Este texto fue publicado originalmente el 27 de febrero de 2012, lo abrimos de manera temporal dada su relevancia periodística.
El vigilantismo surgió a partir de necesidades prácticas ante la ausencia de bases reguladoras del orden social.
La seguridad es un bien público global. Esto significa que cualquier persona, inclusive en las latitudes más remotas del planeta, tiene derecho -y se le debe garantizar el acceso- a ella. Sin embargo, este enunciado no se cumple en diversos países y localidades por razones muy variadas, sea porque subsisten conflictos armados, porque la criminalidad organizada se impone, o bien porque la institución responsable de la ley y el orden se encuentra corrompida o debilitada.
No hay que descartar tampoco la conexión seguridad-desarrollo, toda vez que, como han documentado diversos especialistas e instituciones, en aquellas sociedades y lugares donde hay múltiples carencias y necesidades básicas no satisfechas, se generan caldos de cultivo para la inseguridad.1 Claro está que también en los países donde la población cuenta con altos niveles de desarrollo, subsiste la violencia, por lo que la seguridad es un anhelo de ricos y pobres.
Aunque la seguridad es responsabilidad de las autoridades y los ciudadanos, existe la seguridad privada, financiada y demandada tanto por entidades públicas -paradójicamente- como por particulares. La seguridad privada proporciona diversos servicios que los gobiernos no logran proveer en beneficio de las sociedades y/o que en el mejor de los casos complementan a la seguridad pública y a los cuerpos responsables de salvaguardar la seguridad nacional. El auge de las empresas de seguridad privada en Estados Unidos y el Reino Unido a partir de las décadas de los setentas y ochentas del siglo pasado, se explica igualmente por las doctrinas neoliberales y planteamientos como el de la racionalidad económica: así, lo “público” y “gubernamental” se asume como deficiente por naturaleza, a diferencia de lo “privado” y “particular”, donde prevalece la competencia y presumiblemente, la eficiencia.2
Claro que, en principio, la ola privatizadora debería tener límites: muchas propiedades y servicios del Estado podían ser puestos a la venta y transferidos al sector privado, pero otros no, por ejemplo la educación, la salud y los relacionados con el mantenimiento del Estado del derecho, la ley, el orden y la protección de la soberanía. Sin embargo, la privatización ha llegado al ámbito de la seguridad de manera abrumadora y no parece que se vaya a retirar. Hoy los policías, guardias de seguridad y soldados empleados por corporaciones privadas superan por mucho a los pagados por los gobiernos. Paul Verkuil, quien considera que la seguridad de los países experimenta un riesgoso proceso de subcontratación a favor de las empresas privadas, señala que en la actualidad unos 800 mil contratistas tienen acceso a instalaciones gubernamentales -gran parte de ellas estratégicas- tan sólo en Estados Unidos.3
Lo más preocupante de esta tendencia es que la seguridad privada en muchos casos tiende a beneficiar a las minorías con cierto poder adquisitivo, lo que plantea importantes desafíos. El primero es la exclusión: al no ser un bien público, la seguridad privada actúa primordialmente a favor de quienes pueden pagar por ella. Esto no tendría que ser un problema en sociedades donde los cuerpos de seguridad pública operan debidamente, dado que la seguridad privada vendría a complementar las tareas de aquélla, amén de que estaría normada y regulada por ella. Pero cuando la seguridad que proporcionan los gobiernos es deficiente, inadecuada o simplemente no cumple con sus objetivos más elementales, la seguridad privada predomina a partir de una premisa fundamental: el lucro. Además, a la seguridad privada le beneficia la sensación de inseguridad que prevalece en las sociedades, dado que es ahí donde tiene un enorme mercado real y potencial. Por supuesto que no es en sí negativo que lo que mueva a las empresas que proveen servicios de seguridad privada sea el beneficio económico. Después de todo proporcionan su expertise, y eso tiene un precio. Sin embargo, si es sólo el lucro lo que los “mueve”, se corre el riesgo de que sus lealtades giren en torno a quienes puedan pagar por sus servicios, y ello, desafortunadamente, no sólo involucra a personas, agrupaciones o entidades dedicadas a actividades lícitas.4 Imagine el lector a empresas de seguridad privada abocadas a proveer información de inteligencia. Si sus clientes son los gobiernos, en principio no debería haber problema -claro, siempre que esa información que ya le entregaron a un gobierno, no la vendan a otro gobierno-. Sin embargo, existe la posibilidad de que organizaciones criminales contraten los servicios que provee la seguridad privada para hacerse, por citar un caso, de información de inteligencia que les permita maniobrar de mejor manera frente a, por ejemplo, los cuerpos de seguridad de los Estados. Aquí el problema de fondo es que las empresas de seguridad privada, no necesariamente mantienen lealtades institucionales que al menos en teoría tienen o deberían poseer los cuerpos de seguridad pública y aquellos responsables de velar por la seguridad nacional.
Cabe preguntar entonces cómo es que, a pesar de los riesgos que entraña, se ha desarrollado la seguridad privada al punto de que, en la actualidad, su personal supera por mucho a quienes se emplean al servicio de la seguridad pública y nacional.5 Asimismo, es importante analizar qué puede ocurrir en el mundo, donde un bien público global como la seguridad, pierde terreno, y se encuentra crecientemente en manos de empresas y particulares. ¿Es posible entonces que la seguridad sea un bien global, pero no de acceso público?
Breve historia de la seguridad privada
Para muchos, la seguridad privada es un fenómeno reciente. Pero, hay que tomar en cuenta que todas las sociedades, desde tiempo inmemorial, han desarrollado acciones concretas y creado instrumentos legales e instituciones para la protección de la vida y la propiedad. Dempsey señala que la seguridad privada se originó cuando las sociedades transitaron del nomadismo al sedentarismo, domesticando animales y desarrollando cultivos. Las comunidades se organizaban por ejemplo en clanes, y a fin de garantizar que los animales no vagaran ni se perdieran, existían vigilantes que cumplían funciones de guardianes. Con el tiempo el guardián sería acompañado por un perro, quien se convertiría en su fiel asistente. Estas acciones responden a la premisa de la protección, sea de las personas o de sus propiedades o ambas.6
En un breve recuento en torno a las acciones y medidas emprendidas para normar las relaciones sociales y garantizar el orden público, vale la pena recordar el Código de Hammurabi que data de alrededor del año 2000 antes de Cristo (a. C. o bien las normas establecidas por el Rey Alfredo de Inglaterra entre el 872 y el 901 de la era cristiana, entre las que destacaban castigos por ciertos delitos amén del arresto del ciudadano; y la Carta magna del Rey Juan, proclamada en 1215 -y que fijaba límites a los poderes del monarca, estableciendo, por ejemplo, que ningún hombre libre7 podía ser castigado sino solamente en función de la ley de la tierra (law of the land), disposición que mantiene vigencia hasta hoy. Justamente en la Edad Media, entre 1300 y 1500, y también en los inicios de la era moderna, a partir de 1600, no existía una clara distinción entre los cuerpos de seguridad públicos y privados. No se producían períodos prolongados de paz, puesto que los conflictos armados afloraban con notable facilidad. El Estado-nación no se había consolidado y, por lo tanto lo “nacional” y lo “extranjero” cuando sugían los conflictos, no estaban delimitados. Por lo tanto, en esos tiempos los cuerpos de seguridad dominantes eran grupos de mercenarios, o bien se recurría a la contratación de soldados extranjeros.8 Por lo que hace al mantenimiento de la ley y el orden, la figura que prevaleció fue la de particulares contratados para capturar criminales, por ejemplo los thieftakers tuvieron gran importancia en Inglaterra en los siglos XVII y XVIII y cumplían funciones similares a los caza-recompensas (bounty-hunters),9 quienes aún existen en Estados Unidos.10
