Digámosle por su nombre: La marcha de las putas

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Foto: Ronnie Huete / desacato.info

En 1963, el matemático estadounidense Edward Lorenz ilustró la sensibilidad de los sistemas con una frase que se convirtió en patrimonio mundial: “Si una mariposa mueve las alas en Tokio, puede producirse en el futuro una tormenta en el Caribe”. Esta premisa de la Teoría del Caos la experimentó en carne propia un policía de Toronto, Michael Sanguinetti, quien, durante un seminario realizado en febrero de este año en aquella ciudad canadiense, sacó de la cueva a su Cromagnon al exclamar: “Las mujeres deben evitar vestirse como putas para no sufrir violencia sexual”.

La activista Minerva Valenzuela expropió la frase del policía, la incluyó en su blog el 12 de mayo siguiente y de ahí para el mundo a través de las redes sociales, al tiempo que propuso un caminata de respuesta a la que denominó “La marcha de las putas”.

Primero en Canadá, después en Estados Unidos y finalmente en distintas ciudades del globo, entre ellas varias mexicanas, la moción reunió a miles de mujeres, quienes respondieron al llamado, presentándose “vestidas como putas”, acompañadas de consignas como la que ilustra esta página.

“La puta”, “la bruja”, “la proscrita” ha desafiado desde siempre el orden puritano, el establishment machista, aunque nunca como ahora lo había confrontado con los fantasmas chocarreros que habitan en su mentalidad reprimida y retrógrada.

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