En la sociedad contemporánea los discursos como mecanismos que proporcionan a los individuos variados elementos para interpretar contextos de la vida diaria y que tradicionalmente surgían de campos de comunicación dominados por determinados grupos de poder, ahora compiten con nuevos discursos cultivados en espacios de interacción digital que parecen reconfigurar las relaciones civiles con la política, la economía y los medios de comunicación.
El concepto de discurso ha sido analizado mediante distintos enfoques, desde funcionalistas y empíricos, hasta interpretativos, filosóficos y críticos, donde ha destacado una explicación vinculada al lenguaje, principalmente en su forma textual. Dentro de la epistemología del discurso hay posturas que incluyen aspectos extralingu%u0308ísticos como es la propuesta teórica de Ernesto Laclau que vincula el concepto a formas políticas, al poder y a la hegemonía, o Michel Foucault, quien considera a los discursos como conjuntos de ideas que dan la posibilidad al individuo de comprender el mundo que le rodea.
Los discursos son parte del lenguaje (Ricoeur, 2001), incluyen aspectos no lingu%u0308ísticos y están revestidos de significados, de figuras simbólicas. El uso del discurso se pude ubicar en varios escenarios, por ejemplo como una forma hegemónica (Habermas, 1993, Muffle, 1991) o bien a partir del uso social por parte de los participantes, quienes pueden emplear los significados con determinados fines como sería el control o la manipulación (Van Dijk, 2009).
A diversos actores sociales como políticos, gobernantes, monarcas, clérigos y personajes que representaban en un determinado contexto alguna forma poder, el discurso representaba una herramienta para transmitir determinados contenidos, creencias, significados y elementos simbólicos que pudieran incubar formas de pensamientos, ideas o costumbres. En el campo de cierto dominio en la transmisión de formas discursivas aparecían relaciones antagónicas, “enemigos” (Howarth, 1995) que marcaban fronteras políticas y permitían una mayor identificación de los participantes, en esta línea Jaques Lacan identificó en su célebre Seminario 17 las fuentes del discurso y su polarización de quien lucha por la dominación hasta quienes se resisten al dominio.
Con el desarrollo de los medios tradicionales las ideas que antes expresaba un discurso textual transitaron a imágenes, a pantallas de televisión, donde la mercadotecnia y la publicidad construyeron nuevas formas de legitimación institucional. En la sociedad actual y su vorágine tecnológica, las redes digitales en distintas circunstancias aparecen como campos de polarización discursiva entre grupos que defienden determinadas posturas y entre grupos que enfrentan en nuvas trincheras el intento de dominio de actores de poder: políticos, económicos, coercitivos y simbólicos.
El desarrollo de innovaciones y la penetración del uso de Internet, aunado a otros factores que han sido estudiados empíricamente (como la edad, el nivel escolar, el ingreso económico, la situación laboral, etcétera), son factores que poco han sido estudiados dentro del campo del discurso. ¿Las formas de comunicación entre individuos que emana de las redes podrían encarnar nuevas formas discursivas de poder y emancipación?
En la actualidad algunos discursos generados desde las esferas del poder se pueden ubicar como temas que intentan marcar la agenda local o incluso internacional. Temas como “cultura global”, “modernidad”, “futuro”, “humanidad”, “medio ambiente”, “transparencia”, “esperanza”, “gobierno abierto” o “nueva economía”, son conceptos hegemónicos que se pueden leer en discursos locales y globales, cuya característica común es que son reproducidos en su mayoría por fuentes de poder institucionales y simbólicas.
Así por ejemplo, durante la última década el gobierno de Estados Unidos ha promovido dentro del discurso global el concepto de “seguridad nacional”. Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, el gobierno norteamericano con el apoyo político y de cientos de empresas mediáticas inició una cruzada global en contra del terrorismo, identificándolo como un enemigo del mundo. Bajo ese discurso de miedo se desataron las guerras en Afganistán y la posterior invasión a Irak que concluyó con el derrocamiento de Sadam Hussein, sin embargo en este proceso el discurso cambió de objetivos para justificar la guerra, desde la búsqueda de armas atómicas hasta el establecimiento de un sistema democrático.
Tanto en las guerras desatadas en Medio Oriente como en otros conflictos bélicos, los participantes tienden a imponer un discurso ideológico superior con la finalidad de convencer al mundo de que tienen la razón. Pero el cambio de orientación y de intencionalidad de la propia argumentación ¿no representa acaso una distorsión ideológica? Lo que es esencial en toda distorsión es que: 1) un sentido primario se presenta como algo diferente de lo que es, y 2) la operación distorsiva -no solamente sus resultados- tiene que ser de algún modo visible, es decir, no puede permanecer oculto (Laclau, 2002).
Los temas y discursos globales generados por determinados grupos de poder con cierta hegemonía y presencia en esferas mediáticas han transitado en la última década a discursos electrónicos: Internet es escenario de discursos globales como la seguridad, el desarrollo tecnológico, el medio ambiente, la crisis económica, los rescates bancarios o la corrupción. Es una plataforma de temas políticos, económicos o culturales que promueven los gobiernos o consorcios empresariales, pero la red también alberga nichos de resistencia (Cairo y Pastor, 2006) ante las ideas globales.
