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sábado 28 septiembre 2024

Trazos de historieta

por Marco Levario Turcott

Este texto fue publicado originalmente el 1 de abril de 2004


Si etcétera fuera una historieta usted vería a un grupo de expedicionarios en los mundos fantásticos del cómic con la misión de desagraviar a la historieta, considerada por muchos como hija bastarda de la pintura, la literatura y el cine. Pero esos serían puros cuentos, intercambio estéril, y para cuentos mejor nos quedamos con los de las historietas (aunque no con todos).

Otro cuadro épico habría sido blandir la espada contra las fuerzas oscuras del mal por la propaganda que han hecho en el nombre de la historieta y así pasar de las aventuras del Príncipe Valiente a las desventuras de la honestidad valiente. Preferimos las primeras, pues aunque siempre hay de historietas a historietas, las historietas que parecen historietas no son historietas.

Entonces quisimos dibujar historietas aunque sólo fuera con algunos trazos de su historia, para comprenderlas en tanto medio de comunicación de masas que tiene guiones, lenguajes y expresiones artísticas tan ricas y contrastantes como la imaginación y tan complejas como la situación que representan ahí y donde surgieron y se desarrollaron, algunas veces en tanto formas de censura y otras contra la censura y otras veces nada más porque dibujar e inventar fue y sigue siendo un pasatiempo que vale la pena.

Revisar las historietas es una forma de escudriñar el mundo. Más aún si con la complejidad de esa tarea preguntamos por qué provocan el entretenimiento que provocan, como el tren que son para las diversiones pasajeras, las fugas sistemáticas, las recreaciones fantásticas o las expresiones diso-nantes. Y si la respuesta es nada más porque sí, entonces hay quienes pueden entregarse a sus placeres y leerlas sin el prurito o el desdén de los iniciados, que también son héroes, ad-mitamos, aunque algunas veces lo sean de malas historietas.

Por todo esto lo invitamos a que siga con nosotros una travesía por el mundo de la historietas, a que si ya las conoce disfrute al recrearlas y si no se adentre a los territorios ignotos de los monstruos y las epopeyas, de las mujeres bellas y los hombres inescrutables, de los seres de otros universos y los héroes y antihéroes de éste. Y es que, como sucede con la vida misma, el final feliz no lo garantiza nadie, ni siquiera las historietas.
Este es el resultado de la travesía.

El origen de las especies
Discernir el origen de la historieta es un vulgar y tedioso tema de historieta, conflicto estéril que, como sucede con todos, la mejor forma de resolverlo es no enfrentarlo. Aquí decidimos hablar de los orígenes, así, en plural, con la certeza de que se sitúan en la segunda mitad del siglo XIX.

Al merodear por esos altiplanos vimos los vestigios del feudalismo, la pujante industrialización europea y el fortalecimiento de las ciudades como el epicentro de la disputa política, social, científica, cultural y aun religiosa y que, por cierto, tuvo en la imprenta el principal modo de difusión. En ese traslado, también leímos el entusiasmo de Michelet por el tren que lleva al escritor de Londres a Liverpool: “Cincuenta leguas en cuatro horas. Nada puede dar idea de la escalofriante velocidad con la que se desliza, como en un cuento de hadas, este sorprendente panorama”.

Pero nuestros cuentos son otros y remiten a las hadas también, al lado de otras fantasías épicas, justicieras, policiacas, libertarias, lúdicas, amorosas e incluso eróticas. Naturalmente aceptamos que el contexto en el que se originaron es ineludible y que en algún momento que es éste dibujaríamos a la Europa del siglo aquel y al ascenso de los nacionalismos; en otro que ya también es éste trazaríamos las sublevaciones obreras y campesinas y el alto analfabetismo, y en uno más que cubrimos ahora, a las disputas intelectuales sobre el origen de la vida y hasta señalaríamos la fascinación provocada por el célebre libro de Darwin que tuvo un tiraje inicial de mil 250 ejemplares cuando entonces el diario The Ilustrated London News tiraba cinco millones.

Como se ve, siempre estuvo presente el demonio de la dispersión y no estamos seguros de haberlo espantado. Menos cuando entre las tensiones naturales de la mesa de redacción alguien sugirió iniciar con un paralelismo para demostrar que la seriedad de las historietas en aquel siglo era la misma que los dichos de los seguidores de la teoría de la “generación espontánea” en el sentido de que de la nada puede surgir la vida, o la de aquellas candorosas expresiones de Spencer en las que afirma que el hombre puede lograr la felicidad si logra equilibrio con la naturaleza.

Rechazamos la opción con movimientos y ruidos similares a las onomatopeyas escritas de las historietas e hicimos lo mismo con la petición de ser acuciosos con la incipiente pero vigorosa propuesta cultural del realismo contra el romanticismo y que fue desde donde, a pesar de su declive, nacieron las aventuras de Robinson Crusoe o las de Peter Simple, además de los viajes fantásticos de Julio Verne, entre otras narraciones.

Nuestras historietas son otras; lo supimos siempre. Y por eso despreocúpese, que en adelante no le diremos nuestros otros devaneos. Sólo agregamos que en esos días en Europa, pero sobre todo en Alemania, soplaban tiempos de guerra por la determinación de Bismarck por unificar a esa nación peleando contra Dinamarca (1864) y luego contra Austria (1866) para luego ir contra Francia. Y que a eso deben añadirse las intervenciones militares de Austria en Italia, de Francia en España y de Rusia en Polonia. En tal situación Víctor Hugo exclamó:

“¡No, no! La humanidad no tiene por destino estar sentada inmóvil en el umbral frío de las tumbas.”

¿Generación espontánea?

En esas condiciones vivió Wilhelm Busch, considerado el padre de la historieta por algunos expertos. El dibujante y guionista creó en 1865 la tira Max und Moritz, que narra el periplo de dos niños traviesos ajenos a las vicisitudes del país, mientras la prensa constataba las admoniciones de la Quanta Cura de Pío IX, en las que entonces denuncia “los errores modernos” y exige volver a lo básico de la creencia en Dios que para un Hegel que casi nadie leía era la idea absoluta expresada en el Estado.

Tal vez debido a esas condiciones de sopor y de ignorancia es que Busch tuvo el mismo éxito de Bismarck cuando éste advirtió que ningún alemán podía morir hasta fumar cien mil puros y beber cinco mil botellas de champaña. El artista alemán retomó la técnica romance de la litografía, recurso desde el que ya habían sido impresas las obras de Dumas y Goethe. Cuando decimos esto hay que tener en cuenta el invento de la rotativa extendido entre 1850 y 1885; antes de esos años se imprimían ocho mil ejemplares de una página por hora y luego, desde la rotativa, salían 96 mil de 12 páginas. (Además, ahí está el invento del telégrafo y el recurso postal que en la Alemania de Busch, poblada por 40 millones de personas, que significaban 50 cartas por cada habitante transportadas en la floreciente industria del barco de vapor.) No por nada Edmond About afirmó en 1864: “En nuestros días no hace falta más que un mes para que una idea dé la vuelta a la tierra.”

Cuando About lo dijo, Reuters era la agencia británica más poderosa del globo, las palomas mensajeras apenas habían cedido el vuelo al telégrafo y todavía el mundo estaba a 12 años del teléfono, a 58 de la radio, a 72 de la televisión y a poco más de un siglo de Internet.

Y sin embargo, las dudas. A pesar de lo dicho hasta aquí no discernimos sobre el origen de la historieta porque es imposible evadir las historias de Dickens que fueron ilustradas en diarios y revistas, como también lo fue la crítica de Balzac desde donde se flagela a los pujantes hombres del dinero, pero no sólo eso. Además, el escritor es pionero en la crítica a los medios de comunicación, como consta en esta frase que hizo decir a uno de sus personajes:

“Todos los diarios son cobardes, hipócritas, infames, mentirosos, asesinos; matarán las ideas, los sistemas, los hombres, y precisamente por eso florecerán.”

Lo que habría dicho Balzac frente al televisor.

En Dios confiamos

En todo momento advertimos que los expertos podrían decir que aquellas no son historietas porque, entre otras cosas, éstas tienen la característica del globo como espacio de diálogo entre los personajes y, entonces, advertirían que en tal sentido ahí están los dibujos del inglés Wiliam G. Baster en 1884 o seis años después las revistas de Inglaterra Chip y Comic Cuts.

Otra discusión sin salida es la que se remonta a 1800, cuando el inglés James Gillray publica la primera aproximación de la historieta con una sátira biográfica sobre Napoleón Bonaparte. Pero sobra quien recuerde al suizo Rodolphe Töpffer como el primer autor europeo por sus historietas de 1840 y porque su estructura está más cerca de lo que conocemos actualmente como historieta. Si constatamos esos puntos de vista, mencionamos también al primer personaje inglés de tiras, Alley Sloper, creado por el ya citado W. G. Baster para una edición especial en 1884.

Con un manotazo autoritario a la mesa, aquí son frecuentes, dijimos que sea como sea, Alemania, Francia o Inglaterra y, como veremos también Estados Unidos, usted podría escoger la denominación de origen de las historietas. Incluso algunos atrevidos mencionan a México porque en 1880 la cigarrera El Buen Tono inserta en cada cajetilla la saga Historia de una mujer, serie de 102 litografías hechas por el pintor catalán Eusebio Planas. Si esas tenemos, nosotros, desprovistos de patriotismo para algunos, recorda ríamos las ediciones de The New York Herald y los anuncios que, junto con los respectivos dibujos, se difundían en 1867 para alabar unas píldoras curativas de todo. Así lo haríamos también frente al afán de encontrar en México la piedra filosofal de las historietas y sus recuerdos de las primeras estampas religiosas del siglo XVI o las ediciones ilustradas de cómo nos veían los europeos al finalizar el XIX. De las litografías mexicanas mejor ni hablamos, pues fueron hechas al menos 50 años después que las europeas. Con esa ruta, deberíamos llegar a las pinturas rupestres y discutir cuándo, dónde y quién hizo la primera. En ese hipotético y descartado esfuerzo creemos que ni los dioses aztecas ayudarían.

Como sucede con las historietas mismas, el tema de su origen no siempre es cosa de niños. En esta travesía mejor echaremos un vistazo a sus tradiciones y leyendas, sobre todo en Alemania, Bélgica, España, Francia, Inglaterra e Italia, y en América, Argentina, Estados Unidos y México.

Cava el viejo topo

He aquí entonces que desde “la rueda industrial cada vez más rápida e irresistible” (Michelet), saltamos de continente y más precisamente al norte de América.

El desarrollo de Estados Unidos es motivado por la vasta presencia británica aunque de inmediato adquiere una fuerte raigambre nacionalista y, en consecuencia, con sus propias convicciones económicas, políticas y sociales, y su propio aporte a la economía de libre mercado y al liberalismo político, fue fundamental para el robustecimiento del mercado de capitales y la incipiente democracia.

Aquella potencia no tenía el orden del desarrollo industrial alemán, ni la vitalidad cultural francesa ni la sagacidad inglesa para ejercer su predominio económico, pero tampoco tenía las convulsiones sociales ni los espasmos guerreros ni las controversias religiosas europeas y, por ende, su desarrollo económico fue más sólido y heterogéneo. Ahí, los medios de comunicación tuvieron un desarrollo formidable. (En 1866 se inventó la máquina de escribir y 14 años después también existió el primer vagón imprenta desde donde se instaló un periódico.)

Pero sobre todo, en Estados Unidos cobró auge otro de los antecedentes más importantes de la historieta como lo es la publicidad (nacida en Londres, en las páginas del Times en 1835 y que entonces dirigía John Walter). Para muestra una cifra: en 1850 el empresario Thomas Holloway gastó más de medio millón de dólares para dar a conocer en inserciones de diarios y en carteles, con las imágenes respectivas, sus pastillas milagrosas a los estadounidenses y al mundo entero. Y eso que aún faltaban 36 años para que John Pemberton inventara la Coca-Cola.

Tanto en Europa como en Norteamérica, la publicidad tuvo efectos pronto en las formas de comunicación, por sus frases y sus dibujos, y uno de ellos fue precisamente la historieta. Lo fue en dos sentidos, primero en la técnica del dibujo y el mensaje y luego como espacio de distracción que publicaban los diarios para que las páginas de publicidad fueran atractivas.

En Estados Unidos, Richard Felton Outcault publicó la primera historieta el 7 de julio de 1895 en New York World, de Joseph Pulitzer. Trata de un jovencito calvo, de orejas grandes que no habla y que porta un camisón de dormir amarillo sobre el cual casi están todos sus pensamientos mientras que los de los demás personajes están puestos en carteles. (Amarillo, porque ese color no lo registraba bien la competencia de New York World.)

El travieso Yellow Kid vive en el barrio pobre de Hogan’s Alley en Nueva York; siempre exagera las cosas y lo hizo de un modo tal que a él se debe el empleo del apelativo “amarillista” cuando nos referimos a las distorsiones de los medios de comunicación.

Dos años después del también llamado “Golfillo amarillo”, Outcault publica en el diario del principal competidor de Pulitzer, William Randolph Hearts. Trabaja en el suplemento mensual de ocho páginas en color The American Humorist, difundido en el New York Journal. Esto ejemplifica la intensa disputa que hubo entre ambos empresarios, que llegó a conocerse como “guerra amarilla” y que fue fundamental para que las historietas tuvieran impulso.

En 1897 Outcault se incorpora al New York Herald, donde publica varios trabajos, el más relevante un año después: Buster Brown. Son las andanzas de un niño malcriado, violento y rico. Journal respondió con Katzenjammer Kids, de Rudolph Dirks, en 1897. Katzenjammer Kids es la adaptación estadounidense de la obra de Busch y también sería conocida como El capitán y los pillos. A todas éstas le seguirían Little Tiger y Little Jimmy, de Swinnerton (1897) y en 1899, Las andanzas de Happy HolIigan, de Frederick Burr Opper.

Otra historieta innovadora fue Little Nemo, creada por Winsor Mc Cay, para muchos otro precursor de la historieta como la conocemos hoy en día. Mc Cay sobresalió por ser audaz en el encuadre, usar diferentes planos, ser preciso en los dibujos y dotarlos de argumentos inteligentes.

El hombre mono

Corrían los últimos años del siglo XIX y el mundo seguía asombrado por el desarrollo industrial y agrícola, los complejos urbanos y la consolidación de una nueva potencia en el Norte de América que, junto con Inglaterra y Francia, entonces provee al mundo 62% de los productos manufacturados. Impactado por lo que veía, en 1902 Picasso des-cribe con dibujos su viaje a París.

Pero el águila calva es la que ondea señorial sobre su territorio y el del mundo; la guerra civil norteamericana sólo es un fugaz mal sueño y el foxtrot, el blues y el charleston se abren paso tanto como los barriles de whisky en los salones y las fórmulas medicinales en las boticas, entre ellas la Coca-Cola, por ejemplo, para curar la jaqueca y el cansancio.

Hacía no mucho los cerdos corrían por los planos irregulares de Boston y Edgar Allan Poe publicaba sus cuentos en varios diarios sin que en ese momento se le diera el valor que merecía.

Ahora, ahí y en Atlanta, en Filadelfia, en Tennesse y California, sobre la construcción de las ciudades se yergue la promesa de los grandes negocios y las grandes fortunas. El tren sigue a todo vapor y la electricidad se expande; la industria automotriz también, encabezada por Henry Ford.

Estados Unidos tiene la tasa de natalidad más alta del mundo.

Es cuando William Randolph Hearts y Joseph Pulitzer, mediante una intensa y no siempre leal competencia entre ellos, impulsan grandes periódicos y a través de éstos a las historietas, como hemos visto (el primero, ya se sabe, inspiró a Orson Welles para crear su memorable película y, el segundo, daría sello al premio periodístico más reconocido en la nación americana). Hayan surgido o no en Estados Unidos, las historietas alcanzaron ahí su difusión masiva, a decir de todos los expertos en el tema.

En los diarios de ambos magnates circuló la primera tira donde el protagonista principal es un animal, Krazy Kat. Creada en 1910 por George Herriman, Kat padece el mal de amores y, como todos, el suyo tiene ilusiones, equívocos y frustraciones. Insensata, gata, entrega el corazón a quien no debía, o sea, a un soberbio ratón llamado Ignatz que le lanzaba certeros ladrillazos en la cabeza; su enamorada, ingenua y masoquista, recibía los golpes como actos de entrega. Ciega como el amor, la gata loca nunca vio que alguien la quería como sólo un perro sabe querer, el sabueso Pupp, un desdichado can que venga a su amada y termina con el coraszón desguasado y en la cárcel que –ah, las paradojas del amor– está hecha de ladrillos.

Pero en el mundo estadounidense color de rosa había más historias, como Los osos de California, de James Swinnerton para San Francisco Examiner del que era propietario Hearts. Los osos contaban chistes bobos, pero como ocurre en el mercado, también tuvieron su público. También por esos años nacieron las Family Strips, historietas que recogen episo dios hogareños como expresión de respeto a la familia; una de ellas fue The Gumps, de Sydney Smith, en 1917. Luego surgirían las Girl Strips donde las protagonistas principales serían mujeres; ahí se tratarían temas como la moda, Winnie Winkle, de Martín Branner; el desamparo, como en Anita la huerfanita, de la que hablaremos más adelante, y Blondie, una familia feliz, concebida por Chic Young, conocida en el mundo de habla hispana como Lorenzo y Pepita. Hubo también revistas en las que los hombres se ocupan de la moda y de los autos, con Gasoline Alley, donde por primera vez los personajes envejecen.

Aunque no tan memorables como Yellow Kid y Krazy Kat, entonces ya había cerca de 200 historietas en Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania. Esto, según Feature Service, creada en 1912, e International New Service, surgida en 1909. El dato no es menor, pues gracias a esas empresas los cómics tuvieron realce internacional por primera vez.