En cualquier caso, en Inglaterra proliferaron organizaciones privadas para el mantenimiento del orden público, tradición que más tarde adoptarían sus colonias en América del Norte y luego, tras la independencia, Estados Unidos. Hacia 1680 el crimen azolaba Londres y los delitos contra la propiedad eran un verdadero dolor de cabeza para las autoridades. Con todo, el problema con los thief-takers y los caza-recompensas es el mismo que hoy enfrentan las empresas de seguridad privada: ante la falta de controles por parte de los gobiernos, las posibilidades de corrupción aumentaban. El caso de Charles Hitchen, famoso thief-taker en la Inglaterra del siglo XVIII es muy ilustrativo.11 Hitchen hizo parte de su fortuna extorsionando a carteristas y otros delincuentes, amenazándolos con la cárcel. A menudo, cuando era “robada”determinada mercancía, Hitchen la “encontraba” y negociaba un pago por la entrega de la misma al destinatario original. Eventualmente Hitchen cayó en desgracia y se le procesó por sodomía, fue enviado a prisión por seis meses al término de los cuales quedó en libertad tan enfermo, que murió en 1727. Otro personaje que también ganó fama y fortuna como thief-taker fue Jonathan Wild, considerado como uno de los criminales más cínicos y desalmados en Londres a principios del siglo XVIII. Wild creó una verdadera pandilla de maleantes que aparentaban desarrollar tareas policiales cuando en realidad eran criminales. Wild además, logró manipular a la opinión pública al infringir temor en la sociedad, y pretender ser el salvador de la misma. Ciertamente cuando se descubrieron sus fechorías, su suerte cambió y murió en la horca.12
Los thief-takers son antecedente de la que es considerada como la primera fuerza policial de Londres, los llamados Corredores de Bow Street, creada en 1749 por el escritor Henry Fielding.13 Su nombre deriva de las funciones que cumplían: dependían de las oficinas de los magistrados localizadas justamente en Bow Street y eran remunerados por prósperos comerciantes y empresarios. Era común que los mercaderes más acaudalados contrataran los servicios de guardias armados a fin de proteger la propiedad privada. Con todo, la primera fuerza policial como tal fue creada en 1829, también en Inglaterra tuvo como características que los oficiales de policía ya contaban con uniformes y salarios, además de que dedicaban a su trabajo tiempo completo.14
En Estados Unidos, el modelo de seguridad adoptado, como se sugería arriba, se inspiró en el británico. La primera fuerza policial pública nació en Boston en 1838 y le siguieron la de Nueva York en 1845 y Filadelfia en 1854. Para el tiempo en que comenzó la Guerra de Secesión, ciudades como Chicago, Nueva Orleáns, Cincinnati, Newark, Baltimore y otras más, ya contaban con departamentos de policía.15 En 1849 apareció en Chicago la primera agencia de detectives a cargo de un ex oficial de la policía, Allan Pinkerton, denominada Agencia Nacional de Detectives Pinkerton la cual fue pionera al operar a nivel nacional. Pinkerton, quien había emigrado a EU desde Escocia, durante la Guerra de Secesión desarrolló técnicas de investigación que se siguen empleando al día de hoy, como la vigilancia de sospechosos y el trabajo encubierto.16 Entre 1861 y 1862 presidió el Servicio de Inteligencia de la Unión17 -antecedente del Servicio Secreto de Estados Unidos- y presumiblemente abortó un intento de asesinato contra el presidente Abraham Lincoln en Baltimore, Maryland. Asimismo persiguió a importantes fugitivos y criminales, entre los que destaca el caso del célebre Jesse James.18
A Pinkerton le siguió Brinks Incorporated, una empresa fundada en 1859, también en Chicago, por Perry Brinks, para el transporte de valores en vehículos blindados. 19 Y para completar lo que dio en llamarse “Los tres originales” hay que destacar a William J. Burns, considerado el “Sherlock Holmes estadounidense”. Burns brilló como agente del Servicio Secreto de Estados Unidos20 y presidió de 1921 a 1924, la Oficina de Investigación -antecedente de la Oficina Federal de Investigación o FBI. Ganó fama por su capacidad detectivesca y su olfato para la publicidad, lo que lo convirtió en figura nacional. Creó en 1909 la William J. Burns Inc., una agencia privada de detectives que más tarde se convertiría en la unidad de investigación de la Asociación de Bancos de Estados Unidos.21 Tras el éxito de “Los tres originales” -Pinkerton, Brinks y Burns-, en 1914 las compañías ferroviarias lograron la autorización para crear sus propios cuerpos de seguridad, investidos con facultades policiales.22 En resumidas cuentas, en Estados Unidos la necesidad de empresas de seguridad privada no obedeció a la ineficacia de los cuerpos de seguridad pública, sino a que la demanda excedía, por mucho, a la oferta. En este sentido se entiende que para fines del siglo XIX existieran unas 15 agencias policiales privadas en Chicago y una veintena en Nueva York.23 Asimismo, a juzgar por la experiencia de Pinkerton, el tránsito del sector público al privado en materia de seguridad se da con notable celeridad y facilidad, toda vez que la seguridad privada se nutre de la experiencia acumulada por funcionarios que cuentan con años de trabajo al servicio de la seguridad pública e, inclusive, nacional. Claro que esto puede generar ciertos dilemas éticos, pero es un riesgo que, al menos en EU, la sociedad ha estado dispuesta a correr.
En cualquier caso, a finales del siglo XIX se estableció la distinción entre la seguridad pública y la seguridad privada, si bien han estado vinculadas, aunque, como se vio en los casos británico y estadounidense con algunas variantes. Ello obedece a que en las economías de mercado con una fuerte competencia entre diversos grupos de interés, era necesario el surgimiento de la seguridad privada, en contraste con sociedades unipartidistas, o con una religión dominante, donde no se toleraban organizaciones que compitieran entre sí.
5 En la mayor parte de los países capitalistas avanzados, la seguridad privada iguala o supera a las fuerzas de seguridad pública. Por ejemplo, en se calcula que por cada policía existen dos guardias de seguridad privada. En Canadá la proporción es de cuatro a uno. En Sudáfrica, con el fin del Apartheid y la pobre calificación de las corporaciones policíacas que hasta entonces habían operado para mantener el statu quo, la seguridad privada creció hasta superar al número de efectivos de la policía. Los ingresos globales de la seguridad privada, que en 1990 ascendían a 55 mil 600 millones de dólares, se estima que para el año 2010 eran del orden de los 202 mil millones de dólares, considerando que anualmente la seguridad privada experimenta un crecimiento del 8%, comparable solamente al de la economía china.
Una tradición vigilante
Los emigrados que se asentaron en las Trece Colonias de América del Norte enfrentaban numerosos riesgos, por ejemplo enemigos extranjeros, colonias vecinas y/o comunidades indígenas o aborígenes como despectivamente se les llamaba a los nativos. Los colonos no contaban con más protección que la que ellos mismos podían procurarse y sólo en limitadas ocasiones recibían cierto apoyo de la milicia. “Pero hacia el siglo XVII las colonias comenzaron a instituir una aplicación de la ley civil que reproducía de manera muy similar el modelo inglés. En ese tiempo, el alguacil (…) era el oficial más importante para aplicar la ley en el condado (…),24 [y] además de aplicar la ley, recogía los impuestos, supervisaba las elecciones y tenía mucho que ver con el proceso legal. Los alguaciles no recibían salario alguno, pero al igual que los thief-takers, eran compensados con una cuota por cada arresto que efectuaban. Los alguaciles no hacían patrullajes sino que permanecían en sus oficinas (…) A pesar de la presencia de autoridades para aplicar la ley en las colonias, la ejecución de las normas era principalmente responsabilidad de los ciudadanos, como lo había sido en Inglaterra. Había poca ley y orden en la frontier colonial. Cuando se requería una acción inmediata, las personas de la frontier hacían justicia por su propia mano. Esto condujo a la tradición estadounidense del vigilantismo”.25
A grandes rasgos, el concepto de vigilante, denota a un particular que de manera legal o ilegal castiga a quien presumiblemente quebranta la ley, o también se refiere a quien participa en una agrupación cuyo objetivo es el castigo fuera de la ley, en perjuicio de quien no la obedece. No es necesario insistir en que los vigilantes, en muchos casos pueden cometer abusos al incurrir ellos mismos en actos criminales. William Culberson explica que “cuando el gobierno civil no estaba lo suficientemente organizado o establecido para controlar o castigar a quienes violaran la paz pública, los líderes comunitarios del viejo oeste a menudo hicieron justicia por su propia mano; enfrentaron la violencia con violencia. El vigilantismo surgió a partir de necesidades prácticas ante la ausencia de bases reguladoras del orden social. Sus tácticas resolvían el problema del desorden y servían como símbolo de que los nuevos asentamientos no darían oportunidad para la erosión de los valores inherentes a la civilización. Este aspecto de la violencia privada era un medio para preservar los valores relacionados con una vida moral y la protección de la propiedad cuando un gobierno institucionalizado no lo haría o no podía”.26
Así, el vigilantismo es una verdadera tradición estadounidense fundada en el deseo y la voluntad de la comunidad de aplicar la ley o de generar el orden “necesario” y/o pragmático por decisión popular, a fin de que sean satisfechas las necesidades sociales. En este sentido, aun cuando un acto individual podría acelerar las acciones conducentes a “castigar” al presunto infractor o criminal, lo cierto es que la comunidad avala de una u otra manera a el vigilantismo. Es como una especie de Fuenteovejuna: todos a una.
