Al diablo con la OEA

Primera pregunta; si el gobierno y su apéndice el INE ya sabían que la elección judicial sería un absoluto cochinero, ¿para qué invitar a los observadores de la OEA? ¿Pensaban que, como sus corifeos y voceros, se harían de la vista gorda de la cantidad de irregularidades, del acarreo, de los acordeones producto de la compra y coacción del voto (un delito electoral) que fueron determinantes en el resultado?

¿O creían que su informe sería una recopilación de las burdas maromas que manejaron los obradoristas para dar a su farsa una máscara democrática? Evidentemente eso no iba a ocurrir. Entonces ¿para qué solicitar su presencia? Pensaron que eso daría confianza y legitimidad a su lodazal, pero se les olvidó que tendrían que hacer un informe donde expondrían la gran cantidad de ilícitos, la improvisación y el desorden que marcaron ese ejercicio.

Y por supuesto, la única respuesta del gobierno ante eso es lo único que sabe hacer; descalificar al mensajero. Dicen ahora los morenistas que la OEA siempre ha jugado con el imperialismo, que ha callado ante eventos antidemocráticos en el subcontinente, y por tanto no es una institución confiable para los genuinos progresistas (como lo es evidentemente Morena). De nuevo, ¿entonces por qué invitaron a semejante engendro?

Probablemente los obradoristas, en su inmensa ignorancia, desconocen el Carta Democrática Interamericana de la OEA que surgió en 2001 y fue firmada por los países miembros, incluido desde luego México. Se trataba de promover la naciente democracia en varios de estos países, ante posibles intentos anti-democráticos (como muchos ha habido).

Y justo lo que el gobierno dice que la OEA no tiene facultad, está escrito en esa Carta Democrática. Por ejemplo, señala:

“En la Declaración de Managua para la Promoción de la Democracia y el Desarrollo, los Estados Miembros expresaron su convicción de que la misión de la OEA no se limita a la defensa de la democracia en los casos de quebrantamiento de sus valores y principios fundamentales, sino que requiere además una labor permanente y creativa dirigida a consolidarla, así como un esfuerzo permanente para prevenir y anticipar las causas mismas de los problemas que afectan el sistema democrático de gobierno”.

Define dicha Carta a la democracia como “El acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.

Justo lo que en buena parte se destruyó en la elección judicial de México. ¿Cómo podría omitirlo la OEA?

El Carta prevee la observación electoral: “Las misiones de observación electoral deberán informar al Consejo Permanente, a través de la Secretaría General, si no existiesen las condiciones necesarias para la realización de elecciones libres y justas”. Justo lo que hizo la misión observadora.

Y se agrega: “Cuando en un Estado Miembro se produzcan situaciones que pudieran afectar el desarrollo del proceso político democrático o el legítimo ejercicio del poder, el Secretario General o el Consejo Permanente podrá, con el consentimiento previo del gobierno afectado, disponer visitas y otras gestiones con la finalidad de hacer un análisis de la situación”

Y también: “El Secretario General elevará un informe al Consejo Permanente, y éste realizará una apreciación colectiva de la situación y, en caso necesario, podrá adoptar decisiones dirigidas a la preservación de la institucionalidad democrática y su fortalecimiento”.

La OEA hizo lo que le faculta el Carta Democrática firmada por México. Si no les gusta, no vuelvan a invitar a la OEA, o bien que nuestro gobierno desconozca el Carta Democrática que México firmó en 2001, o de plano que abandone la Organización, como el buen autoritarismo bolivariano que ya es.

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