De acuerdo con Román Gubern, el primer sindicato –o agencia– lo creó Randolph Hearts en 1909 y fue precisamente el International New Service para uso exclusivo de los diarios de su cadena. La aparición de los sindicatos –siguiendo a Gubern–, es importante también por otros motivos: a) dar fin a una etapa periodística tradicional y en cierto aspecto artesanal, en beneficio de un más elevado nivel capitalista de división del trabajo y de la producción; b) hacer una amplia difusión internacional del material periodístico norteamericano, pues su distribución se extendió a todos los continentes, y como consecuencia de los dos anteriores, c) crear una estandarización de los materiales, procurando cierta homogeneidad de cara al mercado internacional y eliminando los aspectos críticos o agresivos que pudieran alejar clientes en países de costumbres, religión o principios políticos distintos.

Unidad y diversidad de los seres vivos

A Krazy Kat le seguirían otros felinos menos infortunados en el amor: Pumby, el gatito feliz, de José Sanchís Grau (1954 The Cat in the Hat, un libro ilustrado escolar de Theodor Seuss Geissel (1955) y 23 años después Garfield, de Jim Davis, además de otros como el sicalíptico Gato Fritz del que platicaremos más adelante.

Entre esos mininos, tal vez el más notable sea Félix, el gato, nacido en 1917 de la pluma del australiano Pat Sullivan en Inglaterra. Es la primera celebridad mundial en el cine sonoro de caricaturas; debutó en el celuloide en 1930 y, sin duda, sería más simpático que los sucedáneos en la televisión y el cine Tom, Silvestre, Don Gato, El gato con botas (un cuento clásico escrito por el francés Charles Perrault en 1697) y los Aristogatos, entre otros (sin contar a un indiferente héroe espacial, el gatito que acompaña a Ripley en Alien, el octavo pasajero). Entre maullidos y ronroneos, para platicar sobre Félix situémonos en los albores de 1914, cuando estalla la primera conflagración mundial que irónicamente fue para la Unión Americana una de las mejores noticias de su historia, pues junto con Japón resultó la más beneficiada de la decadencia del viejo mundo.

Europa tenía entonces 65 millones de habitantes y al final de la guerra perdió 15 millones. Su deuda económica con Estados Unidos determinó que el prestigio militar adornara a los ejércitos inglés y francés en 1918, aunque en realidad el ganador fuera el país que los financió; hasta 1919, Estados Unidos había prestado a Europa tres billones de francos. (¿En eso pensó el creador de Popeye cuando dio vida, en 1929, al personaje aquel conocido en México como Pilón, un gordito siempre dispuesto a endeudarse por una hamburguesa?)

El mundo se conmovía por la precaria situación financiera de Inglaterra. En menos de un lustro el país vio cómo se depreció la libra en 27% y cómo su capital internacional no excedía de 40 millones, cuando había tenido hasta 280. La producción agrícola apenas cubre 8% de su mercado, los movimientos obreros la estremecen y el sistema de salud no es suficiente. El mundo también está atento a la caída del zar Nicolás II en Rusia, a la primer revolución socialista de la historia gestada en ese país y, entonces, a la generación de un polo político y económico insospechado para el libre comercio y los grandes trusts financieros internacionales.

Con esta nuestra tosca y no exhaustiva máquina del tiempo ya estamos en los años locos, en la era del jazz proclamada por Francis Scott Fitzgerald. Es la década de la catarsis mundial o el optimismo infundado que proyectó desde 1917 a un nuevo personaje. Es un filósofo de la alegría; negro de ojos blancos y grandes y una sonrisa radiante a prueba de cualquier noticia, cifra o situación descorazonadora. Según varios historiadores, éste es también un testimonio de censura informativa sobre lo que ocurría en Inglaterra y en Europa occidental.

El gato filósofo de la alegría habla, canta y camina en dos patas. Feliz, frente a cualquier situación difícil antepone el optimismo y emprende el camino alegre hacía la reconstrucción del ánimo dislocado. Incluso en alguna ocasión al gato le explotaron varios kilos de dinamita en las manos, que las traía enlazadas hacía atrás en postura de reflexión. Inmediatamente después del estallido el minino sonreiría y de su boca saldría un “tururú”. El negro es acogido en la era de la discriminación racial estadounidense y su éxito ocurre justo cuando, al frente de los surrealistas, Breton lanza el célebre manifiesto en desprecio de los modos de pensar y de sentir del humanismo tradicional.

A través de las agencias informativas Félix extiende su fama; en 1924 sucede igual con Washington Tubbs II, creado por Roy Crane, con el que comienza la historieta de aventuras y suspenso. Como las agencias privilegian esos tópicos en lugar de la información, resurge Polly, creada en 1912 y a ella le seguirían otras mujeres liberadas o que buscan la liberación, Blondie y, más tarde, en 1923, Anita la huerfanita, de Harold Gray.

Uno de los principales iconos del género es la ingenua y al mismo tiempo coqueta Betty Boop que al lado de su inseparable Bimbo mira con indiferencia las locuras que los hombres estarían dispuestos a hacer en su honor. Al principio es una perra. Luego de 1922 –y cuando las primeras transmisiones radiodifundidas, para entretenimiento, tenían lugar– le recortaron las orejas, a la nariz la hicieron como un pellizco y a la pequeña boca fulgurante en rojo. Todo eso, gracias al equipo dirigido por Grim Natwick.

De vestido entallado y corto hasta donde comienzan las piernas, la ingenua vampiresa Betty provoca fantasías delirantes, más aún cuando diez años después la muestra el celuloide con una morsa que canta espléndido, pues era nada menos que el jazzista Cab Calloway acompañado de su orquesta. La tira de Boop sólo duró dos años porque no fue negocio, sin embargo, al paso del tiempo la mujer sería una celebridad (incluso dentro de amplios sectores feministas).

Sin duda aquellos años de fiesta y swing y de extravío de futuro serían la base de la época de oro de las historietas. La información no era negocio sino en una de sus vertientes que más la contradice, el sensacionalismo o las osadías impresionantes, como la del piloto estadounidense Charles Lindbergh, en 1927, que a bordo del monoplano Spirit of St. Louis hace la primer travesía sin escala de Nueva York a París.

La publicidad ocupa la mitad de los diarios estadounidenses y, aunque es menos preponderante, en Europa también tiene presencia. Las notas están mutiladas y deformadas, los espacios de reflexión se reducen y los escándalos tienen más relieve; la prensa de Lord Northeliffe anunció fallidamente 37 veces el asesinato de Lenin entre 1917 y 1922. En cambio, varios pliegos incorporan pasatiempos, ajedrez, novelas de folletín e historietas ilustradas, entre las que surgió en 1924 Wash Tubbla, de Roy Crane, una revista de aventuras basada en el cine y en la literatura. Con todo, a través de los diarios llegaron a conocerse Proust y Joyce; también Miller y Virginia Woolf.

Por aquel entonces es cuando surge una leyenda de historietas. Edgar Rice publica el libro Tarzan en 1912 y en 1929 surgiría como historieta a través de Hal Foster y Burne Hogarth primero, y Russ Manning después, hasta 1981. (En el cine, Manning también participó en otra saga extraordinaria: La guerra de las galaxias, de George Lucas.)

El precio era alto

La prosperidad de los 20 tendría un precio y el precio era alto; sería pagado entre héroes hermosos y malditos. Al ritmo del jazz y con la fama de Duke Ellington en los cielos, corren los años de la gran depresión estadounidense, pero también los de la época de oro del cómic de aquel país que duraría una década.

El cine es otra de las pocas empresas que no sucumben al zarpazo financiero en la banca internacional, si bien los consorcios tiene adecuaciones. En 1929 se producen en Estados Unidos 800 películas mientras que en Francia apenas 52. Charlot alude a los tiempos modernos, Greta Garbo se yergue impetuosa como la diva que fue y el Acorazado Potemkin, de Einsestein, y Un perro andaluz, de Luis Buñuel acaparan la atención mundial que subraya la crisis política y económica del mundo, pero sobre todo su desconcierto e indignación, como lo muestran también Sin novedad en el frente, El gran dictador y Luces de la ciudad, entre otras.

La crisis estalla el viernes negro del 24 de octubre de 1929 en Nueva York y en dos años quedan sin empleo cerca de diez millones de trabajadores en el mundo. El terremoto es industrial y agrícola y su réplica alcanza a todos los sectores sociales. Con la quiebra de la bolsa, el crack financiero y el pánico se extienden de una manera tal que la industria automotriz trabaja tres días a la semana en Estados Unidos, país que ya no puede dar más créditos a Europa. Además, las colonias asiáticas reclaman su independencia.

Los bancos se derrumban como filas de naipes y el 24 de septiembre de 1931 sólo permanecen abiertas las bolsas de Nueva York, París y Praga. Inglaterra pierde 163 millones de libras de inversión a corto y largo plazo. Nunca se había producido una catástrofe semejante, ni siquiera durante la Primera Guerra Mundial; en 1933 el candidato demócrata triunfante Franklin Delano Roosevelt da forma al New Deal y declara varias medidas económicas que alientan la intervención del Estado. La historieta Little Orphan Annie lo critica, mientras Mickey Mouse lo respalda.

Así nace la gran figura de la depresión, el 7 de enero de 1929: Tarzan y siete días después Popeye, cuando nadie imaginaba que invitar a comer espinacas llegaría a ser una broma de mal gusto. Surgido del talento de Elzie Crisler Segar, cada domingo en el Evening Journal de Nueva York, el marinero enseña cómo golpear al ventajoso para defender a su amada Olivia. (Diez años después, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, la imagen de Popeye sería utilizada en los afiches con los que la Armada estadounidense convocó a los jóvenes a sumarse a sus filas.)

En ese periodo se imprimieron más historietas que en los últimos 40 años, por ejemplo Buck Rogers, creado por Philip Nowlan y Dick Calkins en 1929, serie en la que influyó mucho la obra literaria de Julio Verne, y Dick Tracy, tira policiaca de Chester Gould que circula en 1931, a pocos días de la muerte de Al Capone.

También está la revista de humor y de recreación visual masculina llamada Jane (1932), escrita y dibujada por Norman Pett; Alley Oop, de Al Capp, en 1933, y Terry and Pirates, de Milton Caniff, en 1934, la primera en emplear la estética cinematográfica. Ese año Alex Raymond crearía El agente secreto X-9, Jim de la Selva y Flash Gordon y circularían Li’l Abner, de Al Capp, y Mandrake el mago, detective con capacidades hipnóticas, creado por Lee Falk.

Y como hay ocasiones en que la fresa no puede faltar, también en ese año surgió Little Lulu, creada por Marge Henderson Buell. Saturday Evening Post fue el primer diario que abrió sus páginas a las aventuras de la pequeña y sus amigos hasta el año de 1947, cuando Henderson dejó de dibujar la historieta y otros creadores como John Stanley, Randy Henderson e Irv Tripp se ocuparon de sus trazos y narraron las peripecias de Lulú y sus amigas por entrar al club de Tubby (conocido en los países de habla castellana como Tobi), que tenía vedado el ingreso a las mujeres. Posteriormente, el propio Tubby tendría su propia historieta en el año de 1953.

Además, es la época en la que inicia consistentemente la producción editorial mexicana, como lo prueba el nacimiento del primer cómic dedicado a un solo personaje, Adelaido, o el surgimiento de Paquín en 1932, que tendría mucho éxito, aunque, en ambos casos, se tratara de historias triviales entresacadas de las revistas estadounidenses en boga.

Tradiciones y leyendas

En esos años surgiría otro de los personajes legendarios de la historieta, sin duda influenciado por buena parte de las revistas mencionadas arriba, en especial por Terry and Pirates, el personaje de Milton Caniff, un rubio de aspecto infantil de pantalones bombachos que vive aventuras fantásticas
y épicas delirantes (luego Terry and Pirates sería una crónica de la Segunda Guerra Mundial). Al personaje legendario del que hablamos lo creó el dibujante y guionista belga Georges Prosper Rémi, alias Hergé: Tintín, que apare-ció en Petit Vingtiéme, suplemento dominical que Hergé dirigía, el 10 de enero de 1929 y su primera aventura fue “Tintín en el país de los soviets”. Hergé ambienta un país lleno de hambre y miseria donde los comunistas sólo mantienen el poder a base de pistolas. Un año después, Tintín se burla del mundo capitalista, critica la ocupación japonesa en 1931 y luego hace lo mismo con el fascismo.

Tintín es un reportero que durante 50 años jamás envejecerá ni publicará una sola línea porque uno de sus principales atributos es ser detective o luchador incansable contra el narcotráfico, por ejemplo. Con Tintín, además, en 1931 surge el estilo renacentista o la línea clara en el dibujo y con ésta, el arquetipo de personas, actitudes sociales y sistemas políticos, donde la línea tiene prioridad sobre el color.

El mensaje de la jungla

Edgar Rice Burroughs nació el 1 de septiembre de 1875 en Chicago, Illinois, precisamente durante el vertiginoso desar rol lo es tadounidense y cuando aún persistía la declaración de tierra ignota, proclamada en 1866, de la mayor parte de África, Arabia y la Amazonia.

A los 38 años , el viajero e investigador Rice terminó el trabajo memorable que consolidaría el género de aventura en la hi s tor ieta y que pondr í a a l hombre e n su hábitat natural como una forma de mos t rar un mundo olvidado donde el camello afgano es la única forma de comunicarse en el desierto de Australia o el de Sahara y los ríos son el único medio de unión entre uno y otro litoral en la selva africana. Desde ahí, desde los lugares más recónditos de la Tierra, surgía un grito esperanzador de civilización que para ser tal tenía que escuchar el murmullo o el rugido de los animales y el sonido del viento en su roce con los árboles. El rey de la selva era un mono y un hombre, el hombre mono criado por la gorila Kala, que habla con los animales y que al montar al león Numa o el elefante Tantor lucha contra otras fieras insensatas, incluido el hombre que sólo quiere el oro y que no respeta a la naturaleza.

En 1918 se realiza la primer adaptación al cine y el 7 de enero de 1929 llega a las tiras de los matutinos estadounidenses de la liana de Hal Foster y Burne Hogarth y luego de Russ Manning. Son inenarrables las aventuras con las que esa historieta influiría en la historia de las historietas. Viajes exóticos, luchas fantásticas, amores realizables y hasta, al salir de la jungla, gestas memorables extraídas de Las mil y una noches, son algunos de los desplantes temáticos que hacen de Tarzan un personaje entrañable que, con mucho, derrotó a la historieta competidora, Jungle Jim, creada en enero de 1934.

En 1932 Tarzan sería un éxito cinematográfico, encarnado por el campeón de natación olímpica Johnny Weissmuller, quien moriría en Acapulco el 20 de enero de 1984 dando los mismos alaridos de Tarzan aunque para espantar a los monstruos de la locura. El relieve de la obra de Rice se registra también en la serie de televisión de 56 capítulos creada en 1970 y protagonizada por Ron Ely.

Aun con altibajos, esa historieta se mantuvo exitosa hasta 1981 porque de entonces a la fecha ha tenido varios fracasos. Uno de ellos cuando en 2003 enfrentó al Depredador, en aquella pobre saga donde el extraterrestre, que antes había acabado con la civilización maya, también peleó con Superman y luego con Alien. Ni qué decir del cine en ese periodo.

Mientras hacía Tarzan, Foster creó otra historieta, la obra de su vida, con enorme solidez narrativa y recursos realistas del dibujo aunque no tuvo el mismo éxito porque no se apegó a los requerimientos de la industria. Es El Príncipe Valiente, ubicado en los tiempos del rey Arturo y luchador contra la invasión de los hunos, además de fiel representante de Italia y la Gran Bretaña de aquellos tiempos.

El mercado era tierra fértil para otras fantasías, en especial, para el sueño americano y la legión de héroes que velaban armas para luchar contra los malvados en la Segunda Guerra Mundial. Uno llega de un lugar insospechado del universo de nombre Kriptón del que es el último hijo (1938). Otro combate a los criminales depredadores de la noche como una forma de vengar el brutal asesinato de sus padres, cuando él era niño (1939). Uno más es simplemente un hombre con poderes sobrenaturales nacido durante la gran depresión para pelear contra los agentes del mal, aunque le duela mucho matar (1941). Entre ellos también está una maravilla de mujer, poderosa y sagaz que lucha contra los nazis (1940).

Los otros cuatro fantásticos

En 1936 el mundo se recuperaba de la crisis. La producción alcanza un 33% más de cuando antes de la depresión. El desempleo tiene niveles mínimos, el intercambio comercial florece y las industrias pesadas, mecánicas y químicas alcanzan niveles insospechados mientras la agricultura consolida a potencias y ofrece un amplio territorio de oportunidades, en América, a Brasil y a Chile, y en Europa a Finlandia y Noruega, principalmente. En 1936 en Inglaterra inicia transmisiones un maravilloso invento llamado televisión y tres años después, también en Estados Unidos. Durante los seis años que duraría la guerra, se interrumpirían las pruebas de transmisión.

El aumento en los índices económicos, sin embargo, no se da en países como Alemania e Italia, cuyo principal déficit se debe a la producción de armamento. Soplaban tiempos guerreros otra vez, el régimen fascista surgido en el país de la bota comandado por Mussolini y puesto a andar implacable por Hitler en Alemania fueron los factores decisivos para que la economía mundial terminara por fracturarse otra vez, más aún, para hacer una incisión en la memoria y las entrañas de la humanidad, sobre todo en Europa y Japón. En Italia circula una historieta de aventuras que exalta al hombre fascista, se llamó Dick Fulmine y en España sucede lo mismo con Juan Centella o Roberto Alcázar y Pedrín.

En 1939, la democracia la pasa mal. Hay dictaduras en Alemania, Italia, Hungría y Polonia, además de la otra, sustentada en una filosofía política distinta, en la Rusia socialista. Estados Unidos, sin embargo, se afianza como la primera potencia seguida de Alemania, y eso no sólo por su desarrollo económico ni por ser el vértice del comer-cio mundial, también porque, como los mejores propagandistas de sí mismos que son, los estadounidenses mostraban un modo de vida alternativo a los saldos de aquellos sistemas dictatoriales.