Los vigilantes por tanto, han estado presentes desde los tiempos coloniales hasta ahora y no son un fenómeno exclusivo de Estados Unidos si bien todo parecería indicar que en ese país se encuentran más consolidados. Baste mencionar a los Vigilantes de Texas (Texas Rangers), agrupación surgida en 1823 pero que se estructuró mejor en 1835 al amparo de Stephen Austin a efecto de enfrentar los ataques de comanches, apaches y mexicanos.27 Los Vigilantes de Texas fueron de gran ayuda en la guerra entre México y Estados Unidos y también destacaron por el arresto y muerte de fugitivos como John Wesley Hardin.
Otro caso es el del Comité de Vigilancia de San Francisco, creado en 1851 y revivido en 1856. Es una agrupación que vio la luz ante la corrupción de las autoridades y la criminalidad rampante en San Francisco. Se le considera uno de los vigilantes más exitosos al lograr que fueran ejecutados en la horca ocho presuntos criminales, y que renunciaran a sus cargos diversas autoridades.28 Las acciones del Comité de Vigilancia de San Francisco derivaron en que numerosos maleantes huyeran y optaran por asentarse en el sur de California, lo que a su vez llevó a que se desarrollaran diversas acciones vigilantistas en dicha zona.
Un ejemplo de vigilantismo llevado al extremo es el Ku Klux Klan (KKK) que surgió en Tennessee, Estados Unidos, el 24 de diciembre de 1865, por veteranos del ejército confederado. La abolición de la esclavitud dio al KKK y a grupos afines la justificación para emprender una cruzada a favor de la supremacía blanca, teniendo como objetivos principales el ataque a afro-estadunidenses, católicos y judíos Considerada una organización de ultraderecha, perpetró verdaderos actos terroristas, y si bien su supervivencia ha tenido altibajos -se habla de una segunda era apartir de 1915, y de una tercera, desde 1946-, ha inspirado a numerosas organizaciones supremacistas, racistas y antigobiernistas que aún operan en la Unión Americana.
En 2008, Rufold Giuliani, ex alcalde de Nueva York, explicaba en la revista City, cómo es que Estados Unidos ha logrado ponerse a salvo de presuntos intentos de ataques terroristas luego de lo sucedido el 11 de septiembre de 2001. En un artículo titulado “La sociedad vigilante”, Giuliani refiere que desde el 11 de septiembre de 2001 -hasta 2008, que es cuando publicó el citado artículo- han habido 14 intentos de ataques terroristas dentro de Estados Unidos y nueve complots además de planes para hacer estallar el puente de Brooklyn, asesinar soldados estadounidenses en el Fuerte Dix, y provocar una explosión en el aeropuerto internacional John F. Kennedy. Giuliani celebra que ninguno de esos ataques se haya concretado, y lo atribuye a que los ciudadanos son ahora más “vigilantes” respecto a actividades sospechosas que podrían vulnerar su seguridad. Revela que un 90% de los estadounidenses viven en localidades donde corren el riesgo de enfrentar terremotos, erupciones volcánicas, incendios, huracanes, inundaciones y vientos destructivos, por lo que considera que tanto el terrorismo como los desastres naturales deben ser combatidos con un mismo nivel de prioridad. Y al final de su comentado artículo, recomienda a Barack Obama que la seguridad interna se base en tres premisas: prevención, preparación y -ojo- vigilancia.29 Quizá lo más importante de la reflexión de Giuliani es que ratifica que la seguridad de Estados Unidos reposa no sólo en las acciones gubernamentales sino, sobre todo, en los individuos que vigilan, denuncian e inclusive desarrollan acciones concretas cuando algo o alguien amenaza sus propiedades y/o sus vidas.
¿Vigilantes o súper héroes?
Hace unas cuantas semanas, en octubre de 2011, un estadounidense, Phoenix Jones, fue arrestado por la policía luego de que usara gas lacrimógeno aparentemente para interrumpir una pelea. Se le encarceló por siete horas y posteriormente quedó libre tras pagar de 3 mil 800 dólares de fianza. Este personaje es un vigilante muy interesante, dado que él afirma haber decidido desarrollar tareas policiales tras una serie de incidentes ocurridos en Seattle, donde él reside. Así, Jones creó un grupo de diez personas que liderea y se llama “Movimiento Súper Héroe de Ciudad Rain”. La peculiaridad de Jones radica en que en un reportaje de la CBS se le vio entrar a una tienda de historietas, donde cambió su atuendo y se puso un chaleco antibalas que simula una piel de dragón, portando, asimismo, gas lacrimógeno, esposas y un pequeño botiquín de primeros auxilios. Su indumentaria y manera de actuar traen a la memoria al excéntrico “Bruce Wayne” vestido como Batman.30
Este súper héroe de la vida real atrapó a un ladrón de coches el 2 de enero de 2011, ante el asombro del propietario; días después evitó que un hombre alcoholizado manejara su vehículo; el 24 de septiembre del mismo año roció gas lacrimógeno sobre un maleante que pretendía robar un autobús; y tras el incidente por el que lo encarcelaron brevemente, el 27 de noviembre él y su “Movimiento Súper Héroe de Ciudad Rain” siguieron a un individuo a quien se acusaba de haber apuñalado a una persona. Jones y su gente evitaron que el sospechoso escapara y lo entregaron a la policía.31
El caso de Phoenix Jones revela que, en un sentido positivo, el concepto de vigilante se traslapa con el de súper héroe, en particular porque ambos generalmente actúan al margen de la ley. Lo irónico es que los súper héroes suelen desenvolverse al margen de la ley para, presumiblemente, lograr que ésta sea respetada al perseguir a criminales y otros infractores del orden. Por supuesto que también hay ocasiones en que los súper héroes trabajan de manera conjunta con las autoridades. Con todo, los súper héroes son particulares que ejemplifican en la cultura popular a la seguridad privada y al vigilantismo. Ellos hacen justicia por su propia mano y a grandes rasgos se rigen por ciertos principios morales. Seguramente el lector recuerda al tío “Ben” -de Spiderman-, quien solía decirle a “Peter Parker” que “con un gran poder sobreviene una gran responsabilidad”, palabras que Parker, El Hombre Araña, recordará frecuentemente, incluso cuando, en determinadas circunstancias abandona sus principios morales.
Los súper héroes que han hecho aparición en EU 32 en historietas y en las pantallas grandes y chicas, ciertamente responden a contextos económicos, políticos y sociales específicos. Superman y Batman surgieron en el marco de la gran depresión para salvar al país de la destrucción -tarea a cargo de “El hombre de acero”-y de la corrupción de las autoridades -en el caso de “El Caballero de la noche”. “El Capitán América”, por su parte, lucha contra la Alemania nazi, en tanto Iron Man es un súper héroe de la época de la confrontación Este-Oeste, en particular en el contexto de la guerra de Vietnam, y finalmente Spiderman enfrenta a las protestas estudiantiles y al consumo de estupefacientes en la década de los setenta. En este sentido, los súper héroes son vigilantes que por mucho tiempo buscaron salvaguardar la ley y el orden -a su manera, claro está- ante diversos villanos y amenazas, desde las más terrenales hasta los más sobrenaturales, todo para que EU resolviera sus problemas y siguiera siendo el líder. Sin embargo, en la era postmoderna, los súper héroes han tendido a convertirse en súper villanos o, en el mejor de los casos, en seres ordinarios, enfrentando problemas que aquejan a las personas comunes y corrientes. Ahí está el caso del Batman de Fran Miller en los ochenta. En la exitosa saga por Miller Batman está retirado, es alcohólico y participa en carreras de autos muy peligrosas sólo por diversión. Ya no combate el crimen y vive atormentado por los recuerdos sobre la muerte de sus padres y el accidente que le desfiguró el rostro a Harvey Dent/Dos Caras, a quien le paga una cirugía reconstructiva. Asimismo enfrenta a Superman. Otro ejemplo es el Spiderman del director Sam Raimi, en particular en la tercera parte de la saga, cuando un simbionte extraterrestre que se adhiere al traje de “El hombre araña” le permite a éste tener más poderes, aunque también saca a relucir el lado oscuro de Parker. Y qué decir de la muerte de Superman, a manos de “Juicio Final”, según la historieta que apareció en 1993, justo poco después de que terminara la guerra fría.
