En mi vida profesional he pasado por mil y una cosas absurdas, injustificadas y cerradas, pero Notimex muestra una zona cavernícola de un pasado que creía que se había superado. El Consejo Editorial Consultivo de la “agencia de noticias del Estado Mexicano” es formalmente un órgano de participación ciudadana para opinar, investigar y colaborar con los mejores intereses de Notimex, pero en la práctica tiene amplísimas oportunidades de mejora. Es un salto al pasado con todos sus usos y costumbres que puede ser un atractivo de estudio sociológico, pero un atentado al sentido común.
La sesión ordinaria del 22 de noviembre del 2011 a la que asistió el recién nombrado designado Héctor Villarreal, como director general de la Agencia, nombrado por el presidente Felipe Calderón y no objetado por el Senado, puso el sello de la casa de lo que busca llevar a cabo. La sesión inició casi puntualmente a las 9 de la mañana como había sido anunciada con la única ausencia- por razones de salud- de una de las consejeras más congruentes que he conocido, Lilia Vélez Iglesias, ex comisionada de acceso a la información de Puebla.
El Presidente del Consejo Editorial, Raúl Rodríguez, muy en su papel, siguió el protocolo acostumbrado en estos casos. Tocó al consejero Miguel Ángel Sánchez de Armas, un periodista muy experimentado, fundador de la Fundación Manuel Buendía y en general considerado en su momento como militante del área progresista, tomar la palabra para dar la bienvenida a Villarreal. Sánchez de Armas no escatimó palabras de elogio y de reconocimiento al nuevo director general. Hombre con ideas “frescas, innovadoras, imaginativas, distinguido innovador, de un impulso notable a la democracia, funcionario de un gran nivel y -sobre todo- un querido amigo” le dijo obsequioso el jefe de prensa del PANAL y fugaz funcionario de CONACYT.
Feliz, Villarreal señaló que le toca dirigir a Notimex en el marco de una “gestión compleja de transición”, teniendo como reto la calidad y “honrar el compromiso que con el presidente Calderón” y también con el Senado “que no me objetó”, pero que pudo haber hecho un reconocimiento de tantas bondades como las identificó Sánchez de Armas, pero no lo hizo. El consejero José Castellanos comentó que por su cuenta hizo un análisis sobre cómo trató Notimex la muerte del ex secretario de Gobernación, Blake y notó una postura “oficialista”. Villarreal objetó esa apreciación y la justificó porque no tenía el equipo que tenía Televisa empresa que dijo -“hizo una gran cobertura, muy profesional y hacia allá deberemos ir”.
El consejero Omar Raúl Martínez en su intervención criticó el manejo inadecuado de Notimex sobre una participación de la académica de la UIA, Gabriela Warkentin, al difundir exactamente lo contrario a lo que dijo la funcionaria de la Ibero. Villarreal salió al paso de esa crítica y dijo que el problema fue que la fuente de la información tenía datos incorrectos de origen, lo que le hizo saber a la agraviada, a pesar de que el consejero Martínez señaló como fuente de sus dichos las propias palabras de Warkentin vía tuiter.
En la parte de asuntos generales, hice, para empezar, dos críticas al Manual de Política Editorial y al Estatuto Orgánico de Notimex. Por lo que hace al Manual identifiqué palabras cacofónicas- tautológicas- terció un funcionario de Notimex- que mostraban un documento poco afortunado. Por cuanto al Estatuto Orgánico señalé diversos errores, incongruencias y antinomias. Asimismo, hice tres propuestas: primero, que hiciéramos una declaración de interés de cada consejero, en donde hacíamos expreso que no teníamos ningún conflicto de interés con la Agencia o con el gobierno federal que pudiera limitar la libertad de criterio de sus integrantes; segunda, que se transparentaran las sesiones del Consejo Editorial y se transmitieran por Internet, además de dar a conocer las versiones estenográficas para que la sociedad pudiera saber qué opinamos y cómo votamos; tercera, que en los términos del artículo 27 de la Ley que Crea la Agencia de Noticias del Estado Mexicano se contratara a una empresa externa, independientemente, de modo que se pudiera identificar la identidad entre el Manual de Política Editorial y su normativa ética y la cobertura real de Notimex.