Por esos días, Francis Scott Fitzgerald dijo con particular lucidez y acaso con involuntaria previsión: “toda vida es el proceso de venirse abajo”. Y ese proceso comenzó cuando en 1939 la Alemania de Hi-tler invade Polonia. El hambre se ex tiende por el mundo y en la India alcanza niveles dramáticos;
es ahí donde el anhelo de paz tiene la expresión más desesperada, con Gandhi a la cabeza.

Luego de los seis años que duró la guerra, la nación americana es otra vez la principal vencedora, aun en el contexto de lo que se conoció como la nueva repartición del mundo luego de la Conferencia de Yalta y la creación de la ONU, el 26 de junio de 1946 en San Francisco. La humanidad encontró en la bomba atómica el detonante para la economía armamentista, la promoción de las potencias porque otros países asumieran sus sistemas y el espionaje como actividad principal. Son inenarrables los momentos de angustia que el mundo vivió en aquellos años de balas y bombardeos por aire, mar y tierra.

Entonces, entre los aliados, Estados Unidos encuentra un contrincante, surgido de la antitesis de sus preceptos económicos y su forma de vida y con un desarrollo industrial asombroso aunque sin cimientos democráticos, la URSS. Entre otras razones Washington encuentra en el Plan Marshall la exhibición de móviles humanitarios con el afán de afianzar su alianza con Europa occidental y consolidar su poderío frente al formidable adversario; para ello dedica recursos a la reconstrucción europea. Todo esto, inspiraría a los dibujantes y guionistas de las historietas que vendrían.

Héroes de guerra

En el preludio de la guerra primero, y en el contexto de la angustia de la humanidad durante y después de la segunda conflagración mundial, surgieron en Estados Unidos otros superhéroes.

No estamos pensando en las imágenes forjadas por la afición aunque también por la evasión del pueblo estadounidense y, en ese sentido, no traemos a colación al extraordinario pitcher de los Dodgers Hug Caser ni al enorme Greenberg, el jugador más valioso de la liga estadounidense de béisbol en 1940, gracias a quien Detroit obtuvo el título mundial ese año; tampoco aludimos a DiMaggio, el hijo pródigo de ese deporte que con el legendario número cinco al año siguiente obtuvo similar galardón con sus queridos Yankees de Nueva York y ni siquiera nos referimos al mismo Joe como sargento y héroe de guerra que fue cuando se enlistó en 1944. En el ámbito intelectual tampoco recordamos a Simone de Beauvoir, que en ese año publicó La sangre de los otros, en referencia a la guerra mundial, particularmente a la ocupación de Francia.

En el mundo del divertimento hablamos de cuatro superhéroes (también tres hombres y una mujer) que, naturalmente, ya no podían abrirse paso platicando con los animales o comiendo espinacas. Ahora los enemigos eran formidables y amenazaban con destruir la Tierra, por eso, con la patente made in USA y un acendrado patriotismo, se necesitaban héroes muy poderosos.

Llegó Superman en 1938, del trazo de Jerry Siegel. Batman al año siguiente, de la inventiva de Bob Kane –aunque hay quienes dicen que su imaginación no fue tanta, pues Batman es una imitación de El Fantasma (1934), quien de niño fue salvado por los pigmeos durante un ataque de los piratas y por ello juró luchar contra éstos para siempre–. Irrumpiría también la Mujer Maravilla, de William Moulton Marston en 1940 y el Capitán América, de Jack Kirby y Joe Simon en 1941.

Todas estas revistas serían lectura obligada de los soldados estadounidenses en el frente (otro, el Capitán Marvel, que fue más bien propaganda contra los nazis, no se leyó casi porque en 1940 prosperó la demanda de plagio que se emprendió en su contra por parecerse mucho al Capitán América).

Cuando comenzó a volar Superman, Estados Unidos despegaba de la gran depresión y Adolfo Hitler se apoderaba de Alemania; cuando Batman, la segunda conflagración estaba por comenzar; al surgir La Mujer Maravilla, Inglaterra incorporaba a las mujeres a la guerra, y cuando el Capitán América aparece, el soldado estadounidense tenía que ser tan potente como él para ganar la guerra.

Los cuatro son héroes anónimos, héroes de guerra. El primero, contra la amenaza que sea, el segundo para luchar por la justicia y el tercero y el cuarto contra cualquier país que atentara contra el sueño americano, sobre todo alemanes, japoneses y comunistas.

Su deber patriótico es la defensa del modo de vida estadounidense, como lo diría con todas sus letras Jack Kirby, creador del Capitán América. Y ése está por encima de su propio nombre y aun del amor, como sucede con Superman, que jamás podría vivir al lado de Louise y que más bien lucha contra Lex Luthor o Batman, para quien no existe la sensualidad exhibida en satín de Batichica, pues está muy ocupado en atrapar al Guasón, al Acertijo o al Pingüino o a la bella y misteriosa Gatúbela, quien sólo le importa al murciélago por ser criminal (aunque, 64 años después ambos serían amantes). Paradójicamente, la serie de televisión que surgió el 12 de enero de 1966, y que consta de 120 episodios, se construyó, según sus protagonistas Adam West y Burt Ward, sobre la base de los más encendidos encuentros sexuales fuera de cámaras entre ellos y las demás actrices.

Superman, Batman, la Mujer Maravilla y el Capitán América son indestructibles y su parte humana parece el disfraz genuino o la condición del estadounidense medio que ante alguna situación adversa saca lo mejor de sí. Clark Kent es un reportero tímido y cobarde; Bruce Wayne, un empresario poderoso y altruista; Diana Prince, una agente de la Agencia Especial de Defensa de Estados Unidos contra los nazis, y Steven Grant Rogers es antiguo soldado y ex dibujante de cómic. Esos héroes también son pioneros de la industria del cómic frente a la industria armamentista, pues en aquellos años y hasta alrededor de 1947 se producirían la mayor cantidad de historietas en la historia de las historietas (cerca de 400 nuevos títulos en Estados Unidos).

El reconocimiento de la guerra y, más aún de la guerra fría en los años venideros, es fundamental pero no el único lente para juzgar sobre el contenido de esas historietas aunque, en efecto, el Capitán América y la Mujer Maravilla estén en tal sentido entre las asunciones más toscas de aquellos tiempos.

Superman en la Atlántida y contra extraterrestres en los años 50, en pelea frente el gran campeón de boxeo Mohamed Alí en los 60 o en los 70 el héroe contra Frankestein y Drácula o a finales de los 80 contra su clonación son obras maestras del mundo de la historieta, más allá de las varias malogradas ediciones donde Superman muere a manos de algún malévolo o de Jimmy Olsen o recientemente, en 1992, cuando sucumbe por el poder de Doomsday. Las ediciones siguientes, “Un mundo sin Superman” y “¿El regreso de Superman?” no son sino una muestra de las exageraciones a las que fue expuesto este superhéroe.

Entre aquellas malogradas historias, hay quienes disfrutan, varios entre la redacción de etcétera incluso, la edición de los 70 cuando Superman determinó que al morir su corazón se le transplantara a Batman quien, ya en la plancha de operaciones, no lo acepta porque, le dice al doctor, “no soy digno de llevar el corazón del héroe más grande de la historia. Guárdelo para otro”. Treinta años después, en otra edición malograda, Batman, aliado de Gatúbela, lucha contra Superman, embrujado de amor por Hiedra Venenosa.

A diferencia de las grande gestas protagonizadas por esos personajes, Los Supersabios en México desde la ciencia libran batallas para mejorar la situación de la humanidad. La serie comenzaría el 7 de marzo de 1936, en la revista Mujeres y deportes.

La liga de la justicia

De la Segunda Guerra Mundial y de sus consecuencias surgieron The Flash, The Atom, Hawkman, Green Lantern y Green Arrow, Whiz Comics con el Capitán Marvel, así como la Timely, con The Submariner y The Human Torch, personaje similar a La Antorcha de Los Cuatro Fantásticos.

La de más relieve fue Dan Dare Pilot of the Future, una serie inglesa que publicó la revista Eagle durante seis años desde 1950. Creada por el sacerdote Marcus Norris y Frank Hampson, la historia es del género de ciencia ficción y trata de un héroe británico que lucha contra los villanos en naves espaciales.

En Eagle fue donde por primera vez se aplicaron técnicas de estudio y para ello construyeron prototipos de naves espaciales a partir de modelos existentes; de ese modo los dibujos ofrecían perspectivas reales desde cualquier ángulo. Dentro de esa corriente se crea Jeff, el héroe inglés que surge de un percance aéreo provocado sin intención por extraterrestres que se llaman “Los señores de la luz” y quienes salvan la vida del personaje; éste tiene que escoger entre la galaxia y la Tierra. El héroe no duda y prefiere a las estrellas desde donde vivirá un sinfín de aventuras.

Desde Inglaterra también surgiría otro personaje el 5 de agosto de 1957. Pero éste a diferencia de los héroes es un tipo borracho, flojo, parrandero, vago y jugador. Se llama Andy Capp y vive de su mujer, Florrie. En el extremo se sitúa el también inglés Romeo Brown, una nueva versión del detective romántico y guapo que le encanta a las mujeres aunque él, inseguro, no sabe por qué.

A principios de 1947 también vio la luz uno de los antihéroes más famosos, Lucky Luke. Dibujado por el belga Maurice de Bévère, alias Morris, Lucky es un tipo solitario que con su fiel caballo Jolly Jumper recorre el salvaje oeste para ayudar a viudas, huérfanos y en general a cualquier desamparado. Su primer aventura se publica en L’ Almanach Spirou, con todo y villanos: los hermanos Dalton: Joe, Jack y William y Averell. En esos años, el francés René Goscinny, participaría en la elaboración de varios guiones para Lucky, antes de dar forma, junto con Albert Uderzo, a la obra que lo haría inmortal, Astérix, en 1959.

Con el tiempo Lucky cambiaría, por ejemplo en 1983, cuando el personaje dejó de fumar por lo que la Organización Mundial de la Salud reconocería a Morris con un galardón. Surgirían más personajes como los elaborados por Will Eisner y Maxwell Iger, creadores de series como Sheena, Queen of the Jungle y Hawks of the Sea. Sheena, la reina de la jungla, tendría una enorme influencia en Estados Unidos y en América Latina por lo que en aquel país fueron editadas IRISH of the Jungle, Mawa y hombres de la jungla, Jungla y Jumbo comics, mientras que en México, el 1 de enero de 1953 en Cuentos de Abuelito se adaptó el trabajo de Robert E. Howard, La Reina de la costa negra, donde Conan el bárbaro aparece por primera vez en historieta.

(Al romperse la sociedad, Eisner sigue la ruta con Doll Man, The Black Condor y Blackhawk.)
Durante los 40 también circularían revistas de una historia. Recordamos Air Figtherts, The American Air Forces, Captain Marvel Jr., Frontline Combat, Man Comics, Our Fighting Forces, Rangers, Speed, Startling Comics, Two-Fisted Tales, US Marines, War Battles y War Re-port. Todas ellas, con el prototipo de los héroes estadounidenses.

La producción del mundo de la fantasía también está en el cine y de ahí saldrían más historietas. Debuta el Pájaro Loco y Walt Disney estrena Pinocho (1940), Fantasía y Dumbo (1941) y también Bambi (1942). Además surgen El gran dictador, de Charles Chaplin; El ciudadano Kane, de Orson Welles; Rebeca, de Alfred Hitchcock; La mujer pantera, de Jacques Tourneur; Casablanca, de Michel Curtiz, y La casa de Frankenstein, entre otras, que participan en el Primer Festival de Cannes llevado a cabo en esa ciudad en 1946, que es cuando Hollywood instituye el Oscar. Todas serían llevadas a la historieta, como sucedió también con El Gordo y el Flaco.

En esos años, por cierto, se estrenaron cintas extraordinarias como El tesoro de la Sierra Madre, de John Huston; Río rojo, de Howard Hawks, y Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica, así como La novia era él, también de Hawks, un año después. Y aunque no sea una de las mejores cintas de Marilyn Monroe, no podemos omitir que, en ese año llegó a las pantallas Amor feliz. No pudimos resistir el constatar siquiera que fue precisamente en 1948 cuando el negro Roy Brown difundió el tema “Good rocking tonight” y con ello mencionó estas palabras mágicas de la era moderna: Rock and Roll.

En las redes del amor

El célebre desnudo de Marilyn Monroe, publicado en Playboy en 1949, sería un emblema y un estandarte entre quienes rechazarían la censura de la década de los 50 en Estados Unidos. Es la era del macartismo y, en general, la del mundo que no quería saber de héroes sino de cómo restañar las heridas de la guerra y cómo emprender la reconstrucción.

El efecto que esto tuvo en las historietas fue múltiple. Primero, las tiras cómicas de superhéroes sufrieron un desfase aunque seguían circulando buena parte de las arriba mencionadas. Segundo, la historieta explora nuevas temáticas y aparecen además de la critica social, las vertientes del terror y el
amor junto con una incipiente expresión contracultural centrada en el erotismo.

Con Hoover en la cabeza presidencial, y al ritmo del cha cha chá, circuló en Estados Unidos el libro La seducción del inocente, del psiquiatra Wertham. El texto acusa a los comic books (y al rock) de generar la delincuencia y la corrupción en los jóvenes. Fue entonces cuando se instauró un código para las historietas donde era imperativo no aludir a temas de horror, muertos vivientes, vampiros y lujuria, o de violencia y corrupción (las publicaciones de terror quebraron).

Mujer salvaje. Bettie Page inspira a las revistas de la mujer en la jungla y aparece varias veces con su espléndida desnudez y su salvaje belleza; una ocasión fue dibujada casi tapando el título de la revista que se llamó Comic, en clara referencia a la censura, y en otras tantas sus fotos la muestran en anhelantes sesiones masoquistas. Ser parte de esa expresión contracultural en las historietas y en el cine hicieron de la formidable belleza de Bettie Page objeto de culto en el mundo entero (al que no-sotros, naturalmente, rendimos tributo).

El amor ante todo. Las primeras historietas románticas surgen en Estados Unidos a finales de los 40; toman prestados los elementos de la novela rosa cultivada a fines del siglo XIX y la primera mitad del XX, por autoras como Florence Barclay (El rosario) y Carmen de Icaza (Cristina Guzmán, profesora de idiomas). A pesar de ser cómics con guiones artificiales y almibarados cuya conclusión siempre desemboca en finales felices, adolescentes y jóvenes, sobre todo mujeres, abordan impetuosos los kioscos de revistas en busca de la dosis de amor.

El ambiente nacional es de relajamiento y optimismo y del Capitán América lanzado por Marvel en 1941 pasamos a las historietas del corazón, como Cindy, de 1946, editada por la misma empresa. Por esos años la serie de DC Comics Heart’s Secrets comienza su carrera ascendente y el éxito de ventas de esas historietas lleva a las editoras a incursionar de lleno en el tema. (Con el nombre de Susy, secretos del corazón, Heart’s Secrets llegaría a México hasta 1961, y luego se le sumarían las series de Lágrimas y Risas, con la creativa y prolífica Yolanda Vargas Dulché, que daría vida a Rarotonga, El Pecado de Oyuki, Yesenia y Rubí, entre otras.)

En 1949 Quality Comics pone a circular Flamming Love, y ese año nace Love Lessons (cuyo nombre original era Love Letters), de H Editores. En 1950 Fox Features publica My Love Life, y para 1952 Star Comics lanza Secrets of Love. Más tarde, cuando los marines ya pelean en Corea, hasta Gillmore, una empresa afamada por sus cómics de horror que no en pocas ocasiones caen en el gore (Mister Mystery y Weird Mysteries!) edita Radiant Love (1953) e Ideal Romance (1954).
En 1952, al tiempo que en México es electo presidente Adolfo Ruiz Cortines, nace de la tradición de la novela rosa y la influencia estadounidense El libro mensual que, por sus altas ventas, en febrero de 1956 se convierte en El libro semanal.

Cuentos de la cripta. Como ya hemos dicho, el género del terror vivió su más terrorífica época en esos años. Lo que no hemos hecho es mencionar algunos de sus antecedentes.

Esa expresión nació con las novelas góticas de los siglos XVIII y XIX, en obras como El monje y El castillo de Otranto, de Horace Walpole; Drácula, de Bram Stocker; El vampiro, de Polidori; Frankeinstein, de Mary Wollstonecarft Shelley; Car-milla, de Joseph Sheridan Le Fanu, y los cuentos de Edgar Allan Poe. En el siglo XX, Howard Phillips Lovecraft y sus seguidores crearon otra forma de miedo cifrado en las criaturas ominosas y sobrenaturales, luego en los horrores del mundo moderno como Psicosis, de Robert Bloch.

De ahí abrevaron las historietas y luego también de Anne Rice, Stephen King y Clive Barker, entre otros. Fue en esos años cuando Entertaiment Comics (EC) editó Tales from the Crypt, The Vault of Horror y Haunt of Fear. Luego vendrían Exposed, Mistery Mistery y Bobby Bolt, entre otros 40 títulos más con historias que concluían cada número.

La influencia estadounidense en México se reflejó en el surgimiento de El monje loco, que en los 40 sa-lía en Chamaco y que en 1953 se editó como revista; en ese año La Prensa traduce Witch Tales, Cham ber of Chill y Weird Horrors, entre otros. José G. Cruz (más conocido como el autor del Santo y guionista de la cinta El enmascarado de plata) difunde varias historias de horror en La Prensa, en 1952 hace pelear al Santo contra seres de ultratumba y luego inicia El vampiro tenebroso.

