Por un periodismo delirante

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Knockin’ On Heaven’s Door “Mama, take this badge off of me I can’t use it anymore. It’s getting’ dark, too dark for me to see I feel like I’m knockin’ on heaven’s door…”

Bob Dylan.

Este afiche es una mezcla de conceptos tomados de la canción “Knockin´ on heaven´s door” de Bob Dylan, y del trabajo del coreógrafo holandés Jan Linkens, quien fundó el ballet Nuevas cruces inspirado en las obras El sexo surrealista, Computador y El grito, álbumes de la trilogía electro flamenca de Von Magnet.

El resultado es una especie de horror y locura que nos lleva a un inspirador olor a muerte y a un suspiro provocado por el aroma de la alquimia (vida) de sensaciones y emociones, donde lo individual no desaparece pero se diluye en la medida que se incluye en otro, con otro. Quizás a los lectores esta introducción les parezca un sinsentido y más cuando expongamos la materia de este texto: un alegato respecto de las virtudes de un periodismo delirante.

Sin ánimo de ser pretenciosos, comentamos que para la exposición partimos de la misma base conceptual: el eclecticismo. En este texto presentamos un punto de vista sobre el periodismo centrado en dos tópicos: la capacidad reflexiva y la capacidad expresiva del discurso periodístico. No se trata de un análisis minucioso ni definitivo. Sólo expresa la percepción y la demanda de un aprendiz de ciudadano que cree en otras posibilidades de la comunicación.

Comenzamos con un diagnóstico elemental (simplista con afanes de provocación, reconociendo que hay excepciones muy honrosas y dignas) y continuamos con un buen deseo.

El periodismo está en la superficie de todo y en el fondo de nada, nos dijo no sin razón, en algún momento, ese político de izquierda, hombre de ciencia, articulista en periódicos y revistas, y escritor sensible y duro, que fue Heberto Castillo. El periodismo suele transitar del anecdotario al recetario, del lirismo simplón a la oralidad escrita burda, del presentismo gestáltico a la iconicidad que confunde de manera tramposa realidad con imagen. No dejan de ser todavía ciertos algunos de los saldos atribuidos a su ejercicio: nula reflexión; baja capacidad expresiva; y un olvido (por no decir desprecio) sistemático a la interpretación, la reflexión y la invención realista (investigación del infinito microscópico y del infinito macroscópico, y de sus signos/señales que nos circundan y nos habitan, nos dan origen, nos marcan destinos y nos dejan espacios con el fin de llevar a cabo un ejercicio relativo y poderoso de la voluntad de colaborar para vivir).

Nuestra aspiración: la posibilidad de un periodismo que se convierta en una expresión rigurosa y delirante del mundo que se percibe a sí mismo a través de él (y con base a esta mediación emerge también de algún modo), para que a partir de ese relato el mundo se interprete y se haga a sí mismo de otro modo.

Alcanzar este grado generativo-regenerativo implicaría, suponemos, dos cosas: que el periodismo ejerza una capacidad expresiva montada en la intelección y en la pasión; que el periodismo ejerza la tarea de reflexionar y de reflexionar sobre sus cavilaciones.

Respecto a la reflexión, creemos, por una parte, que el periodismo puede convertirse en productor de contenidos alternativos a la visión de un mundo pautado por valores pragmático-utilitarios (representado con recursos estilísticos sensacionalistas y melodramáticos).

Esto hace necesario que los periodistas no escindan la reflexión de la acción, incluso ser innovadores en este aspecto: convertir a la reflexión en acción y a la acción en reflexión (por ejemplo, hacer posibles otros mundos posibles con palabras otrora imposibles).

Por otra parte, consideramos que la reflexión puede ser el fundamento de la producción de significados y sentidos del mundo, del hombre y del conocimiento por parte del periodismo. Para ello el uso de la información y su interpretación pueden mezclar respeto y subversión, elementos formales-abstractos con aspectos intuitivosempíricos, así como referecias reales y virtuales, verdaderas, válidas y ficticias.

Finalmente, pensamos que el ejercicio de las capacidades reflexivas del periodismo es un camino para transitar del dato a la argumentación, del conocimiento a la comprensión, de la probabilidad a la posibilidad. Si aceptamos que la reflexión es un operador en la articulación de voluntad y circunstancia para hacernos como sociedad de un destino distinto usando los medios expresivos disponibles como una forma de reducción de complejidad, de entendimiento y de vínculo.

