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Portada del suplemento “La cultura en México” de Siempre!, 21 de Agosto de 1968 |
Era la madrugada del 3 de octubre de 1968 y por fin había sido liberado del edificio Chihuahua. El reportero británico de The Guardian John Rodda se alejó de Tlatelolco acompañado de un periodista mexicano sin nombre en su relato que abordó el mismo taxi. Quería saber a cuántos muertos ascendía la catástrofe, pues estando primero a gatas en el balcón del edificio, luego encerrado en un departamento y, finalmente, liberado cuando en la plaza ya no yacía un sólo cuerpo, no tenía datos sobre el alcance de la represión. El periodista mexicano se acercó y le dijo en la oreja que habían sido 500. Rodda le dio cabida a la cifra en su artículo que sería publicado el mismo día en Inglaterra. Este dato, conseguido en singular y accidental circunstancia, fue uno de los primeros informes no oficiales que cobraron fama en la prensa mundial y que apuntalaron el mito sobre el número de muertos del 2 de octubre. De cómo obtuvo el dato el reportero no se dijo nada.
A la una de la mañana de esa aciaga noche, la Presidencia ya tenía lista la cifra oficial que haría pública a la prensa mexicana y, particularmente, a la extranjera, a través de Fernando M. Garza, director de prensa y relaciones públicas: cerca de 20 muertos, 75 heridos y 400 detenidos.
Horas más tarde, en CU, el Consejo Nacional de Huelga llamaría también a conferencia de prensa para denunciar a militares y grupos de individuos que se identificaron con un guante blanco en la mano izquierda y que causaron la muerte con su acción a 150 civiles y 40 militares. Tampoco se explica cómo se establece el número.
El 4 de octubre, desde la India, el embajador Octavio Paz se entera por los medios extranjeros de las dimensiones de la catástrofe en la ciudad y renuncia a la Cancillería. Manda una carta al secretario de Relaciones Exteriores en la que refiere haberse enterado de que las fuerzas armadas dispararon contra la multitud y El resultado: más de 25 muertos, varios centenares de heridos y un millar de personas en la cárcel.
Un año después, el periodista inglés y el poeta mexicano deciden seguirle la pista al número de muertos para consignarlo en sus fuentes. Rodda logra establecer una conversación telefónica en febrero de 1969 con estudiantes de la UNAM y les pide que verifiquen la cantidad de muertos. Nuevamente los ex militantes del CNH ofrecen una cifra aproximada: 325. The Guardian rectifica el dato que había dado en el 68 y publica la nueva cifra. Octavio Paz, en su autoexilio, ofrece una conferencia en la Universidad de Texas a propósito del aniversario luctuoso de la masacre de Tlatelolco y certifica el dato del periodista británico. La celebridad de quien luego será Nobel de Literatura ofrece garantía a estudiantes y difusores del movimiento estudiantil, quienes justifican la existencia de cientos de muertos en la Plaza de las Tres Culturas porque lo dijo Paz en Posdata. El círculo se cierra.
En 1977, con motivo de su nombramiento como embajador en España, el ex presidente Díaz Ordaz ofrece una conferencia de prensa en la que se le inquiere sobre su responsabilidad en la matanza. Su respuesta sobre los informes se hará emblemática Menciona centenares de muertos. Desgraciadamente hubo algunos, no centenares. Tengo entendido que pasaron de 30 y no llegaron a 40, entre soldados, alborotadores y curiosos.
Carlos Fuentes, embajador de México en Francia, emulando a Paz y para desagravio de la conciencia histórica de los mexicanos, renuncia a la embajada como muestra de oposición al nombramiento. La nueva investidura de Díaz Ordaz no le sirve de coraza ante los medios nacionales y españoles, que logran su renuncia meses después.
El informe oficial sobre el número de muertos será publicado casi dos décadas después, como parte de la correspondencia del general Corona del Rosal, por aquellos días regente del DDF quien, haciendo una lectura del documento, refiere:
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Cartón publicado el 3 de octubre de 1968 en Excélsior |
En cuanto el número de muertos, supe que al general [Javier Vázquez Félix] le correspondió ordenar y vigilar que se recogieran los restos de las personas desaparecidas en la Plaza de las Tres Culturas […] Exactamente hubo treinta y ocho muertos, de ambos sexos, en la explanada de la Plaza […] y se halló el cadáver de un niño de 12 años en un departamento del segundo piso del edificio Chihuahua. Además perecieron cuatro soldados del 44 Batallón de Infantería.
Desde 1968, la revista ¿Por qué? publicó imágenes terribles de cadáveres que ofrecen un testimonio irrefutable sobre los decesos. Algunos rotativos han publicado en los últimos seis años las mismas imágenes y otras que habían permanecido ocultas. Existen, también, películas que muestran escenas de soldados y tanques disparando en la plaza y testimonios de algunos lesionados. Canalseisdejulio y La Jornada forman parte de la edición y distribución de estos materiales. Todos los testimonios coinciden en que los números de la represión fueron minimizados y que debieron ser mayores, así como en que no se puede ofrecer una cantidad verificable.
Quizá en la actualidad exista suficiente material para realizar una investigación que logre desentrañar ese número mítico; pero cabría preguntarse, a estas alturas de la historia, a quién que le importe comprender y no juzgar ese acontecimiento histórico, le debe interesar magnificar o minimizar la represión del 2 de octubre. Ojalá que las efemérides de nuestra historia no se sigan escribiendo con tinta sangre y nos abandone ese espíritu necrológico que se obstina en celebrar a los muertos y no a los vivos. La sangre que cubrió la Plaza de Tlatelolco tendió una sombra sobre el movimiento en su conjunto. No le falta razón a Monsiváis cuando afirma que El 2 de octubre es el asesinato del 68, no su expresión simbólica
1 Rodda, John, (Enviado especial de The Guardian) Tlatelolco, un misterio: tantos muertos y el gobierno no cayó ni hubo escándalo internacional, en Proceso, México, Edición especial, 1 de octubre de 1998, pp.14-24.
2 Monsiváis, Carlos, ¡Mé-xi-co!! ¡Mé-xi-co!! !. (Crónica de 1968-XIII) etcétera, México, N 297, Octubre 8 de 1998, p.19.
3 Reveles, José, Creo que cometió un grave error: DO Embajador en España entrevista en Proceso, México, N 24, 16 de abril de 1977, p.8.
4 Corona del Rosal, Alfonso. Mis memorias políticas, México, Grijalbo, 1995, p.258.
5 Monsiváis, Carlos, ¡Libertad a los presos políticos!, (Crónica de 1968-I), etcétera, México, N 285, julio 16 de 1998, p. 16.