Brindo por un mejor año para la radiodifusión, que de serlo contribuirá a que lo sea también para nuestra nación que termina 2015 en estado de chiripiorca.
Tengo fervientes y añejos deseos: que nuestras desigualdades sociales no resuenen tan nítidamente como las que existen entre las celebridades al micrófono y el resto de los trabajadores del medio, que sean mejor valorados, empezando con el salario y que a su vez salgan de sus nichos de confort para que sean dignos de ese reconocimiento. Deseo que el arte y el pensamiento inunden el cuadrante y que los concesionarios apuesten e inviertan en ello.
Ojalá haya menos y mejor publicidad, al menos esto último para que no se sienta tan fuerte la necesidad de lo primero. Me gustaría una transición digital (también con reparto de receptores digitales ¿por qué no?), que se abran más opciones en el cuadrante y que entre ellas, la radio comunitaria y pública sean protagónicas por su honestidad y profesionalismo.
Quisiera sobre todo una nueva generación de productores preparados y cultos, capaces de crear conceptos y equipos, que tengan autoría y autoridad para realizar todas las potencialidades del medio con un auditorio que no se conforme con la radio talacherita y esquemática que nos abruma los oídos. Extraño eso tanto como un sueño a pesar de las mordidas y ladridos de la realidad porque el aire de los tiempos está a 180 grados de aquel mayo parisino a tal grado que hoy lo que resulta utópico es pedir nada más lo posible.
1.- Que Gómez Leyva le baje tres rayitas a su onda tira-netas.
Desde que en marzo Carmen Aristegui comenzó a honrarnos con su ausencia, Ciro Gómez Leyva anda muy entusiasmado en ocupar su lugar en el cuadrante matutino, no sólo en niveles de audiencia e impacto en la opinión pública sino en lo gritón y protagónico. Me vale lo ideológico, hablo de radio. Cierra el año con la soberbia in crescendo. Cada que lo sintonizo está linchando a alguien, faccioso en pleno. Anda en editorial exaltado y permanente. No se trata de ser pusilánime u oficioso, pero una cosa es interpelar, investigar, confrontar y la otra es sentirse ministerio público, abogado, juez, prócer, politólogo, policía, polisabio y hasta psíquico de cada asunto en el que condena o absuelve desde el micrófono. Reparte adjetivos, pide renuncias, salva linchados para iniciar linchamientos. Es un gran periodista; también lo era Carmen.
2.- Que alguien apueste por los documentales y series dramatizadas en la radio.
No toda la radio tiene que hacerse en caliente. Muy poca en México se produce a fuego lento, incluso la que no es en vivo y en directo. Una cosa es la inmediatez inherente del medio y otra la radio inmediata. Poco escuchamos fuera de fórmulas que garanticen el inmediato retorno de inversión a pesar de que no siempre funcionan y de que en provincia sigan escuchando y gustando de radionovelas requete retransmitidas. El documental radiofónico existe desde hace 80 años, menos aquí. Sí, desde los años 30 se imitan y tropicalizan fórmulas de la radio en Estados Unidos ¿Alguien querrá intentar hacer algo parecido a docudramas como serial de la National Public Radio que fueron éxitos indiscutibles? ¿Quién se anima a producir en la radio algo como lo que hizo HBO desde hace 15 años? La inversión no es mayor a cualquier noticiero o el salario de su estrella al micrófono y sí hay mucho que ganar.
3.- Que Martha Debayle también le venda cultura a sus cuentahabientes.
Después de Chabelo no hay nadie que facture así y no lo hace los domingos en la mañana; sino de lunes a viernes. Como el infante recién jubilado, su barra es un gigantesco anuncio… ¡con cortes comerciales! Apuesto a que es el motor financiero de la W. Ni la Zeta que gana por anuncios y payola. Que Debayle y su equipo hayan logrado rebautizar a sus escuchas con el espantoso nombre de cuentahabientes y que ellos lo asuman alegremente, habla tan bien de su capacidad merolica como mal de… los cuentahabientes. Y es que tienen bien montado el numerito, lo hacen ameno y se puede decir cualquier cosa menos que no sepan hacer radio. Y para contribuir a que se pregunten algún día si además de cuentahabientes son seres pensantes, ¿no podrían vender además algo de letras, ciencia, pensamiento, arte? ¿Quién dice que eso no vende?
4.- Que regrese el guión y se distinga cada medio en la convergencia.
Si ya la radio inmediata padecía déficit de guionistas, con la convergencia multimedia donde se pide a los reporteros que tomen fotos, hagan una nota, filmen y graben audio y video para la radio, Internet, prensa y televisión. Las coberturas a menudo tienen como base el mismo texto redactado sobre las rodillas para salir de inmediato. Luego por eso tenemos los típicos reportes mal escritos, mal leídos y mal grabados y que por lo mismo son mal pagados, que ni son radiofónicos ni televisivos ni se leen bien. A pesar de la convergencia, cada medio es diferente y necesita tratamiento, escritura y adaptación apropiada. Muchas veces son detalles de redacción, otras veces hay que prácticamente reescribirlos. Hablar no es ver. Una foto, no es un video. ¿Habrá alguna directiva que invierta en capacitar a su personal en locución, grabación y guión considerando las diferencias de cada uno para hacer la diferencia?
5- Que las locutoras de Alfa hablen menos rápido el inglés, menos rápido en general y de hecho que hablen menos.
No es sólo en Alfa 91.3; pero especialmente ahí se traen un pique Marianna Santiago y Mónica López para ver quién presenta las canciones en inglés más rápido, como para mostrarle al respetable lo mucho que lo dominan. Omitamos criticar la ausencia de cortesía en traducir al español, como antes se hacía por obligación legal. Es de esas pocas cosas que se extrañan del nacionalismo revolucionario; pero ya que nos asumimos globales se podría pedir una pronunciación más marcada y pausada, al menos británica; pero no, al revés: están hablando rápido en español y cuando llegan al nombre de la canción y artista hasta le meten velocidad y jabón a la pronunciación. ¿A quién le hablan entonces? Ciertamente no a la mayoría del público que con todo lo aspiracional que pueda ser, se queda con cara de juat. Y ya entrados con los escuchas, paso al costo el comentario frecuente de mi hijo: “ay papá cámbiale porque las niñas de Alfa hablan y hablan y hablan”.
6.- Que los locutores tengan una formación alternativa a la de Allegro.
De tiempo atrás predomina en la locución pública y comercial un estilo meloso y aterciopelado, con una cantaleta recurrente. Lo escuchamos desde las cápsulas de gastronomía mexicana en Fórmula hasta las de historia del IMER entre otras, además de la mayoría de spots. No se trata de la misma voz, sino de muchas que han aprendido locución con una serie de recetas encabezadas por la técnica de la “voz sonriente”. Cada quien que haga su negocio como pueda y las fábricas éxpress de locutores tienen un modelo muy práctico; pero además de que todo suena igual, cualquier voz es sustituible. Mas aún: la intención del texto y sus matices se pierden en el estrecho registro de tres o cuatro variaciones de tono y velocidad. Para un director de voces es un problema recurrente. Hay que jalonear para que el sentido no sea aplastado por el estilo, que resulta monótono y predecible. Hay maestros de voz como José Arenas o Víctor Manuel Espinosa entre varias opciones para una formación más profunda, para aprender a comprender e interpretar y apropiarse de un guión.
Continuara…