Hace dos años ella apenas tenía 12. Decidió sostener relaciones sexuales con su novio, un joven mayor de edad. Él videograbó el acto sexual con un teléfono celular y, con la aprobación de ella, subió las imágenes a una red social. En poco tiempo, el material se difundió en otras páginas de Internet.
Los comentarios en la Web sobre los “atributos sexuales”de la chica no se hicieron esperar y las solicitudes de amistad en el Messenger de ella llegaron en centenas. La adolescente aceptó a varios “amigos”, entre ellos al que más tarde la amenazó con difundir las imágenes entre sus familiares si no se desnudaba frente a una cámara web.
El chantaje continuó por meses, hasta que la adolescente decidió platicar el problema con sus padres, quienes denunciaron los hechos ante la Procuraduría General de Justicia de Distrito Federal. Tras una investigación de la Policía Cibernética, se supo que el “amigo” virtual radicaba en España. Hasta la fecha, el pederasta sigue libre.
Éste es un caso de millones. Tan sólo en Estados Unidos, la encuesta Sexo y tecnología realizada por The National Campaign to Prevent Teen and Unplaneed Pregnancy reveló que una de cada cinco mujeres de entre 13 y 20 años aceptó haber enviado imágenes de sí misma con contenido sexual a través de un celular o de Internet.
La práctica, de origen estadounidense, es conocida como sexting y consiste en autofotografiarse o autovideograbarse con un teléfono celular, por lo general desnudo, semidesnudo y/o en posiciones eróticas, para luego publicar lo captado en Internet, principalmente en las redes sociales, o para enviarlo por celular. El vocablo proviene de las palabras anglosajonas sex y texting, que en español significan sexo y mensajear, respectivamente.
Según expertos, los adolescentes de hoy practican el sexting con el afán de llamar la atención, obtener reconocimiento, popularidad o aceptación. Otro de los motivos psicológicos de esta práctica es el autoerotismo, experimentado por todos los seres humanos desde los primeros años de la infancia.
Se trata de causas que siempre han estado presentes en la conducta de los adolescentes, pero que ahora encuentran salida en los nuevos medios de comunicación. Autoerotizarse, aseguran los psicólogos, no representa problema alguno, los inconvenientes llegan cuando se vuelve público en espacios como Internet y éste es aprovechado por los pederastas para abusar sexualmente de los menores.
Autoerotismo y aceptación
El erotismo es una práctica común entre niños y adolescentes. “Observar al otro, y observar los genitales y posiciones eróticas es algo normal, pero eso comúnmente lo realizaban de forma presencial”, explicó la doctora en psicología, Benilde García Cabrero.
“Muchas veces, esta cuestión de exhibirse es una forma de buscar aceptación, admiración. Las reglas y normas sociales, que antes eran más estrictas, lo podían impedir (que se hiciera públicamente), pero con los medios de comunicación las barreras físicas han desaparecido”.
Los adolescentes de la generación actual, conocidos como nativos digitales, nacieron en un mundo conectado a través de Internet y con programas televisivos donde casi todo se ve, “de alguna forma, todos estos reality shows han roto la barrera entre lo público y lo privado, y se ha establecido una red invisible”, agregó García Cabrera.
El problema ahora es que “las nuevas herramientas tecnológicas permiten socializar la sexualidad. Algo que se podría mantener en el ámbito privado, se hace completamente público”, señaló la especialista.
Los nuevos canales
Una visita a Internet permite identificar sin mayores problemas las redes sociales que los adolescentes utilizan para practicar el sexting. Las más populares -o con mayor número de usuarios- son MySpace, Metroflog, Sexiflog, Flodeo, Fotolog, Sexyono y Hi5. En ellas abundan fotografías de menores de edad en posiciones sugerentes, con poca ropa o en prácticas sexuales explícitas. En muchos de los casos, no es necesario formar parte de la red social para ver las imágenes. En algunos perfiles hay enlaces a páginas pornográficas.
Debajo de las imágenes suele haber mensajes como los siguientes:
-“linda foto amor te dejo mi msn (…)” (masterfull)
-“UNA BELLEZA TAN LINDA COMO USTED ESTARA EN MIS FAVORITOS OBVIO , LA ESPERO EN MI FOTOLOG CON SU MSN O ALGO PERVERZO ASKAPAKSKPA 🙂 SOY MUY KALIENTE” (sexobruto)
-“mamii… me enkntazz bb… agregame a tus fv’z ii a mi msn valee (…)” no te arrepentiraz te lo asegurO!!” (kliient)
En las redes sociales, hay cuentas en las que el titular se presenta como hombre y su objetivo es coleccionar el mayor número de fotografías de mujeres. Algunos son tan populares que son ellas quienes hacen todo lo posible por aparecer en la colección. El usuario no acepta a cualquiera, sólo lo consiguen las dueñas de las imágenes que dejan al descubierto más partes del cuerpo.
En las fotografías de desnudo, por lo general, el protagonista no muestra su rostro, lo que hace imposible saber si se trata o no de un menor de edad. Cuando las personas aparecen en ropa interior o sólo en posición sugerente, sí suelen mostrar su cara; en estos casos se puede identificar a quienes probablemente son menores de edad.
Hasta el momento, no existe un informe sobre el número exacto de usuarios menores de edad que han colocado sus fotografías eróticas en redes sociales. Como ya se mencionó al principio de este texto, en Estados Unidos calcularon la cantidad de adolescentes que al menos una vez han practicado el sexting, pero la aproximación se dedujo sólo a partir de una muestra representativa. Con un estudio similar, en Argentina determinaron que el 36% de los adolescentes de entre 12 y 18 años admitió que alguna vez envió fotos suyas en pose provocativa.
