Es jueves 3 de noviembre de 2011 y cae el sol en el Planeta Narvarte. Tres mujeres nos sentamos alrededor de una mesa redonda después de un largo día de trabajo; llegamos y sacamos nuestros zapatos, hablamos al mismo tiempo y además nos escuchamos. Florencia Magaril y Analía Solomonoff son -junto a Ricardo Sánchez- los organizadores de “Cuarta Edición: Foro de Ediciones Contemporáneas, una propuesta que pretende generar un espacio de reflexión en torno al mundo editorial contemporáneo. Se llevará a cabo en el Museo de Arte Carrillo Gil los días 9, 10 y 11 de diciembre. Tres días de venta y exhibición con la participación de 60 editoriales nacionales e internacionales. Será un punto de convivencia y gozo, no habrá solemnidad ni pretensiones. Simplemente estará el libro; puedes venir y escuchar música; puedes venir y conocer a personas que trabajan en un innovador mundo editorial; puedes venir y encontrar quizás el libro que estás imaginando.
¿Florencia cómo llegaste a ser quién eres?
Florencia: El trayecto a ser quien soy ahora, y en lo que estoy interesada actualmente, es un trayecto que comenzó cuando inicié mi carrera de comunicación, porque siempre estuve interesada en “un poco de todo” y no en algo específicamente. Cursé la carrera de Comunicación Social en Argentina y siempre tuve una sensación de frustración por este “conocimiento múltiple”, hasta que comencé a darme cuenta de que eso era un conocimiento en sí mismo, esta formación múltiple conformada con conocimiento de historia, antropología, arte, diseño… la integración de cada una de esas disciplinas viene a decir quién soy ahora y cómo he llegado hasta aquí. La posibilidad de irme involucrando en proyectos de arte contemporáneo, editoriales, música y cultura en general que abarcan un gran campo disciplinario. Creo que todo ese camino recorrido fue el que me llevó a darme cuenta quién soy: una multiplicidad de intereses juntos en una misma persona.
¿Y tú Ana?
Analía: Vengo de una madre que escribía libros para niños y trabajaba en una revista infantil y de un padre fotógrafo. Así que el vínculo con el diseño y el mundo editorial nace un poco de ahí. Después me formé como diseñadora gráfica y me fui especializando en diseño editorial con fotógrafos o artistas contemporáneos; así es como terminé fungiendo “mitad diseñadora, mitad editora” y trabajando siempre muy involucrada con los contenidos y el concepto del libro. Hace un par de años tomé un taller de edición independiente y se generó un grupo interesado en abrir espacios de difusión por editoriales independientes: algunos se quedan, otros se van, los proyectos se transforman. Y un poco lo que veo hacia el futuro a nivel personal, es la necesidad de profundizar en torno a la parte de investigación editorial -más que de producción-. Ahora mismo estoy haciendo una maestría en curaduría y el tema de la investigación es justamente “La curaduría como un proceso editorial y viceversa, la edición como un proceso curatorial”.
¿Para qué creen que sirve un libro?
Analía: A mí no me interesa descubrir cuál es la función del libro. Creo que es una postura que limita un poco las posibilidades del libro como objeto y como concepto. Mi acercamiento al libro tiene un lugar mucho más experimental, más sensitivo, no tan racional. Lo digo desde el plano profesional y personal; es decir que para mí el libro “a nivel material” tiene que ver más con una cosa sensorial, emocional, con una relación íntima de un objeto y de mi interés personal por coleccionarlo. Por ejemplo; la relación con las imágenes; la palabra escrita del ensayo visual; cómo se construye el objeto… Ese es un acto tan distinto como cada uno de nosotros y por eso a cada uno le funcionará de manera distinta, como un espacio de investigación, de fantasía… pero creo que la función no es lo que detona la posibilidad de la lectura o de… un libro.
Florencia: Cuando en el foro hablamos de “ediciones contemporáneas” estamos justamente corriéndonos del lugar de pensar que el libro tiene una función pedagógica, educativa o constructiva que es la principal función a la cual se vincula el libro. El libro ya no debe tener un formato de tapas y hojas sino que ya puede encontrar diversos formatos, materiales, modos de difusión, formas de producción, incluso hay libros que proponen trayectos de lecturas diferentes. Eso va generando nuevos lectores y nuevas necesidades y razones por la cual tener un libro.
¿En qué medida creen que el libro ha muerto?
Analía: La frase habla justamente de ida y regreso, de un espiral. Más bien estamos hablando de transformación y no de muerte. De alguna manera tratamos de desmitificar al libro como un objeto tan cargado como podría ser un rey: un simbolismo de omnipresencia y omnipotencia; la idea es desmitificar este objeto y a la lectura también, a todas estas virtudes que se le han atribuido al libro. Nuestra idea es presentar un espacio, un proyecto de una manera más informal y menos tendenciosa y pedagógica. Más bien está en la medida que podamos darle al libro vida o quitársela para volvérsela a dar. Desde ahí podemos ponernos a discutir acerca del libro y la lectura, los nuevos soportes, las editoriales, los libros de artista, la autoedición.
