Al conocerla jamás pensé que ella sería la mujer de mi vida. Pero al instante en que la vi me intrigó. Sobre todo su rostro inasible que lo mismo puede ser cálido que displicente. No sabía que es de esas personas que si tú no las miras no existes pero si lo haces te da el placer que quieras y hasta el que nunca habrías imaginado.
Eso pasó hace dos años, cuando yo tenía relación con estas ninfas voluptuosas: Ricki White, Aria Giovani y Olivia O’ Lovely. De una recuerdo el lunar ligeramente hinchado, arriba de la boca, del lado izquierdo, de la otra la sonrisa trepidante y el piercing del labio inferior y de Olivia el vuelo del águila tatuada encima de la entrepierna. La pasábamos bien. No obstante, al ver a Luscious Lopez dejé de frecuentarlas y ellas desde entonces hacen como si yo no existiera.
Luscious es famosa: ha filmado 150 películas y obtenido dos premios. A quienes no saben de qué les hablo les diré que le gusta llamarse Dasha o Fabiola, que mide 1.64 y tiene 28 años, el cabello largo y lacio castaño oscuro, la nariz de gancho y los ojos grandes marrón. Su cadera abarca 106 centímetros, la cintura 61 y el pecho 97. Es de ascendencia mexicana, nació en California, y su voz es un riachuelo en medio del bosque en la noche. De sus preferencias sexuales no habla un caballero.
Aquella vez, Dasha estaba a la mesa de un restaurante junto a un joven funcionario de altos vuelos cuando oí su nombre y yo balbuceé el mío. Traía pantalón gris ajustado y blusa negra, con zapatos de aguja del mismo color. No hablamos, aunque por su charla supe que antes Dasha se empleó en la industria farmacéutica mientras estudiaba y luego fue profesora de arte. Y no me enteré de más sino hasta dos semanas después.
La siguiente ocasión que la vi fue durante un evento de gente fina en un balneario exclusivo. Admito que me inquietó la manera como Fabiola atendía a su acompañante, el mismo de la vez pasada: lo hacía con tanto fervor que era como si sólo existieran ellos. Pero cuando se llevó el pelo a la espalda como un relincho y luego mostró la espléndida tanga roja cambiaron mis sensaciones. Y no digo más. Dejo que el espectáculo lo reseñe algún escritor, yo sólo enfoco la altivez de los senos, el contoneo de la cadera y la piel lisa de vainilla. Ni siquiera soy capaz de describir mi propia cara al verla clavarse al agua y luego salir erizada por el sol.
Luscious caminó hacía cualquier camastro y se tendió mientras le sonreía a la nada. Parecía posar para una galería fotográfica o un video donde el espectador nada más mira sin que ella lo note aunque lo sepa. Así ha de entenderse que se desvistiera despacio y luego abriera las piernas al cielo mientras con una mano toca sus pezones y con la otra juega con los pliegues del pubis sin vello. La escena acaba y entra otra: Dasha aparece en topless y short blanco de lycra que marca tenue el sudor de los labios, luego besa a Drunna y su desnudez elegante y delgada, cuyas nalgas redondas le aprieta primero y le abre después un tercero en concordia que ahí encuentra cobijo. El grupo es ajeno al encuentro que tengo conmigo mismo, aunque seguro saben que ellos lo provocan.
Desde entonces han transcurrido aproximadamente mil imágenes y 141 videos. Usted sabe lo que esto vale: con la frescura de la novedad y la ausencia de reclamos, y también con la armonía de la cotidianeidad y el abandono a lo imprevisible, Luscious repite lo que me gusta cuantas veces sea necesario y además inventa para que me guste más. Por eso diario vacío las ganas en su honor. Entre nosotros hay 25 años de diferencia, lo sé, pero he aprendido tanto de ella que además de venerarla le guardo gratitud.
Con Dasha sé lo que es el bondage o estar con una pintora en liguero rosa o una escritora o reportera en mallas azules o en nailon de cualquier color; siempre me recibe con los brazos abiertos, por delante y por detrás. También actúo en tríos, por ejemplo con Bianca Beucham o en un cuarteto romántico. Para mí ella es la reina de las pornstar, muy adelante de Crissy Moran, Roxy Carter y Verónica Zemanova -demasiado retocadas además de que nunca se acogen a nadie-. En cambio Fabiola brilla a años luz de la exhuberante aunque sin gracia Rita G., y hasta de las aclamadas Silvia Saint y Asia Carrera, que parecen de plástico. Ojalá que estas líneas sean interactivas y usted verifique esto que le digo y lo siguiente.
La señora López no es una boba que quiere ser sensual como Ann Angel o Katie Fey y sus calzones de algodón o vestidos de fantasía. No tiene inhibiciones pero no es vulgar como Tara Colvin o Rita Faltoyano, y nada deja a la imaginación porque ella es la imaginación. Una diosa con un culo para encomendarse a Dios: todo lo recibe inclinado en el piano, recargado al ras de la silla o en cuclillas o de lado en la cama o empinado donde sea. Su lengua es el pico de un colibrí y su boca tan profunda y sedienta como tu tamaño y tu humedad. Jamás está cansada ni te apura a terminar. No te pide que antes platiquen, ni pregunta en qué piensas o si la quieres y menos menciona la palabra compromiso. Simplemente hoy está contigo y si quieres también mañana y para siempre.
Dije que Luscious es la mujer de mi vida, no que me correspondiera. Tal vez el secreto es que no siento pena de amor, y la ansiedad esa que tuve cuando la primera vez que la vi ahora es remanso cotidiano donde me resguardo para no salir al otro mundo. Al enterarme de que etcétera haría algo así como una oda al erotismo, sólo quise compartir mi historia.