En México no hay un estudio sistemático para determinar el dato que ya obtuvieron nuestros vecinos del norte y los sudamericanos. Únicamente se estima que de las fotografías tipo sexting de usuarios mexicanos que se suben a las redes sociales, 75% corresponden a mujeres, según informes proporcionados por la Policía Cibernética de la Procuraduría General de Justicia del DF. (PGJDF).
El Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) afirma que uno de cada cinco menores que son usuarios de Internet en México, es abordado por un pedófilo.
De acuerdo a la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), en nuestro país hay alrededor de 27 millones de cibernautas; de ellos, 9 millones son niños y adolescentes.
Ellos invierten a diario tres horas en Internet, pero sólo utilizan media hora para realizar su tarea escolar, el resto del tiempo lo emplean para navegar en redes sociales y páginas pornográficas.
El dato coincide con la información de Alexa (sitio de medición de audiencia y tráfico de Internet), que ubicó, hasta el 24 de noviembre, a 15 páginas correspondientes a redes sociales y a seis sitios pornográficos dentro de los 50 portales más visitados de México.
“El uso de los medios no es más que una herramienta”, pero al servir como vitrina de fotografías eróticas de menores, “se agrega la posibilidad de agredir, de extorsionar, de humillar. Todas las emociones y sentimientos que existen de envidia, agresión, de deseo de dañar al otro, se potencializan enormemente”, resaltó García Cabrera.
Las consecuencias perversas
El riesgo más latente que corre un adolescente al practicar sexting es convertirse en víctima de un pedófilo o de alguna red de pornografía infantil. Las redes sociales facilitan a este tipo de delincuentes entrar en contacto con los menores de edad, pues éstos tienen la opción de hacer públicos datos personales, como el lugar de residencia y el correo electrónico o cuenta de Messenger.
El pedófilo suele buscar al adolescente vía chat. Una vez que éste lo acepta, aquél abre una puerta para llevar a cabo prácticas pornográficas. En “menos de 15 minutos se les puede convencer (a los menores) de desnudarse frente a una cámara web, y de realizar prácticas sexuales”, detalló Eduardo Zepeda Estrada, director de Servicios on line de Damage Control (empresa de seguridad cibernética).
Para abordar a los menores de 7 años, los pederastas suelen engañarlos haciéndose pasar por niños de su edad, para luego interrogarlos sobre su cuerpo, detalló Zepeda Estrada, quien trabajó durante 7 años como ciberpolicía en la Secretaría de Seguridad Pública.
“Vimos el caso de dos primas, unas niñas de 7 años, a una le robaron el correo electrónico, y el pedófilo se puso en contacto con ella vía Messenger. Le dijo: ‘tengo la curiosidad de ver cómo eres, si tienes lo mismo que yo; a ver, prende tu cámara web y desnúdate'”.
Una vez que los niños acceden a la petición del pederasta, éste los chantajea para obtener más imágenes: les dice que sus papás verán el material y dejarán de quererlos.
El gancho para obtener fotografías o videos de adolescentes es distinto. El pedófilo les promete convertirlos en modelos, actrices, actores, cantantes, o les ofrece la posibilidad de tener una cita con el galán de moda. También, suelen abordarlos haciéndose pasar por alguien atractivo.
Cuando las víctimas ya no quieren incurrir en prácticas sexuales, los pederastas los amenazan con dañar a sus padres. Esta situación le causa problemas emocionales al adolescente: altera sus reacciones afectivas, le provoca impotencia, estrés, angustia y depresión o, en casos extremos, los lleva al suicidio porque se siente incapaz de resolver el problema.
El vacío legal
A las consecuencias psicológicas y sociales debemos sumarles los obstáculos legales. En México, aún no existen leyes específicas para castigar los delitos cibernéticos, mucho menos los derivados del sexting, y, por lo tanto, su persecución es difícil, aunque irónicamente las denuncias vayan a la alza.
En 2004, la Procuraduría General de la República inició 668 averiguaciones previas relacionadas con delitos cibernéticos. Hasta julio de este año, la cifra superaba las mil 500 querellas. La Comisión Nacional de Derechos Humanos reveló que el 50% de las denuncias están relacionadas con pornografía infantil.
Pese a los números, las víctimas de delitos cibernéticos enfrentan dificultades al demandar justicia. “Si existiera un artículo específico para ciberdelitos entraríamos de lleno, no estaríamos adecuando a ver qué tipo penal se puede usar”, justificó Gustavo Caballero Torres, jefe de la Policía Cibernética del Distrito Federal.
En el caso del sexting, los abusos cometidos contra menores pueden vincularse al delito de pornografía infantil, pero es muy difícil capturar a los victimarios, pues Internet les permite crear identidades falsas, además de que utilizan tecnologías sofisticadas que obstaculizan su rastreo y ubicación. En caso de hallar al responsable, si éste es otro menor, no hay delito que perseguir.
El artículo 202 del Código Penal Federal castiga hasta con 12 años de prisión y una multa de 2 mil días de salario mínimo a quien fotografíe o filme actos sexuales, reales o simulados, de personas menores de 18 años. La misma pena se le impondría a quien reproduzca o almacene el material.
El 30 de noviembre, el IFAI anunció que promoverá en México el Memorándum de Montevideo, para proteger los datos personales, especialmente de niños y adolescentes, en las redes sociales.