Media hora de Gomorra

Estoy de nuevo recorriendo

un cuerpo que no conozco,

con relieves distintos

al monte de Afrodita

a los que mis manos estaban

acostumbradas,

los dedos fríos de la fémina

desconocida recorren mi

espalda, que rechaza

la efervescencia de un tiento

nuevo,

pero me envuelve el retumbar

de Eros en el centro de mi,

entonces me abro paso

por puentes de raíces;

al inicio del éxtasis y la fe.

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