Otro caso es la cinta Superman regresa de Bryan Singer, donde el hombre de acero vuelve a la Tierra tras cinco años de ausencia para encontrarse con que su gran amor, Lois Lane, siguió adelante con su vida, que Lex Luthor, su némesis, es un hombre muy poderoso y que la gente de Metrópolis olvidó sus hazañas, por lo que debe encontrar su lugar en este nuevo orden. Un hecho a destacar es que el Superman de Bryan Singer ya es papá: su hijo, Jason, vive con su progenitora, Lois Lane, y es invulnerable a la kriptonita, aunque padece asma y cada que sufre un ataque, revela sus súper poderes.
Pareciera que los escritores de historietas y guionistas de cine y televisión más contemporáneos no sólo buscan adaptar a los legendarios súper héroes a las condiciones y contextos actuales, sino que los conciben vulnerables y más humanos, lo que ciertamente ayuda a que los lectores y espectadores desarrollen empatía e interés por ellos aunque a veces esto implique modificar significativamente las características que poseían cuando aparecieron por primera vez. En cualquier caso, ésta transformación de los súper héroes en súper villanos y/o personas ordinarias es, a final de cuentas, otra muestra de los riesgos de la seguridad privada y el vigilantismo: en la era postmoderna se salen de control porque son muy impredecibles y en lugar de garantizar la ley y el orden pueden convertirse en verdaderas amenazas a la seguridad pública y nacional.
Con este razonamiento otro hecho relevante es que los súper héroes constituyen, desde su aparición en historietas -o en otros medios-, un fenómeno generacional. Así, cada generación, desde los años veinte del siglo pasado y en función del contexto que la circunda, concibe al súper héroe que pueda resolver los desafíos que enfrenta su país -o bien, lo adapta a las circunstancias-. Si bien la popularidad de los súper héroes antes referidos parece atemporal, sobre todo gracias a películas, series de televisión y video juegos que los mantienen vigentes o, al menos, visibles a los ojos de las nuevas generaciones, lo cierto es que estos poderosos vigilantes no son los únicos que existen en la cultura popular de EU -y el mundo-, sino que continuamente surgen nuevos. Ahí están los Watchmen -término que justamente se puede traducir como “vigilantes”-, una historieta creada entre 1986 y 1987 centrada en el desarrollo de una guerra nuclear entre EU y la URSS. La historieta refiere que para ese tiempo, la mayoría de los súper héroes ya se jubilaron o trabajan para las autoridades. Luego entonces, la trama se desarrolla a partir de la muerte de un súper héroe asesinado por el gobierno y la decisión de éste de “jubilar” a todos los súper héroes restantes. Como es de suponer, se trata de un complot de las autoridades para iniciar una guerra nuclear y evitar la intervención de los Watchmen.
El recuento de nuevas y viejas historietas y súper héroes podría continuar pero dada la relevancia y vigencia de algunos, analizaremos cómo es que Súperman, Batman y Spiderman ratifican el culto a la seguridad privada, amén de responder a contextos económicos, políticos y sociales específicos -aunque adaptables conforme pasa el tiempo-.
Súperman y la gran depresión
Transcurría la década de los treinta del siglo XX. Estados Unidos enfrentaba los estragos de la gran depresión con el desempleo rampante, el declive en la demanda de bienes y servicios y la percepción de incertidumbre y desamparo en la población. En el resto del mundo, en particular -aunque no exclusivamente- en Europa, los estragos de la crisis se sentían con gran rigor, al punto de que algunos consideraban que el final del sistema capitalista estaba cerca. El mundo, necesitaba ayuda, si no divina, algo parecido.
En 1933, los adolescentes Joe Shuster y Jerry Siegel, de Cleveland, crearon el primer súper héroe de la historia: Superman, quien sería dado a conocer en las historietas de Action Comics en 1938, en víspera de la Segunda Guerra Mundial. Shuster y Siegel presentaron asi al flamante súper héroe: “¡Justo cuando un planeta lejano era destruido, un científico colocó a su pequeño hijo en un cohete que lanzó en dirección a la Tierra! Cuando el cohete aterrizó, un motorista que pasaba cerca, al descubrir al niño, lo entregó a un orfanato. Los funcionarios, que no eran conscientes de que la estructura física del niño estaba avanzada millones de años respecto a la suya, quedaron asombrados ante su tremenda fuerza. Al alcanzar la madurez, el joven descubrió que podía saltar desde un edificio de veinte pisos, correr más rápido que un expreso… ¡Y además su piel era inmune a las balas! Desde un principio, Clark decidió usar su fuerza titánica de manera que la humanidad se beneficiara de ella. Y así, nació… ¡Superman! Campeón de los oprimidos, la maravilla física que juró dedicar su existencia a ayudar a quienes lo necesitaran!”33
Sin embargo, cuando Siegel y Shuster diseñaron a Superman lo vislumbraron originalmente como un villano que quería dominar el mundo pero eso no era atractivo -recuérdese que en ese año Adolfo Hitler se hizo del poder en Alemania y aspiraba a extender sus dominios sobre Europa y, por supuesto, el planeta-. De ahí que en 1934 lo transformaron en héroe y lo ofrecieron a los diarios como tira cómica, sin éxito, hasta que cuatro años más tarde aparecería como historieta.
Aunque en el imaginario popular Superman es considerado un héroe con súper poderes, en realidad éstos los fue adquiriendo con el tiempo. En sus orígenes no podía volar, aunque saltaba muy alto. En el primer número de Action Comics soportaba pesos enormes y corría más rápido que un tren. Hasta los años setenta fue investido con poderes que semejaban los de un Dios, para que, hacia 1986, los acotara de nuevo John Byrne.
Superman resultaba muy atractivo para lectores de historietas, cinéfilos y televidentes. El singular súper héroe tiene un poco de todo para satisfacer las expectativas más variadas y un origen extraterrestre al ser oriundo de Kriptón. Enfrenta diversos desafíos y aventuras que encara con su extraordinaria fortaleza y arrojo. Su talón de Aquiles: la kriptonita, compuesto radiactivo que es un vestigio del planeta que lo vio nacer y del que hay varios remanentes en la Tierra porque arriban como meteoros. Por si fuera poco se encuentra inmerso en un singular triángulo amoroso: Clark Kent está enamorado de su compañera de trabajo en el Daily Planet, Lois Lane, pero ella sólo tiene ojos para la identidad secreta de Kent, o sea Superman.
Shirrel Rhoades, ex editor de Marvel Comics señala que entre 1938 y mediados de la década de los cincuenta se considera que las historietas vivieron su época de oro y el punto de arranque fue justamente Superman.34 Los libros de historietas se convirtieron en un verdadero arte vanguardista, con la creación de la figura del súper héroe y de un vocabulario gráfico por parte de una primera generación de escritores, artistas y editores. Ciertamente las historietas originaban muchos empleos, aunque mal pagados. El célebre Stan Lee, creador de Spiderman, Los Cuatro Fantásticos, Hulk, Iron-Man, etcétera, afirmaba que pese a la escasa remuneración el escritor de historietas no se dedicaba a eso por razones económicas sino que tenía otras motivaciones.35
32 Los súper héroes, sin embargo, no son un fenómeno exclusivamente estadounidense toda vez que en diversas culturas existen personajes dotados de determinadas capacidades terrenales o no y que se proponen, en principio, contribuir a la paz y el bienestar de las comunidades. 34 Es decir que existió una época previa que sobre todo se manifestó en tiras cómicas en los diarios donde vieron la luz personajes como Popeye, Mutt & Jeff, y Mickey Mouse. Entre 1933 y 1938 se produce la llamada era de platino cuando es creado el formato del libro de historietas.
