No tenemos la mística de la autocomplacencia, por lo que sólo registramos el séptimo aniversario de etcétera con el objeto de agradecer a nuestros amigos, lectores y anunciantes. Su confianza ha sido el principal basamento con el que confeccionamos esta oferta editorial y, sin duda, la fuente central de inspiración para enfrentar la difícil situación financiera de esta empresa.
No somos ajenos sino que nos sentimos partícipes de la intensidad con la que se ha asumido en el país el tema de los medios de comunicación. Ustedes son los que juzgan en qué medida las ideas y las convicciones aquí expresadas han contribuido o no para anteponer la razón de Estado que implica la reforma de la radiodifusión y de las telecomunicaciones a cualquier otro tipo de interés como el de los grandes empresarios que se oponen a ello en desdoro de la democracia de México.
No dejamos de motivarnos porque en este periplo de siete años nos sabemos involucrados en la reforma electoral reciente desde la denuncia del enorme gasto de los partidos en las campañas y de la trivialidad de la política traducida en spots hasta cuando señalamos, no sin incurrir en errores, el trato desigual que le daban a éstos los medios de comunicación, en especial, los electrónicos. Sobre ese tema, además, hemos pugnado -y lo seguiremos haciendo como en esta edición- porque la publicidad oficial sea regulada en todos los órdenes y entonces saludamos la iniciativa de ley que al respecto presentaron, en días recientes, los legisladores Valentina Batres y Carlos Sotelo.
No entendemos a etcétera más que como una revista de causas y por eso la alegría de sus editores al contribuir a que, por primera vez en México, entre 2004 y 2005, once estaciones comunitarias de radio obtuvieran del gobierno su permiso de operación. El reto actual es que esas frecuencias sean parte del entramado legal que ahora mismo se construye desde el Congreso por lo que, entre otros temas, la presencia de las radios comunitarias aquí será recurrente, como parte de la encomienda temática que dejó la decisión de la Suprema Corte de Justicia al invalidar aspectos torales de la Ley Televisa
No creímos, por cierto, que tuviera cabida una resolución de la Corte como la de ese calibre, pero la festejamos como ninguna otra circunstancia al formar el dato más alentador que en esa materia se dio durante 2007. Continuaremos aportando con los insumos que, a nuestro juicio, son determinantes para la elaboración de las leyes de las telecomunicaciones y la radiodifusión.
No tengan duda, hasta donde sea posible señalaremos el actual régimen de propiedad de los medios de comunicación electrónica y su operación como obstáculo de la democracia que en veces significa, así como subrayaremos en las que consideramos las vías idóneas para adecuar el actual sistema de concesiones con el objeto de diversificar la oferta que en esa materia hay en el país. También hablaremos de los medios públicos, es decir, de los eslabones normativos necesarios para su existencia en el país. Y lo haremos con muchos más asuntos porque etcétera, por definición, es preguntarse por lo que sigue y queremos seguir, con la misma seriedad representada en una portada de color plateado o con la arrogancia de que esta sea blanca como alguna vez fue uno de los mejores discos de todos los tiempos o con el anhelo ferviente de entregarse a los brazos de Betty Boop o con la esperanza infantil de encontrar al unicornio.
No desmayaremos en todo esto y más, salvo que las circunstancias de la vida impongan otros derroteros. Por eso ahora que podemos les decimos otra vez a ustedes gracias, pero de veras muchas gracias por compartir los sueños y por ver a varios de ellos hechos realidad. Acabamos de hablar de algunos hace unos momentos. Para nosotros están convertidos en algo así como en un unicornio que relincha de gusto pastando en el horizonte de las reformas que siguen.
Salud