Han pasado casi 80 años desde los primeros experimentos de televisión hechos en México y casi 60 de transmisiones formales. Entre la instalación del primer equipo y la transición a la tecnología digital, existen millones de imágenes superpuestas, la mayoría olvidadas y otras, con justicia, aún punzantes en la memoria colectiva. De entre todos esos cuadros elegimos los que consideramos más relevantes. Es verdad que este ejercicio implica exclusión, pero no pretendemos ser definitivos. El orden en que los colocamos sólo es cronológico.
Una pantalla de cuidado
Pedro Infante nació y murió en el espectro electromagnético. Fue éste el que dio vida a su voz y el que registró puntualmente su muerte, ocurrida en Mérida, Yucatán. El cantante comenzó su carrera en 1939 en la estación de radio XEB. Casi 20 años después, el país supo de su fallecimiento gracias a un programa radial, el 15 de abril de 1957. El tramo entre ambos acontecimientos lo protagonizó el cine: fue ese medio el que le inyectó fuerza a su capacidad para entusiasmar a la multitud, es cierto.
Pero fue la televisión la que extendió en el tiempo la fama de Pedro Infante, a través de la transmisión casi ritual, todos los domingos, de sus películas. Y es la televisión la que nos recuerda cada año la conmoción que provocó su deceso, gracias a las imágenes de las más de 20 mil personas detrás del féretro que sería depositado en el panteón Jardín, en la Ciudad de México. El poder de la pantalla es tal, que incluso en estos tiempos el protagonista de Dos tipos de cuidado (1953) vende 100 mil copias de discos al año y sus películas promedian entre 15 y 20 puntos de rating.
1968, no se olvida
No piense mal, querido lector, la imagen sobresaliente no es la de los jóvenes que corren despavoridos en la Plaza de las Tres Culturas. Y no lo es porque no la transmitió la televisión. Aquí nos referimos a otra cosa: diez días después de la matanza estudiantil de 1968, el presidente Gustavo Díaz Ordaz inauguró la edición XIX de los Juegos Olímpicos. Ya se sabe que abuchearon al priista durante la ceremonia, por ahora resaltemos que la justa es histórica para nuestro país porque se transmitió vía satélite (en vivo y a color a todo el mundo). Fueron más de 900 millones de televisores los que captaron las competencias llevada a cabo entre el 12 y el 27 de octubre.
Al dato duro hay que sumarle las emotivas imágenes de Felipe “El Tibio” Muñoz derrotando al ruso y al estadounidense en la final de los 200 metros pecho, para después subirse al podio con la medalla de oro sobre el pecho.
Más no sólo de gloria vive el hombre. Con la señal satelital, México cimentó el futuro financiero de los Juegos Olímpicos. Si en 1968 el Comité Olímpico Internacional obtuvo 50 mil dólares por los derechos de transmisión, en Atenas 2004 la suma fue de mil 500 millones de dólares. Cada hora de señal desde Grecia costó a las televisoras 100 mil dólares en promedio, cantidad que recuperarían y triplicarían con la venta de publicidad.
Y rodó el color
Nuestro país aún no se recuperaba de las atrocidades cometidas en Tlatelolco, y todavía se erizaba con el recuerdo del Himno Nacional sonando en la Alberca Olímpica, cuando llegó a los estadios mexicanos otro evento de talla internacional: la IX Copa FIFA 1970. Éste fue el mundial sin Argentina y la despedida de Pelé, pero sobre todo fue el primero en la historia transmitido a color.
El sistema INTELSAT, que dos años antes sirvió para difundir vía satélite las Olimpiadas, fue utilizado para transmitir imágenes en vivo y a color. Seis cámaras captaron las escenas que llegaron a todo el planeta. Ahí radica la razón por la que la televisión mexicana vivió entonces otro de sus momentos más importantes.
El primer balón rodó el 31 de mayo de ese año, durante un encuentro entre las selecciones de México y la Unión Soviética en el Estadio Azteca. Un total de 107 mil aficionados observaron el partido desde las gradas, pero gracias a la televisión se sumaron 700 millones de miradas de todo el mundo. Fue sólo el inició de la diseminación de las canchas en la pantalla chica. Para contrastar: la Copa Mundial 2006 tuvo una audiencia acumulada de 26 mil 290 millones de televidentes.
Televisión, siempre fiel
En 1979 tocó el turno al personaje religioso. El 26 de enero de ese año, las cámaras asistieron con puntualidad al descenso del principal tripulante del avión DC-10 de la línea Aeroméxico: Juan Pablo II. Era su primer viaje como Papa y su primera visita a México como tal. Sobra detallar (gracias a la TV, que ya lo mostró) lo que hizo el pontífice inmediatamente después de bajar las escaleras.