Florencia: Y en realidad “¡El libro ha muerto. Larga vida al libro!” Intenta ser un guiño irónico a esa pregunta, claro que el libro no ha muerto, claro que renacerá, sobrevivirá y se transformará. Fue sólo una forma de insertarnos en la discusión actual. Esa pregunta muere ahí, se agota en el sí y en el no. Justamente este título del foro abre un montón de posibilidades de reflexión en torno a la transformación. Incluso con una mirada nostálgica del libro como objeto, el libro de papel, el libro que huele, creemos que esa reivindicación melancólica debe ser repensada desde esta nueva perspectiva.
¿Cómo afectan los a-vances tecnológicos al mundo de la edición y el libro?
Analía: Evidentemen-te hay una afectación pero no es aniquiladora, sino de transformación: hay nuevas necesidades, hay una tecnología que nos permite nuevas maneras de crear, de leer de escribir y etcétera… Afecta en la medida que genera nuevas dinámicas de relación y eso genera nuevos puntos creativos.
Florencia: Un punto del que se habla mucho es el de la democratización del libro a partir de la era digital. Creo que tal democratización es un poco ambigua y más aún en Latinoamérica, México y países como los nuestros del tercer mundo, es un poco ambiguo plantear que los soportes digitales están abriendo las posibilidades porque si vemos las estadísticas: ¿Cuánta gente en México tiene ya lectores de libros digitales?, el número es muy bajo. Hay que tener cuidado.
¿En este marco qué es exactamente “Cuarta Edición” y qué es lo que las motiva?
Florencia: Creo que es un proyecto que ya tiene una continuidad (cuatro años) y siempre ha mantenido un objetivo principal que es el de crear un espacio de reflexión en torno a modos de discusión editorial contemporáneos; y aquí quiero hacer un paréntesis: no hablamos de alternativos, ni independientes, ni underground: ¿Qué pasa con aquéllas revistitas que sí son muy independientes en su producción pero se mantienen con subvenciones del estado? Para no caer en esa trampa hablamos de contemporáneos, y así lo volvemos mucho más inclusivo. Nos motiva seguir fortaleciendo este espacio de reflexión y difusión entre diferentes editores; así como también generar un espacio de encuentro y de creación de redes entre ellos. Y también hay un interés en que “Cuarta Edición” se transforme en una plataforma referencial de Latinoamérica para ser también una vitrina de lo que se está haciendo aquí. Analía: Lo interesante es que es un espacio donde convergen editoriales que difícilmente se encuentran en librerías. Son proyectos que se distribuyen de manera muy puntual.
Estos tres días son una concentración de 60 editoriales -mexicanas e internacionales- y por tanto es una oportunidad de tener un solo espacio y de poder tener una visión global de lo que está sucediendo en el mundo editorial tanto en México, en América Latina, en Europa y en EU. Además ahora se agrega un proyecto que se llama “Exp/Edición” y es un librero móvil; ya ha transitado por Casa Vecina; el Claustro Sor Juana, FARO de Oriente y cerrará en Carrillo Gil. Contiene alrededor de 300 títulos que son donaciones de todos los participantes de las tres ediciones pasadas.
Florencia: Esta biblioteca móvil tiene un objetivo más formativo pues busca que la gente se acerque de un modo lúdico y accesible a este tipo de publicaciones. Siempre trabajando con un lenguaje muy descontracturado. Buscando el uso y la utilidad que le quieran otorgar pero lo importante es que sí lo sientan cercano.
¿Creen que en ésta sociedad el libro es uno de los últimos lugares de resistencia?
Florencia: Me parece que es uno de los tantos, y justamente en el Foro habrá una mesa que aborde el libro como espacio de resistencia; habrá proyectos que utilizan estrategias para poner en evidencia esta resistencia. Por ejemplo Nuria Montiel viene a presentar un proyecto de imprenta donde ella se va moviendo por diferentes espacios y va generando impresiones que tienen un contenido muy político y va haciendo pegatinas en la calle. Otro artista, J Izquierdo, que trabaja con el tema del copyright y los derechos de autor y la piratería como espacio de democratización. Apuntamos a pensar a los libros y su difusión, y a pensar cómo las diferentes estrategias de difusión editorial y de promoción pueden ser también estrategias de resistencia, de lucha: espacios para abogar a una mayor accesibilidad y democratización. Creo que en alguna medida todos los proyectos que están invitados tienen un poco de esto. Incluso, un proyecto como los de Alias lo que hace es ir contra de los derechos de autor y lo que hacen es fotocopiar libros a los cuales la gente en México -por ejemplo- no tenía acceso y los fotocopian y, muchas veces, sin pedirle permiso a absolutamente nadie.
¿Cómo se imaginn a los libros del futuro?
Florencia: Para mí hay una tendencia a especializarse cada vez más, libros casi que “A pedido”: quiero que sea de este color, con esta tapa, etcétera. En vez de una tirada de siete millones de libros iguales, hay una tendencia a que cada lector pueda tener el libro que quiere.
Eso es lo que para mí va a ocurrir con los libros como objeto; y paralelamente creo que -como está ocurriendo con la música y las películas- los archivos personales se volverán más digitales y esas grandes bibliotecas de nuestros abuelos van a empezar a desaparecer; todo va a estar guardado en un disco duro donde uno va a tener su biblioteca, así como en un iPod uno tiene su musicoteca o su cineteca.
Analía: Creo que la edición se va a ir transformando en función de que nuestro cuerpo se transforme. En la medida en que sigamos siendo materia habrá una contraparte editorial matérica. Hay relación con eso, no tengo una idea clara visual sino como concepto.