Contradiscursos
Los usuarios de la red han demostrado en los últimos años que la finalidad de su comunicación tiene que ver en primer lugar con el contexto inmediato y en segundo lugar con deseos, aspiraciones y temas de interés que pueden llegar a ser colectivos. Es así como discursos locales que han surgido de barrios, comunidades o grupos sociales determinados pueden transitar de una esfera hasta cierto punto restringida a una más abierta donde existe la posibilidad que más personas puedan tener conocimiento de tales hechos.
Esta función de “transparencia” que otorga la red, parece que hace visibles a los invisibles, a comunidades de indígenas, a migrantes, a globalifóbicos, a defensores de la diversidad sexual, a feministas, a ecologistas, etcétera. Y es la visibilidad de los discursos de los “otros” lo que permite que en Internet la hegemonía no sea un principio determinista, sino que la fragmentación de contenidos y la posibilidad de control de consumo por parte del cibernauta se convierten en un obstáculo para quienes intentan manipular el lenguaje.
A través de las redes se manifiestan las necesidades individuales y de grupo. A la mayoría de los habitantes del planeta no les interesa la seguridad nacional que pregona Estados Unidos, sino resolver sus problemas inmediatos dado que los temas domésticos han sido borrados de la agenda mundial: servicios básicos, violencia intrafamiliar, explotación laboral, enajenación juvenil, salarios dignos, consumo de estupefacientes, embarazos en adolescentes, etcétera.
Desde los primeros años de la apertura deI Internet para su uso social se demostró que no se trataba de una herramienta más sino que más allá de intentar definir erróneamente a la red como un medio de comunicación o un “nuevo medio”, su carácter comunicativo es solo una de las posibilidades en que Internet puede convertirse. Es decir, la red es un medio que no solo modifica la economía o transforma los bienes materiales en “bienes digitales”, sino que también está modificando formas biológicas profundas del ser humano: nuestra mente (Carr. 2010).
Y es precisamente las redes tecnológicas en donde se han detonado nuevos discursos o mejor dicho, contradiscursos a los discursos tradicionales de quienes ejercen y tienen determinado poder de control o sometimiento de otros. Entonces, la visibilidad de grupos sociales y sus necesidades domésticas que permanecían ignoradas en la opinión pública mediatizada, la exposición de plataformas de ideas alternativas, la propuesta de políticas civiles y hasta la manifestación de nuevas posibilidades de existencia, se convierten en valores compartidos por grupos de personas que comulgan la red.
Algunos ejemplos de discursos organizados mediante redes tecnológicas que han contrarrestado la propaganda y los intentos de implementar hegemonías ideológicas a través de la mediatización y la despolitización:
a) La política es una de las arenas donde más se utilizan los discursos alternativos por parte de grupos sociales de contradominio. Un caso célebre que algunos autores han calificado como el inicio de las ciberguerras (Arquilla y Ronfeldt, 1998, 1999) se registró en 1994 en México con el levantamiento armado del llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Durante el conflicto zapatista el discurso oficial del gobierno mexicano fue superado por el contradiscurso de los insurgentes, no fueron balas, tanques o bombas lo que hizo la diferencia, sino el correo electrónico.
La forma de vencer al gobierno y la comunicación institucional fue a través de la red digital: los zapatistas lograron una relación con medios de comunicación internacionales, con organizaciones civiles y con expertos en tecnología a través de los cuales publicaban sus comunicados. En esta estrategia destacan dos aspectos que lograron que el zapatismo se convirtiera de contradiscurso local en contradiscurso global: 1) la visibilidad del movimiento disidente, ya que era importante que la sociedad conociera de su existencia, que estuviera enterada del problema y de la resistencia contra el gobierno federal; y 2) la tecnología en red a través del trabajo colaborativo, pues era imposible para los zapatistas haber difundido sus ideas sin la ayuda de especialistas y grupos que compartían sus valores. En Holanda (www.noticias.dds.nl/prensa/zapata), Estados Unidos (www.sipaz.org/es.html), España (http://www.nodo50.org) o Brasil (www.chiapas.hpg.com.br/index.html) se construyeron mediante la World WideWeb movimientos a favor del zapatismo.
b) Un célebre hecho recordado por haber surgido en China donde el gobierno mantenía un férreo control sobre las instituciones públicas, políticas, coercitivas y los medios de comunicación, fue el movimiento Fulan Gong.
El análisis realizado por Bell y Boas mostró como un grupo de personas con intereses comunes fue capaz de utilizar las redes para lanzar un discurso global ante los abusos y la violencia cometida por las autoridades chinas. Fulan Gong es una disciplina espiritual basada en principios de verdad y benevolencia que se introdujo en China en 1992 y paralelamente al uso social de Internet, esta disciplina utilizó la red para construir sus primeros mensajes: envío de noticias e información a correos electrónicos, discusiones en salas de charla digital, publicación de anuncios en tableros y la difusión de este pensamiento a través de cientos de sitios electrónicos en el mundo, la mayoría con contenidos en chino y en inglés.