En 1955, y también como eco de la situación estadounidense, hubo en México una fuerte campaña contra la pornografía dirigida por agrupaciones de padres de familia que quemaron en el Zócalo de la ciudad de México varias historietas, entre otras, Yolanda y Picante, de Adolfo Mariño, quien fue encarcelado. Según distintas versiones, José G. Cruz estuvo entre los principales promotores de esa campaña. Si esto es así, qué habría dicho él mismo de las películas Santo contra las mujeres vampiro (1962) y El barón Brákola (1965), entre otras, donde el enmascarado Rodolfo Guzmán Huerta alterna con las bellas y casi desnudas vampiresas Tere Velázquez y Ofelia Montesco y en la otra con la no menos atractiva y sensual Meche Carreño.

Desde el callejón del Cuajo. Entre esos años, particularmente en 1948, surgiría en México, en la revista Pepín y cuatro años después en Paquito, una de las historietas de mayor prestigio en Latinoaméri-ca como lo es La Familia Burrón, surgida de la imaginación del dibujante y guionista Gabriel Vargas y que comenzó a publicarse de manera independiente en 1978.

La Familia Burrón retrata con humor a un sector de la sociedad que vive en la miseria y que para comer algunos frijoles necesita de “chorromil tepalcates” mientras los políticos no sólo no se fijan en ese dinero, sino que ignoran casi esa comida. Borola, cuyo hermano Ruperto Tacuche es un ladrón que busca redimirse como panadero, es la jefa de la familia y de la vecindad entera del callejón del Cuajo, por su espíritu inquebrantable que la hace fabricar un camión o hasta un avión con tal de dar algún medio de transporte a sus vecinos. Borola hace lo que sea por sacar adelante a sus hijos Regino y Macuca, además de Foforito, el niño que adoptó y quien es hijo de un borracho de nombre Susano Cantarranas, amante de Bella Bellota quien también empina el codo con singular alegría. Nunca tendrá éxito Borola, en particular su esfuerzo por “levantar la patita” y ser reina de algún burlesque. Todos sus intentos la distancian y al mismo tiempo la atan entrañablemente a su serio y prudente marido de profesión peluquero, el chaparro Regino.

En esa serie, que sigue hasta nuestros días, el genio de Gabriel Vargas ha creado más de 50 personajes para narrar amenas y sabrosas historias. Así, dibuja el mundo de los insepultos encabezado por Satán Carroña, el torpe aunque al mismo tiempo galante vampiro, y a su esposa Cadaverina, servidos ambos por el mayordomo Sombroso Mortis. En otra saga retrata al joven, comodino y flojo Avelino Pilongano, hijo de doña Gamucita que se dedica a lavar ropa ajena. Avelino no trabaja porque es un hombre de letras que se tutea con la luna y con los grandes escritores, como cuando en cierto momento se encuentra con Carlos Monsiváis y le pregunta “dónde vais Monsiváis”.

Eternos cacahuates. Snoopy iniciaría su despegue durante esa época y hasta el 3 de enero de 2000, cuando se publicaba en dos mil 600 periódicos en 21 idiomas. El 13 de febrero de ese año murió su creador Charles M. Schulz, debido a un cáncer en el colon.

(Por esas fechas también lo haría Mafalda, la tira más exitosa de la segunda mitad del siglo XX que comenzó el 2 de octubre de 1950, justo cuando Joaquín Salvador Lavado, mejor conocido como Quino, había logrado vender su primera historieta a una tienda de sedería que lo contrató para su campaña publicitaria).

Según Schultz, Snoopy sería un recurso de crítica a las angustias e inseguridades de la sociedad contemporánea (Charlie Brown), a la superficialidad con la que muchas veces enfrenta la situación mundial o a la vida cotidiana (Lucy) cuando no la ingenuidad (Sally), la indiferencia (Schroder) o la orfandad de cualquier tipo (Linus).

Snoopy atestigua y opina sobre todo, entre otros pasajes permanentes, frente a la eterna derrota de su amo Charlie por organizar un equipo de béisbol, la afición que como ya dijimos fue una de las principales fuentes de escape de la sociedad estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, la influencia de Snoopy fue mundial como lo prueba el hecho de que, por ejemplo, el 8 de febrero de 2003 se erigiera en Manzanillo, México, el primer monumento al perrito aquel. Cuando el 15 de septiembre de 1969 inició en Woodstock el famoso festival de rock, Charles M. Schultz creó un nuevo personaje en honor de esos tres días de paz y música que en las traducciones al español se llamaría Emilio. En ese año The Rolling Stones crearían “Satisfacción”, el mejor tema de todos los tiempos, según los principales músicos del género en la época contemporánea como Bono, Johnny Cash, Art Garfunkel, Bonnie Raitt y Lou Reed.

La guerra de los galos. También por esos años, el 29 de octubre de 1959, aparecería en la revista Pilote el primer capítulo de Astérix, titulado “Astérix el galo”. Sus autores son Albert Uderzo y René Goscinny. Traducida a la mayoría de los idiomas, es la historieta europea más vendida del mundo y un verdadero símbolo nacional para los franceses.

Astérix es un guerrero galo y resiste, junto a su aldea, la invasión romana comandada por Julio César. Al momento en que comienza esta historia, toda la Galia ha sido ocupada, menos una pequeña aldea: la de Astérix. La aldea resiste en parte gracias a su valentía y tozudez, y también gracias a un secreto: una poción mágica que les aporta a sus habitantes fuerza sobrehumana.

¿Los olvidados o los inmortales? En el entorno conservador fueron aire fresco producciones como Los olvidados y Subida al cielo, de Luis Buñuel (1950 y 1951, respectivamente Rashomon, de Akira Kurosawa (1950 Los juegos prohibidos, de René Clément (1951 La Strada, de Federico Fellini (1954 Rebelde sin causa, de Nicholas Ray (1955 Vértigo, de Alfred Hitch-cock (1958) y, naturalmente, El esqueleto de la señora Morales, de Rogelio A. González (1959). También lo fue El viejo y el mar, de Ernest Hemingway, que le valió el Pulitzer y luego el Premio Nobel siete años antes de que el escritor, viejo y enfermo, se volara la tapa de los sesos, en 1961. Con todo, sin duda el ascenso de una nueva generación en Estados Unidos provocó un ventarrón que haría trizas el conservadurismo y pondría al mundo a bailar y a cantar cuando, el 5 de julio de 1954 en Memphis, Elvis Presley interpretara por vez primera “That’s all right”.

En el género de la parodia, sin duda, Mad es la historieta de mayor relieve tanto por su contenido como por su influencia en varias, futuras publicaciones de enorme prestigio. Su creador, el estadounidense Hervey Kurtzman, tiene varias obras, entre ellas Two-Fisted y Frontline Combat donde publicó his-torias de guerra dirigidas al publico adulto y sin hacer la apología entonces de moda en las ya citadas otras historietas, y hay una antes, en 1946, cuando Kurtzman trabajó para Timely Comics (actualmen te Marvel) con el creador de Spiderman, Stan Lee, en 1946. La serie se llamó Hey Look!; otro de sus trabajos significativos fue en 1962, cuando dio vida a Little Annie Fa-ny, publicada en Playboy. Pero la revista más connotada de Kurtzman es Mad y con ésta su personaje emblemático Alfred E. Newman, un muchacho ingenioso y mordaz con quien el guionista desarrollaría la sátira como nadie lo había hecho.

Usted podría suponer los efectos y el aporte de Mad si piensa en una de los primeros números y ubica a Santa Claus y a su trineo que ostenta un cartel de “Recién divorciado” o trae a cuento las críticas de Alfred a políticos, actores e intelectuales famosos, sin dejar de lado a los propios mitos del cómic. Así por ejemplo El Príncipe Valiente es El príncipe violento, un sádico que mutila a todo el que se cruza en el camino, y el inmaculado Superman es Superduman (o sea, “Supersimplón”), un tarado musculoso sonriente que le pega en el estómago a un pobre anciano con muletas entre los aplausos de la multitud.

Además de con Mad, junto con sus trabajos menos exitosos como Trump, Humbug y Help, Hervey Kurtzman influyó a creadores tan destacados como Gilbert Shelton, para muchos el padre de la histo-rieta underground, Robert Crump, que hizo El gato Fritz, y su amigo René Goscinny, fundador de la revista francesa Pilote y creador de Astérix.

Crónicas marcianas
Si algún cuadro de historieta podría expresar a los 60 es Guille pidiendo parar al mundo porque quiere bajarse. Cuánta razón la del personaje de Quino y quién sabe qué habría dicho al respecto Yuri Gagarin, pues el 12 de abril de 1960 observó la Tierra a distancia desde su nave Vostok 1, lo que nunca nadie en la historia hasta entonces.

Esa Tierra está caliente. Con la guerra fría el mundo asiste a la construcción del muro de Berlín, el 13 de agosto de 1961, y a la crisis de los misiles entre Estados Unidos y la Unión Soviética en 1962, que terminó con el retiro de los cohetes soviéticos a cambio de que los estadounidenses no invadan Cuba, país sacudido en 1959 por una revolución socialista. El 22 de noviembre de 1963, muere asesinado John F. Kennedy y casi un año después Estados Unidos invade Vietnam; primero envían diez mil soldados y tres años después, 20 mil al mes. Al iniciar 1966 Mao Tsetung convoca a la revolución cultural y el 4 de abril de 1968 asesinan a Martín Luther King; dos meses después también muere víctima de un atentado Robert Kennedy. En ese año ocurre La Primavera de Praga y se gestan los movimientos estudiantiles de México y Francia, y en otras partes del mundo los jóvenes se manifiestan por la paz. Muchos son reprimidos y muertos. Ellos y otros más fundan la ola hippie y las flores están en la cabeza.

Así, en esa Tierra también hay baile y canto y drogas y sexo. Peace and love. Haz el amor, no la guerra es la consigna. Los jóvenes reciben la década con música negra llamada motown y cantan a Stevie Wonder y a James Brown. Lo hacen también con el twist y así revolotea la minifalda que desaprueba el Vaticano y que fue creada por Mary Quant en 1965. Surgidos en 1962, The Beatles son, sin embargo, el mayor y más influyente fenómeno musical de la década y del porvenir en los géneros del rock y el pop. Es una Tierra que ve caer estrellas inmortales. El 13 de mayo, Gary Cooper, víctima del cáncer. El 2 de julio de 1962 Ernest Hemingway y al año siguiente Marilyn Monroe, el 4 de agosto. El 15 de diciembre de 1966 sucede lo mismo con Walter Elias Disney y el 3 de julio de 1969 fallece Brian Jones, fundador de The Rolling Stones.

Una Tierra en la luna, como ni siquiera Verne imaginó. El 20 de julio de 1969 los astronautas del Apolo XI, Armstrong, Aldrin y Collins, llegan a la luna mientras millones de jóvenes lo hacen también, pero con LSD y si además vieron bolitas negras, tal vez se trató de la recién estrenada cinta Los 101 Dálmatas. Así o sobrios contemplan La noche de un día difícil, con The Beatles, que se estrena en 1964, o en 1967 leen Cien años de soledad o un año después miran 2001, odisea del espacio, de Stanley Kubrick, y La semilla del diablo, de Roman Polanski.

Ah, las cosas que Gagarin le hubiera platicado a Guille.

Una Tierra de historietas

De héroes casi humanos. En 1961 surgen héroes sin máscara junto con el primer héroe feo de la historia, Ben; son Los Cuatro Fantásticos. De sus creadores Stan Lee y Steve Ditko nacería luego el Hombre Araña, en marzo de 1962, como resultado de un invento que antes requirió de un conejillo de indias, más bien de una inofensiva arañita que recibió una sustancia que la hizo crecer y ser muy poderosa. El arácnido sería después Peter Parker y su amor Mary Jane, cuyo nombre también es un juego de palabras que alude a la mariguana, lo cual es desconcertante, pues la historieta había sido creada también para apoyar la lucha contra las drogas. En mayo de 1962 surge Hulk y luego Thor. Y al año siguiente, creación de Lee y dibujados por Jack Kirby, Iron Man, X Men y la resurrección del Capitán América. En 1964 también llegaría Daredevil.

Entre esos héroes hay en México uno que recurre a la violencia sólo como defensa, que reflexiona y tiene serenidad y paciencia aun frente a la situación más desesperada. Es Kalimán, el hombre increíble, y su pequeño y valiente amigo Solín, surgido de la imaginación de Rafael Cutberto Navarro y Modesto Vázquez González y que ya había cautivado a millones de radioescuchas en 1963. Dos años después lo seguiría haciendo pero ya con sus aventuras en una revista impresa, frente a enemigos tales como el Conde Bartok –que con la simpatía que logró tuvo después su propia historieta–, Karma y la esbelta y enigmática Bruja Blanca, entre otros. Sin duda, Kalimán es el principal icono de los héroes en la historieta mexicana.

De héroes mortales. En noviembre de 1961 circula La muerte de Superman. Y ésta es casi literal, las revistas de superhéroes viven la peor crisis de su historia.

De rencorosos. El prolífico Lee concibe Los héroes vengadores. De cultos. En 1967 el italiano Hugo Pratt crea Corto Maltese, alguien capaz de estar en cualquier lado y alternar con el hombre que sea. Maltese visita y platica con José Stalin y hace lo mismo con Jack Lon-don, por ejemplo. La revista influiría decisivamente en la corriente de “literatura gráfica” desarrollada en la década siguiente.

Y de resentidos. De la tremenda crítica de los franceses Jean Michel Sarnier y dibujado por Jean Giraud nace Blueberry, un vaquero para el que la ley sirve sólo para pisotearla y a quien únicamente le importa el dinero y las mujeres (en ese orden).

De otros sensuales. En 1962, con el desnudo a todo color surge Little Annie Fany, creada para Playboy por Kurtzman y Will Elder. Ese año en Francia, debuta Barbarella. Creada por Jean Claude Forest, y físicamente muy parecida a Brigitte Bardot, Barbarella, la heroína del espacio vive las más enloquecidas aventuras futuristas y tuvo tanto éxito que en 1968 fue llevada a la pantalla, protagonizada por Jane Fonda.

En ese año precisamente nacería Valentina de la pluma de Guido Crepax, quien también ideó a Belinda y Bianca, entre otras bel las chicas. Valent ina es una jovencita que primero fue asistente del detective Neutrón, en realidad el crítico de arte y criminólogo Phillipe Rembrandt. La sensualidad de Valentina Roselli tendría en 1968 su propia revista y así, como el sueño húmedo de sus legiones de admiradores, se deslizaría entre la psicodelia y la liberación sexual para ser también un recurso contra la censura.

En el frenesí de culto al cuerpo, qué decir de Vampirella, la reina de la carne y su vitalidad. Seductora y misteriosa mujer nacida de ríos de sangre y sedienta de ella saca a los vampiros de la tumba y los combate, incluso al lado de Adam Van Helsing. Vampirella vuela, salta y pelea y, aunque siente matar para complacerse encuentra la forma en hacerlo de la mejor manera posible, librando a los seres humanos de las fechorías de los monstruos de a de-veras. Las cabezas de Forrest J. Ackerman y Archie Goodwin entraron en ella, en sus pensamientos y en sus acciones, y luego la esculpieron Frank Frazzeta, Trina Robbins y Tom Sutton. Vampirella daría sus primeros vuelos en la revista Creepy en 1969. Pero fue el español Pepe González quien le daría el trazo final como uno de los principales iconos de la sensualidad y la aventura en las historietas.

De aventureros e insatisfechos. En mayo del 68 los dibujantes de Pilote se ponen de lado de la revolución. Exigen el cambio de rumbo de la revista y que las historietas sean respetadas como medio de expresión autónomo, con los guionistas controlando la temática de su obra y permitiendo, por lo tanto, una mayor libertad gráfica de parte de los dibujantes. En ese orden y con una apuesta intelectual y artística muy novedosa, surgen los llamados cómix, de los cuales hablaremos líneas más abajo.

Y de pesimistas informados. El 29 de septiembre de 1964 surge Mafalda, creada por el argentino Joaquín Salvador Lavado para la campaña de publicidad de una empresa de productos electrodomésticos llamada Mansfield. La campaña nunca inició pero Quino ya tenía algunos personajes trazados.

La tira es una representación y una crítica inteligente y humorística de la época. Mafalda es una niña curiosa que habla y pregunta sobre sexualidad, que se informa en la radio y pocas veces mira la televisión a la que, de vez en cuando, critica también. Odia la sopa, le gustan The Beatles y siente particularmente la guerra de Vietnam por lo que, entre otras razones, critica a Estados Unidos y a la ONU por su ineficacia frente a los conflictos bélicos y frente a la hambruna; y también lo hace en relación con los movimientos juveniles reprimidos. Ante todo eso, Susanita sueña con ser mamá, es metiche y chismosa. Felipito es un niño inseguro de buenas notas escolares que nunca le declarará su amor a Muriel. Miguelito es la ingenuidad y la zozobra en un vaso de agua mientras que Manolito vive preocupado por impulsar su tienda de abarrotes para hacer de ésta toda una cadena. Guille, el hermano menor de Mafalda, es de esa generación que Quino imaginó como sarcástica y de humor negro. Libertad es pequeñita, y no nos referimos a esa situación por la que atravesaban varios países, sino al último personaje en incorporarse a la tira y que es tan sarcástica y desencantada por los problemas de la humanidad.

Mafalda dejaría de publicarse y lo anunció primero la chismosa de Susanita, el 18 de junio de 1973: “Ustedes no digan que yo les dije, pero parece que por el preciso y exacto lapso de ‘un tiempito’ los lectores que estén hartos de nosotros van a poder gozar de nuestra grata ausencia dentro de muy poco”. Días después Quino deja de dibujar la serie, aunque algunos personajes surgen esporádicamente. Eso sucedió cuando los trazó para un disco de Joan Manuel Serrat (el proyecto no resultó) y también cuando, en 1977, Mafalda participó en la campaña de la UNICEF sobre la declaración de los derechos de los niños.

