Una profesión garante de la libre expresión, la pluralidad y el Estado democrático de nuestro país de los últimos años tiene un ejercicio condicionado, con sanciones impuestas a su actuación y a otras de sus actividades inherentes que tienen que ver directamente con la búsqueda, difusión y denuncia de situaciones irregulares presentes en la nación. El periodismo en Venezuela se ha convertido en parte de las noticias diarias que cada vez menos se atreven a difundir los medios, pero que aun así, esta situación se puede sentir en el pulso del país.
Con más de una decena de escuelas de comunicación en el territorio nacional que gradúan en cada uno de sus periodos a centenares de comunicadores sociales, ser periodista es otra cosa y en nuestro país se ha convertido en un reto.
Nunca se ha dicho que sea fácil la misión de informar, si se toma en cuenta que siempre existirán intereses ajenos y que una carga subjetiva nos es inherente, pero ser periodista en esta zona de tierras calientes, ánimos caldeados y tizones en constante ardor, es similar a jugar con fuego, teniendo como combustible el deseo por parte de los poderes públicos y económicos del Estado, además de una nutrida representación de la delincuencia organizada, de hacer callar a quienes han sido la voz de los que no la tienen.
Asimismo, son muchos los periodistas que han manifestado la constante restricción a las fuentes oficiales; agresiones físicas, verbales y el irrespeto del que son víctimas por parte de algunos voceros, entidades e incluso por los representantes de los distintos cuerpos de seguridad del Estado; la violación al derecho de reservarse la fuente; el sesgo informativo impuesto por los dueños de medios dados sus intereses particulares y que en consecuencia ofrecen una “verdad” completamente deformada; desalojo de sus instalaciones; condena a prisión; exilio, entre otras aberraciones que atentan contra el periodismo objetivo y veraz que se procura.
Algunas de las muestras recientes y más notables que hacen alusión a lo referido, se cuenta el anuncio que hiciera el Presidente de la República el 28 de diciembre de 2006 (día de los Santos Inocentes), durante el saludo de fin de año como comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, y en el que garantizó (anteriormente sólo había advertido) la no renovación de la concesión al canal de televisión Radio Caracas Televisión (RCTV).
Inocentemente algunos pensaron que podía retractarse y resultar una de las bromas que se gastan en este día, pero posteriormente el ministro de Comunicación e Información reiteró la medida que se aplicaría al canal de mayor trayectoria de la televisión venezolana (53 años al aire), por lo que dicho medio deberá cesar operaciones el segundo trimestre de este año. Las razones dadas para aplicar tal sanción: “por golpistas y fascistas”.
Cabe destacar que la intención de algunos representantes internacionales de intervenir en esta situación, ha recibido duras palabras de menosprecio que los invitan de forma grosera a no inmiscuirse. Por su parte, el Instituto de Prensa y Sociedad (IPyS) manifestó su preocupación por esta decisión, argumentando que las concesiones del espacio radioeléctrico deben basarse en consideraciones técnicas y no políticas, considerando esta medida como un claro intento por silenciar a la prensa de oposición al régimen.
Al respecto, un elevado porcentaje de la sociedad venezolana se ha hecho sentir solidaria con la planta televisiva que considera a RCTV más que un canal de TV, patrimonio venezolano; pero no así de parte de los demás medios televisivos, impresos y radiales que se perciben limitados en su apoyo y muchos de ellos modificaron su pauta informativa con la visible intención de no sufrir las mismas consecuencias.
Por otra parte, un artículo de humor sobre la hija del presidente Chávez, titulado “Querida Rosinés” escrito por Laureano Márquez, como si se tratara de una carta a la niña pidiendo que hable con su padre sobre los temas que demanda la oposición, fue considerado una violación a los derechos dela niña de ocho años. Por esta razón el diario Tal Cual fue multado con la cantidad de 40 millones de bolívares (18 mil 604 dólares).
En principio la multa supuso el cierre del vespertino, pero recientemente su editor Teodoro Petkoff anunció que la sanción (que a su parecer es de índole político) será pagada en forma colectiva, por lo que ya se inició una especie de colecta para saldar la cuenta con el Estado.
Anteriormente el Tribunal Supremo de Justicia negó la solicitud de amparo constitucional interpuesta por el editor de Tal Cual contra la censura previa decretada por un juez de control, a solicitud del Fiscal General de la República en enero de 2006, cuando acusó a los medios de una supuesta “obstrucción de la justicia”. En otra sentencia de la Sala Civil, se abrió la posibilidad de sancionar a los medios, al establecer que los diarios deben pagar eventuales daños morales que puedan derivarse de las opiniones de los periodistas.
