La mayoría de los ciudadanos mexicanos no quieren creer que la gran mayoría de políticos obradoristas son autoritarios, es decir, no democráticos. Pero autoritarios son y por partida triple: en cultura individual, comportamiento político y propuesta institucional. Sus valores son autoritarios, actúan autoritariamente en la lucha por el poder y usan el poder para remodelar autoritariamente las instituciones públicas –sólo porque ellos quieren y para lo que sólo ellos quieren.
En una semana los obradoristas han dado tres ejemplos más de autoritarismo que tampoco van a creer quienes quieren creer que viven “momentos estelares”:
Primero. Refiriéndose estúpidamente a Héctor de Mauleón como “pseudoperiodista”, la verdadera pseudojurista y pseudodemócrata Tania Contreras lo demandó para callarlo. Así de sencillo y grave: para callarlo. Grave porque el intento viene del obradorismo de Tamaulipas que encabeza el gobernador Américo Villarreal, y viene con la complicidad del instituto y el tribunal electorales del estado. Y la del INE, por si queríamos más evidencia de la degradación causada u operada por Guadalupe Taddei… En el tribunal electoral tamaulipeco son magistrados la prima de Contreras y un colaborador de su esposo (de la demandante). Él y ella, esposo y esposa, son a su vez colaboradores del gobernador; Contreras fue su consejera jurídica y el esposo es subsecretario de Gobierno. Pero hay más: también es cuñada de quien el anterior secretario de la Defensa Nacional ha señalado como corrupto huachicolero en aduanas, Juan Carlos Madero Larios, y actualmente es candidata a magistrada local. Contreras es, como toda la evidencia indica, parte de una red familiar y partidista de poder político y económico. Por eso está demandando a De Mauleón, para impedir que un periodista muy leído siga criticándola a ella y a su red. Es una amenaza a De Mauleón y un mensaje a otros medios y críticos: “dejen de criticar o no empiecen a hacerlo”. La autoritaria Contreras también está demandando al medio Código Magenta, de Ramón Alberto Garza, lo que demuestra su intención global silenciadora, contra la libertad de expresión. Y con candidatos como Contreras se vuelve a demostrar de qué se trata la elección judicial: de lograr el mayor grado posible de fusión entre los poderes judiciales, los gobiernos de Morena y el mismo partido cada vez más oficial.
Segundo. Un ciudadano como casi cualquiera, de nombre Carlos Velázquez de León, fue obligado a pedir perdón político –“ofrecer disculpas públicas” en el congresito de la Unión- al senador obradorista Gerardo Fernández Noroña, por un intercambio de gritos sin ninguna relevancia intrínseca. Fue uno más de los muchos pleitos que Noroña ha tenido a lo largo de los años. Pero demandó a ese ciudadano, por medio del senado, para escarmentarlo a gusto. No hubo castigo justo, merecido, proporcional. Es un efecto más de la política autoritaria. Nada tiene que ver el Estado de Derecho. Vimos un escarmiento público abusivo y humillante (con la intervención de la FGR); un acto de autosatisfacción del patanesco y engreído Noroña pero también un mensaje del senador desde el poder: “dejen de cuestionarme, dejen de increparme, dejen de criticarme tan abiertamente, dejen de creer que somos iguales, tengo más poder que nunca en mi carrera, lo usaré, y otros funcionarios se pondrán de mi lado”. Ya lo hizo la autoritaria Sheinbaum, ya “justificó” al autoritario y porril presidente del senado –contra las “groserías” privadas de un ciudadano común, sufridas por el excelso caballero, ¡la fuerza correctiva del tribunal senatorial!
Tercero. La (co)presidenta autoritaria no sólo defendió al político patán, hizo más, intenta más: aunque no formalmente aún, pide al congreso que apruebe una reforma por la que el titular de la fiscalía general de la república sería nombrado directamente por el poder ejecutivo. Como en el peor pasado mexicano. El pretexto de Sheinbaum y los obradoclaudistas que apoyan la propuesta es que se dio la autonomía legal a la FGR y seguimos teniendo todos los problemas que teníamos. Parece un argumento lógico y con respaldo fáctico, pero no lo es. Hablan como si la FGR hubiera sido suficientemente autónoma respecto al presidente López Obrador y hoy lo fuera totalmente respecto a la (co)presidenta Sheinbaum. Sin embargo, Alejandro Gertz fue y es actor de reparto en “la mañanera”… ¿Ése es el papel de un fiscal realmente autónomo? La reforma que dio autonomía legal a la FGR fracasó, eso es un hecho, pero no fracasó porque con y por la autonomía haya quedado todo mal e igual sino porque la autonomía no se concretó. La autonomía escrita en la legalidad no se convirtió en práctica de la realidad. AMLO hizo una alianza con Gertz, un hombre tan mediocre como ambicioso, oportunista y manipulador, y así AMLO anuló de hecho la reforma. Fue uno de los casos en que no tuvo que destruir o revertir por medio de otra reforma institucional. La FGR nunca ha sido independiente del ejecutivo, fue y es su colaboradora, como se ha evidenciado muchas veces, recientemente en el caso Teuchitlán. Pero regresemos a “la mañanera”: ahí hemos visto al fiscal “autónomo”, sentadito, esperando que le den el turno para hablar, para decir todo lo que convenga a la presidencia; cada vez que ha sido convocado al palacio presidencial para participar del rodeo propagandístico, Gertz ha cumplido. Así que el problema no es la autonomía legal y la solución no es eliminarla. La solución pasa –o pasaba- por abrirle camino político e institucional a la autonomía legal. Lo que no hizo AMLO y no quiere hacer Claudia Sheinbaum. Quisieron y quieren que la autonomía no fuera real. Y eso, ahora, buscan sellarlo desde el poder ejecutivo: no realizar la autonomía legal sino legalizar la falta de autonomía real. SuPRImir la autonomía legal no practicada es legalizar y perpetuar la mala realidad de no autonomía. De lo malo a lo peor. De regreso a lo peor. Por lo mismo, la de Sheinbaum es otra intención autoritaria, priista, con su respectivo intento. En este caso, el autoritarismo pasa por reconcentrar poder en la presidencia, lo que Sheinbaum quiere no sólo por autoritaria-presidencialista sino para fortalecerse ella misma frente a los López Obrador, aunque sea sólo por lograr que se apruebe una iniciativa que no es de AMLO.
Esos tres hechos autoritarios se suman a tantos otros como la iniciativa de “la ley censura” de Sheinbaum y la reforma judicial de AMLO y sus elecciones. Son tantos datos autoritarios recientes que sorprende que algunos críticos y opositores sigan hablando de defender la democracia. Ni siquiera es preciso seguir hablando de erosión democrática. Esa etapa ya pasó. México no tiene un régimen democrático en erosión sino un régimen autoritario en construcción avanzada, acelerada y cerca de terminar. Eso son las reformas como la judicial y propuestas de reformas como la de control de medios y de control total de la FGR. Entre otras. Síntomas del avance de ese proceso son las actitudes y conductas de obradoristas como Noroña y los tamaulipecos. Están más empoderados, más confiados, más envalentonados. Más autoritarios. Hay que asumir esta realidad, de inmediato, no para resignarse y no hacer nada sino para hacer desde el realismo: entendiendo que la lucha social, crítica y política es contra el autoritarismo integral. La lucha ya no es en defensa de la democracia institucional frente a los ataques de los autoritarios hipócritas, es contra el autoritarismo institucional y sus autoritarios en defensa –por nuestra parte- del ideal democrático.