La psicodelia y la calle

Luego de su nacimiento en 1958, en el bullicioso barrio italiano de North Beach, en San Franscisco, es hasta fines de los 60 cuando la literatura beatnik está en apogeo. El ambiente contracultural que se vive por aquellos años influye, sin duda. Como derivación de ese movimiento surgen historietas que incorporan el collage, experimentan con texturas y abordan al sexo, la violencia y la marginalidad. Son los cómix undergrounds.

Estudiosos como el estadounidense Mark James Estren miran a principios del siglo XX para situar al pionero: Gustave Verbeek, artista que para el New York Herald produce una obra que va mas allá de las fronteras nominales que existían para las tiras cómicas. Otros ubican los antecedentes en Mad.

Pero Robert Crumb es quien desarrolla la historieta underground en todos los niveles. Nacido en Filadelfia en 1943, pero afincado en la tierra del Flower Power (San Francisco), Crumb escandaliza por su humor ácido e irreverente donde el sexo y las mujeres son temas centrales. Crumb creó personajes como Whiteman, un estadounidense medio sexualmente reprimido, y Angelfood McSpade, una africana amazona liberada sexualmente, pero el Gato Fritz es su celebridad: un felino sexomaniaco e irreverente a través del cual el autor retrata el hastío existencial y la disipación nihilista.

Ralph Bakshi lleva al Gato Fritz al cine en 1972. Sí, el mismo Bakshi que en 1978 dirige la versión animada de El señor de los anillos. Sin embargo, a Crumb –un apasionado del blues que en 1968 dibuja la famosa portada del disco Cheap Thrills, de Janis Joplin y la Big Brother & The Holding Company– la película no le deja satisfecho y mata al personaje en una historieta. Según sus propias palabras “hice que una avestruz hembra le clavase un picahielos en la cabeza”.

A esa época también pertenece Freak Brothers, historieta de Gilbert Shelton, otro icono del cómic marginal (de hecho, Crumb y Shelton trabajan juntos en el proyecto de la revista Comix). Freak… describe las aventuras de un grupo de rockeros en permanente gira. Basado en la música de la época, mientras el trío de Shelton se revienta y prueba todo tipo de drogas, Janis, Page, Morrison, Lennon, Jagger y otras leyendas del rock hacen lo propio en la vida real.

Dada la estrecha relación entre los movimientos juveniles y la contracultura, las coyunturas sonoras frecuentemente inspiran a los autores alternativos. Así, a la par que Sid Vicious y Los Ramones denuncian el carácter conformista en que, según ellos, el rock había caído y propugnan por un regreso a las raíces y la rebeldía primigenia, Peter Pank sienta sus reales en “punkilandia”, imaginaria ciudad desde donde lucha contra el enemigo Capitan Tupé y sus hordas de despiadados rockabillies. Historieta surgida del dibujante español Francesc Capdevila alias Max, en Peter Pank hay singulares personajes como Campanilla (una especie de Campanita de rojizos pelos parados y sensuales medias de red), las Ninfómanas del Lago y los Chicos Descarriados.

Más tarde, en los 90, la irrupción del rock de garage en Seattle da origen a Hate, un desaliñado chavo grunge muy en deuda con la imagen que presentaban grupos como Nirvana y Pearl Jam. De esta manera, mientras el fallecido Kurt Cobain se desgañita con “Gimme back my alcohol”, Buddy Bradley (Hate), salido de la pluma del neoyorquino, Peter Bagge, se convertía en manager de un grupo grunge que cantaba aquello de “I scream, you scream, we all scream for heroin”.

Con frecuencia, grupos de padres de familia y organizaciones moralistas exigen su desaparición. Por lo que además de su precaria situación financiera la vida del cómix es efímera casi siempre. Precisamente, al huir de la censura y, a la vez, buscando un público más amplio, muchos de los autores de la revista Comix aprovechan la frontera para darse a conocer. Tijuana es una meca para ellos. Ahí venden su material y no faltan bares o incluso burdeles que los patrocinan, aunque la mayoría de las veces los editores cambian revistas por cervezas o por servicios sexuales.

Auténtica escuela dentro del género, numerosos escritores y dibujantes son marcados por esa impronta generacional. En México, se puede hablar de los tapatíos Falcón, Jis y Trino, quienes en las ya desaparecidas “Histerietas” dominicales del periódico La Jornada dan a conocer a El Santos y a toda su banda de entrañables personajes, quizá los más escatológicos y surrealistas que haya dado el cómic aquí. Era 1988, cuando sin duda el ambiente de mayor apertura que se estaba generando hizo posible esa parodia de El Santo. Influenciados también por el cómix y por el nuevo contexto nacional, los dibujantes Ricardo Pe-láez, Edgar Clément, José Quintero y Erik Proaño Frik, integran el Taller del Perro, agrupación que surge a raíz del trabajo desarrollado durante la década de los 90 en los 60 números de la revista de historietas Gallito Cómics.

Con una vocación underground que se traduce en un trabajo casi artesanal, tirajes limitados y sin las exigencias de la periodicidad –el mal endémico de esos autores– entre las obras más destacadas de este taller se encuentra Krónicas Perras de Frik, cuyo trazo y temática están inspirados en la obra del estadounidense Richard Corben, uno de los autores más importantes de las revistas de cómic para adultos de los años 70 y 80 (Creepy y Heavy Metal).
Destaca, además, Operación Bolívar, donde Clément suma a su trazo el collage, la copia y toda una serie de referencias icónicas cotidianas (Marlboro, Coca-Cola) y clásicas (Goya, Posada).

Y, por supuesto, Buba, de José Quintero, historieta con casi 15 años de andar por diferentes medios: desde El hocico del tlacuache y las “Histerietas” de La Jornada, hasta llegar a un libro de colección de Vid. Para su autor “Buba es un diario ácido y sórdido que retoma la estética de Posada con una
visión de crear un asunto mexicano contemporáneo”.

¿Amor y paz?

El mundo no es igual al de los 60, pero se parece. Entonces la vida de los cuatro mil millones de personas que lo habitan es sacudida por distintas causas y no hay héroe ni real ni imaginario que lo evite.

Con Vietnam, Estados Unidos acepta en 1975 que no todas las guerras pueden ganarse, pero mientras la consternación mundial está en los Juegos Olímpicos de Munich, donde un grupo extremista palestino secuestra y asesina a 11 atletas israelíes en 1972. También mira a América Latina: en Chile es derrocado cruentamente el gobierno de Salvador Allende, con el golpe militar de Augusto Pino-chet en 1973. Y sucede algo similar en 1976 con Argentina, donde también se instauran en el gobierno las fuerzas militares. Llegarían, además, las guerras civiles de Angola (1974) y el Líbano un año después, cuando también estalla la cuarta guerra árabeisraelí, que dura 15 días.

En 1978 inicia la guerra en Afganistán entre el gobierno que defiende la Unión Soviética y los guerrilleros islámicos; en 1979 la URSS invade ese país y le pasa lo mismo que a Estados Unidos en Vietnam. Ese año en Teheran, miles de fanáticos religiosos asaltan la embajada norteamericana y toman
numerosos rehenes, el conflicto dura más de un año y fue un momento enorme de tensión entre el Ayatollah Jomeini y Washington. Durante esos días en Irán cae derrocado el sha Reza Pahlevi por una revolución islámica.

Aunque a principios de esa década mueren Jimi Hendrix, Jim Morrison y Janis Joplin, no sólo hay malas noticias pues además de lo que sigue irrumpe impetuoso Queen y su música a caballo entre el rock progresivo y el hard rock. La banda sería una de las más emblemáticas de los 70 y su “Bohemian Rhapsody” impactaría a todos los amantes de la música. Con esas notas saludamos algunas buenas noticias.

Entra en vigencia el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares en 1971 y tres años después Estados Unidos y la Unión Soviética firman el primer tratado de limitación de armas estratégicas. En 1975 España inicia su transición democrática luego de la muerte del dictador Francisco Franco y en 1979 en Nicaragua termina la era de la dinastía Somoza con el derrocamiento de Anastasio Somoza De bayle. Un año antes Juan Pablo II asume el liderazgo del Vaticano.

En el cine, además, se estrenan en 1971, Naranja mecánica, de Stanley Kubrick; al año siguiente El padrino, de Francis Ford Coppola; en 1975 Tiburón, de Steven Spiel-berg, y Atrapados sin salida, de Mi-los Forman; en 1976 Todos los hombres del Presidente, de Alan Pakula; Carrie, de Brian de Palma;Taxi Driver, de Martin Scorsese, y, en 1977, también de Scorsese Nueva York Nueva York, además de La guerra de las galaxias de George Lucas. Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola, llega a las pantallas en 1979.

En el mundo real, y en el de la historieta también, los héroes no existen, para muchos prueba de ello es la muerte de Bruce Lee ocurrida el 20 de julio de 1973.

El desencanto está en todos lados. Ya lo había entendido Flash, poco antes, en 1968 cuando en una edición de Batman solicita empleo. “Soy un superhéroe cesante”, dice muy triste, “ofrezco mis servicios, trabajo diurno o nocturno. Situación desesperada…”.

El hombre murciélago y el de acero están de capa caída; son los tiempos de la historieta europea.

El futuro ya no es lo que era

A mediados de los 70 se da el célebre jubileo inglés y los jóvenes cantan “No hay futuro”. Al ritmo del punk, surgen de las entrañas del underground varias series y se consolidan otras que obtienen el reconocimiento artístico y editorial de las historietas europeas, particularmente en Francia e Italia, donde algunos de los principales artistas se declaran herederos del 68.

En Francia nace Metal Hurlant y su desplante artístico de mujeres bellas y cuerpos musculosos. La serie Moebius es la que cobra mayor éxito, es de historias cortas y mudas en las que un guerrero galopa en un pterodáctilo y sobrevuela un mundo fantástico. También en Francia se consolida Pilote, entre otras, con la serie creada por Gérard Lauzier y dibujada por Alexis en 1976, Al Crane, un personaje que se asomaba irónico al Oeste gringo, duraría poco pues Alexis moriría ese mismo año.

Todas esas revistas critican con un acendrado realismo la cultura urbana y el consumo, la ausencia de compromiso en todos los órdenes y hablan de la muerte y de la alienación y el desencanto y el deterioro ambiental. Luego nace la versión estadounidense de la primera de aquellas revistas, Heavy Metal, desprovista del sentido crítico de las europeas pero con rasgos futuristas y una explosión visual que la lleva a ser considerada la primer historieta de arte en ese país.

Destaca el italiano Tanino Liberatore y el francés Lécho de Savanes. Liberatore por sus imágenes crudas y escatológicas, artísticamente muy bien logradas; dice que él no quiso sorprender ni provocar pero su personaje Ram Serox es una representación fantástica del presente –la ciencia ficción persiste– y al mismo tiempo una crítica despiadada a lo que sucedía en el mundo. Publica en la revista italiana Linus, a la que después se agregarían Eureka y Alter. Y de Savanes por su ruptura con cualesquier referente económico o político y sus historias absurdas, iconoclastas y anticonvencionales.

Es la era de los dibujantes y de los guionistas, más que de los personajes memorables. Pensamos por ejemplo en el guionista belga Jean Marie Brouyére y el dibujante Malik, para traer a cuento sus aventuras en el mundo del terror y que fueron publicadas por vez primera en la revista francesa Spirou en 1971, entre las que sobresalen El maestro del terror, El carnaval de los zombies y El desertor de Toro Toro. Pero sobre todo evocamos a la España de los últimos meses del franquismo y el aporte a la crítica a la dictadura de Carlos Jiménez y sus “western” y otros temas históricos, junto con Antonio Hernández y el trato pictórico de alta calidad a las historietas.

Entre esos dibujantes y guionistas de prestigio también des-puntan el galo Pierre Christian con su dibujo impresionista que retrata las contradicciones de la época y Bonvi, creador de Sturmtruppen, personaje que es miembro del ejército germano con el que desarrolla una mordaz crítica del militarismo de la época.

Del otro lado del continente surge el argentino Horacio Altuna y su impactante realismo porque, dice, entresaca las historias de los diarios, aunque no todas “porque eran excesivamente monstruosas y hasta inverosímiles”. Otros compañeros suyos no sólo describían la situación imperante en Argentina y en el mundo, sino que buscaban alternativas artísticas para combatir la dictadura, como lo hizo Andrés Cascioli en la revista Humor registrado, que puso su grano de imágenes y argumentos para la transición democrática de su país.

El baile de las locas

Unos le llaman “historieta o narrativa dibujada”. Aluden a la relación del cómic con la literatura, que cobró auge en los 70. Esta adopta tres vertientes, según el investigador chileno Udo Jacobsen: La primera es la de escritores que han elaborado cómics, escrito y/o dibujado, e historietistas que incursionan en la narrativa. Entre los ejemplos más representativos está La raíz del Ombú, un cómic del dibujante uruguayo Alberto Cedrón y el escritor argentino Julio Cortázar (quien también participa como guionista e incluso protagonista de una de las sagas de Fantomas). Publicado en 1974, resume la historia contemporánea argentina justo cuando los militares veían la posibilidad de su asonada. Otro caso es el del poeta chileno Enrique Lihn y su obra inconclusa Roma, La Loba, novela cómic hecha en los 70 y publicada en los tiempos de Patricio Aylwin. Es un trabajo difícil de leer por la caótica disposición del texto escrito en los globos y el estilo de dibujo muy en deuda con el movimiento underground de finales de los 60. También hay casos de his-torietistas escribiendo literatura, como el argentino Raúl Damonte Botana, alias Copi. Entre sus cómics humorísticos destaca La mujer sentada, personaje clásico y popular en Francia (país donde Copi radicó hasta su muerte en 1987). “Opinadora sin moral y poseedora de una ignorancia genial que habla sobre sexo con una violencia inusitada” según palabras de Copi, tal vez el personaje sintetice la estética de este creador: humor negro y una gran violencia transgresora, además de una crítica brutal de la sociedad contemporánea. Estas son también las características de El baile de las locas, una novela de temática gay escrita en 1976, año en que Videla da el golpe de Estado, so pretexto de poner orden en la caótica vida pública argentina.

La segunda vertiente son las adaptaciones de obras literarias a cómics:¡ a) adaptaciones de pulps o literatura de consumo masivo, como Conan, el bárbaro, de Robert E. Howard, o las novelas de Zane Grey; b) adaptaciones de obras clásicas o de consulta escolar, como La Odisea o El Cid campeador; c) adaptaciones de obras de interés literario, como Frankenstein. Destaca el ilustrador uruguayo-argentino Alberto Breccia, quien en los 60 adapta obras literarias como Los mitos de Ctulhu (Lovecraft), La gallina degollada (Quiroga), El corazón delator (Poe) e Informe sobre ciegos (Sábato).
En México, después de 33 apariciones en Tesoro de Cuentos Clásicos, de Editorial Novaro, se lanza en enero de 1969 la revista quincenal Fantomas, que no deja de publicarse sino hasta la desaparición de la editorial, a mediados de los 80. En 1972, ya en los inicios de la crisis de la historieta mexicana, una oleada de revistas de producción nacional tiene poco éxito: Sherlock Holmes y Arsenio Lupín que se independizan de Tesoro de Cuentos Clásicos, y Hata Yoga, que hacía lo propio de Joyas de la mitología.

Edar, por su parte, en su clásico color sepia lanza en 1958 Biografías selectas y ¿Quién fue?, ya como Vid, en 1981, mientras que Novedades Editores publica Novelas inmortales en 1977 y Joyas de la literatura, éste a color, en 1984. Habrá, en lengua castellana, otras aventuras. Desde la tierra de Gaudí, Editorial Bruguera publica en los 70 sus Joyas literarias universales, y Publicaciones Educativas Ariel lo hace desde Ecuador con Ariel juvenil ilustrada, en formato de libro donde al predominante texto se le adereza con algunas páginas de historieta.

La tercera vertiente es la de cómics que revelan el traspaso de recursos y mundos literarios o que aportan innovaciones narrativas. Son todas aquellas obras literarias que, de algún modo, hacen uso de recursos nacidos o fuertemente enraizados en el cómic, es decir, estereotipos de personajes, situaciones límite constantes, uso de onomatopeyas, tendencia al uso de la elipsis, cierta caricaturización típica de algunos cómics de humor satírico, animales antropomórficos, etcétera.

Al respecto destaca el suizo Art Spiegelman quien, influenciado por el cine y las estructuras narrativas, aborda en Maus cómo la humanidad trata de sobrellevar la tragedia del genocidio del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Excelente trabajo que, de hecho, es el primer cómic en ganar el premio Pulitzer.

Los sueños rotos

Mientras Robert Fripp canta con King Crimson el epitafio de los sueños rotos al ritmo del rock progresivo, en 1979 y 1980 salen de los estudios las últimas grandes obras del género: The Wall, de Pink Floyd; Danger Money, de UK; Drama, de Yes, y Spectral Mornings, de Steve Hackett, son algunos de los álbumes surgidos en ese par de años.

Por esas fechas, Lennon cae muerto a manos de un miserable llamado Mark David Chapman, como una maldita respuesta a la invitación del más célebre compositor y músico de nuestros tiempos por imaginar un mundo mejor. En 1980 mueren también los escritores Henry Miller, Agustín Yánez, Alejo Carpentier, al año siguiente Joseph Plá; en 1983 también fallece Jorge Ibargu%u0308engoitia. En 1985 mueren los escritores Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Juan de la Cabada y Renato Leduc. En el año fatídico descrito por George Orwell, que muere meses después, asesinan al periodista mexicano Manuel Buendía.
La música popular también tiene su declive, aunque entre la ola new wave y el post punk hay cosas que destacar como U2, The Cure, Talking Heads y XTC, entre otros grupos. Para muchos, y no es el caso de los editores de etcétera, la irrupción de Guns N’ Roses le daría realiento al rock. El cine también pasa por un impasse y sólo están El hombre elefante y Terciopelo azul (David Lynch, 1980 y 86), Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985), Amadeus (Milos Forman, 1984), La rosa púrpura de El Cairo (Woody Allen, 1985), Cinema Paradiso (Giu-seppe Tornatore, 1988), Mississippi en llamas (Alan Parker, 1988), entre otras pocas más.

