Transición mediática, oscura y compleja

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Todo mundo lo sabe y lo padece: la famosa transición económica y política que viviríamos con Fox se quedó en una simple alternancia. En 2000, había planes con el objeto de crecer en 10 años al anhelado 6% anual; la realidad es que en la presente década no llegamos al 1.5%. Y en los próximos

15 años, se prevé, el índice será menor al 3%, si bien nos va. Es decir, estamos atrasados.

En los medios las cosas no van mejor, sobre todo en tres cuestiones: opacidad, la insistencia en favorecer a unas cuantas empresas y el crecimiento que va a paso de tortuga.

¿A qué nos referimos?

En primer lugar, los medios no informan qué pasa en su interior. Ello, lejos de ganarles simpatías y audiencia, muestra cada día que los ciudadanos ya no se chupan el dedo y ven con recelo, cuando no rechazan, a quienes actúan sin dar cuenta de lo que ocurre en su entorno.

En los impresos, por ejemplo, hay crisis económica en la mayoría, así como despidos a granel. Lejos de pugnar por reformas profundas que a todos beneficien, la mayoría intenta quedar bien con los factores reales de poder y conseguir, por ese medio, los favores que necesita. Eso muestra que el cambio no ha llegado a los medios sino que ahora, sin plegarse totalmente al boletín oficial, lo que intentan es ser críticos al tiempo que aceptar las filtraciones y apoyos del gobierno.

Un caso muy notorio lo vimos con Gómez Mont. Varias columnas dieron a conocer información “privilegiada” que era una copia de lo que se escribía en otro impreso. Campaña que, repentinamente, cesó y ahora se ensalza a quien debió irse pero sigue aferrado a la silla. Más ahora que Felipe Calderón incluso puso en duda las alianzas. Éste, además, dijo que su “posición ha sido siempre de respeto al ámbito de decisión del PAN”. (¿Y los ungimientos de Germán Martínez y César Nava? ¿Y el pastelazo de Miguel Ángel Yunes? ¿Y el poder de Mariana Gómez del Campo en el DF?).

Ante las dificultades económicas, varias publicaciones han tomado determinaciones incorrectas: despedir a reporteros, incluso calificados; aceptar a muchachos sin contrato de trabajo; reducir los espacios importantes, básicamente los dedicados a cultura, que ahora va hasta en secciones de espectáculos; desechar a colaboradores sin explicación, dándoles largas e incluso sin pagarles sus escritos (yo mismo sufrí esa agresión en El Universal a manos de Alejandro Páez Valera). Hay, lógico, varias demandas judiciales contra diversos impresos.

Internet, sabemos, ha desplazado, y sobre todo en la crisis que vivimos, a los periódicos que se venden en la calle. El cambio es lento y difícil. Ello porque la red de redes es otra cosa -no lo escrito y ya-, la posibilidad que todos participen, en la medida de sus oportunidades.

Estamos en una época en que lo “viejo” no acaba de morir y lo nuevo apenas comienza a emerger (Marx, dixit) y no tiene los elementos para desplegarse totalmente. Ello queda muy claro en: La prensa después de Gutenberg, de Jean- Francois Fogel y Bruno Patiño (Punto de lectura). Pero, además, dicha transición “explica en gran medida las crisis recurrentes, éticas y económicas, de la prensa tradicional. Internet no es un medio más, significa el fin del periodismo tal y como se ha entendió hasta ahora”.

Y añaden: “En la red mundial ha nacido una nueva prensa y los periodistas se ven obligados a revisar su relación con la audiencia”. Certero. Mientras los diarios caricaturizaban a Hugo Chávez en su enfrentamiento con Álvaro Uribe, en YouTube y Facebook se reproducía la explicación de Evo Morales, en la que señalaba la provocación del presidente colombiano y su desdén por la integración latinoamericana. Versión diferente y contrastada a la de la prensa

¿A quién hacerle caso?

Es cierto, la mayoría continúa atenido a la radio, a la televisión y a los diarios, pero quienes entraron a los nuevos medios tienen herramientas para cambiar mucho de lo actual. Y se rezagarán aquellos que siguen con los viejos métodos, sin entender las transformaciones que se necesitan.

En Internet estamos atrasados por una administración federal que no sabe qué hacer en este y otros terrenos. El asunto es preocupante, ya que en el llamado BRIC (Brasil, Rusia, China e India) da pasos gigantescos al respecto. Incluso Estados Unidos bajó del primer lugar al treceavo. Aquí, Marcelo Ebrard ha prometido banda ancha y gratuita para el DF. Ojalá no se postergue. Las sentencias de la SCT en contra de Multivisión y TV Azteca, más la aparición de Foro TV plantean una situación a discutir. Pero lo comentaremos en nuestra próxima entrega.

Por ahora recomendamos el reciente libro La Ley Televisa y la lucha por el poder en México, de varios autores, donde el consorcio de Azcárraga Jean sale mal parado, aunque en la realidad va ganando la batalla por las debilidades felipenses.

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