Nos interesa plantear algunas ideas a propósito de este trayecto de las capacidades reflexivas a las capacidades expresivas (y viceversa) del periodismo.

La capacidad expresiva que es enunciado y enunciación del saber, del sentir y del ser tiene mayor probabilidad de representar cosas importantes para la vida de la gente. En este sentido, el periodismo además de transfigurar la forma en contenido y el contenido en forma, requiere recuperar algunos de los recursos expresivos, conceptuales y perceptuales-persensuales de campos como la ciencia y la poesía para llenar los relatos del acontecer público cotidiano de inteligencia emocional.

Desde nuestro punto de vista es posible que el discurso periodístico adquiera los siguientes atributos: crítica, autocrítica, apertura, pluralidad, relativismo, flexibilidad. Además podría alcanzar en su forma-contenido la fuerza de la fiesta en/por las palabras dada la posibilidad que el mismo lenguaje tiene de invención, de imaginación para crear una inteligencia apasionada y una pasión inteligente. Puntos de partida en esta directriz son: la toma de posición, el asumir y revelar los intereses, la manifestación de las intenciones, la proyección de la sensibilidad propia, y el ejercicio de la desmitificación y la auto desmitificación (para no olvidar a Michel Foucault: detrás de la fachada del sistema se supone la rica incertidumbre del desorden).

El periodismo requeriría despojar y despojarse de todos los aspectos (internos y externos) inherentes a su configuración como expresión institucional alejada de la gente, para convertirse en un carnaval expresivo y de significados de la diversidad. El principio que está detrás es, como lo manifestó en distintos momentos el sociólogo español Jesús Ibáñez: el discurso nos hace y nos rehace, cuando es alteración y alteracción (acción con el otro), cuando nos provoca, nos libera y nos erotiza.

Estamos por un discurso periodístico que asuma una identidad híbrida entre lo literario, filosófico, científico, coloquial, impresionismo, expresionismo y surrealismo. Que sea un espacio sugerente donde se conjuguen de manera armónica reflexión y capacidad expresiva. Que se reisilencie en una modalidad simbólica de alcances libertarios en la medida en que ponga en juego la lengua y el pensamiento, lo vivido, las necesidades y los ideales, la contingencia de los acontecimientos, la indigencia de formas de vida marginadas, y evidencie el absurdo de las compulsiones formales de la lógica del neoliberalismo y la globalización; en la medida en la que pueda discurrir, transcurrir y recurrir a las circunstancia, voluntades, causas y azares; en la medida en la que anide y desate al ser biocósmico intramundano (homo ludens, sapiens, faber, demens) que es el núcleo de la ciudadanía; en la medida en la que asume que forma parte de otros relatos noosféricos (consagrados a comprender con rigor la esfera de lo imaginario, de los mitos, los dioses, las ideas que poseemos y nos poseen en la vida cotidiana que nos hacen resistir, no morir, matar, suicidarnos o delirar).

Si ponemos el imaginario en lo que sería una comunidad de ciudadanos, el tipo de periodismo que requeriríamos es uno donde se tome postura y se haga explícita, donde se discuta formal y razonablemente, que esté basado en la investigación y no esté divorciado del saber formal-abstracto. Necesitaríamos un periodismo que trascienda la anécdota, el folclor, la ligereza y el sensacionalismo. Nos serviría en lo más íntimo de nuestra condición humana contar con un periodismo que sea generoso creando las condiciones y disposiciones para dar cabida a los diversos discursos que permitan la construcción de un mundo radicalmente plural, en el que todas las singularidades puedan expresarse con el carácter lúcido y lúdico que dan la libertad de la responsabilidad y la responsabilidad de la libertad.

El periodismo tendría que ser no un espacio afuera del ser, sino profundamente adentro de él, porque está alimentado de ese ser, porque tiene su razón de ser en el ser de los ciudadanos. Retomamos la idea de Wild Lennox, expresada en su canción “Desolation soul” del disco All along the dark side of the highway, quien a propósito de la exterioridad e interioridad del discurso construyó la siguiente semantización con la idea de que el adentro vaya ganando/invadiendo como un cáncer las zonas del afuera:

“Afuera: una larga ansiedad se transforma en lluvia de sangre; la ciudad se cae a pedazos y la angustia es una pausa infinita.

“Dentro: el misterio de los cuerpos interpenetrados; la palabra hace el silencio y la fiesta es una pausa infinita”.

“El periodismo está en la superficie de todo y en el fondo de nada”

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