Tal vez menos convulso pero igualmente intranquilo, el mundo asiste a los atentados contra Ronald Reagan y Juan Pablo II en 1981. Las guerras no terminan, en todo caso se atenúan en algún lado y estallan en otro, como ocurrió con el enfrentamiento entre Inglaterra y Argentina por Las Malvinas en 1982. Tres años después, un sismo devastador en México provocaría innumerables muertes y heridos y también sacudiría su sistema político en el que la tutela la tenía un solo partido; en 1988 el país viviría las elecciones más competidas de su historia con un triunfo del PRI por mínimo margen.

Pero también hay algún pedacito de optimismo. China deja los preceptos socialistas y se adhiere a la economía de mercado y a mediados de los 80 Mijail Gorbachov em-prende una serie de medidas que acabarán con el yugo socialista, aunque también con la URSS. Pero sobre todo: cae el Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989. Sin embargo, ya no hay nada ni nadie en que creer y hasta la revolución sexual se conmueve con el Sida, que hace su letal aparición en esos años. El individualismo se erige en todas sus formas con una mezcla de amargura y festividad. Las epopeyas no están ni en las historietas ni en la otra vida, que parece como de historieta de horror.

El hombre sin realidad

Si había que buscar otros mundos para vivir, ahí estaba, invitante y seductor, Aquablue, la serie de ambientación fantástica creada por Thierry Cailleteau y Oliver Vatine. Si había que abrirse paso en este mundo y criticar a alguien o a algo, ahí tenemos a American Flagg, serie creada por Howard Chaykin en 1983 e impresa por Firts Comics, decimos la editorial como no lo hemos hecho en otras ocasiones, porque ello ejemplifica que estaba en declive el poder de los grandes empresas de historietas estadounidenses.

Otra posibilidad estuvo en afirmar que no había realidades, como argumentó Alejandro Jodorowsky en Metal Hurlant al crear en 1982 las series El hombre sin realidad y La puerta de la verdad junto con el ápice de esperanza El triunfo del soñador.

En Estados Unidos, DC Comics sólo tuvo variaciones sobre el mismo tema, como lo muestra en 1986 Superman y el regreso a sus orígenes que, sin embargo, sería acogido por los lectores con una curiosidad efímera (lo que hizo pensar a DC Comics en matarlo como un recurso de supervivencia financiera más que en un aliento a la imaginación de sus dibujantes y guionistas; por enésima vez, el hombre de acero muere en 1992). También en esos años, Marvel remoza la historia de los X-Men y tiene regular éxito con Wolverine.

En los 80 aparece en DC Comics Ambush Bug, creado por Paul Kupperberg y Keith Giffen. Bug es una especie de bicho con antenas y cara de insecto que comenzaría como delincuente y que con la previsible fantasía del cómic clásico de Estados Unidos, más tarde formaría parte de la legión de superhéroes y alternaría con Superman y la Mujer Maravilla, entre otros.

Si algo regularmente significativo ocurrió en el orden de la crítica a la creatividad de la fantasía en ese país fue la aparentemente inofensiva Grimmy. Creada en 1984, en Florida, por Mike Peters. Grimmy es la historia de un divertido bull terrier y sus amigos desde donde se hacen parodias a los clásicos como Winnie the punk. En 1991, la historieta había sido publicada en 800 periódicos y también incursiona como serie televisiva.

Una historieta que sí tuvo relieve en la Unión Americana fue Calvin y Hobbes, creada en 1985 por Bill Watterson. La serie narra las aventuras de un niño hiperactivo de seis años y con mucha imaginación, acompañado siempre por su tigre de peluche con el que platica y vive aventuras en cualquier parte del universo, recreado en distintas épocas. Calvin y Hobbes estuvo en dos mil 400 periódicos alrededor del mundo y el autor, durante los años de vida de la tira, consiguió varios premios tales como el de mejor dibujante del año en 1986.

En esos años, el guionista y dibujante estadounidense Matt Groening vería los primeros frutos de su carrera con la saga La vida en el infierno, basada en sus primeras experiencias en Los Angeles. El cómic se centra en un conejo dibujado a trazos simples llamado Binky. Otros personajes eran Sheba, la novia de Binky y dos idénticos llamados Akbar y Jeff, parecidos a Charlie Brown mutado. La vida en el infierno debutó en Los Angeles Readers, un periódico semanal donde Groening fue editor. La historieta tuvo enorme éxito.

El 8 de septiembre de 1986 Los Simpson debutan en el Show de Tracey Ullman. Groening dice haber recibido una llamada de James Brookes, quien quería que hiciera una animación para el famoso programa y entonces dibujó cinco nuevos personajes y vivió su primer experiencia en la animación.
Con el éxito de la serie, Groening continuó su trabajo con Bongo Comics donde ha publicado Simpson Comics, El hombre radiac-tivo, Bartman y Rasca y Pica. También ha creado dos series especiales de cómics llamados Lisa Comics y Krusty Comics. Otra serie de cómics de Los Simpson ha sido publicada con títulos como “Guía para la vida de Bart”, “El libro del día lluvioso divertido”, “Poniendo caras con los Simpson” y “Album familiar de los Simpson”.

La crisis de los poderosos

DC Comics y Marvel están en crisis y contratan a varios dibujantes y guionistas como Edick y Esteban Maroto, entre otros. Pero el creador más sobresaliente es Alan Moore, quien comienza a trabajar para DC Comics. No exageramos al decir que Moore está entre los personajes más destacados en la historia de las historietas. A mediados de los 80, Moore y el dibujante Dave Gibbons crearon Watchmen, una tira que habla sobre los superhéroes con el fin de exhibir y ridiculizar a la sociedad occidental.

Moore comenzó su carrera en la memorable revista inglesa de ciencia ficción 2000 A.D. y luego daría argumentos a superhéroes como Miracleman, aunque en ese terreno uno de los mayores éxitos del galardonado artista fue junto con Brian Bolland, con quien hizo La broma mortal, de indiscutible importancia para Batman, pues fue determinante para la película de Tim Burton sobre el encapotado. Otro personaje memorable de Moore es Hellblazer. Aparecida en 1985 con el sello de DC Comics la historia alude a un cínico y fumador personaje de gabardina que se sitúa en los 50 y cuyo desenvolvimiento ridiculiza a los héroes de la historieta de aquel entonces.

El artista Yeray- Muad’Dib es quien ha hecho la mejor lectura de Watchmen que conocemos. La historia de esa serie, dice Muad’Dib se ubica en Nueva York y ofrece la posibilidad de varios presentes alternativos, como el hecho de que aun a mediados de los 80, Nixon todavía habite la Casa Blanca aunque con todo, los episodios políticos y sociales tienen una enorme cercanía y verosimilitud con lo que sucedía en esos años tanto en Estados Unidos como en el mundo.

Moore retrata la época yuppie, la era de las computadoras personales y detalla en las primeras multinacionales del mismo modo en que critica a la guerra fría y a los políticos conservadores. En el mundo fantástico del guionista también está el botón rojo y la amenaza de la guerra, así como la invasión soviética a Afganistán. Frente a todo ello, Moore regresa insistentemente a la vida rutinaria del ciudadano medio, tanto para subrayar su indiferencia como para considerar a esa vida el tronco fundamental frente a un futuro que de cualquier modo aún no existe, el del invierno nuclear, por ejemplo.

En la primera edición de Watchmen, Moore establecería el hilo conductor del superhéroe como vehículo para aquellas y otras críticas del mundo moderno de aquel entonces. Hollis Mason es un superhéroe retirado que se dedica a la mecánica automotriz y a revivir viejas glorias que, en su amargura, también lo hace recordar a otros héroes, enmascarados, voladores o super poderosos como por arte de la magia científica o de algún resentimiento infantil. Como escribió Yeray-Muad’Dib, el mundo de Watchmen retrata a héroes “fracasados, inestables, neuróticos, violadores, fascistas y paranoicos” que sólo podrían volver a la lid si el público los pide (como más tarde ocurriría con el recurso de la muerte de Superman).

De cualquier modo, Moore no pretendió despedazar a los super-héroes, y si lo hubiera querido habría que conocer la opinión de DC Comics. En Watchmen hay un intento por desmitificarlos, eso sí, y distintas vetas que explorar tanto para esa empresa como para su principal competidora.
Entre aquellas vetas de Moore está el mundo alternativo de los superhéroes y que es desde donde, a partir de los 90, conocimos las distintas personalidades del Hombre Araña que cobran presencia y que se vuelven sus principales enemigos, Venon y Matanza, por ejemplo. En ese mundo, el héroe pierde a su amada y también una pierna en combate, por eso se retira y da paso a su hija, La mujer araña.

La veta de la desacralización de los superhéroes también tendría influencia en la década siguiente y en los inicios del siglo XXI. Muestra de ello es la edición de 2004, cuando Batman y Spiderman luchan juntos, sí, DC Comics y Marvel aliados, luego de una retrospectiva infantil que cada uno hizo por su parte.

De pasiones lúbricas

En el principio está la primera pintura rupestre que muestra a los seres humanos en ritos fálicos y a través de los siglos, y ojalá por los siglos de los siglos, también están en las historietas. Por eso al respecto hacemos un corte transgeneracional.

Los trabajos de numerosos pintores de los siglos XIX y XX influyeron en la historieta erótica y eso lo muestra el austriaco Gustav Klimt en obras como Semidesnudo yacente (1904), donde representa a una mujer masturbándose. También está el inglés Aubrey Beardsley, cuyas ilustraciones participan del es tilo curvilíneo característico del Art Nouveau y, en ocasiones, de un explícito erotismo como en Lisistrata de Aristófanes, en 1896. Y la danesa Gerda Wegener, quien en las primeras décadas del siglo XX crea Asalto a una dama, Carnaval o Ayudada por una amiga, donde cunnilingus, penetraciones o masturbación son temas recurrentes. No podemos dejar de mencionar al japonés Ho-kusai Katsushika, quien se desenvuelve en el arte del uyikoe y es el primero en utilizar el vocablo manga, en el ya lejano año de 1814. (Hokusai lo define como dibujo rápido o dibujo que transmite una idea.) En los años 30 del siglo pasado aparecen los dirty comics, que hacen una parodia sexual de los más famosos personajes de historieta de aquellos años. De esta manera, Lorenzo y Pepita, así como Goofy y Pilón, el compañero de Popeye, entre otros, aparecen en aquellos cómics en explícitas escenas sexuales.

Más tarde, durante los 50, cuando aún no se permite representar abiertamente escenas de desnudos, varios autores exponen a sus personajes femeninos a frecuentes streapteases donde la exhibición de lencería y las transparencias se convierte en el atractivo principal. Jane, del británico Mike Hubbard, o Las aventuras de Romeo Brown, de su compatriota Jim Holdaway, son ejemplo de ello. En Estados Unidos es a través del movimiento underground de finales de los 60 que el cómic erótico despega con Robert Crumb, creador del Gato Fritz, y S. Clay Wilson, cuyos trabajos más famosos son The Checkered Demon y Ruby the Dyke. Y ya en los 70 con Wallace Wood, autor de Sally Forth y The Cannon, hoy considerados clásicos. En aquella nación, el género alcanzaría popularidad y mercado, en los años 80, que es cuando nacieron empresas como Eros Comix, actualmente una de las más importantes editoras que publica numerosos títulos como Bondage Girls, de Ron Wilber; Ada Lee, de Jack Munroe; Alexis, de Adam Kelly, y Alice en Sexland, basado en la obra de Lewis Carroll (sí, el de Alicia en el país de las maravillas). Más tarde, ya en los 90, grupos feministas lanzan sus propios cómics eróticos “desde una perspectiva femenina”, pues consideran que los existentes son racistas y misóginos.

Con Roberta Gregory a la cabeza aparecen historietas como Artistic Licentiousness, poco después se unen a ésta Mary Fleener, creadora de Slutburger and Nipplez ‘n’ Tum Tum, y Julie Doucet, quien realiza Dirty Plotte. Las mujeres que aparecen en estas historias, donde en ocasiones hay escenas de lesbianismo, son seguras, inteligentes e independientes.

En Francia e Italia también se desarrollan las historietas eróticas. Entre los autores franceses más des tacados se encuentra el ya mencionado Forest, autor de Barbarella. También está el ilustrador Jean Si dobre, quien a partir de 1978 se dedica a la historieta erótica (Les petites filles modeles es una de sus obras más representativas) y adopta el seudónimo de Georges Lévis. Además está Philippe Bertrand, autor de Scènes d’Intérieur y Linda aime l’art, que se caracterizó por su estilo postmoderno y sus alucinantes escenarios.

Georges Wolinski, nacido en Túnez, pero radicado en Francia desde los 12 años, es un autor que lo mismo incursiona en el cómic político que en el erótico y por eso colabora en publicaciones como L’Humanité, Libération, Paris-Match, L’Écho des Savanes y Charlie Hebdo.

De Italia, por su parte, se encuentran el también mencionado Guido Crepax, autor de Valentina. Después siguieron títulos como L’Astronave Pirata (1968), La Casa Matta (1969) y La Calata di Mac Similiano (1969). En estas historias sus personajes femeninos son frecuentemente víctimas del sadomasoquismo y violencia, por ello no es de extrañar que Crepax ilustrara clásicos de la novela erótica como Justine, de Sade, e Historia de O, de Pauline Réage.

Leone Frollo, quien desde finales de los 60 hasta mediados de los 80 ilustra numerosas series populares en diversos géneros como historia, fantasía, horror, pero sobre todo erotismo, A partir de 1987, Frollo cambia su estilo gráfico y dibuja Malicieusement Femmes, Mona Street y la serie Diva.

Milo Manara, quizá el más famoso de los historietistas italianos. De líneas limpias y figuras perfectas, las páginas de sus cómics están inundadas de mujeres de labios carnosos y cuerpos perfectos. En activo desde mediados de los 70, sus estudios sobre sexualidad humana lo han llevado a publicar obras ya míticas como Clic y El perfume del invisible.

Roberto Baldazzini, quien a partir de 1995 comienza a trabajar en la revista Blue, publicación donde se centra en el cómic erótico, creando personajes como Ginger & Rogers, Angela y Chiara Rosenberg. Su talento al dibujar sensuales mujeres lo ha convertido en un regular huésped de numerosas revistas eróticas como Glamour, Diva, Penthouse, Comix y Geisha.

El boom del hentai

Desde el periodo medieval, el arte de Japón se caracteriza por ser muy gráfico en cuanto a sexo y violencia se refiere. En pergaminos e ilustraciones de manuscritos puede observarse a detalle desde un encuentro amoroso hasta decapitaciones y mutilaciones. Sin embargo, contrario a lo que esto pudiera significar, no fueron los japoneses los primeros en introducir el elemento sexual en sus historietas. La época del surgimiento de todos fue la misma: los años 60, con su liberación de costumbres, hentai (manga erótico) y movimientos underground. Y con todo, si comparáramos las obras que se producían en Europa y el resto del mundo con las que estaban saliendo en Japón, éstas eran inocentes e ingenuas.
El punto de partida del hentai podría ser el famoso creador de Mazzinger Z, Go Nagai, y su serie Harenchi Gakuen (Escuela inmoral), publicada en la revista Shonen Jump de 1968 a 1972. En ella, se mostraron los primeros jugueteos sexuales (que en realidad no pasaban de enseñar ropa interior femenina, traseros y pechos desnudos). Pese al escándalo otros autores siguieron a Nagai, y hacia principios de los años 70 comenzó la enloquecida competencia que hasta hoy rige la industria editorial: los autores tratan de ver qué tan lejos pueden llegar, y las leyes de restricción a ver qué tanto los dejan.
Si bien el cómic erótico era, hasta hace unos diez años, uno de los más regulados en Japón, algo en la interpretación de las leyes no estaba funcionando. Ahí está el caso del artículo 175 de las leyes japonesas sobre la obscenidad (todas, por cierto, muy vagas y confusas). En él, se prohibía la exhibición de escenas sexuales explícitas, vello púbico y genitales, salvo de niños. ¿Y qué fue lo que hicieron con ello los autores? La salida más fácil: presentar escenas con niñas, mejor dicho, adolescentes que acababan de abandonar la infancia, y que, pese a no mostrar el menor signo de vello púbico, tenían pechos exagerados. De esta forma, se creó el género rorikon (“complejo Lolita”, donde los objetos sexuales eran menores de edad, y cuyo máximo representante es el artista UJin) y un curioso fetichismo que continúa hasta la fecha: si preguntáramos por una mujer como símbolo erótico en occidente, tal vez nos muestren a una rubia en bikini de cuero negro, con maquillaje exagerado, tacones de aguja, y, sin duda, adulta; el símbolo erótico japonés sería una adolescente con uniforme de secundaria o preparatoria (el típico traje de marinero) y un oso de peluche en la mano.
El artículo 175, por cierto, estuvo cambiándose constantemente durante los 80 y en 1993 se disolvió por completo. Simplemente, ya no era útil.

No habrá revolución
En el mundo de habla hispana, tal vez nadie como Joaquín Sabina para recibir a los 90. Desde la ironía del poeta sobre el tipo aquel del club que ayer daba gritos de yankies go home y que ahora tiene en su despacho un adoquín del muro de Berlín. Desde el suicidio de la ideología al fin de la guerra fría. Sí, porque,

No habrá revolución,
es el fin de la utopía,
¡Qué viva la bisutería!
Y uno no sabe si reír o si llorar
(…)
Por lo menos que le pongan hash
A la pipa de la paz.

