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No me es ajeno el estudio de la locura, tampoco los trastornos de personalidad, por algo soy psicóloga. Seguramente mi elección vocacional se debió al afán de intentar comprender un poco mejor los complejos procesos de la mente humana. Hay decenas de estudios psicológicos dedicados a la enorme tarea de conocer cuáles resortes emocionales se mueven detrás de las personas que buscan insaciablemente el poder. El tema es endemoniadamente difícil, dado que como bien sabemos, el objeto más complejo del universo es el cerebro humano y más cuando este quiere decididamente (como Pinky y Cerebro) dominar al mundo a costa de lo que sea.

Pero ver de cerca un proceso de transformación tal como el que se está dando en las llamadas “corcholatas” de MORENA y especialmente en el caso de Adán Augusto López, es un espectáculo escalofriante que no deja de asombrarme. ¡Vaya cambio!

Cuando llegó el paisano de López, muy al principio de su gestión como secretario de Gobernación, se llegó a pensar (yo no) que iba a ser un factor de disminución de tensiones entre el oficialismo y las oposiciones. Después del descolorido papel de la primera mujer responsable de la política interior del país, Olga Sánchez Cordero (o florero si ustedes prefieren); los más optimistas supusieron que el otro tabasqueño sería una influencia razonablemente moderada en medio de la desbocada polarización que tanto gusta al presidente. Pues, ¡tengan para que aprendan! el asunto resulto sencillamente al revés volteado. 

En cuanto el inquilino de Bucareli (como decían los columnistas del siglo XX) se sintió “encorcholatado” no quedó más que abrocharse los cinturones, porque las turbulencias comenzaron y no han parado.

Detonante evidente de los renovados impulsos con los que nuestro protagonista promueve el control y la dominación, fue el obsceno abrazo (con todo y susurros al oído) que le dio a Alito Moreno en San Lázaro. ¡Órale! Vaya usted a saber que le dijo en ese momento intimo y crucial al dirigente del PRI, pero de que lo dobló… lo dobló. Y por ahí han seguido las cosas o peor. 

Desde luego, no se reunió con ninguna oposición, a pesar de la ingenuidad de Santiago Creel al solicitar una audiencia. Defendió la militarización del país con pasión y se negó en redondo a que el general Sandoval se presentara ante el Poder Legislativo para informar del peligroso hackeo de los Guacamaya-Leaks. Se fue contra el gobernador de Jalisco y Guanajuato, y tantito más fuerte contra el de Nuevo León. Ya en la impudicia total, se le llenó la boca al decir que los tabasqueños “son más inteligentes que los del norte” y aseguró que: “en México en el norte trabajan, en el centro administran y en el sur…descansan” ¿Este señor es el secretario de Gobernación? ¿Qué no se espera que, como parte del gabinete, gobierne para todos? ¿De qué trabaja, de alto funcionario al que le pagamos todos? ¿O de corcholata lambiscona, hambrienta y suplicante de poder? ¿Me equivoco cuando pienso que su trabajo consiste en garantizar la gobernabilidad del país? ¿Afectó sus facultades mentales su ambición desmedida por lograr ser presidente de México? Más allá de las bromas el asunto es tremendamente delicado.

FOTO: ANDREA MURCIA / CUARTOSCURO. COM

Este fin de semana Adán Augusto hizo una declaración más grave, que nos conmocionó, al afirmar que un militar puede ser presidente, pero que eso sí “siempre y cuando se someta a las urnas” (¡¡¡Gulp!!!).

Todo lo que dice este otro señor López es amenazante y a muchos nos preocupa que a manera de sondeo suelte la posibilidad de una corcholata uniformada para desgracia total de la democracia en nuestro país. 

El paraíso que nos dibuja Adán es una pesadilla. Por lo que se ve, los hoy poderosos tabasqueños, en su enfermizo delirio sueñan con una dictadura militar perfecta, donde ellos estén (ilusos) detrás del poder implacable y eterno de los tanques y las metralletas. 

¿Saben qué? …prefiero con mucho ser expulsada de ese paraíso. Sin duda.

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