Blanca Guerra: “Entre más producción tengamos habrá más joyas cinematográficas”

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La industria del cine no está separada de otras cuestiones culturales y sociales en nuestro país. En la actualidad Blanca Guerra desempeña un papel muy importante en estas áreas al estar al frente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC). Ella tiene una responsabilidad sobresaliente en la toma de decisiones para crear conciencia sobre la importancia del cine mexicano.

Platícame sobre esta nueva etapa en tu vida.

Ahora que presido la AMACC queremos posicionarla a través de la difusión y de las acciones que se llevan a cabo, que de alguna manera benefician a la comunidad cinematográfica. Es importante que la gente se familiarice con nuestro cine y lo consuma. En el Comité de la Academia somos alrededor de ciento cincuenta personas.

Mi objetivo primordial al dirigir la Academia es lograr que la gente se sienta representada, que caminemos de la mano para llegar a logros en el desarrollo de la cinematografía, creando estrategias para alcanzar los objetivos. Me gustaría que hubiera una sede propia para dar servicios a la comunidad, como talleres y encuentros para la gente que quiere seguir creciendo y mejorar su capacidad como cineasta; tener salitas de proyección donde hubiera ciclos de cine de distintas nacionalidades, también proyectar las películas ganadoras del Ariel de todas las épocas; en el área de investigación, poder tener todas las herramientas para que la gente pueda acercarse a averiguar sobre temas cinematográficos. Tenemos que trabajar mucho para llegar a ser autosuficientes, buscar patrocinios de la iniciativa privada y ya no depender tanto de las voluntades del Estado.

De los partidos que han tenido el poder, incluyendo al gobierno del DF, yo creo que el PRI es el que ha tenido a la cultura como una de sus prioridades. Igual y mucha gente dirá que estoy equivocadísima pero creo que las instituciones culturales que existen han sido creadas por los priistas. Esperemos que la comunidad no se detenga para exigir a quienes estén en el poder el apoyo y las condiciones. No podemos asumir que toda la responsabilidad es del gobierno, nosotros tenemos que ser cada vez mejores como creadores.

Me imagino que presidir la Academia es un reto.

Todos los cargos de la Academia son honorarios, es decir, no se percibe un sueldo. Nuestra prioridad es nuestro quehacer profesional. Acepté la responsabilidad de la presidencia porque estoy convencida de que la Academia debe permanecer. Yo le estoy poniendo la mística y la entrega a este compromiso. Estoy trabajando para que todo lo que se haga este año permanezca y vaya madurando.

La ceremonia del Ariel goza de prestigio y tiene que ser el gran evento de la premiación de nuestro cine. Debemos posicionarla como una gran fiesta del cine mexicano, donde celebremos que se ha incrementado la producción. Quiero que se difunda la imagen de los actores mexicanos, porque en México la sociedad que tiene mayor poder adquisitivo apoya mucho más el cine estadounidense porque tiene una capacidad de manipulación a través de la mercadotecnia y la difusión. Me parece que somos unos traidores, porque no es posible que sigamos permitiendo que el cine estadounidense invada nuestro mercado. Yo prefiero pagar por un bodrio mexicano que por uno gringo. ¿Por qué permitimos que el 89% de nuestra taquilla se la lleve Estados Unidos? Es importante que nuestra sociedad se alimente de otras formas de idiosincrasia. Los mexicanos debemos defender lo nuestro y no quedarnos en discusiones de café con quejas intrascendentes. Por eso acepté darme un año al frente de la presidencia, para realmente tratar de pelear por posicionar la Ceremonia de la entrega del Ariel y concientizar a la gente, a través de la difusión, de que existimos. En el extranjero premian y reconocen las películas mexicanas. Doscientos millones de mexicanos van al cine en promedio dos veces al mes, y de ellos diez millones va a ver cine mexicano. A mí me gusta mucho el cine y procuro cubrir la cuota del cine mexicano. El cine es subjetivo, me puede gustar lo que a ti no.

¿Crees que te reinventaste con esta nueva responsabilidad al presidir la AMACC?

Pues sí, un poco, porque son terrenos que yo no había pisado. Yo soy actriz, soy creadora, en esencia soy una persona que está frente a las cámaras. Tengo diez años militando en la Academia como miembro activo, pero asumir un cargo como la presidencia es hacerte responsable de todo, como tener contacto con gente en un plano más político, ir a ver a los diputados, cabildear con la gente de las Cámaras, tratar de convencer a los secretarios que tienen que ver con la cultura, así como tener entrevistas con gente de los egresos de la Federación. Afortunadamente he tenido un recibimiento muy amable, muy solidario, de gente educada que escucha, que trata de apoyar las cosas al convencerlos de que es importante que exista una academia mexicana de cine.

A principio de año, que es cuando necesitas que asignen el dinero y les llamas por teléfono, todos están en junta y yo soy poco tolerante, me desespero muchísimo y entonces quiero ir a patearles la puerta. De pronto quiero que se canalicen los recursos de patrocinios de la iniciativa privada y no depender del Estado. Me gustaría contratar a alguien que esté especializado en ello y que busque dinero para patrocinar la ceremonia de la entrega del Ariel y volvernos un poco más autosuficientes. Cada día me reinvento con lo que aprendo, o por lo sorpresivo que es salir por la mañana a hacer tus quehaceres porque pueden sucederte cosas que te llevan a reinventarte para sobrevivir o para ser más feliz.