Si Rambo está en Bucarest o en cualquier otra ciudad, los sueños rotos de la utopía muestran también la realidad de la democracia que se expande por el mundo incluso en los enclaves más autoritarios de Latinoamércia, Sudáfrica y la Europa oriental. La Perestroika y la Glasnot de Gorbachov son cimientos sobre los que no puede resistir la Unión Soviética igual a como sucedió en los países en que ésta perdió influencia como Polonia, Hungría, Checoslovaquía, Bulgaria y aun en la entonces convulsa Rumania. Qué decir del 2 de octubre de 1990, cuando los corazones del pueblo alemán se fundieron otra vez.
Octavio Paz obtiene el Nobel de Literatura en tanto su país, el nuestro, atenúa sus convulsiones económicas y políticas y luego, aun en el contexto del atroz asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, continúa su transición democrática con las elecciones más competidas de su historia; en los tiempos de la glo-balización, firma el TLC con Estados Unidos y Canadá. Y todo eso lo hace con ánimo renovado por la disminución de la deuda externa y un desarrollo económico que parecía consistente.
Por su parte, Argentina, Chile y Brasil consolidan sus regímenes democráticos mientras la comunidad negra de Sudáfrica recobra sus derechos y vota para Presidente de ese país a Nelson Mandela y con ello deja los ominosos años del apartheid.

Pero con hash o sin él no todos fuman la pipa de la paz: Sadam Hussein invade Kuwait y la ONU aprueba la coalición comandada por Estados Unidos para recuperar al pequeño Estado. La operación se llamó Tormenta del Desierto. Además, en Yugoslavia inicia una devastadora y cruel guerra civil. Junto a eso, el tema ambiental tiene más auge que nunca y se lleva a cabo La Cumbre de la Tierra.

En el mundo no hay corrientes culturales significativas aunque haya quien, en el ambito político e incluso musical, considere como una de ellas a esa cosa que dio en llamarse postmodernismo. En el nombre del realismo pragmático e investido con fulgor de amargura cuando no de su opuesto, el cinismo, diversos teóricos franceses como Lipovetsky creen encontrar la piedra filosofal del universo. Es el mundo de los desencantados. Y en la música hacen lo propio el pop, el estandarte Madonna y su supuesta iconoclastía a la que seguirían las cantantes Britney Spears y Christina Aguilera (Queen se desintegraría en 1991 tras la muerte de Freddie Mercury). Lo mismo pasa en el rock y los grupos Nirvana o Pearl Jeam, que conjuntan punk y heavy metal, transmiten un mensaje de indiferencia, introspección y aislamiento.
En el cine mexicano, por el contrario, asistimos a un renacimiento: películas como La tarea, de Hermosillo (1990 Sólo con tu pareja, de Cuarón; La mujer de Ben-jamín, de Carrera (ambas de 1991), y Cronos, de Guillermo del Toro (1992) compiten en las salas nacionales con El silencio de los inocentes y Filadelfia, de Jonathan Demme (1991 y 1993) Juego de lágrimas, de Neil Jordan (1992 Malcom X, de Spike Lee (1992 El Piano, de Jane Campion (1993), y la célebre trilogía de Azul, Blanco y Rojo, último trabajo del maestro Kieslowski (1994).
A ti te estoy hablando a ti En el entorno postmoderno Marvel encontró mercado para algunos de sus personajes clásicos y para otros más. Uno, fue la serie Spiderman 2099 y la recreación futurista del universo Marvel, y otro fue Nomad, creada en 1990 para ambientar la lucha entre los ambiciosos seres que sólo buscan repartirse el imperio del desaparecido Kingpin. Uno más surgió en 1992 y fue Spawn. Tood McFarlane retrata a un héroe atormentado, antiguo agente de la CIA y convertido a través de un extraño complot en enviado del infierno. El objetivo de Spawn es vengar la muerte de su esposa y castigar a quien lo convirtió en lo que es.
Otro logro significativo de Marvel al mantener su postura postmoderna fue la saga Los invisibles, creada en 1994 por Grant Morrison y que influyó en los hermanos Larry y Andy Wachowsky en su Matrix. Entre otras coincidencias argumentales está el comienzo de la trama cuando el líder de un grupo armado lucha por la libertad en un mundo ambiguo, entre real e imaginario, como si fuera una quinta dimensión. Morrison también sería guionista de los nuevos X-Men y Batman.
Con todo, el mayor éxito de Marvel en esos años provino del ingenio de Alan Moore cuando en 1999 crea La Liga de los caballeros extraordinarios, llevada al cine en 2003. La historia se sitúa en Londres y narra aventuras fantásticas que inician cuando un enemigo del imperio británico roba un invento antigravedad, por lo que el servicio recluta a individuos con habilidades excepcionales y que son extraídos por la imaginación de Moore de varias novelas clásicas: Mina Murray (Drácula, de Bram Stoker el capitán Nemo (20,000 leguas de viaje submarino y La isla misteriosa, de Julio Verne Alan Quatermain (Las minas del Rey Salomón, de H. Rider Haggard el Dr. Jekyll, y su contrapartida bestial, Mr. Hyde (de la novela del mismo nombre, de R.L. Stevenson), y Hawley Griffin protagonista de El hombre invisible, de H.G. Wells.
DC Comics respondió en 1990 con el personaje Tim Hunter, creado por Neil Gaiman. Fueron cuatro historias dibujadas por un autor diferente. Hunter es un joven londinense de 13 años que tiene como principal virtud la posibilidad de ser el mago más poderoso del mundo y, para ello, es introducido al mundo de la magia por varios personajes destacados del mundo DC. Tim Hunter fue publicado seis años antes de que Harry Potter entrara a la imprenta por primera vez.
Pero la más contundente y afortunada respuesta de DC en el ámbito de las finanzas fue la muerte de Superman en 1993, a manos del indestructible Doomsday, un villano mudo e irracional que sólo destruye. Es una edición totalmente distinta a cualquier otra que se haya hecho en la historia del mundo de la historieta ya que está compuesto sólo por Splash Pages, es decir, es un trabajo en donde cada página tiene una sola viñeta.

Los horrores de Auschwitz

En 1994 termina un clásico. El ya mencionado Art Spiegelman finaliza la magistral trama de Maus, iniciada en 1973 en la revista Raw que fundó con su esposa Francoise Mouly.
Maus relata la vida de Vladek y Anja, los padres de Spiegelman en la época del exterminio judio. Tiene dos líneas temporales: Vladek narra en primera persona los hechos de aquellos años al tiempo que se intercalan retazos de la actualidad centrados en la relación padre/hijo y en las charlas que éstos mantienen para el desarrollo del libro. En la obra, los judíos son dibujados como ratones, los nazis como gatos y los polacos como cerdos.
La historia de Maus comienza con un joven Vladek que conoce y se casa con Anja. Luego, Vladek es reclutado por el ejército y comienza la persecución de los judíos por los nazis: primero son separados en guetos, poco a poco van perdiendo a sus familiares (incluido a su pequeño hijo Richieu), se esconden en distintos lugares y, por último, son llevados a Auschwitz.
Y aquí comienzan mis problemas, cuenta la estancia de los Spiegelman en los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau. La dureza de la narración anterior se ve superada por la vida en los campos de concentración, donde se deben utilizar todos los trucos para sobrevivir y no terminar en la cámara de gas. La línea temporal del presente gana protagonismo: las difíciles relaciones entre Art y Vladek, la inseguridad del primero sobre la ética de obtener fama basándose en las desgracias vividas por su padre, o las reflexiones entre el autor y su mujer son parte importante de la narración.
Evidentemente, al final los nazis pierden la guerra y Vladek y Anja se reencuentran. Sin embargo, lo vivido marca para siempre: Anja se suicida en 1968 y Vladek se vuelve un personaje intratable por su corazón sumido en la oquedad.

La guerra de los mundos

Inevitablemente como hemos visto en este recorrido, las vertientes de la historieta fueron influidas por su contexto, aunque no estuvieron exentas de reiteraciones como la de Sergio Bleda y El baile del vampiro creada en 1997, pero tampoco desprovistas de imaginación como fue la tira de prensa de Patrick McDonnell en 1994, Mutts, donde un par de cachorros de perro y gato muestran su óptica como animales de compañía y discurren sobre la relación con sus amos. Charles Schultz dijo que Mutts es “una de las mejores tiras cómicas de todos los tiempos”. Mientras que Matt Groening expresó que Mutts, “No sólo es dulce, simple y divertida –una rara combinación– sino que es también la tira mejor dibujada del momento”.
Dentro de la explosión del manga de principios de los 90, hay que mencionar a Alita, ángel de combate, creada por Yukito Kishiro en 1993. Alita vive en un futuro indeterminado en una gigantesca ciudad f lotante l lamada Tiphares que tiene su patio de los desperdicios, un lugar a donde Tiphares tira la basura y donde Alita vive las más fantásticas aventuras con cyborg como algunos de los protagonistas principales.
En una vertiente similar está Fathom, de Michael Turner, creada en 1998 en un cómic independiente. Fathom es una extraordinaria nadadora que un día descubre en el mar una misteriosa raza al mismo tiempo que se da cuenta de que ella posee poderes acuáticos. Su relación con esos extraños seres inicia en la incertidumbre de una guerra.
Otra historia que discurre más o menos sobre los mismos parámetros es Pin up, del guionista francés Yann Le Peletier y el dibujante belga Philippe Verter. Creada en 1994, Pin Up narra las más inverosí miles y diversas aventuras de Dottie Partington, desde algunos melodramas eróticos ocasionales hasta su alternancia con personajes históricos o actores de cine, lo que nos sugiere una síntesis de los personajes memorables muy arriba citados.

El mensaje del oriente

Aunque sea con un pase mágico de la señorita Cometa y a la velocidad de Ultraman o Ultraseven sino es que para los contemporáneos mejor pidamos ayuda a Gokú, regresemos al oriente y, esperamos que en un viaje fascinante, situémonos en Japón porque ahí el manga es una de las ofertas más boyantes por su creatividad y sus resultados financieros, y que ahora está entre las expresiones modernas de la historieta en el mundo.

Los inicios de aquella expresión gráfica y escrita dan cuenta de Ra-kuten Kitazawa que en 1905 creó la revista japonesa Tokio Puck y que básicamente tiene el mismo formato y contenido de aventuras que la propuesta occidental. Incluso, la tendencia se afianzaría en los 30 con el surgimiento del primer superhéroe Ogon Bat, un semidiós parecido a Hércules pero con rasgos orientales que enfrenta a las fuerzas del mal. Creado por Ichiro Suzuki y Takeo Magamatsu, Ogon Bat tendría varias imitaciones antes de reaparecer con particular fuerza, ya lo adivina usted, durante la Segunda Guerra Mundial, justamente cuando en los 40 se da la explosión de mangas alusivos a la situación bélica mundial.

Entre éstas se encuentra Hatanosuke Hinomaru, que trata de un grupo de samuráis con alto sentido del honor y del patriotismo que actúan sólo para apoyar al gobierno japonés. Otra surgió en 1931 pero tuvo su época de oro durante la conflagración mundial, nos referimos a Nokakuro, de Suihou Tagawa. Al principio Nokakuro tuvo un tono humorístico como lo muestra la narración de las aventuras de un perro huérfano y torpe que se enrola al ejército para escalar a general, pero después adquirió el carácter dramático de las balas y el sentido heroico del pueblo japonés y el perro con toda solemnidad y merecimientos asciende a capitán. La serie fue muy popular y aún se sigue reeditando con éxito. Igual a como sucedió en Estados Unidos y Europa, también en el Japón de esos años surgieron historietas donde la familia y la vida cotidiana son eje rector, ahí está por ejemplo Fuku-Chan, las tiras cómicas más populares que fueron difundidas en los diarios Daily Asshi y Daily Manichi desde 1936 hasta 1971.

Pero al acabar la guerra el manga daría un giro de 180 grados y se vuelca a la ficción y a otros derroteros de la fantasía, fundamentalmente para los jóvenes, en quienes el país cifraba sus esperanzas de reconstrucción. Esto no se puede explicar sin el editor, dibujante y guionista Osama Tezuka, creador del manga como lo conocemos actualmente.

A diferencia de lo que ocurrió en el mundo occidental, Tezuka se inspiró en las imágenes de Disney, de donde viene la obsesión estética japonesa por los ojos grandes, y con ese referente vuelca también su amor por el cine y su animación en planchas de papel barato. Entre sus trabajos más destacados están Jungle Tatai (o sea, Kimba, el león blanco), Astroboy, Tetsuwan-Atom (Jet Marte) y Ribon no Kishi.

A partir de los 60, la ciencia ficción, las fantasías de índole diversa, y las aventuras de la vida cotidiana son las marcas de la casa del manga oriental y los cimientos de una gran industria. En esos años se crearon Speed Racer, Iron-Man 28 (Tetsujin 28), Eight Man, Cyborg009.

En los años 70, el animemanga tuvo su primer gran boom. Series como Mazinger Z, de Go Nagai; Heidi, de Hayao Miyazaki; Marco, Doraemon, Capitán Harlok, Gundam y Galaxy Express, entre otras, alcanzaron el éxito en Japón y en el resto de países donde se emitieron. En esa década Kazu Koike creó una “universidad de manga” donde se estudia a autores reconocidos como Rumiko Takahashi. Y, en esa época también, personajes como Centella (1968), Fantasmagórico (1975) y Meteoro (1982-1985) triunfaron en el resto del mundo.

Hasta principios de los años 80 la única manera de ver manga era en el cine o en la televisión. En los años 80 a la vez que aparecieron los videos domésticos, aparecieron los OVAs, que se editaron exclusivamente en video. Así que la competencia tuvo que aumentar la calidad de sus series televisivas y largometrajes para contrarrestar el éxito de los OVAs. Por eso aparecieron en pantalla Lamu, Candy Candy, Los caballeros del zodiaco, Campeones (Tsubasa), Macross, Dr Slump y las grandes estrellas, y Ranma 1/2, de Rumiko Takahashi, que después de 15 años, siguen entre las series favoritas de millones de seguidores de todo el mundo. De las más vistas en el resto del planeta sin duda es Dragon Ball, de Akira Toriyama, donde se narran las aventuras de Gokú y de todos los personajes a los que se va conociendo a lo largo de más de siete mil páginas.

La mercadotecnia de productos relacionados con las series de moda produce muchos beneficios. Se pueden encontrar tanto cromos, trading cards, muñequitos de peluche, figuras de todos los tamaños, llaveros y videojuegos. A partir de los 90 las productoras tienden a la calidad más que a la cantidad… Es cuando aparecen obras maestras del anime como Akira (de Katsuhiro Otomo), que comprimió en un largometraje de dos intensas horas un manga muy extenso, desapareciendo escenas del manga original. Ghost in the shell (Masamune Shirow) fue número uno en Estados Unidos. Otras series también se hicieron famosas como Neon Genesis Evangelion, Dragon Ball GT (hecho sin la ayuda del Toriyama y sin adaptación en manga), Fly Dai no daiboken, Sailor Moon, Urotsukidoji (con mucho sexo y violencia).

Fábrica de sueños

Como hemos visto en este recorrido, a lo largo de la historia entre el cine y la historieta se han dado múltiples coincidencias. Particularmente para la historieta éstas en distintos momentos han sido determinantes en el estilo, la técnica, los dibujos y la trama que adoptaron. Un ejemplo es cuando varias estrellas de la cinematografía mundial fueron dibujadas para el mundo del cómic: Charles Chaplin, Oliver Hardy y Stan Laurel, además de Marilyn Monroe, Boris Karloff y Woody Allen entre algunos más. Otro ejemplo destacado se constata en la técnica de la cinematografía que los cómics adaptaron en su diseño durante la década de los 30 como una tendencia que prevalece hasta nuestros días; en páginas anteriores ya hemos mencionado algunos casos sobresalientes.

Pero la vertiente más vigorosa en los años recientes es la adaptación cinematográfica de diversas creaciones del comic.

Las primeras surgieron en los 60, cuando el Capitán América fue llevado a la pantalla en 1963 sin obtener el éxito esperado, como también ocurrió con la patente mexicana de la saga de Chanoc, que comenzó en 1966 y a la que le seguirían hasta 1981 siete cintas más, todas de regular manufactura. En 1968, sin embargo, sería estrenada una de las mejores películas del género con la espléndida Jane Fonda en el papel de Barbarella, aquella mujer que enriqueció a la vía láctea con sus aventuras. Sin duda, el director Roger Vadim, o sea el esposo de Fonda, no tuvo que dar muchas vueltas para saber quién podría ser Barbarella. (De acuerdo con una encuesta de la revista especializada Film Review, Barbarella ha sido considerada la película más sensual de ciencia ficción, por encima de la teniente Ripley de Alien, el octavo pasajero.)

En los 70 ocurriría algo similar a la década anterior. Primero llegaron, en 1972 y en 1974, las sagas mexicanas de Kalimán y Kalimán en el siniestro mundo de Humanón y luego, ahí con una producción espléndida, vendrían las cuatro películas Superman, interpretado por Christopher Reeve desde 1978 hasta 1987 (en aquella trama, Marlon Brando es padre del hombre de acero).

Ni hablar de Los Supersabios, cuya imagen como una de las historietas mexicanas más destacadas fue maltrecha en la cinta que se exhibió en 1978.

Los 80 iniciarían con Flash Gordon, creado por Alex Raymond en 1938 para la King Features Sindicate (su homónimo Flash no ha sido tan rápido para llegar al cine y, hasta ahora, sólo lo hemos visto en televisión).

Flash Gordon es un piloto aviador atrapado en el planeta Mongo junto con su novia Dale Arden y el doctor Zarkov y que para liberarse combate contra el siniestro emperador Ming. La cinta se exhibió en 1980 y la produjo Dino de Laurentis, quien logró convocar al grupo Queen para musicalizarla. Al año siguiente llegaría la adaptación de Conan el bárbaro inventada para Marvel en 1930 por Robert E. Howard. Dirigida por John Millius e interpretada por Arnold Schwarzenegger la cinta tendría dos secuelas más, Conan el destructor y El guerrero rojo.

