Si la gente no va al templo, desde el televisor el templo apantalla a la gente. Ésa es la divisa de la Iglesia, acentuada en los últimos años y que, al margen de la ley, ha significado un espléndido negocio para las televisoras.
Para ponerse a rezar
El dogma católico ya penetró la pantalla chica. Ahí están los casos de la serie La rosa de Guadalupe, que registra los milagros de la virgen mexicana, y Vida mía, producción de la empresa Guadalupe Comunicaciones que se transmite con la venia y apoyo económico del gobernador Juan Manuel Oliva Ramírez, en el canal estatal TV-4 de Guanajuato.
Y la peregrinación programática sobre temas religiosos continúa, y va desde el análisis en El pulso de la fe, conducido por Roberto O’ Farril en Proyecto 40, hasta la franca predicación con Pare de sufrir, en Canal 4.
En un monitoreo realizado en 2004, la Asociación Mexicana de Derecho a la Información reportó que, dentro del cuadrante metropolitano de la radio, se transmitieron un total 73 programas religiosos, con un total de 190 horas semanales de transmisión en ocho grupos radiofónicos distintos. Las cifras al respecto en la televisión resultan muy escasas, a pesar de que el “aparato telepredicador” no deja de buscar adeptos.
Y mientras la Iglesia está por lograr su objetivo de omnipresencia, la ley no hace su milagrosa aparición. Según reportes de la Secretaría de Gobernación, de 2000 a 2007 sólo hay una transmisión religiosa en televisión sancionada por el gobierno federal, lo cual es reflejo de la lasitud con que la autoridad aplica la legislación en materia.
El artículo 21 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que entró en vigor en 1992, menciona que “las asociaciones religiosas únicamente podrán de manera extraordinaria, transmitir o difundir actos de culto religioso a través de los medios de comunicación no impresos, previa autorización de la Secretaria de Gobernación. En ningún caso, los actos religiosos podrán difundirse en los tiempos de radio y televisión destinados al Estado”.
Mientras que el artículo 16, del capítulo tercero de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, prohibe a estas asociaciones religiosas y sus ministros administrar o poseer concesiones de medios de comunicación electrónicos.
No obstante los señalamientos legales, la presencia de la Iglesia en radio y TV es habitual, incluso existen señales como María Visión, cuya programación es fundamentalmente de contenido católico.
El otro rosario
Sobre la presencia religiosa en los medios electrónicos habla Bernardo Barranco, vicepresidente del Centro de Estudios de las Religiones en México (CEREM):
“Tanto las iglesias como la propia Iglesia católica ven la posibilidad de posición de medios en esa perspectiva: compra de espacios en radio; si se asoma a la radio hay estudios que dicen que ha crecido más de un 600% en los últimos cinco años. Hay la expectativa de tener canales propios, ahí están ya Claravisión y Network Internacional que tiene en Internet una serie de canales. De tal suerte que telenovelas de éstas (Vida mía) no me extrañan, forman parte de una especie de respuesta cultural a una contracultura secular que se está imponiendo”.
Barranco habla también sobre los antecedentes del fenómeno mediático-religioso:
“El tema de religión y medios, sobre todo en los 70, conmociona a la comunidad intelectual por el éxito de las iglesias evangélicas; a partir de ese momento, se toma en cuenta la relación entre medios y concesiones religiosas, sobre todo en EU, a partir del telepredicador Owen, grupos evangélicos de América Latina despliegan una serie de señales de radio, compran canales de televisión”.
El especialista acota sobre la intención de las iglesias de evangelizar vía TV: “estudios actuales plantean que es muy relativo esto, que a la larga, el medio per se no es capaz de transformar la conciencia religiosa en el caso de estas iglesias electrónicas, estaba acompañada de una estructura que daba seguimiento al prospecto y lo inducía a este proselitismo, es decir, una especie de efecto pinza”.
En el caso de México, es reciente la presencia constante del clero en medios electrónicos. El también articulista de La Jornada añade que: “por el tipo de legislación que ha primado hasta hace muy poco, el tema de los medios está aflorando; hasta hace poco más de diez años no podían aparecer (la Iglesia) en los medios, salvo con permisos especiales, sobre todo en los periódicos y en Televisa, que históricamente pasó la misa de la Basílica, cuando Schulemburg era el Abad, pero generalmente los temas religiosos eran como temas de socialité”.
Roberto Blancarte, investigador de El Colegio de México y especialista en religión, también opina sobre el tema.
La legislación que existe desde el año 1992, ¿qué posibilidades da a los miembros de la Iglesia de tener esa presencia sin que la ley opere?
El problema es que, en efecto, cuando las leyes no tienen suficientes maneras de penalizar, no tiene mucho sentido tenerlas. La labor de los legisladores es, de alguna manera, ir perfeccionando las leyes para, en la medida de lo posible, hacer que se cumplan sus objetivos. Creo que estamos un poco en eso. Ahorita contribuí a una iniciativa para introducir la laicidad del Estado a nivel constitucional, tratando de que haya elementos que delimiten estos errores, intencionales o no intencionales, de los propios funcionarios.
En su libro Entre la fe y el poder usted ya mencionaba la intención de la Iglesia católica por tener presencia en la radio y la televisión; hoy es una realidad.