Segunda Parte
Un súper héroe sin súper poderes
En las décadas de los años veinte y treinta en Estados Unidos surgieron criminales muy poderosos. Alphonse Gabriel “Al” Capone, considerado el gánster estadounidense por excelencia, controlaba buena parte de la ciudad de Chicago a través del tráfico de bebidas alcohólicas, de personas y la prostitución, entre otros ilícitos. Muchas de estas acciones las concretó gracias al soborno de funcionarios y autoridades de Chicago. Otro caso harto conocido es el de John Dillinger, quien en los peores momentos de la gran depresión (1933-1934) ganó fama y fortuna robando bancos en Indiana, Dakota del Sur, Iowa, Ohio y Chicago. Otras celebridades dedicadas al crimen en esos años (1931-1934) fueron Bonnie y Clyde, quienes operaron sobre todo en el centro de la Unión Americana y que, por cierto, murieron en una emboscada encabezada por un ex Vigilante de Texas (Texas Ranger) de nombre Frank Hamer. Eran años difíciles, donde el bienestar social caía a causa de la crisis y los criminales operaban a sus anchas. Por lo tanto, se necesitaba alguien que restableciera la ley y el orden e hiciera frente a los criminales.
Tras el enorme éxito de Superman, Robert Kahn, mejor conocido como Bob Kane, junto con de Bill Finger y Jerry Robinson, crearon en 1939 a Batman.36 La empresa Detective Comics o DC Comics fue la que reprodujo las historietas del enigmático personaje. El nacimiento del nuevo súper héroe resultó de la petición a Kane, por parte de DC Comics, de que creara un caracter capaz de competir con Superman. Kane pidió a Finger que ventilara ideas sobre el particular, incluyendo una trama. Posteriormente Kane fue a DC Comics y presentó al personaje de Batman y sus características como si fueran una creación exclusiva.37
Al igual que en el caso de Superman, Batman tiene una identidad secreta, Bruce Wayne -mejor conocido en Hispanoamérica como Bruno Díaz-. Si bien ambos personajes luchan por la justicia y combaten el crimen, su perfil es completamente distinto, como lo exigía DC Comics. Así, Wayne es un millonario huérfano dado que un criminal asesinó, a sus padres cuando él era niño. Por eso Wayne decide, en palabras de Homero Simpson, vengar la muerte de sus progenitores combatiendo al crimen y la corrupción “de manera extravagante y poco práctica”.38
Bruce Wayne no tiene súper poderes. Es un millonario filántropo con amplios conocimientos científicos y detectivescos. También es extremadamente ágil en las artes marciales. Asimismo, la tecnología marca la diferencia en sus capacidades para enfrentar a la criminalidad organizada -y no organizada-. De hecho, las aptitudes científicas de Wayne le permitán crear instrumentos que le ayudaran en el combate a la delincuencia en ciudad Gótica, si bien no emplea arma de fuego alguna -sólo lo hizo una vez, cuando enfrentó a enormes criaturas a las que disparó con un revólver-. Poco a poco el personaje fue refinado por Kane y se le agregaron diversos accesorios como el cinturón, donde prácticamente porta un poco de todo para cualquier ocasión.
En 1940 Batman se empezó a publicar como historieta independiente, y en ese mismo año, a sugerencia de Finger, fue incorporado Robin, a fin de que el hombre murciélago tuviera un compañero con quien hablar. En 1943 aparece por primera vez el fiel mayordomo de Wayne, Alfred. Ya en los cincuenta, cuando empieza a declinar el género de súper héroes -aunque no así las historietas como tales- Batman irrumpe en la televisión con el célebre Adam West en el protagónico. Por cierto, en ese decenio surgió una controversia a la luz de los trabajos del psiquiatra germano-estadounidense Fredric Wertham, quien afirmó que la cultura de masas y en especial las historietas tenían efectos nocivos en los niños. Esta tesis, planteada en particular en su libro Seduction of the Innocent (Seducción del inocente), sugiere que por ejemplo Superman promovía el racismo y la supremacía blanca; que la “Mujer Maravilla” 39 era lesbiana y que Batman y Robin exhaltaban la homosexualidad, la pedofilia y la sodomía, puesto que vivían juntos, solos y compartían la misma cama -y “El joven maravilla” era menor de edad-. Wertham aseguraba que esta imagen de Batman y Robin como una feliz pareja gay, podría estimular la homosexualidad en los niños. 40
El impacto de los planteamientos de Wertham fue tal que se creo en el Congreso de Estados Unidos una comisión que hizo surgir a la Autoridad del código de la historieta (Comics Code Authority o CCA), la cual regularía los contenidos de las historietas. Así, las editoriales debían enviar a la CCA las historietas para someterlas a revisión. Si la CCA consideraba que se apegaban a las normas morales y las buenas costumbres, daba su aprobación y la historieta era publicada con el emblema “CCA”. Ciertamente la CCA asestó un duro golpe al género, lo que contribuyó a su declive. A causa de esta censura las historietas ya no se vendían en kioscos por temor a posibles represalias gubernamentales. Sin embargo, esta medida estimuló que en los años sesenta afloraran las historietas underground, alejadas del escrutinio de la CCA.
Si bien Batman se recuperó poco a poco de la censura, gracias, en buena medida, al resurgimiento del género en los sesenta y setenta, y con la trilogía en el cine a cargo de Tim Burton en los ochenta, la sombra de la duda sobre la sexualidad de “El caballero de la noche” sigue rondando. Sin ir más lejos, y para echarle más gasolina al fuego, George Clooney, quien encarnó a Batman en la película Batman y Robin dirigida por Joel Schumacher -por cierto, un sonado fracaso- afirmó en entrevista con Barbara Walters que él caracterizó a Batman como gay. “Portaba un traje de cuero y tenía pezones de cuero. Pude haber encarnado a un Batman heterosexual, pero preferí hacerlo gay”.41 Ciertamente la interesante propuesta cinematográfica de Christopher Nolan en Batman Begins y The Dark Knight (Batman comienza y El caballero de la noche), presentan a un hombre murciélago masculino, torturado, enamorado más humanizado pero en modo alguno gay. (The Dark Knight es considerada por los críticos como la mejor adaptación cinematográfica de todos los tiempos de un súper héroe de historietas).
Lo anterior no significa que no existan súper héroes homosexuales. Como ya se ha dicho, a cada época corresponde un súper héroe, o, por lo menos, una nueva adaptación que reproduce las inquietudes y necesidades del imaginario colectivo. Así las cosas, diversos especialistas coinciden en que si bien hay algunos rasgos de homosexualidad en Batman, no se trata de un carácter gay. En contraste, se considera que la película Xmen II sí presenta características homosexuales en sus protagonistas. Por cierto que Bryan Singer -que es homosexual- quien dirigió esa película y también Superman regresa, rechaza que Brandon Routh, el protagonista de ésta última, haga una caracterización gay del hombre de acero, contrario a la percepción popular.42
Spiderman, un súper héroe adolescente
La década de los sesenta se caracterizó en Estados Unidos -y el mundo- por el activismo de diversas organizaciones, en particular, las defensoras de los derechos civiles de las comunidades afro-estadounidenses, amén de las numerosas protestas que generó la participación de la Unión Americana en la guerra de Vietnam y el incremento en el consumo de estupefacientes, sobre todo en los jóvenes. Con este escenario era necesario concebir a un súper héroe apropiado.
Como ya se explicó en el caso de Batman, la CCA le asestó un golpe muy duro a la industria de las historietas, pese a lo cual Stan Lee se las arregló para crear una larga lista de súper héroes que, a grandes rasgos, cumplían con las exigencias de la censura y que incluían a “Los Cuatro Fantásticos”, Hulk y, desde luego, Iron-Man. Fue entonces que el titular de Marvel Comics pidió a Lee que creara un nuevo súper héroe.
“El hombre araña” fue una de sus más exitosas creaciones y al lado del dibujante Steve Ditko le dieron vida el 10 de agosto de 1962 (es decir, este año se cumplirán cinco décadas desde que el joven arácnido vio la luz). Lee creó el caracter de un adolescente, Peter Parker, quien reside en un barrio de Queens, en Nueva York. Hasta ese momento las figuras adolescentes eran una especie de accesorios del personaje principal -por ejemplo Robin-, por lo que Lee se propuso crear un súper héroe muy joven con todo lo que ello implicaba. Steve Ditko fue quien apartó al nuevo personaje de las imágenes clásicas de los súper héroes. Dotó al hombre araña de un vestuario muy singular al incluir una máscara cerrada y unos enormes ojos blancos -aunque el traje de Spiderman guarda algunas semejanzas con el de Superman. Desafortunadamente años después la sociedad de Ditko con Lee se disolvió debido a diferencias creativas.
