuerdo con algunas de las historias que Osorio nos ha asestado sistemáticamente y con la tenacidad de un cangrejo, podemos concluir varias cosas; en primer lugar debe haber una mujer buena en las acepciones de ser y estar…; es la heroína. A esta muchacha le acontecen muchas desgracias variopintas entre las que se cuentan el quedarse ciega por aspirar de un atomizador, ser la hija de la señora de las garnachas -quien no la reconoce- o vivir asediada sexualmente por un viejo libidinoso que tiene algún poder sobre ella porque le paga las tandas de la quincena. Esta joven es pretendida por uno que es malhora y jijo de la tiznada. Siempre hay una “antagonista”, que normalmente está más buena que la protagonista (lo he dicho ya), pero es, digamos, ligera de cascos. Esta mujer hará cosas indecibles por hundir a la heroína, como sembrarle condones, hablar mal a sus espaldas o de plano dejarle la cara como mapa carretero a puros arañazos.

Por otro lado está el “galán joven”, que es un muchacho guapetón pero pazguato, debilidad que se manifiesta al ser el único imbécil que no se da cuenta quiénes son los buenos y quiénes los malos. Este joven puede ser talabartero o millonario, da igual, el caso es que es bien intencionado, hijo ejemplar y bueno para la besada.

Alrededor de los protagónicos hay una nube de actores secundarios con funciones de entretenimiento diversas. Los hay cómicos y pintorescos, y en este caso, se trata de generar la percepción de que la jodidez es algo maravilloso, divertido y que mantiene a la gente de buen humor. También hay caricaturas estereotipadas. Las más patéticas son las de los homosexuales que desnudan la miseria mental de los escritores, productores y señaladamente de quienes gustan de consumir esta bazofia.

Bien, enfrentamos en consecuencia un dilema; o el análisis que se ha hecho en esta columna es esencialmente correcto y justo o Lujambio tiene el poder de ver cosas que para el resto de los mortales son simplemente invisibles. El asunto podría quedarse en una anécdota; sin embargo, estamos hablando de un secretario de Estado que tiene la responsabilidad de mejorar los alcances educativos de este país. Peor aún, este Secretario ha manifestado su interés explícito en contender por la Presidencia. Las preguntas sobran: ¿fue una declaración desafortunada? Si es el caso, malo porque quiere decir que no piensa antes de hablar. Si, en cambio, la declaración parte de alguna premeditación, estamos peor, ya que parecería una forma nada sutil de congraciarse con una empresa televisora que produce basura de manera masiva.

Yo no lo sé de cierto pero supongo que en algún momento deberíamos poner atención sobre el poder de las empresas de medios para fijar agendas públicas que nos competen a todos. Sé que la propuesta no es inédita y también me hago cargo que nadie la atenderá. Es una pena.

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