La jerarquía católica ha empleado dos estrategias al respecto, después de haber rechazado en 1992 la posibilidad de que las iglesias operaran medios, pues tenían miedo de que las iglesias evangélicas accedieran a éstos. A su vez, éstas rechazaron la posibilidad porque temían que la católica tuviera un súpercanal desde el Vaticano. Realmente las reformas constitucionales y la propia ley de asociaciones religiosas estableció que iglesias y asociaciones no podían poseer ni administrar medios de comunicación electrónica. Sin embargo, poco a poco empezaron a modificar su posición y a empujar por cambios. De hecho, a la propuesta de ellos le han puesto una etiqueta con bonito nombre, que hay que leer con mucho cuidado, que es la “libertad religiosa”. Desde su perspectiva, (esta libertad) incluiría el derecho a poseer esos medios electrónicos y administrarlos. Según la información que yo tengo es que obtuvieron una especie de concesión que alguien les otorgó y que se tradujo en este famoso canal María Visión.
¿Ad gentes es antecedente de María Visión?
Ad gentes era más internacional, una propuesta general que suponía adaptar a las situaciones nacionales, porque obviamente las legislaciones son diversas y las propias estrategias de los episcopados católicos han sido muy distintas en los países. Hay lugares donde no hay limitación y han desarrollado redes de radio, como en Italia. En otros han tenido otras estrategias consistentes en comprar tiempos en las redes establecidas.
Respecto al caso mexicano, Blancarte afirma que el Episcopado ha titubeado respecto a su postura por buscar una nueva reglamentación, “porque obviamente no todos están de acuerdo en cambiar las leyes (…) Me da la impresión de que ha habido titubeos por todas esas razones y además hay una incapacidad, no sólo diría técnica, sino conceptual para hacer algo realmente moderno, atractivo y que llame al público como ellos quisieran”.
Y sobre la presencia de la Iglesia como administradora de un medio electrónico, apunta que: “legalmente eso es muy difícil de localizar, porque generalmente son instituciones que aparecen bajo nombres de laicos y no de la propia Iglesia y, al mismo tiempo, de que culturalmente es también muy difícil programar el cierre de una estación, aunque sea ilegal, tratándose de la Iglesia católica: ya sabemos que por razones culturales estamos muy condicionados y la ley no se ha aplicado pareja a todas las asociaciones religiosas.
Televisa, por el diezmo
Habla que te escucho es el nombre de uno de los programas que la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) transmite actualmente por Televisa (Canal 4), todas las madrugadas. Ya en julio de 2004 etcétera ubicaba a la Iglesia de la Gracia como el antecedente de esta asociación, surgida en Río de Janeiro, Brasil, encabezaba por Edir Macedo Bezerra, quien decide abandonarla al reclamar el 50% de las ganancias obtenidas. Resultado del cisma a raíz de esta reclamacion surge A cruzada do caminho eterno y la Igreja Universal do Reino de Deus (IURD), la cual desde sus orígenes eligió la radio como plataforma de propagación evangélica.
Durante las ceremonias de la IURD, tres cámaras graban desde diferentes ángulos. A la entrada de la iglesia, que está en las instalaciones de lo que fue el cine Jalisco, decenas de edecanes, la mayoría pastores y “voluntarios” vestidos con traje de color azul y corbata, indican a los asistentes por donde avanzar. Durante todo el acto también se distingue al equipo de seguridad de los “obispos” La vendimia de los DVD y periódicos propagandísticos de la secta no faltan. Conforme avanza la ceremonia, el obispo Paulo Roberto pide el diezmo en un sobre y después invita a los asistentes “a dar un paso de fe”, lo que significa hacer una aportación de dos mil, mil o 500, pues “haremos una fuerte campaña de evangelización por televisión” y de algún lado tiene que salir el financiamiento de los programas. La sesión termina y la gente se acerca a pedir bendiciones a los pastores. De repente entra un hombre alto y delgado. En cuanto la gente lo ve, le rodean. Se le pregunta a una mujer que lleva en sus manos una foto de alguien que parece su hija: ¿Él es el de la tele? Sí, es él. ¿Cómo se llama? Obispo Franklin, contesta.
Ricardo Sevilla, vocero de la IURD en México, habla sobre el tema de la “libertad religiosa”:
“No es solamente una obligación como seres humanos, pues institucionalmente está ahí y lo único que nosotros hacemos es hacerlo valer. Es por lo que estamos abogando y no sólo para nuestra opción, sino para todas las opciones religiosas que puedan existir. Lo que queremos nosotros, más que una libertad, es un respeto.”
Sevilla, antes colaborador de Excélsior y Milenio Semanal, se refiere al tema de la transparencia de la asociación religiosa que representa:
“A la vista de todos abrimos la información, dando los boletines. Todo lo que nosotros hacemos está consignado en los medios que tenemos, que es radio, televisión y prensa. Tenemos un periódico, la gente lo ve y nuestro mayor acercamiento es con las personas que menos tienen…”.
Al ser cuestionado sobre los términos contractuales entre su iglesia y la televisora de San Ángel, Sevilla dice desconocer la información:
“Este contrato con Televisa obedece más a asuntos administrativos, que no podría decir en que consistieron; pero hacemos un gran esfuerzo, pues todo lo que nosotros recibimos de diezmos está a la vista para pagar esos medios.”
Finalmente remarca:
“Somos una asociación religiosa y cumplimos con todos los estatutos marcados por la ley, también por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, como por la Secretaría de Gobernación, incluso (señala hacia una placa en el lobby del teatro) ahí está la aprobación de la Segob. Estamos legales en todos los aspectos. Nosotros no tenemos ninguna rispidez con ninguna persona, ninguna empresa, ningún medio de comunicación”.
Así se sienten las Iglesias en la televisión, cómodas, pues sus jerarcas cantan, publican, sermonean y buscan dar su mejor ángulo sin ningún miedo. Ya aparecen camufladas en una cultura mediatizada casi hecha a su medida; sin embargo, el hábito no hace al monje y el evangelio de la televisión aún no se propaga totalmente.