Los años y las urnas

Compartir

Hace diez años, la alternancia política ya era un variable posible tanto por la norma electoral como por la pluralidad que se afianzaba en el país. En ese contexto es como, el 3 de mayo de 2000, Francisco Labastida Ochoa advertía a sus correligionarios que “sacamos la casta o perdemos”, incluso aunque un par de días después Labastida afirmara que “ganaré con más de diez puntos porcentuales de ventaja”.

Más allá de los desplantes propios de las campañas electorales, el hecho entonces era que la intensa competencia en los comicios generaba incertudimbre sobre los resultados. Así lo dijo el presidente del IFE, José Woldenberg, durante esas semanas: “Ya no hay elecciones ganadas de antemano, se ha modificado el mapa de la representación política, mientras que las contiendas tienen como protagonistas a organizaciones políticas cada vez más fuertes y equilibradas”. Woldenberg también mostró confianza en que el sistema electoral daría cuenta de la nueva era de la democracia; sin duda, el IFE daba certeza del respeto al voto no obstante ofertas periodísticas que, en México y otros países, cuestionaban la legalidad del resultado en las urnas. El 9 de mayo de 2000, por citar un ejemplo entre centenas, la línea editorial de The New York Times, sin ofrecer datos, realzó acusaciones al PRI de querer sabotear los comicios, en el otro extremo se ubicó, por ejemplo, Excélsior, que dentro del apoyó que dio al abanderado oficial, publicó el texto de su reportero Andrés Becerril quien, luego del debate entre los candidatos, escribió que Labastida fue lúcido, valiente, emotivo, sincero, seguro, sólido, elegante, suelto y conocedor. Todo eso, y más.

Así estaban las cosas en nuestro país mientras que, en Venezuela, ya se perfilaba el autoritarismo que sobrevendría, luego de las primeras decisiones de Hugo Chávez de suspender a los canales informativos que le fueran críticos; aquí Carlos Castillo Peraza fue de los primeros en denunciar a Chávez, y desde España lo hizo también Javier Marías. Y a propósito de esferas totalitarias, durante esos tiempos vivíamos los restos del aluvión mediático y la guerra de propaganda que significó un niño que, por eso, se haría famoso, Elián, en otra disputa entre Estados Unidos y Cuba. Sin embargo, la atención mundial estaba en otra parte, ajena a los confines latinoamericanos: se situaba en los Juegos Olímpicos de Sidney a celebrarse del 15 de septiembre al 1 de octubre de 2000.

Los chats entonces eran una práctica exótica y las redes sociales tema sólo de expertos.

Televisa se niega a trasmitir anuncio de MVS

MVS informa que cubrió los requisitos para que Televisa trasmitiera sus anuncios, pero ésta se negó. Se trata de los spots que marcan la reaparición de Guillermo Ortega a partir del 22 de mayo de 2000. En los anuncios está una mujer sentada que oprime constantemente el control de su televisión y al final dice: “¿Dónde diablos quedó Guillermo Ortega? Como se recordará, un par de meses antes el periodista era el titular del noticiero de Televisa

Otra anécdota

Hace diez años, Larry Flynt declaró sobre Hustler: “Me excita ver cada número y me excitan las chicas que sacamos… Pero lo que más me excita es desatar las iras del Vaticano. El Papa dice que no hay moralidad fuera de las religiones, pero conozco personas mucho más honestas que muchos predicadores, sean de la iglesia que sea.

“Lo que más me excita es desatar las iras del Vaticano”: Larry Flynt

Autor

Scroll al inicio