lunes 04 diciembre 2023

Retos y dificultades

por Juan Ramón Martínez

El primer periódico fue fundado por el gobierno en 1821. El sistema político era muy autoritario y fue hasta finales de siglo XIX, que se permitió el surgimiento de la prensa privada y el ejercicio de cierta crítica mínima a la gestión gubernamental. La radio fue fundada en 1933, por la compañía estadounidense Tropical Radio. En la actualidad, hay más de 500 emisoras, cuatro cadenas dedicadas a proporcionar información. El resto emite música y, últimamente, se observa la dedicación de muchas a la propaganda evangélica, en una sociedad donde, hasta hace algunos años, 95% de la población era católica.

En 1959 se iniciaron las transmisiones de TV. Desde entonces se han multiplicado las cadenas con cobertura nacional (seis). De éstas, dos son dedicadas a la divulgación del evangelismo, y cuatro a la propaganda comercial, difusión de noticias y esparcimiento, especialmente telenovelas, noticieros y programas enlatados, mexicanos y estadounidenses. Hace pocos meses se estableció el primer canal privado dedicado la educación popular. Además, en casi todo el país operan sistemas de cable.

El gobierno tiene bajo su control Radio Honduras y no tiene canal de TV, pese a que en algún momento el gobierno de Japón ofreció apoyo para establecer un sistema de televisión educativa.

Hay cuatro periódicos de circulación nacional, dos en Tegucigalpa y dos en San Pedro Sula. En Tegucigalpa se editan La Tribuna, el más influyente por su línea editorial plural y su enfoque independiente, y El Heraldo, más crítico del actual gobierno, con cierto énfasis en el periodismo de investigación. En San Pedro Sula se editan La Prensa, inclinado a las posturas del capitalismo de aquella ciudad, por lo que se manifiesta casi distante del gobierno, al cual somete varias veces a la crítica objetiva y Tiempo, más afín hacia posturas de carácter social. Actualmente este diario tiene una cooperación crítica con el actual gobierno. Además, la Iglesia católica edita Fides, semanario bastante influyente y Rodrigo Wong Arévalo, un exitoso hombre de radio y televisión, dirige el hebdomadario Hablemos Claro; además edita una revista financiera, una deportiva y la revista “rosa” Cromos. El grupo La Prensa-Heraldo edita también Elite, epígono del periodismo “rosa” de Honduras.

El hecho más influyente ocurrido en el país desde los 80, es la operación de la Escuela de Periodismo de la UNAH, de la cual egresa una enorme cantidad de periodistas que presionan sobre el pequeño espacio laboral. Este fenómeno ha permitido a los empresarios de los medios mantener bajos salarios -nueve mil lempiras, aproximadamente 450 dólares es el sueldo básico mensual- al tiempo que crean inestabilidad en los empleados. El desempleo de los periodistas se calcula en 35%.

Opera un Colegio de Periodistas, al que todos los que quieran desempeñar algún cargo en los medios deben inscribirse en forma obligatoria. Hay mil 567 periodistas colegiados.

Por supuesto, hay problemas y limitaciones, además de las indicadas para el ejercicio de la libertad de expresión. El primer reto que se enfrenta es la separación de la libertad de empresa y la libertad de informar con veracidad. El segundo es mantener los medios en su condición de instrumentos independientes al servicio del bien común. Los dueños de los medios son, además, empresarios dedicados a negocios que tienen que pactar con el gobierno que, en muchos casos es el primer comprador de sus productos y servicios. En consecuencia, la tentación de usar esos medios para proteger sus intereses es un peligro que recién estamos empezando a valorar cuando se discute la nueva Ley de Telecomunicaciones en el Congreso Nacional. El tercero tiene que ver con la politización de la actividad de los periodistas, la manipulación por parte del gobierno y la autocensura. Hasta ahora los medios han estado al servicio del gobierno en turno. Los dueños han hecho pactos con el régimen vigente, y éste, con un uso “sabio” de las partidas presupuestarias, se ha dedicado a favorecer a periodistas con generosos contratos, en tanto que castiga y maltrata a quienes siguen siendo independientes. Aquí, corremos el riesgo que, para obtener beneficios y sobrevivir durante el cuatrienio, los periodistas se tornen mucho mas autocríticos consigo mismos; y se autocensuren en forma que, al final el pueblo, deje de recibir la información que necesite, en calidad y oportunidad, para ejercer su plena soberanía.

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