En el informe sobre Venezuela, presentado durante la 62 Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa a finales del año pasado, se hace una clara alusión al marco legal y la situación restrictiva para el ejercicio del periodismo y a lo sistemáticamente vulnerado por el gobierno que se encuentra el derecho ciudadano a expresarse libremente sin ser molestado a causa de sus opiniones, recibir informaciones y difundirlas por cualquier medio de expresión, proclamado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y garantizado en los artículos 57 y 58 de la Constitución venezolana.
De igual forma, este informe resalta las amenazas y agresiones de las que son víctimas los periodistas y la impunidad de la que gozan los victimarios, como los asesinos de Jorge Aguirre, reportero gráfico del diario El Mundo, José Joaquín Tovar, director del semanario Ahora, muertos el 6 de abril y el 17 de junio. El periodista Jesús Flores Rojas, del periódico La Región, fue ultimado el 25 de agosto de 2006, entre otros casos que aunque no se mencionan en dicho informe por ser de vieja data, igualmente se encuentran sin culpables (Jorge Tortoza, Diario 2001, muerto durante la marcha del 11 de abril de 2002).
Otras agresiones a las que hace referencia el informe para ilustrar la situación del periodismo venezolano, son: el hostigamiento por parte de organizaciones oficialistas, periódicos y televisoras del Estado a los periodistas Leopoldo Castillo (Globovisión) y Miguel A. Rodríguez (RCTV el juicio contra el periodista Napoleón Bravo por supuesto vilipendio contra el Tribunal Supremo de Justicia; la acusación presentada por el Ministerio Público contra la periodista Marianella Salazar por supuesta calumnia al vicepresidente de la República y al gobernador del estado Miranda; la agresión física y verbal a periodistas (Rafael Fuenmayor y Yanitza León) durante un acto con el presidente del Consejo Nacional Electoral; la demanda hecha por parte del gobernador de Guárico a un periodista (Henry Crespo) por supuesto delito de difamación; la condena de 18 meses de prisión impuesta a la periodista Mireya Zurita (El Siglo) por no revelar la fuente de una información en el juicio por difamación en agravio directo; la condena al periodista Julio Balza (El Nuevo País) a dos años y 11 meses de prisión y una multa por difamación agraviada contra el ministro de Vivienda y Hábitat, entre muchos más.
En otros casos, se ha querido responsabilizar a los medios por la actitud de la sociedad ante abominables casos como lo fueron recientemente los asesinatos de los hermanos Faddoul y su chofer, del empresario de medios Filippo Sindoni y el padre Jorge Piñango.
Consecuencia de toda esta realidad es que en la actualidad destacados representantes del gremio periodistico, luego de llevar a cabo un excelente trabajo en su país, hoy lo miran desde el exilio a fin de garantizar su integridad física y la de sus familias; también los periodistas que firmaron para revocar el mandato del Presidente en el referéndum constitucional de 2004, están contenidos en la llamada “Lista de Tascón”, herramienta discriminatoria para cargos públicos, contrataciones con el Estado, solicitudes de servicios e identificar opositores, críticos y disidentes de la política oficial.
Al igual que el informe de la SIP, no puede desestimarse la presencia de una gran cantidad de medios impresos, televisoras y emisoras de radio creados por el actual gobierno venezolano (con el dinero público), que no sólo cuentan con presupuestos ilimitados, cuantiosas inversiones publicitarias del Estado, sino que en ocasiones son exclusivos para cubrir eventos gubernamentales a los que no se permite la presencia de periodistas y medios independientes. Además de que se les permite transgredir la normativa impuesta por el instrumento recientemente creado para regular la actuación de los medios (Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión).
Resulta lamentable que a pesar de lo evidente que ha sido el sesgo e intimidación al ejercicio del periodismo en Venezuela, aún no se vean resultados en favor del mismo, al contrario, cada vez lo irregular gana más terreno, desplazando así lo noticioso e informativo por lo entretenido y supuestamente “educativo”. Y no es que esto no sea parte importante del periodismo, sino que ante lo que sucede y atañe a todos los venezolanos y de lo que ya sufrimos sus consecuencias, estas últimas dos características resultan sólo “convenientes” para quienes desean mantener a un pueblo en la total ignorancia de su destino.
Panorama
Son pocos los medios en Venezuela que no han dejado ver la relación que guarda su línea informativa con su bandera política, dejando la objetividad como una utopía anquilosada en los libros de periodismo y sólo en el deber ser y no en el ser.
Entre algunos de los medios (nacionales) que han generado mayor polémica durante los últimos años se cuentan.
Diarios: El Nacional, El Universal, Tal Cual, El Mundo.
Canales de TV: RCTV, Globovisión, Venevisión, Televen, Venezolana de Televisión.
Páginas electrónicas: Aporrea.com, páginas de instituciones gubernamentales y medios de comunicación.
Revistas: Zeta, Exceso.
Programas de TV: Alo ciudadano (radio y TV), La Hojilla, La Entrevista, entre otros.