Oigo y leo a muchos obradoristas asumir la defensa de la causa rusa, no la de Ucrania. En algún sondeo, (con las reservas del caso) por cada obradorista pro-ruso había otro a favor de Ucrania, en cambio entre los no obradoristas por cada pro-ruso habían 18 pro-ucranios. No debe ser casualidad. López Obrador tardó varias horas antes de emitir una condena franca, hasta que probablemente alguien lo convenció de que no convenía a México alejarse del bloque occidental en estas circunstancias (quizá Ebrard). Pero su corazón parece estar más con Rusia que con el bloque occidental, negándose a formar parte del boicot económico contra Putin. Y es que él metió a Morena (y antes al PRD) al Foro de Sao Paulo, no por compromiso, sino por convicción. Y ahí prevalece como fundamento ideológico todavía el marxismo; se habla y se exalta a Marx, Lenin, Castro, el Che Guevara. El “socialismo del siglo XXI” que el Foro impulsa es de hecho el marxismo adaptado a las condiciones actuales, muy distintas ya a las del siglo XX donde todavía era posible hacer revoluciones armadas exitosas.
Los marxistas de América Latina, pese a su admiración por Cuba, se percataron que era ya muy difícil repetir la aventura (los nicaraguenses lo hicieron). Por lo cual no quedaba más que entrarle al juego de la “democracia burguesa”, ocupar cargos de elección popular y cuando fuera posible, la presidencia misma. Desde ahí se iría concentrando el poder, también dependiendo de las condiciones de cada país (México no es igual a Nicaragua, por fortuna), pero siempre con la meta de desarticular o controlar las instituciones democráticas que contrapesan al presidente. En esa medida, será posible ir aplicando el proyecto del socialismo del siglo XXI sin oposición, sin trabas, sin demandas legales que entorpezcan los proyectos. Evidentemente en eso ha estado AMLO, sólo que México resultó un hueso más duro de roer por la relativa fuerza de algunas de sus instituciones, y por la cercanía con Estados Unidos.
Dice el documento Consenso de Nuestra América, firmado en Managua, Nicaragua, en 2017, “año del centenario de la Revolución de Octubre y 50 aniversario de la caída del Che”, está dedicado al comandante Fidel Castro, “y es una respuesta a la ofensiva imperial de nuestros adversarios, pues constituye el primer documento programático que ofrece el Foro de São Paulo a las fuerzas de izquierda y al pueblo latinoamericano”. A partir de esto, ¿cuál es la política exterior bolivariana, es decir, la que está trazada en el Foro de Sao Paulo? De entrada establece una política de ayuda mutua; los partidos bolivarianos que logren llegar al poder ayudarán a otros gobiernos afines en lo que puedan, y a los partidos a alcanzar el poder. En particular, se trata de apoyar a gobiernos que, por su avance bolivariano, son sujetos de ataques de Estados Unidos y los países de derecha (Venezuela y Nicaragua en particular). Eso lo hemos visto en México, aunque con algunos malabares y ciertas limitaciones dada la presión norteamericana.
Pero también se trata de enfrentar como subcontinente (suponiendo que ya toda América Latina o la gran mayoría fuera bolivariana), a quien encabeza el neoliberalismo (pues parte de este proyecto es erradicar ese modelo de manera definitiva); Estados Unidos. Y, como herencia de la guerra fría, la otra potencia mundial que podría generar un contrapeso no es Europa, aliado de Estados Unidos, sino Rusia. En otro documento, llamado “Entre la globalización neoliberal y el proteccionismo imperial”, se dice “Las industrias de Europa y EUA también necesitan las materias primas de América Latina y el Caribe, pero sus posibilidades de penetrar en la región se complicaron tras el surgimiento de gobiernos progresistas y de izquierda que derrotaron el ALCA y ampliaron sus lazos con el BRICS, sobre todo con China y Rusia. Esa es una de las más poderosas razones de la ofensiva imperialista desatada en los últimos años, tanto contra Rusia y China, como contra los gobiernos de izquierda y progresistas en el subcontinente”. Las alianzas naturales de los bolivarianos –incluyendo los de México-, son Rusia y después China. El enemigo natural es Estados Unidos y en menor medida Europa Occidental. Pero México no tiene mucho margen para adoptar al menos cabalmente la política exterior bolivariana por nuestra posición geopolítica y los tratados con EEUU. Pero eso no significa que en este conflicto, los bolivarianos no sigan fieles a su referente internacional: Rusia.