Con todo, a principios de los setenta Lee hizo un enorme favor a la industria de las historietas. En 1971, el Departamento de Salud, Educación y Servicios Sociales de Estados Unidos le pidió que hiciera una historieta donde los riesgos que entraña el consumo de estupefacientes. Lee accedió y dedicó tres números de la historieta de Spiderman -96, 97 y 98- a los riesgos de las drogas. La CCA rechazó el contenido tras alegar que no estaba permitido exhibir en una historieta el consumo de estupefacientes en ninguna forma. Lee y Marvel Comics ignoraron la censura de la CCA y publicaron las historietas como estaban planteadas originalmente y el éxito fue tal, que Marvel Comics no sólo no fue sancionada, sino que la CCA flexibilizó los controles de contenidos y la censura que había mantenido hasta entonces.
Volviendo a la tipología de Spiderman, Parker es un huérfano que vive con sus tíos Ben y May. Tras la mordida de una araña radiactiva mientras asistía a una exhibición científica, Parker desarrolla súper poderes que incluyen fuerza y destreza. El joven Parker diseña un aparato que ajusta a sus muñecas mediante el cual puede lanzar una sustancia que crea telarañas. En medio de su juventud e inmadurez, Parker se disfraza de hombre araña y gana fama en los medios de comunicación y en cierta ocasión se topa con un maleante al que deja ir, y quien más tarde asesinará al tío Ben. El suceso marcará la vida de Parker, quien entiende que a pesar de poseer grandes poderes, no pudo evitar la muerte de su querido tío. En la escuela no lo pasa bien dado que es víctima del bullying. Sin embargo, consigue empleo de fotógrafo con el editor J. Jonah Jameson. Al paso del tiempo, Parker termina sus estudios en la preparatoria y asiste a la Universidad Empire State a la que van su mejor amigo Harry Osborn y Gwen Stacy, hija del jefe de la policía. Parker está enamorado de Gwen. Un día, cuando Spiderman enfrenta al siniestro “Doctor Octopus”, el jefe de la policía muere accidentalmente. Más tarde, el “Duende Verde”, en realidad el padre de Harry, mata a Gwen Stacy. Tiempo después, Parker corteja a Mary Jane Watson, que le había sido presentada por la tía May.
Luego Spiderman crece, se casa, se emplea como profesor, se une a otros súper héroes -Los vengadores
(The Avengers)-, vuelve a la fotografía y a la soltería, y eventualmente cumple el sueño de convertirse en científico. Claro que no deja de combatir a los delincuentes, pero posiblemente y, a diferencia de Superman y Batman, el Spiderman “adulto” perdió cierto encanto en las historietas dado que su principal atractivo, como ya se dijo, consistía originalmente en ser un adolescente que de manera abrupta se convierte en súper héroe y tiene que lidiar con los problemas típicos de los jóvenes y el dilema de hacer “buen uso” de sus súper poderes.
Los súper héroes y la seguridad
¿Qué aporte hacen los súper héroes a la seguridad de las ciudades, los países y/o el mundo? Ya se explicó que sus atribuciones y características héroes, se han modificado al paso del tiempo, a fin de ganar la atención de las nuevas generaciones, si bien ello responde no sólo a criterios de mercado y comerciales, sino a contextos políticos, económicos y sociales específicos. Por eso los enemigos a vencer han incluido a nazis, comunistas, drogas y otros tantos flagelos. Sin embargo, así como los súper héroes se han reinventado en la postmodernidad, también lo han hecho los villanos. Por lo tanto, de la misma forma que “un gran poder supone una gran responsabilidad”, a todo gran poder corresponde una amenaza proporcional.
Dicho esto, los súper héroes no han contribuido a crear entornos más seguros porque a cada “triunfo” suyo corresponde el revanchismo del súper villano derrotado o bien, el surgimiento de nuevos villanos y desafíos. Se trata, por tanto, de una problemática cíclica. El súper héroe sale bien librado de una encrucijada sólo para involucrarse en otra nueva aventura. Umberto Eco analizó, en el caso de Superman, lo frustrante de ser un héroe “sin adversarios” -dado que al final, siempre vence, aun cuando sus rivales como Lex Luthor, se reinventen. “A esto se añade que, por estrictas razones comerciales (explicables también mediante una investigación de psicología social), sus aventuras son vendidas a un público perezoso, que quedaría aterrado ante un desarrollo indefinido de los hechos que ocupará su memoria durante semanas enteras, y cada aventura termina al cabo de pocas páginas, de modo que cada episodio semanal se compone de dos o tres historias completas, cada una de las cuales expone, desarrolla y resuelve un particular nudo narrativo, sin dejar huella de sí mismo. Estética y comercialmente privado de las ocasiones básicas para un desarrollo narrativo, Superman plantea serios problemas a sus guionistas.43
Por eso el Superman de Bryan Singer experimenta una crisis existencial mientras que el Batman de Frank Miller envejece y el Spiderman de Sam Raimi -en particular, en la tercera parte de la saga- se revela como adolescente que transita a la adultez tratando de asimilar sus nuevos poderes, pero al mismo tiempo usándolos para fines personales. Y es que esos dilemas son los que agobian a las sociedades en la postmodernidad: subsiste la búsqueda de identidad dado que todas las certezas que existían han desaparecido. Esa es, por supuesto, una fuente de inseguridad para las personas, por lo que no debe sorprender que los poderosos Superman, Batman y Spiderman sean presentados en la actualidad con rasgos como los descritos. ¿Qué es mejor para Superman? ¿Hacerse cargo de una familia de facto que ya posee o seguir su lucha contra los villanos,en el entendido de que, como explicaba Eco, éstos siempre existirán e incurrirán en fechorías -y Superman siempre los vencerá-? ¿Tiene sentido para Batman, ya cincuentón, arriesgar el pellejo frente a los maleantes en lugar de pasarla bien y dedicarse a correr autos y a las borracheras? ¿Y qué hay de Spiderman? Seguramente la ha pasado bien en su faceta de súper héroe, pero según las historietas más recientes es claro que quiere dedicarse a otras cosas.
En el fondo los súper héroes buscan acomodo en un mundo inseguro azolado por crisis económicas, conflictos armados, terrorismo, crimen organizado transnacional, guerras tecnológicas, el deterioro ambiental, etcétera. Además, por más nobles que sean sus intenciones, parece difícil que sus acciones conduzcan a un mundo estable y próspero.
De hecho pese a las -mayoritariamente- loables acciones de los súper héroes descritos, ello no se traduce en un cambio del statuo quo. Cuando mucho el quehacer de estos poderosos personajes conduce a una suerte de tregua en la que vencen a los villanos pero éstos se reorganizan y atacan nuevamente cada vez con mayor letalidad. Por lo tanto, pareciera que el vigilantismo característico de Superman, Batman y Spiderman no contribuye a la seguridad y, en cambio, les crea y recrea enemigos cada vez más poderosos y obsesionados con vencer a estos paladines de la justicia.
A propósito de la relación entre los cuerpos de seguridad pública y/o nacional y los súper héroes todo apunta a que debe ser muy frustrante fungir como guardián del orden público en el mundo de los súper héroes. ¿Por qué? Para empezar, las fuerzas del orden y los soldados llevan la peor parte cada vez que Superman, Batman o Spiderman enfrentan a algún villano. Rara vez se valora o reconoce el papel de los actores policiales y militares que tratan de cumplir con su trabajo al enfrentar a súper villanos que generalmente los matan sin misericordia. Aun cuando existe sobre todo en las historietas originales un acuerdo entre las autoridades y los súper héroes en el sentido de que éstos se subordinen a las leyes y apoyen las tareas de seguridad a cargo de las policías y las fuerzas armadas, en la práctica éstos últimos se tornan accesorios porque prácticamente en todos los casos la seguridad y la supervivencia de una ciudad, país o el mundo, generalmente depende de lo que haga o deje de hacer el súper héroe. Es aquí entonces donde se percibe con mayor claridad el predominio del vigilantismo y de una especie de doctrina favorable a la seguridad privada, de manera que el culto al súper héroe es el culto a la seguridad privada porque los guardianes de la seguridad pública y/o nacional quedan muy mal parados. Tómese como ejemplo el caso de Batman. En las historietas originales, su trabajo hace ver muy mal a la policía de ciudad Gótica y, por lo tanto, el jefe de policía James Gordon se opone abiertamente a que el “El Caballero de la noche” interfiera en la procuración de justicia de la atribulada metrópoli. Gordon percibe que Batman está a lado de la ley pero no es sino hasta que el hombre murciélago lo convence de que deben trabajar juntos que sus temores se diluyen. Así, Batman es designado agente de la ley, y a pesar de encarnar a la seguridad privada y/o el mercenarismo, las acciones que emprende se entiende que son a favor de fortalecer la seguridad pública. Así, seguridad privada y pública van de la mano.
