Zombi, o con la grafía inglesa, zombie, es un neologismo, o sea un vocablo, giro o modo de expresión de reciente cuño en una lengua, en este caso el español. Por cierto, la palabra zombi, como veremos, está ligada totalmente con el vudú. Recordemos que los neologismos surgen a partir de los préstamos de otras lenguas o de las onomatopeyas.
En el habla coloquial se conoce como zombies a aquellas personas cuya muerte ha sido aparentemente confirmada, incluso sepultadas a la vista de todos lo que le acompañaron al cementerio y a los que se les encuentra, tiempo después, caminando en un estado parecido al sonambulismo.
La palabra vudú significa “Espíritu” en la lengua ewé del África Occidental (Ghana, Togo) , pero un espíritu no humano, sino divino. En lengua yoruba (Nigeria, Benín y Togo) a esos espíritus les llaman orixás.
Los franceses importaron a Haití negros de origen ewé nativos de Dahomey, actualmente Benín; estos, a su llegada a América, continuaron con sus creencias religiosas, mismas que siguieron cultivando aunque sus dueños quisieran imponerles los ritos y creencias cristianas. Para sobrevivir, los negros aceptaron pero solo en en apariencia, se dejaron bautizar y se dijeron católicos, pero mezclaron las ideas y creencias de su tierra nativa, de sus antepasados, produciéndose así un sincretismo religioso que es lo que hoy puede verse en muchos lugares de América.
El fenómeno zombi se presenta especialmente en Haití, donde la religión más difundida es el vudú, pero también lo hay en África y en Oceanía. Haití, el país más pobre y atrasado de América, con un bajísimo nivel cultural que propicia la superstición y la credulidad en toda clase de fenómenos sobrenaturales.
Todo lo anterior es historia, datos de interés para pocos. Vamos a lo actual, y encontramos que “Zombi” es una palabra que se utiliza comúnmente en las lenguas modernas para describir a un individuo sin carácter, torpe, lento y sin voluntad propia.
Un neologismo de reciente cuño y que circula profusamente en las redes sociales mexicanas es el de “Pejezombie”. El término viene, obviamente, de la unión de dos vocablos: a) peje: apodo dado a López Obrador, ya que él es originario del estado de Tabasco y en esa entidad abunda un pez comestible llamado pejelagarto, y b) Zombie: vocablo que hemos analizado previamente.
¿Y qué debemos entender por “Pejezombie”? Pues se designa como “pejezombies” a esos individuos, generalmente jóvenes, pero también pueden ser adultos y hasta pertenecientes a la tercera edad, fanáticos defensores del señor López, y que tienen como común denominador una indigencia cultural desoladora combinada con una buena dosis de rencor social y una absoluta intolerancia a cualquier opinión diferente a la suya. Su visión es en blanco y negro, se es seguidor de López o se es su enemigo, no hay medios tonos.
El pejezombie es un individuo que por lo general viene de un nivel cultural bajo, aunque económicamente puede ser de cualquier nivel, y ha sido sometido a un continuo lavado de cerebro en diversos medios, desde su ambiente familiar, escolar , laboral (si es que trabaja). Con frecuencia es un lector acrítico del “periódico objetivo” y de los medios serviles a López y finalmente ha sido adoctrinado hasta el fanatismo por las misas mañaneras.
El pejezombie está firmemente convencido de que la sociedad le debe todo, que la culpa de su situación no es de el sino de una clase privilegiada y que ya está aquí el Mesías que le resolverá todo en la vida y ejecutará, por fin, la esperada venganza en contra de la clase que dispone de los recursos que él no ha podido lograr. Curiosamente el pejezombie no busca ni le interesa superarse, es más, ni siquiera mejorar, la idea básica del pejezombie, el motor de su vida, es fastidiar y arruinar a aquellos que considera que están mejor que él.
Estos pejezombies han resultado ser más abundantes y persistentes de lo que uno pensaría. Su fuerte es la estridencia, los insultos y los adjetivos. El razonamiento no se les da. ¿Peligrosos? Algo, sobre todo en grupo, pues individualmente carecen de valor. Llegaron para quedarse buen tiempo. Definitivamente el odio y el rencor social son algo difícil de controlar.