Afirmar que la televisión mexicana está pasando por una de sus transformaciones más importantes parecería una locura. Para los observadores tradicionales del tema las cosas no han cambiado. El llamado duopolio -formado por Televisa y Televisión Azteca- sigue controlando el mercado y si bien la Comisión Federal de Telecomunicaciones tiene planeado licitar dos cadenas nacionales de televisión digital, esa apertura no parece que vaya a ocurrir pronto. ¿Entonces dónde están las buenas noticias? En la televisión de paga.
Acostumbrados a la idea de que las cosas siempre se mantienen igual o que si hay una revolución ésta será ruidosa, no hemos puesto suficiente atención a lo que ha pasado en los últimos meses con la oferta de televisión restringida, al menos, en la ciudad de México. En los últimos años la propuesta de las dos grandes cadenas ha visto crecer pequeños proyectos a su lado. Ahí están Milenio Televisión, Cadena 3 y EfektoTV que han recibido más atención. Pero también uno que responde al enigmático nombre de KW, VibraTV, Utilísima TV o el Mexico Travel Channel. Cuántos de estos canales se hacen totalmente en México no lo sé, pero en todos ellos se pueden ver contenidos elaborados en nuestro país, lo que ya ha pasado desde algún tiempo con otros grupos como Discovery o National Geographic Channel.
Estos canales representan fragmentos muy pequeños de la audiencia, en muchos casos no reciben nada del mercado publicitario y está por verse cuáles son capaces de sobrevivir, pero aún en medio de ese panorama implican cosas alentadoras. En primer lugar, porque se ha roto la idea de que sólo había dos grupos para transmitir contenidos -además, claro, de la televisión pública que también ha generado sus programas- con el agregado de que por fin el que distribuye el contenido y el que lo produce no son el mismo actor. El hecho de que Televisa y Televisión Azteca generen su propia programación cuando no lo compran del extranjero ha frenado que se desarrolle un mercado independiente en el que profesionales de la televisión elaboren productos que puedan ofrecer después a distintos canales. Eso ya empieza a ocurrir.
La revolución de la televisión en México está ocurriendo porque cada uno de los nuevos canales requiere de material para ofrecer a su potencial público. Y eso va a provocar competencia, ya sea para generar propuestas propias -distintas a las que hay en la televisión actual o al menos capaces de competir- o para acercarse a múltiples actores deseosos de entrar a los medios pero que hasta ahora han visto las puertas cerradas.
Curiosamente hasta este momento los que parecen haber entendido mejor el cambio son personajes tradicionalmente menospreciados por los analistas de medios. Se trata de tarotistas -o cualquier variante esotérica- que ahora tienen espacios para presentar sus servicios; grupos de médicos naturistas que se están formando como generadores de contenido. Se trata de actores que en principio podrían aportar poco a la oferta de la televisión pero que muestran que si se encuentra un nicho con las dimensiones adecuadas se puede construir una plataforma para generar comunidades de interés específico. ¿No podrán estar haciendo lo mismo las universidades?, ¿no pueden sectores especializados hacer sus propias propuestas en función de comunidades ya construidas, las cuales además ahora se tejen a través de las redes sociales?
En pocos años veremos en México una nueva generación de especialistas en todas las caras de la televisión -técnicos, productores, escritores, actores, etcétera- y una batalla entre productores de contenido que podrán cotizar alto sus productos entre todos los canales deseosos de programas de calidad. El cambio ya está en marcha aunque muchos todavía no se hayan enterado.