En las historietas de Frank Miller publicadas a partir de 1986 hay algunos cambios a esta constructiva asociación entre Gordon y Batman. Así, el Gordon de Miller trabaja en el Departamento de Policía de Chicago y es transferido a la corrompida policía de ciudad Gótica por su probada integridad y para hacer una limpieza en sus cuerpos de seguridad. Gordon, sin embargo, enfrenta a una maraña de intereses criminales tan agobiante que solamente la colaboración con Batman lo puede ayudar a cumplir con su compleja tarea. Por lo tanto “El caballero de la noche” no tiene nombramiento como agente de la ley y lo que es más: la relación que guarda con Gordon la mantiene en secreto por el bien de ambos. Aquí, la seguridad pública está muy dañada y básicamente depende de la seguridad privada, personificada en Batman.
38 La empresa Fox posee los derechos de la serie de Batman, por lo que el tema principal aparece a menudo en Los Simpson, dado que la corporación no tiene que pagar derechos por ella. Asimismo, en Los Simpson hay innumerables referencias a Batman, incluyendo una divertida parodia con Bart como Bruce Wayne, en Revenge is a Dish Best Served Three Times, el 11° episodio de la 18ª temporada de la serie. 39 Shirrel Rhoades dice que lo que realmente le molestaba a Wertham y a los censores era la fortaleza e independencia de la “Mujer Maravilla”, dado que ello podía favorecer a los movimientos feministas.
Consideraciones finales
Afganistán, que hasta no hace mucho era el paraíso de las empresas de seguridad privada, ahora es una región que las excluye. El presidente Hamid Karzai decidió prohibirlas con excepción de las encargadas de resguardar las misiones diplomáticas en Kabul y alrededores. 44 Este tipo de decisiones se produce ante las diversas irregularidades de los cuerpos de seguridad privada que han venido operando en ese y otros países con notable impunidad en detrimento de los derechos humanos.
Sin embargo, la seguridad privada, ya como se dijo antes, llegó para quedarse y, por ejemplo, cuando se suscita una crisis por las acciones de los piratas somalíes en el Golfo de Adén; o cuando se produce un terremoto; o bien, cuando hay revueltas populares, el recurso más socorrido por parte de las autoridades en diversos países, es la seguridad privada. Y es que la cultura popular anglosajona en general, y la es-tadounidense en particular, han hecho su parte para generar un ambiente favorable y receptivo en torno a la seguridad privada. Según Jack Kirby -quien al lado de Stan Lee creó en los sesentas del siglo pasado a súper héroes como “Los Cuatro Fantásticos”, Thor, X-Men y otros más- los súper héroes son a la sociedad contemporánea lo que las leyendas de los dioses a las culturas de antaño.45 Es decir, de alguna manera se integran al imaginario colectivo sin ser “iguales” al resto de la comunidad.
Aunque parezca redundante, Superman, y Batman, y Spiderman no son parte de la policía, y ésta es la tónica en otros casos, como el de Sam Spade y Sherlock Holmes, muy eficientes y profesionales, pero que no pertenecen a la estructura de seguridad pública de las sociedades -lo que nuevamente podría sugerir la conclusión de que la seguridad privada es mejor y más eficiente-. El célebre Ernest Mandel, estudioso y crítico del sistema capitalista, refiere que desde principios del siglo XX las sociedades en el mundo tienden a la urbanización, lo que ha llevado a que proliferen tanto la criminalidad organizada como las normas encaminadas a garantizar el imperio de la ley. En principio, la aplicación de la ley y el mantenimiento del orden públicos son responsabilidad de las policías -y en muchos casos, de las fuerzas armadas- que, sin embargo, enfrentan varios problemas: están limitadas para actuar, dado que sus atribuciones las deciden otros -legisladores, tribunales, etcétera- y tienden a ser ineficientes justamente porque la ley les fija límites y ataduras. De ahí que sobre todo en las culturas anglosajonas se privilegie tanto a la seguridad privada, dado que, según sus defensores, puede combinar lo mejor de ambos mundos: la disponibilidad de individuos debidamente capacitados y hábiles más la libertad para actuar.46 Lo más escandaloso de la reflexión de Mandel es la sugerencia de que la seguridad privada puede actuar -y, de hecho, lo hace- fuera de la ley, porque son las leyes las que limitan las acciones de las policías por lo que, al seguir con este razonamiento, dichas normas son responsables de la ineficiencia de esos cuerpos de seguridad. Para decirlo de otra forma: en el sistema capitalista -y de conformidad con los planteamientos neoliberales-, entre menos normas e instituciones e intromisiones por parte del Estado- existan, mejor funcionarán las cosas.
¿Esto significa que el éxito de los súper héroes estriba justamente en que no pertenecen a los cuerpos de seguridad de las ciudades y/o los Estados? O ¿acaso los poderes y/o habilidades que poseen les extienden un cheque en blanco para actuar como deseen? Lo que es más: ¿están los súper héroes por encima de la ley? Porque, ¿cómo podría una ciudad mantenerse segura si por alguna razón los súper héroes optan por delinquir? ¿Quién podría enfrentarlos y derrotarlos? ¿No sería mejor, en todo caso, que los héroes sean personas comunes y corrientes dedicadas a su trabajo aun en las condiciones más adversas?
Esa parece ser la conclusión a la que llega la Spiderman on ground zero (Spiderman en la zona cero), publicada en noviembre de 2001.
Puesto que el famoso arácnido es casi neoyorkino y siempre se le ha visto trepar diversos edificios en la ciudad, incluyendo por supuesto las Torres Gemelas, era natural que sufriera una conmoción ante lo sucedido el 11 de septiembre y que trabajara al lado de otros caracteres de Marvel Comics, como Hulk y el “Capitán América”, en apoyo a los “héroes genuinos”, esto es, los rescatistas y bomberos que trataban de proveer ayuda y remover escombros en el área devastada tras el colapso de los enormes edificios. Y es que, a final de cuentas, Spiderman no pudo impedir que Ben Laden y sus huestes perpetraran esos arteros ataques terroristas por lo que, lo menos que podía hacer era mostrarse solidario con las víctimas. Así, como se desprende de ese fatídico suceso, los súper héroes no son la respuesta -como tampoco, en términos más amplios, la seguridad privada.
Notas
1 Véase, por ejemplo, The World Bank Group (2008), The Mini Atlas of Human Security, Washington D. C., The World Bank.
2 Jasmin Guénette (2005), La production privée de la sécurité, Montréal, Les ëditions Varia, pp. 20-23.
3 Paul R. Verkuil (2007), Outsourcing Sovereignty. Why Privatization of Government Functions Threatens Democracy and What We Can Do About It, New York, Cambridge University Press, p. 1.
4 En México se viene produciendo una situación que debe ser analizada con cuidado: agentes y cuerpos de seguridad gubernamentales, por ejemplo, los que trabajan en la Secretaría de Seguridad Pública federal, han venido siendo contratados como escoltas, guardaespaldas, protectores de bienes inmuebles y valores por parte de la iniciativa privada. Este tipo de servicios también ha sido ofrecido desde 2008 al sector público. Véase El Universal (21 de diciembre de 2011), “Amplía SSP venta de servicios a la IP”, disponible en http://www.eluniversal.com.mx/primera/38409.html
5 En la mayor parte de los países capitalistas avanzados, la seguridad privada iguala o supera a las fuerzas de seguridad pública. Por ejemplo, en se calcula que por cada policía existen dos guardias de seguridad privada. En Canadá la proporción es de cuatro a uno. En Sudáfrica, con el fin del Apartheid y la pobre calificación de las corporaciones policíacas que hasta entonces habían operado para mantener el statu quo, la seguridad privada creció hasta superar al número de efectivos de la policía. Los ingresos globales de la seguridad privada, que en 1990 ascendían a 55 mil 600 millones de dólares, se estima que para el año 2010 eran del orden de los 202 mil millones de dólares, considerando que anualmente la seguridad privada experimenta un crecimiento del 8%, comparable solamente al de la economía china.