Vendrían otras más de regular manufactura como La cosa del pantano, de Len Wein y Berni Wrightson, publicada en 1971 en The House of Secrets de la editorial DC. La trama recurre al socorrido argumento de un científico que por azares del destino cae presa de una fórmula que él preparó y se convierte en una gigante y vengativa planta. En 1982 llega a las salas bajo la dirección de Wes Kraven (famoso por concebir al ser horrendo aquel llamado Freddy Krueger). Para colmo del cine, dos años después vendrían las irreseñables Supergirl y Hermelinda linda.

Sin embargo, en 1989 el cine de la historieta llega a otras dimensiones con la aparición del emblemático héroe de la noche. Con la dirección de Tim Burton, iniciaría una serie de cuatro películas de Batman –Burton dirigió las dos primeras–, cuya trama convocaría por primera vez en la historia del género a una constelación. En el papel del encapotado a Michel Keaton, Val Kilmer y George Clooney, y en el de villanos a Michelle Pfeiffer, Uma Thurman, Danny De Vito y Tommy Lee Jones, entre otros. No exageramos al decir que con el murciélago inicia la explosión de las historietas en el cine.

En 1990 llegaría Dick Tracy de la mano de Warren Beatty y con ésta también, además de una convocatoria importante de actores que incorporó a Al Pacino, la primera exhibición tecnológica que buscó y logró técnicamente el mismo ambiente de la historieta, aunque la saga fue para el público infantil debido a que la producción estuvo a cargo de Disney.

En esos años, desde el universo underground llegarían las delirantes Tortugas Ninja (1990) y la saga de El Cuervo (1993). La primera es la historieta imaginada en 1984 por Peter Laird y Kevin Eastmen y trata de cuatro tortugas, Leonardo, Donatello, Michalengelo y Rafaello, que al ser afectadas por la radiactividad se convierten en héroes ninja que luchan contra los villanos mientras casi se empachan de tanto comer pizzas. Aunque tuvieron extraordinario éxito en taquilla, las tortuguitas fueron maltrechas bajo la dirección de Steve Barron. El Cuervo fue la adaptación de la historieta de James O’Barr surgida en 1981 y trata de Eric Draven, un rockero que vuelve del más allá para vengar la muerte de su novia. Una paradoja inquietante es que, por un error del equipo de producción, durante el rodaje falleció Brandon Lee, el hijo del mayor maestro de artes marciales de la historia y estupendo bailarín de cha cha chá, por cierto.

En 1994 se filmaron tres cintas, Los 4 fantásticos, La sombra y La máscara. La primera tuvo una producción y dirección tan pobre que hasta la fecha no ha sido exhibida oficialmente. La segunda no nació en el comic, sino en la radio, y al igual que El Fantasma es un claro antecedente de Batman. La sombra es un millonario que lucha contra el crimen con su habilidad para disfrazarse. La máscara es una historieta creada en 1982 por Mike Richardson y el cuento es éste: Stanley Ipkiis es un mediocre empleado de banco que al ponerse una antigua máscara africana se convierte en un ser estrafalario y locuaz, con la capacidad suficiente para desafiar las leyes de la física y vivir aventuras trepidantes. El filme fue dirigido por Chuck Russel y tuvo la interpretación del sobreactuado Jim Carrey.

Otras dos desastrosas películas serían exhibidas en 1995 y 1996; aludimos al Juez Dredd y al Fantasma. Aquí, vale decir que la responsabilidad fue de los directores y de los productores y no del guión que, en el caso de la primera historieta, se trata de una de las publicaciones contemporáneas que más enorgullecen a la historia del cómic en Inglaterra.

El Juez Dredd fue creado en 1977 por Pat Mill, John Wagner y el dibujante español Carlos Ezquerra. La trama ubica al personaje en un futuro apocalíptico y con ello se adelanta al entorno y al tiempo que más tarde abordarían casi todas las historietas. En ese espacio el Juez es una persona que concentras las funciones de policía, juez y verdugo. Su puesta en la pantalla fracasó y ya imaginará usted porqué, al tener presente que fue interpretada por Silvester Stallone. Ocurrió lo mismo con El Fantasma, que en el cine fue sacado de contexto y no tuvo la producción y los recursos visuales que podrían esperarse. Algo similar ocurrió con Spawn, exhibido en las pantallas en 1997. El director no supo adaptar la historia de un policía que fue muerto a manos de sus propios compañeros y que, al hacer un pacto con el infierno, busca vengarse de ellos y ver por última vez a su mujer. Ese año se estrenó la primera parte de Men in Black, la producción fílmica con la que los espectadores supimos que no todo estaba perdido en el mundo del cine y la historieta.

Men in Black llegó al cómic en 1990 de la mano de Lowell Cunningham para narrar las aventuras de dos agentes de la Tierra que buscan mantener a raya a todos los aliení-genas que habitan el universo. A la trama de ficción, el director Barry Sonnenfeld le puso un toque de comedia que estuvo a tono con las interpretaciones de Will Smith y Tommy Lee Jones y además agregó recursos visuales impresionantes. En 2002 la segunda parte de la cinta tuvo similares logros en buena me-dida porque convocó al mismo equipo que participó en la primera.

Como hemos visto, el éxito de películas como Barbarella, Batman, Superman y Dick Tracy provocó que con la mira en la taquilla más que en adaptaciones profesionales, surgieran producciones de cuestionable manufactura, como las que hemos reseñado y las que siguen.

Pensamos por ejemplo en Blade que de la pluma de Mary Wolfman apareció por primera vez en 1973 como personaje secundario de la historieta La tumba de Drácula. Blade llegó a la pantalla en 1998 (Stephen Norrington) y, aunque logró una buena cantidad de espectadores, ese éxito no se correspondió con lo que vimos en la pantalla, llena de pobres recursos visuales e inconexa, lo que impidió conocer los matices de una historia que, además, es muy conocida como recurso: Blade es un personaje mitad hombre y mitad vampiro que sólo busca curarse mientras lucha contra los malos. (De la mano de Guillermo del Toro, Blade II estaría más apegada a la historieta original).

Ese mismo año hubo otro fracaso: Nick Furia, agente de Shield, creada por Stan Lee; fue dirigida por Rock Hardy e interpretada por David Hasselhoff, sí, el mismo de la serie de TV El auto increíble. En 1999, llegaría otro golpe al optimismo pues no resultó la adaptación del filme de Astérix, dirigido por Claude Zidi, a pesar de haber convocado a actores de la talla de Ge-rard Depardieu (Obélix), Chistian Clavier (Astérix) . Los amantes de la historieta y en particularlos franceses que tienen en un pedestal a esa extraordinaria narración surgida del talento de Albert Uderzo y René Goscinny tendrán que esperar algún otro intento.

Los dos mil tuvieron un inicio menos estrepitoso, pues otra vez una historieta de Stan Lee sería llevada al cine. Hablamos de X-Men y antes de comentar sobre la cinta debemos decir que la saga en la historieta ya había tenido un segundo aliento importante en los inicios de la década pasada, al hacerse cargo del guión Chris Claremont. El director Bryan Singer se apegaría bien a la historia y en sus dos películas estrenadas en 2000 y 2003 sabría dibujar con precisión las aventuras del grupo aquel de muchachos mutantes.Otra vez el prolífico Stan Lee mira un éxito en la pantalla, éste enorme por su adaptación y por los extraordinarios recursos visuales empleados. Luego de diversas y exitosas series televisivas, el personaje de Marvel más famoso de todos los tiempos Spiderman entraba en acción. La cinta se exhibió en 2002 y luego habría una segunda parte igual de exitosa, tanto en la taquilla, donde rompió varias cifras impactantes, como en la producción. Tobey Maguire es el arácnido y Mary Jane es Kirsten Dunst, quienes alternaron en la primera cinta con el extraordinario Willem Dafoe.

Las repercusiones de Spiderman en la filmografía fueron contrastantes, primero porque enseguida se exhibió una buena película, Daredevil, el hombre sin vista que padece cómo la justicia no siempre es ciega y que, por eso, como abogado y héroe justiciero, lucha para restablecerla en el resguardo de la noche. Daredevil apareció en la historieta en 1963 de la mano de Stan Lee y fue llevado al cine por Mark Steven Johnson. Pero después llegaría otra creación del guionista, Hulk, que arribó al cómic en 1962 y al cine en 2003, para ser un ejemplo de lo que no se debe hacer cuando a pesar de la falta de imaginación se busca ser original y adocenar la trama primigenia. De eso fue responsable el director Ang Lee. Ese mismo año, llegó al cine La liga extraordinaria que en realidad no fue una adaptación de la historieta de Alan Moore sino un grotesco recurso de imitación.

Por todo eso un toque de frescura en aquellos años fue Mortadelo y Filemón, surgidos en la historieta el 20 de enero de 1958 en la revista Pulgarcito y llevados a la pantalla en 2003. La adaptación resultó lo más fiel posible a los argumentos y la tinta de F. Ibáñez y gracias a ello pudimos ver las aventuras de aquellos agentes secretos y su denodado esfuerzo por resolver los casos que les encarga “El super”. La cinta fue dirigida por Javier Fesser y protagonizada por Pepe Viyuela (File-món) y Benito Pocino (Mortadelo).

En 2004 vendrían dos noticias buenas y una mala. Las primeras son Hellboy y The Punisher y la segunda es Garfield.

Hellboy tiene un mesurado pero impactante despliegue tecnológico y visual, junto con originales adaptaciones a la trama que, ya se sabe, alude a una criatura surgida de un conjuro de los nazis que con él pretendían acabar con sus adversarios de la Segunda Guerra Mundial. Por azares del destino el monstruo resultó aliado de las fuerzas aliadas y, gracias a su efectividad como agente pero también a su nobleza y generosidad, en 1952 la ONU le concede el estatus honorario de humano. La cinta fue dirigida por Guillermo del Toro e interpretada por Ron Perlam.

La otra buena noticia fue The Punisher, que apareció por vez primera en 1974 como enemigo de Spiderman. El vengador es Frank Castle, el agente secreto del FBI que ve cómo asesinan a su familia para vengar uno de los operativos en los que él participó y que por eso decide aplicar la ley por su propia cuenta y acabar con los malhechores. Esta película fue dirigida por Jonathan Hensleigh e interpretada por Thomas Jane, y John Travolta en el papel de villano.

Sin embargo, este año llegaría Garfield, el gato flojo y tragón que pronto se convirtió en héroe para muchos niños que se identificaron con él y que fue creado por Jim Davis en 1978. Sólo decimos que la cinta contó con animación por compu-tadora y que fue dirigida por Peter Hewit. Y no decimos más porque parece que Garfield, junto con Val Helsing fueron mal presagio para avizorar la calidad de Catwoman, que ahora está en las carteleras de las salas mexicanas, y que ocurrirá lo mismo con Iron Man cuyo estreno está previsto para el próximo año, igual que los de Spirit, Dragon Ball y una nueva edición de Batman.

Con todo lo que expuesto hasta aquí en este apartado, usted comprenderá que rasguemos la modesta máquina del tiempo y hagamos un punto y aparte en este rubro para hablar de Tarzan y las varias películas que sobre él se han hecho a través de los años. Y es que se trata del héroe más socorrido por la industria fílmica.

En distintas latitudes y con resultados diversos han sido rodadas más de 100 películas con el legendario rey de los monos como protagonista. Aunque vale tener presente que el personaje creado por Edgar Rice en 1912 estuvo en el cine antes que en las historietas, a donde llegó el 7 de enero de 1929 del pincel de Foster. La primer película donde lord John Clayton es la figura se hizo en 1918 y fue interpretada por Elmo Lincoln (Dir. Scott Sidney).

Y luego seguirían muchos más protagonistas. Johnny Weissmuller, Ron Ely, Caspar Van Dien, Lex Barker, Mike Henry, Frank Merrill. Todos ellos interpretando el papel para dar vida a múltiples aventuras, que incluso trascienden a la selva. Entre estas recordamos a Tarzan’s New York Adventure (1942 The Adventures of Chinese Tarzan (1940), o incluso fuera de la tierra como en Tarzan and the Mountains of the Moon (1967). Con todo, creemos que entre las mejores adaptaciones se encuentran Greystoke: The Legend of Tarzan, Lord of the Apes (1984), de Hugh Hudson e interpretada por Christopher Lambert como Tarzan y Andie MacDowell como Jane.

Odisea del espacio

Sabedores de que las líneas anteriores perfilan las principales tendencias en los dos mil, concluímos este asomo por el mundo de las historietas. Lo hacemos conscientes de lo que faltó pero satisfechos de haber expuesto lo básico para entender a la historieta como medio de comunicación y saber que sus alcan-ces se determinan en cada contexto histórico, en cada idea que desarro-llan y en cada técnica que emplean para adentrarnos en aventuras, melodramas, épicas justicieras, protestas impresionantes, alucinaciones eróticas, mundos ignotos y anhelos permanentes o frustrados. Sabemos eso y lo disfrutamos, aunque con Goethe también sepamos que “no tenemos que visitar un manicomio para encontrar mentes desquiciadas; nuestro planeta es institución mental del universo”.

A la basura que se presenta con el nombre de historietas, la pusimos en su lugar. En cambio, desmostramos cuando son forma de expresión e impulso intelectual, literario, artístico y hasta político, al mismo tiempo que dimos un esbozo de su lenguaje y de sus recursos. Estamos convencidos de que esto no es cosa de niños sino un recurso de comunicación que, guste o no, ha prevalecido a través de los años, más aún, sus adecuaciones han determinado su vigencia en tanto que se ha acompañado de otras formas de expresión como la pintura, la literatura y el cine. Seguirá haciéndolo, sin duda, con resultados contrastantes. Nuestros preferencias fueron expuestas en esa ruta y lo hicimos no sólo por el placer sino también para ofrecer un sincero reconocimiento a todos aquellos guionistas y dibujantes que con imaginación y convicción dieron vida a revistas como Pilot o Eagle, por no citar aquellas circunscritas en el ámbito under-ground o aludir a personajes como Mafalda o los de la entrañable Familia Burrón que desde la sencillez de la cotidianidad retrataron un mundo, lo criticaron y al mismo tiempo nos hicieron sonreír, con la sincera convicción con la que ahora lo hacemos nosotros. Otras, dan terror y unas más nos adentraron a otros mundos, y así nos llevaron a otras galaxias oníricas, amorosas y lúbricas. Unas más confirmaron los anhelos siempre inalcanzables de la epopeya de alguien que cuide por nosotros, como Batman, Superman, Kalimán o El Hombre araña, aunque al mismo tiempo hubo aquellas que a tiempo advirtieron que la cosa está en nosotros y que aquello sólo es, como lo es, un divertimento amable y que al saberlo entonces podemos volar y viajar, como lo hizo Corto Maltese o Tintín y en esas, por qué no, ser también el detective que pudo tener a Valentina o el monstruo que pudo luchar con Vampirella o Barbarella. Todo eso para luego templar el alma y vivir la otra historieta, la de cada día.

El gusto es nuestro, esperamos que de usted también. Las omisiones que al respecto hayamos tenido son obra de la ignorancia, y el déficit de trabajo que tenemos frente a ella lo cubriremos, en los próximos meses, con un libro que tendrá más coherencia y acuciosidad. Así es que, como antes decían las tiras de prensa y algunas de las primeras revistas del siglo pasado, esta historia continuará.

Las fuentes de la travesía

El equipo de redacción recurrió a varias fuentes. Entre las principales están los libros de Román Gubern El lenguaje de los cómics, Máscaras de ficción, Comunicación y cultura de masas, así como Apocalípticos e integrados y El superhombre de masas, de Umberto Eco. En el plano de la historia del cómic mexicano consultó la investigación de Irene Herner Mitos y monitos, y las que hicieron Juan Manuel Aurrecoechea y Armando Bartra para Puros cuentos. En Internet también hay estupendos trabajos, entre los que destacan:

El cómic y sus categorías: www.terra.cl/comic/categorias.cfm

Sobre las novedades en el mundo de la historieta: www.laguiadelcomic.com

Un amplio catálogo de links sobre personajes, títulos de series, autores y publicaciones lo puede encontrar en El coleccionauta: http://personal.readysoft.es/elcolec-cionauta/portada.htm (destacan aquellos hechos en español, inglés y francés).

Sobre cómics eróticos las páginas dedicadas a Milo Manara y Guido Crepax son excelentes. Además, sobre otros autores puede disfrutar algunos ejemplos en: www.s a n d y – x x x . c om/ f o r o / i n d e x .php?board=19;action=display;threadid=3746 y también la muy disfrutable www.eroscomix.com Respecto del irreverente mundo del cómic underground: www.headcomix.info/g-aug/, y también en: “Alternative comics”, en www.fact-index.com/a/al/alternative_comics.html

Tebeoteca es sin duda una de las páginas más completas sobre el mundo del cómic que incluye una centena de artículos muy bien informados sobre diversos títulos, autores y personajes: www.tebeosfera. com/Indice/Articulos.htm

Un amplio y muy bien documentado recorrido por la historia de la historieta mexicana se encuentra en: www.angelfire.com/az/mon-jeloco/indice.html

Si lo que más le atre es el género de terror y la ciencia ficción, consulte: www.cienciaficcion.com/opi-nion/op206.htm

Una historia de la historieta en América Latina la desarrolló la investigadora boliviana Carla Cortez y el resultado de su trabajo se encuentra en: www.red-aboic.org/cortez.pdf. También sobre el acontecer del cómic latinoamericano, http://erikcontreras.tripod.com/historia_comic.htm

Para explorar más en el continente surgido entre la ficción literaria y el cómic: www.ergocomics.cl/pagina s / a r t i culo.php? ide l e=19690709000009

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