El mismo domingo cuatro de septiembre, después de que se conocieran los resultados del Plebiscito Constitucional, que rechazó el proyecto de la nueva Constitución de Chile, el presidente, Gabriel Boric, pronunció un discurso dirigido a la Nación.
Con ese texto, una vez más, muestran su convicción de un demócrata de izquierda, que toma distancia, diría que abismal, del discurso de los populistas que se dicen de izquierda en América Latina y otras latitudes del mundo.
Es público que el presidente estaba a favor de la nueva Constitución. Su discurso arranca reconociendo la decisión de la ciudadanía: “Hoy ha hablado el pueblo de Chile y lo ha hecho de manera fuerte y clara”.

Asume que la ciudadanía, con su voto, les ha entregado dos mensajes: “El primero es que quiere y valora a su democracia. Que confía en ella para superar las diferencias y avanzar” en un proceso electoral “que ha tenido la mayor convocatoria de ciudadanos y ciudadanas en las urnas en toda nuestra historia”.
El segundo mensaje es que el pueblo “no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución que la Convención le presentó a Chile, y por ende ha decidido rechazarla de manera clara en las urnas”.
En su discurso ningún reclamo o descalificación a la ciudadanía. Todo lo contrario, el reconocimiento pleno por su decisión de participar y expresar lo que piensa. En eso consiste la democracia, que se oigan y respeten todas las voces.

El presidente afirma, con razón, que “Este 4 de septiembre la democracia chilena sale más robusta. Así lo ha visto y reconocido el mundo entero: un país que en sus momentos más difíciles opta por el diálogo y los acuerdos para superar sus fracturas y dolores. Y de esto compatriotas, debemos estar profundamente orgullosos”.
Y reconoce que la decisión expresada en las urnas “exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, con más respeto y cariño, hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todos, que dé confianza, que nos una como país”.
De manera tajante, como demócrata, afirma que “el maximalismo, la violencia y la intolerancia con quien piensa distinto deben quedar definitivamente a un lado” y añade que “como Presidente de la República, recojo con mucha humildad este mensaje y lo hago propio”.
Y reconoce que “quienes hemos sido históricamente partidarios de este proceso de transformación, debemos ser autocríticos sobre lo obrado. Los chilenos y chilenas han exigido una nueva oportunidad para encontrarnos, y debemos estar a la altura de este llamado”.
El presidente recoge el mandato de las urnas y se compromete a que “en conjunto con el Congreso y la sociedad civil, un nuevo itinerario constituyente que nos entregue un texto que, recogiendo los aprendizajes del proceso, logre interpretar a una amplia mayoría ciudadana. Y sé que en eso todos y todas nos van a acompañar”.

Chile habrá de entrar a un renovado proceso, para construir una nueva Constitución donde, como lo planeta Boric, “no podemos dejar pasar el tiempo ni enfrascarnos en polémicas interminables. Y es que nuestros compatriotas, quienes nos están viendo hoy día en sus casas, no entenderían que los responsables políticos, en lugar de atenuar sus incertidumbres, se las acentuáramos”.
Los populistas pseudoizquierdistas actúan en sentido contrario. Dividen y polarizan a la sociedad, la descalifican si no piensan como ellos. Acentúan la incertidumbre y provocan, de manera intencional, como parte de su estrategia político – comunicacional polémicas absurdas e interminables.
El presidente afirma que la ciudadanía puede “tener la tranquilidad que el camino a una nueva Constitución jamás será obstáculo para dar respuesta a las urgencias que ustedes nos han planteado”.
Y subraya, con convicción, que “hoy, Chile ha demostrado ser exigente y confiar en la democracia. Tenemos todos y todas que estar a la altura de este mandato”.
Termina su mensaje: “Llamo de corazón a toda la ciudadanía, independiente de la opción que cada uno haya tomado en el plebiscito de hoy, a abordar juntos y unidos la construcción del futuro, porque es un futuro esplendor el que nos espera”.
“Ustedes, continúa, lo saben, es cuando actuamos en unidad, cuando sacamos lo mejor de nosotros mismos. A eso, a volver a encontrarnos para hacer grande a nuestra patria, es a lo que les invito”.
El discurso del presidente chileno se inscribe en la tradición de la izquierda democrática, que tanto trabajo ha costado construir en América Latina, que tiende a la izquierda autoritaria, que en muchos casos ha derivado en dictaduras, que se han mantenido por décadas.
Twitter: @RubenAguilar