En 1999 el gobierno chino prohibió a sus ciudadanos toda práctica del Fulan Gong bajo el argumento de que era nociva para el Estado al ser “herética”, tal medida generó protestas virtuales e incluso marchas callejeras en contra de las autoridades. Para frenar el contradiscurso, el gobierno impuso tres mecanismos para intentar controlar Internet: clausuró las páginas web que promovían esta disciplina, incluso uno de los principales proveedores de Internet fue cerrado durante dos días; se reprimió a seguidores del movimiento y algunos fueron encarcelados como el estudiante Zhang Ji por el simple hecho de haber enviado un correo electrónico a medios internacionales donde daba cuenta de la represión policiaca, y por último, la aprobación de leyes que intentaron normar el uso social de la red (Bell y Boas, 2001).
Sin embargo el discurso del gobierno chino perdió ante la marea de críticas y frentes de resistencias virtuales. Cuando la autoridad intentó frenar la disciplina, el Fulan Gong ya gozaba de popularidad y tenía millones de seguidores en varias partes del mundo, además del apoyo indirecto de defensores de derechos humanos y asociaciones religiosas, quienes a través de la red expusieron en forma global los abusos cometidos por el gobierno.
c) El movimiento ambientalista ha montado en las redes todo tipo de protestas. Desde la década de los noventas, del siglo pasado implica la lucha por defender al medio ambiente convoca a millones de personas en todo el mundo a realizar acciones convocadas por Internet, y más recientemente usando las redes sociales de la Web 2.0 o mediante el teléfono móvil.
En Chile durante 2011, el gobierno y la iniciativa privada anunciaron la inversión de más de 7 mil millones de dólares para el inicio de un proyecto hidroeléctrico en una zona natural. Grupos ambientalistas convocaron a protestar a través de internet en contra de la construcción de cinco represas en la Patagonia, en los ríos Pascua y Baker. A la manifestación acudieron 30 mil personas y la posibilidad de informar por las redes permitió que más ciudadanos se solidarizaran y salieran a las calles, principalmente en Valparaíso, Chillán y Valdivia.
En 2012 la ciudad de Sofía, Bulgaria, fue escenario de una serie de protestas durante de varios meses donde miles de ecologistas lograron organizar parte de las marchas mediante redes digitales. Los manifestantes protestaron por la tecnología empleada en la extracción de gas de esquito y lograron que el gobierno prohibiera tales medidas, también se presentaron marchas contra la llamada “Ley de Bosques” a través de la cual se daría autorización a empresas para instalar sus negocios como hoteles o pistas para esquiar en regiones como protegidas. El gobierno dio marcha atrás al proyecto ante el ciber rechazo y la toma de edificios públicos.
d) Tal vez los contradiscursos más conocidos en los últimos años son aquellos que han surgido de la indignación, del hartazgo y de la esperanza por un cambio. Dentro de este marco podemos ubicar las caídas de regímenes de gobierno en algunos países de Medio Oriente durante 2010 y 2011, las protestas de jóvenes en España, Chile, México y Brasil, los movimientos hackers en gran parte del mundo (principalmente en su lucha por la libertad de Internet) o las inconformidades contra el sistema económico en Estados Unidos.
Un caso que vale la pena mencionar es Egipto, donde miles de ciudadanos se organizaron a través de redes sociales para protestar contra el dictador Hosni Mubarak.
Después de multitudinarias manifestaciones, el 11 de febrero de 2011 Mubarak dejó el cargo y el 2 de junio de 2012 fue condenado a cadena perpetua por la represión policiaca y militar que ejerció en contra de los manifestantes. Egipto atraviesa hoy en día por un nuevo episodio de violencia y crisis política.
En la propagación de los contradiscursos contemporáneos los usuarios utilizan las tecnologías disponibles, como ha ocurrió con los rebeldes sirios que emplearon Skype para contrainformar las estrategias de comunicación del gobierno, el teléfono móvil y la mensajería SMS en Inglaterra para combatir el discurso oficial y convocar a manifestaciones en contra de las autoridades policiacas, o las redes sociales en México para desmentir a los gobiernos locales en acontecimientos relacionados con crímenes vinculados al narcotráfico.
Conclusiones
Los discursos en la sociedad en red surgen en forma espontánea, aparecen en momentos de crisis y pueden llegar a representar un contrasentido a los discursos institucionales o provenientes de las esferas de poder tradicional. El poder que pueden albergar los contradiscursos depende de factores tecnológicos, pero también sociales y culturales, el artefacto por sí solo es incapaz de generar un político o económico, se requiere del trabajo colectivo en red a partir de la identificación de valores de grupo.
Los nuevos discursos pueden surgir como alternativas sociales o bien como formas contrarias a lo establecido, pero a diferencia de otras épocas las actuales resistencias encuentran mayor eco entre grupos sociales afines al existir una membrana que los une virtualmente: la red. Así como hay cabida para discursos sociales de contradominio, no debemos perder de vista que también existen espacios para la manifestación de discursos sin contenido, que aunque su significado es pobre en argumentación e ideas, no deja de ser reflejo de los vacíos sociales existentes.