6 John S. Dempsey (2011), Introduction to private security, Belmont, Wadsworth, p. 3.
7 Esta disposición no aplicaba a los siervos.
8 Carlos Ortiz (2010), Private Armed Forces and Global Security, Santa Barbara, Praeger, p. 13.
9 La figura de los caza-recompensas es retratada en la película Jackie Brown de Quentin Tarantino al igual que en el episodio “Pasteles y persecuciones” de la 20ª temporada de Los Simpson, cuando Homero Flanders se convierten en bounty-hunters.
10 Hay claras diferencias entre los thief-takers y los caza-recompensas. En general, los primeros solían ser contratados por las víctimas de algún delito, mientras que los caza-recompensas se aboca(ba)n a buscar a fugitivos que no comparecieron ante la Corte violando los términos de su libertad condicional bajo fianza. Asimismo, a los caza-recompensas les paga(ba) la afianzadora. La similitud entre thief-takers y caza recompensas, es que ambos podían recibir recompensas de parte de las autoridades cuando atraparan a algún infractor o delincuente. La figura del cazarecompensas es legal y emana del célebre caso Taylor versus Taintor de 1873, ante el que la Corte Suprema de Estados Unidos dispuso lo siguiente: si una persona tiene bajo su custodia a una persona que ha sido liberada bajo la fianza pagada por aquél, entonces mantiene derechos sobre el infractor.
11 Charles Hitchen (2010), A true discovery of the conduct of receivers and thief-takers in and about the City of London; to the multiplication and encouragement of thieves, house-brakers and other loose and disorderly persons, London, Gale ECCO.
12 Gerald Howson (1971), The Rise and Fall of Jonathan Wild, New York, St. Martin’s Press. Posiblemente esa es una de las explicaciones de por qué Sir Arthur Conan Doyle creó en la ficción al escrupuloso, inteligente, incorruptible y bien portado detective Sherlock Holmes en 1887.
13 T. F. Banks (2002), The Thief-Taker: Memories of a Bow Street Runner, London, Dell.
14 David Ascoll (1979),Queen’s Peace: Origins and Development of the Metropolitan Police, 1829-1979, London, H. Hamilton.
15 John S. Dempsey, Op. cit., p. 7-8.
16 James Mackay (1997), Allan Pinkerton: The first Private Eye, New York, Wiley.
17 Philip H. Melanson (2005),The Secret Service, New York, Basic Books.
18 A quien, por cierto, nunca pudo atrapar.
19 Forrest Crissey (2008), The Romance of Moving Money: Brinks Incorporated, New York, Kessinger Publishing.
20 El Servicio Secreto de fue creado en 1965 a fin de revertir la falsificación de moneda en el país. En 1867 se expandieron sus funciones para incluir la detección de personas que buscaran perpetrar fraudes contra el gobierno. Así sus atribuciones incluyeron investigaciones dentro del Ku Klux Klan, el tráfico de personas, los robos del correo, los fraudes con tierras, y otras infracciones contra las leyes federales.
21 William R. Hunt (1990), Front-Page Detective: William J. Burns and the Detective Profession, 1880-1930, New York, Popular Press.
22 Chris Carson (s/f), “The History of Private Security”, en eHow, disponible en http://www.ehow.com/about_5418822_historyprivate-security.html
23 Mahesh K. Nalla (s/f), “Police: Private Police and Industrial Security -Scope of Security Work. Nature of Security Work, Legal Authority, Public vis-à-vis Private Police”, disponible en http://law.jrank.org/pages/1691/Police-Private-Police-Industrial-Security.html
24 Clint Eastwood lo retrata fielmente en la película Los imperdonables (Unforgiven) de 1992, donde Gene Hackman encarna a un desalmado alguacil, Little Bill Daggett.
25 John S. Dempsey, Op. cit., p. 7.
26 William C. Culberson (1990), Vigilantism. Political History of Private Power in America, London, Praeger Paperback, p. 2.
27 Robert M. Utley (2003), Lone Star Justice: The First Century of the Texas Rangers, San Antonio, Berkley Trade.
28 Herbert Asbury (2002), The Barbary Coast: An Informal History of the San Francisco Underworld, New York, Basic Books.
29 Rudolph W. Giuliani (Winter 2008), “The Resilient Society. A Blueprint for Homeland Security”, en City Journal, en http://www.city-journal.org/2008/18_1_homeland_security.html
30 Keegan Hamilton (June 1, 2011), “The (Alleged) Adventures of Phoenix Jones”, en Seattle Times, disponible en http://www.seattleweekly.com/2011-06-01/news/the-alleged-adventuresofphoenix-jones/
31 Chris Daniels (November 28, 2011), “Phoenix Jones to the rescue… again”, en KING 5, disponible en http://www.king5.com/news/local/Phoenix-Jones-to-the-rescue–again-134644958.html
32 Los súper héroes, sin embargo, no son un fenómeno exclusivamente estadounidense toda vez que en diversas culturas existen personajes dotados de determinadas capacidades -terrenales o no- y que se proponen, en principio, contribuir a la paz y el bienestar de las comunidades.
33 Citado por María José Lucerga Pérez (diciembre 2004), “Del uniforme del Capitán América al azul desnudo del Dr. Manhattan: ascenso y caída del súper héroe como principio de construcción identitaria”, en Tonos. Revista electrónica de estudios filológicos, número 8, disponible en http://www.um.es/tonosdigital/znum8/estudios/13-supertonos.html
34 Es decir que existió una época previa que sobre todo se manifestó en tiras cómicas en los diarios donde vieron la luz personajes como Popeye, Mutt & Jeff, y Mickey Mouse. Entre 1933 y 1938 se produce la llamada era de platino cuando es creado el formato del libro de historietas.
35 Shirrel Rhoades (2008), A Complete History of American Comic Books, New York, Peter Lang, p. 21.
36 Tradicionalmente se ha reconocido solo la autoría de Kane, pese a que años después de crear Batman el propio Kane reveló que Bill Finger, un escritor de su estudio, hizo una cierta aportación a la configuración de “El Caballero de la noche”. Jerry Robinson fue el creador del Joker. Finger, por su parte, creó a todos los demás caracteres como al “Pingu%u0308ino”, el “Acertijo”, “Gatúbela” y hasta el eslogan del “dúo dinámico.”
37 Shirrel Rhoades, Op. cit., pp. 26-28.
38 La empresa Fox posee los derechos de la serie de Batman, por lo que el tema principal aparece a menudo en Los Simpson, dado que la corporación no tiene que pagar derechos por ella. Asimismo, en Los Simpson hay innumerables referencias a Batman, incluyendo una divertida parodia con Bart como Bruce Wayne, en Revenge is a Dish Best Served Three Times, el 11° episodio de la 18ª temporada de la serie.
39 Shirrel Rhoades dice que lo que realmente le molestaba a Wertham y a los censores era la fortaleza e independencia de la “Mujer Maravilla”, dado que ello podía favorecer a los movimientos feministas.
40 Fredrich Wertham (2004), Seduction of the Innocent, New York, Main Road Books; Shirrel Rhoades, Op. cit., pp. 57-67.
41 Shirrel Rhoades, Op. cit., p. 59.
42 Shirrel Rhoades, Op. cit., p. 65.
43 Umberto Eco (2007), Apocalípticos e integrados, México, Tusquets, p. 75.
44 Lucy Tobin (7 January 2012), “UK leads the world in prívate security industry”, en The Independent, disponible en http://www.independent . co.uk/news /bus ines s /anal y s i s -and- features/uk-leads-the-world-in-private-security-in-dustry-6286269.html
45 Citado por María José Lucerga Pérez, Ibid.
46 Ernest Mandel (1985), Delightful Murder. A Social History of the Crime Story, Minnesota, University of Minnesota Press.