No sé si el Presidente evoque otra vez a Carlos Castillo Peraza. Pero dentro de ese porvenir posible, ahí están dos citas que aun podría hacer suyas:
“Hay que pensar en la política másallá y más hondo que la tan sencilla como necesaria aritmética electoral (…). Las luchas por la democracia no son sólo de tipo electoral, tienen contenido superior, ético y, por ende, cultural. Toda transición política es, si quiere ser auténtica, transición cultural, paso de unas ideas, normas y expresiones, a otras ideas, normas y expresiones que juntas orientan las acciones en tiempos y lugares distintos”.
O esta otra:
“Sueño con un partido claro y bien organizado por claro: porque la claridad no viene de la organización. La claridad viene de la reflexión. La reflexión que muchas veces hemos dejado de hacer por sentido ‘institucional’ o porque nos comen las campañas electorales y nos neurotizan las escaramuzas políticas. Un partido que se siente a pensarse a sí mismo frente a retos nuevos, pues cuando aún no hemos resuelto los problemas de ayer ni los de hoy, ya están aquí los de mañana”.
El contexto del contexto
En 1996, Carlos Castillo Peraza le escribió una carta a Felipe Calderón, entonces presidente del PAN, donde lo caracteriza como un hombre profundamente desconfiado.
