Que sea ilegal, ya podría ser el menor de los males, la consulta ciudadana que anunció Andrés Manuel López Obrador para que los mexicanos opinen si quieren que el Ejército continúe en las calles, es un disparo directo al corazón del INE.
Ya lo hemos dicho aquí, el ataque que viene es en contra del órgano electoral, tal vez el más ansiado por el presidente que lleva 16 años contando la mentira de que el INE, entonces IFE, le arrebató el triunfo presidencial en 2012. Desde entonces su deseo ha sido destruir al Instituto Nacional Electoral aunque, claro, simultáneamente se sirvió de las reglas y el árbitro electoral para acceder al poder y luego, desde ahí, dinamitar el INE.
Van cuatro años y no lo ha logrado, pero digámoslo con claridad: la consulta militarista tiene ese objetivo: decirle a la sociedad incauta que la Secretaría de Gobernación puede y debe ser la encargada de organizar las elecciones. Esto, mientras en el congreso Morena y sus partidos satélites intentan moldear una reforma electoral que convenga a sus intereses y empiecen a circular los nombres de quienes van a sustituir a los consejeros Lorenzo Córdova Vianello, Ciro Murayama Rendón, Adriana Margarita Favela Herrera y José Roberto Ruiz Saldaña en abril del próximo año.
Ese es el camino, lo que significa no un retroceso sino un peligro inminente para la democracia mexicana. Acabar con el INE como lo ha hecho el gobierno obradorista con la CNDH, implicaría la instauración del régimen de la 4T.