A mis propuestas vino una serie de ataques tanto del director de Notimex, Héctor Villarreal, como de los consejeros Miguel Ángel Sánchez de Armas y Dorangélica de la Rocha. La acusación fue que no había asistido a las sesiones del Consejo Editorial, razón por la cual no debía estar más en ese Consejo, como lo había adelantado el miembro de la junta de gobierno y consejero editorial José Castellanos por una misiva que fue enviada a todo el consejo. Nunca fui notificado de las sesiones conforme lo establece la ley, argumenté. Ello incendió los ánimos y los dichos esgrimidos fueron metajurídicos y al margen de una discusión de respeto y con argumentos normativos. Solicité al director de asuntos jurídicos, quien fungió en ese momento como secretario del Consejo, que les explicara los principios de derecho y cómo se debe hacer una notificación para perfeccionar ese acto jurídico conforme a nuestro sistema legal. Villarreal en tono poco comedido le ordenó al director de asuntos jurídicos que no respondiera. Por el contrario, regañó al señor director de asuntos jurídicos de Notimex por levantar reiteradamente la mano para intervenir, en una actitud irrespetuosa, intolerante y ofensiva con sus propios colaboradores. Descompuesto, fuera de sí, Villarreal me increpó por estar en contra de su llegada a Notimex, “por razones que desconozco y coludido con algunos medios” agregó. Cabe recordar que efectivamente fue enviada una carta al Senado que fue suscrita no sólo por mí, sino por un grupo de los principales juristas del país y de periodistas de un gran reconocimiento por sus prendas morales. El texto completo se puede consultar aquí en etcétera donde se dan las razones del por qué el rechazo al nombramiento, no como una descalificación personal al señor Villarreal, sino a su origen partidista y su papel siempre cercano a su partido, el PAN, razón por la cual ponía en un predicamento que una Agencia de estado fuera dirigida por el dirigente de un partido político. Lo grave ahí fue que eso no le pareciera argumento suficiente. Existe un principio que afirma que el que no sabe que no sabe, no tiene remedio. Como era de esperarse, mis propuestas de apertura fueron totalmente desestimadas. La antigua comisionada de transparencia de Sinaloa, Dorangélica de la Rocha, sólo atinó a decir que “Notimex es otra cosa”, como salida para justificar la opacidad. Villarreal, abundó “ya veremos” como si fuera parte del Consejo Editorial cuando no lo es. El propósito de generar mi salida del Consejo Editorial les salió mal y los conjurados se quedaron sin armas para deshacerse de un consejero que se niega a decirle lo que quiere oír el director general.
En ese momento, Villarreal advirtió al Consejo Editorial: “recuerden, el Consejo sólo es un órgano de consulta, en Notimex el que decide soy yo”. Acaso como un acto fallido, Villarreal recordó a Luis XIV y su célebre frase: “El Estado soy yo”. Sobra decir que el que decide en Notimex es finalmente la junta de gobierno no su director general, conforme lo dispone la ley en la materia. Ya en el periodo de catarsis al ver que no pudo lograr mi salida, Villarreal afirmó que lamentaba “que el señor Villanueva venga a no construir, a apoyar los esfuerzos que hacemos para fortalecer a la Agencia y a su dirección general”. Debo decir que en parte tiene razón. Estoy convencido de que el funcionamiento de Notimex se debe hacer única y exclusivamente en el marco de la Ley, aunque a Villarreal le parezca mi convicción como “litigiosa”. Estoy en contra también de seguir el guión de quedarme en la zona de confort y renunciar a mi libertad de expresión, de compromiso con la edificación de una agencia de Estado y no de gobierno, como ahora se pretende hacer, y de hacer valer el interés público sobre la ventaja personal o de grupo, tan propia en nuestro entorno. Decía el fallecido Jesús Reyes Heroles, “el que resiste apoya”. De plano ante tanta ofensa en tan poco tiempo, el director de asuntos jurídicos pudo hablar y dijo: “como dice el Dr. Villanueva, el Estatuto tiene muchas reformas que no han sido incorporadas y esta es la última ocasión que vengo a esta sesión y les agradezco las atenciones recibidas” y renunció a Notimex, con un gran valor civil que es la excepción en el funcionariato mexicano. Por lo que a mí concierne seguiré en el Consejo Editorial de Notimex ejerciendo las atribuciones que la ley me confiere, no más, pero nunca menos. Y a partir de la siguiente sesión con mis propios recursos grabaré la sesión para que la sociedad pueda juzgar por sí misma qué se dice, quién participa, qué se argumenta y quien no dice nada. Para mí la posición facilista hubiera sido renunciar al Consejo Editorial, pero asumo el costo de seguir cada vez con más interés en esta trinchera con las fobias del director general y sus allegados y las filias de muchos otros que coinciden que lo público debe ser público.
Autor
Coordinador del área de derecho de la información del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM donde se desempeña como investigador de tiempo completo.
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