Entre activistas que navegan con bandera de la defensa de la patria hay temas y actos que exigen su firme militancia -“ese puño sí se ve”-, y estoy seguro de que el lector de etcétera tiene un amplio registro de ello.
El problema de aquellos militantes de las causas nobles -políticos, miembros de la sociedad civil, integrantes de ONG y varios medios de comunicación- es cuando callan sobre ciertos atropellos porque éstos los padece alguien que no es parte del entramado de intereses que animan a tales luchadores sociales o, peor aún, permanecen en silencio porque el atropello ocurre contra el adversario de sus causas o de plano porque “no hay que darle armas al enemigo”. Y entonces nada dicen, por ejemplo cuando el pasado 11 de febrero los editores de El Universal censuraron el título de un artículo de Carlos Loret de Mola al publicar “Y nadie dice nada”, en vez de “Slim toma el canal 22 y nadie dice nada”.
Algo similar ocurrió el 23 de abril cuando precisamente uno de los diarios que más representa a los intereses de Carlos Slim censuró en Internet un cartón de Calderón donde se registra el dictado del magnate de las telecomunicaciones a varios personajes políticos. La ironía es que eso ocurrió durante los días en que muchos activistas estaban en rebelión contra la propuesta de Peña Nieto que abría paso a la censura en la web y sin embargo éstos nada dijeron frente a un ostensible acto de censura en Internet como el de Reforma.
Por fortuna, nadie es propietario de la demanda en favor de la libertad de expresión como lo muestra el registro que de todo esto hubo en las redes sociales, en particular en Twitter, incluso para que el tema fuera de los más abordados.