¿Cuál es tu opinión sobre el “nuevo cine mexicano”? ¿Que ni es tan nuevo ni forma una tendencia que apueste por la innovación?

Yo creo que es nuevo porque estamos viviendo momentos de avances tecnológicos en los cuales puedes llevar a cabo una producción cinematográfica con bajos costos, lo cual es un gran apoyo, pero creo que corres el riesgo de que muchas veces se distorsione la calidad de tu película. No sé qué consecuencias tenga el solo hacer cine digital. Yo soy más amante de las películas de 35 milímetros. Quisiera defender que no desaparezca ese tipo de material, por eso también la Academia trabaja mucho en el lado de la preservación del cine. El cine que se hace en nuestro país se puede etiquetar como nuevo por los avances tecnológicos, pero desde que recuerdo se habla del “nuevo cine mexicano”. La característica del cine mexicano es la versatilidad de temas y la gran variedad de formas de lenguaje. Hay personas que se quejan de que el cine mexicano solo hace películas de violencia o de narcotráfico, pero no es cierto, eso es pura ignorancia y falta de lealtad a nuestro cine, porque si fueran a las salas a apoyarlo y vieran todo lo que se presenta, sabrían que hay una gran variedad de temas y de formas de hacerlo.

¿Como espectadora qué te gusta ver en el cine?

Me gusta el cine de autor, las películas con más compromiso en los temas que abordan y el cine de todas las latitudes. Soy muy leal a mi cine mexicano. Me aviento unos maratones de cine cuando inscriben las películas para el Ariel o para los Premios Óscar. Entre más producción tengamos habrá más joyas cinematográficas, pero predomina la paja y las cosas que no son tan trascendentes.

En el cine actual ya no se ve a parejas legendarias como Spencer Tracy y Katherine Hepburn o Humphrey Bogart y Lauren Bacall, ¿a qué crees que se deba?

Todo esto obedecía al star system. Nosotros tuvimos a María Félix y Pedro Armendáriz, a Dolores del Río y… Pedro Armendáriz, o Arturo de Córdova y Marga López. A la gente le gustaba ver rostros muy bellos en pantalla, indudablemente con capacidades histriónicas. Era un cine de fórmula con parejas que la gente pagaba por ir a ver. Esto se acabó porque el público cambió. Yo tengo una asignatura pendiente, quiero hacer un ensayo sobre el tipo de actuación a través de los tiempos y qué es lo que te lleva a cambiar, el hastío quizá, o que al público ya no le interesaba ver el mismo rostro o a las mismas parejas. Los estudios cambiaron las cosas para complacer al público porque ése es su negocio. ¿Qué es lo que lleva a que surjan las nuevas corrientes, será por los nuevos creadores que proponen otras cosas y que se arriesgan por romper con lo anterior? Es como la moda o la fisonomía de los hombres y las mujeres, que cambia.

En mi época yo era muy asediada, se peleaban por mí para estar en los repartos de las películas. Ahora me ofrecen papeles más pequeños, de soporte, o de aparición especial. La gente piensa que una persona que ha tenido éxito en una película te va a dar el mismo efecto con el público en otra cinta. El éxito de una película lo da el tema y obviamente la realización, cómo comunicas y cómo te comprometiste con ese tema.

¿Qué otras cosas harás este año?

Yo quiero volverme empresaria de teatro pero tengo que pagar unas cuotas tremendas. Me han gustado obras, he pedido los derechos y ya los tienen otros. Hay que tener más flexibilidad con el sentimiento de frustración, yo me pongo mal cuando no obtengo lo que quiero. Este año voy a trabajar en la obra ¿Quién teme a Virginia Woolf?, la cual es un texto maravilloso de Edward Albee. No se ha estrenado porque no se ha logrado conformar el reparto. Apreciar cada una de las manifestaciones del arte, hasta realizar paseos por la ciudad, te vuelve una persona más rica y más atractiva. Puedes estar contigo misma y vivir tu soledad de manera satisfactoria. Creo que en algún momento voy a dedicar lo que me queda de vida a estudiar.

¿Como actriz qué es lo que te da más satisfacción?

El trabajo de mesa, cuando se puede hacer en el cine y en el teatro, lo aprecio mucho. Es como el lienzo blanco de un pintor o la partitura de un músico en donde se empieza a crear, a desentrañar, comienzas a identificarte, a cuestionarte, a confrontarte, a investigar, hasta llegar a la creación de un personaje. La mayor satisfacción es trabajar con un equipo que comulga contigo, de quienes vas a aprender, que te van a confrontar, te van a sacar de tu zona de confort y es doloroso, pero al final lo agradeces.

¿Con qué director te gustaría trabajar?

Sobre todo con los jóvenes, por ejemplo con Hugo Arrevillaga, con Alonso Ruíz Palacios… me gustaría que reviviera mi maestro Héctor Mendoza para que viniera a dirigirme en textos que creo solo él podría llevar a cabo. Los directores extranjeros con los que habría querido trabajar ya no existen, como Ingmar Bergman y Krzysztof Kie%u015Blowski. Me gustaría trabajar con Mike Nichols, creo que es un gran director de actores. Con Bruno Dumont también. Imagínate trabajar con Michael Haneke, si a mí me hubieran mandado el guión de La Pianista habría dicho que jamás haría una cosa así, me habría dado un pavor tremendo, y cuando vi la película me hubiera gustado hacer ese personaje. Trabajar en la cinematografía norteamericana no me interesó nunca.

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