En el Distrito Federal, alrededor de 3 millones de personas se apostaron a lo largo del trayecto que realizaría Juan Pablo II; no pocos se abrieron paso a golpes. Quienes no quisieron o no pudieron sufrir en carne propia esas escenas, contaron con la televisión para observar en vivo las ceremonias litúrgicas. Según Felipe Gaytán y Juliana Fregos1, los niveles de audiencia duplicaron los registrados por las telenovelas, que para entonces rondaban los 40 puntos de rating. El Papa se convirtió a partir de entonces en una fenómeno mediático mundial; México lo subrayó más de dos décadas después: en 2002, durante la quinta visita del líder católico, las televisoras y las radiodifusoras le dedicaron 89 horas de programación2.
Sacudida en los medios
Siete años después, el 19 de septiembre de 1985, la furia de la tierra removió el Distrito Federal y la tragedia fue televisada. “Siete de la mañana con… ¡A chihuahuas! Siete de la mañana, 19 minutos, 42 segundos, tiempo del centro de México. Sigue temblando poquitito, pero vamos a tomarlo con una gran tranquilidad, vamos a tomarnos un segundo para poder hablar…”, fue lo que dijo la conductora Lourdes Guerrero del noticiario Hoy mismo de Televisa antes de que se perdiera la señal.
En apenas dos minutos el terremoto dejó miles de muertos, heridos y desaparecidos, de edificios y casas colapsados, de avenidas obstruidas y de líneas de teléfono interrumpidas. Los medios cuyas instalaciones no se vieron muy afectadas, reaccionaron de inmediato. Lo hicieron sin un plan muy razonado y sin experiencia para enfrentar una catástrofe de tal magnitud, pero mostraron genio espontáneo. Los medios electrónicos fueron piezas clave en la reorganización de la vida de la ciudad; lo mismo narraron la cruenta realidad que promovieron la donación de artículos básicos para los damnificados, además de que fungieron como vía para localizar heridos. Por estas razones, 1985 es otro momento emblemático de la televisión nacional.
Cuna de rating
Jacobo Zablodvsky fue agudo: “Al fin, usted y yo podremos dormir… Cuna de lobos ha terminado”. El periodista cerró con esa frase el noticiario de la noche del 19 de mayo de 1987; las palabras trazaron el tamaño de fenómeno televisivo que se suma a nuestra lista. Coloquemos números para calibrar mejor: la telenovela protagonizada por María Rubio (Catalina Creel) alcanzó 63 puntos de rating; es decir, cautivó a unos 40 millones de espectadores, la mitad de la población mexicana a finales de los años 80.
El culebrón de Televisa, iniciado en 1986, hizo trizas los paradigmas del género. Fue la primera vez que una mujer abandonó el rol de madre cuasi santa para poner los pies del lado de los antagonistas (Catalina Creel mató a 10 personas sin ruborisarse, despreciaba a uno de sus hijos y fingía estar tuerta). Medio país se sorprendió cuando, en el capítulo final, venció el mal.
La muerte pide su momento
Las cinco en punto. Era el 23 de marzo de 1994 y Luis Donaldo Colosio, entonces candidato del PRI a la Presidencia de la República, acaba de dar un discurso en Lomas Taurinas, Tijuana. El político bajó del templete improvisado y caminó entre la multitud. Apenas se desplazó unos cuantos metros y… El resto usted lo conoce porque ese día había cámaras de televisión. Es muy probable que viera la escena en el joven noticiero de TV Azteca o por 24 horas, con Jacobo Zabludowsky, quien anunció a todo el país la muerte del priista. Tras la agresión, las televisoras transmitieron en vivo desde el lugar de los hechos y desde la sala de espera del hospital General, donde falleció Colosio a las 20:00 horas. La cobertura duró sólo unos días, pero el impacto mediático ahí sigue, a tal grado que durante septiembre u octubre de 2009, Discovery Channel transmitirá el documetal What happened when Colosio.
Transición a cuadro
El siguiente momento también está vinculado a la política. El 2 de julio de 2000, alrededor de las 11 de la noche, José Woldenberg apareció en cadena nacional para dar a conocer los resultados preliminares de las elecciones presidenciales celebradas ese día. Éste es en el fondo la relevancia: por televisión nos enteramos de que terminaban 70 años de dominio de la “familia revolucionaria”. Unos minutos antes del anuncio, Joaquín López-Dóriga y Javier Alatorre habían dado a conocer los resultados de las encuestas de salida, pero lo que el entonces presidente del IFE hizo fue extender, a través de la pantalla, el certificado de defunción al antiguo régimen. En seguida apareció Ernesto Zedillo, el mandatario saliente, pero ya le habían robado el cuadro estelar.
Capuchas telegénicas
En 1914, Emiliano Zapata llegó a la ciudad de México para realizar una entrada triunfal. Eran tiempos de guerra y sus enemigos huyeron de la capital. Casi 90 años después, los nuevos zapatistas hicieron lo propio. La diferencia entre ambos momentos no es nada más la que separa la tragedia de la farsa, la diferencia fundamental -y por eso se incluye en esta lista- es que una fue televisada y otra no.
El 24 de febrero de 2001, 24 integrantes del EZLN salieron de Chiapas rumbo al Zócalo del Distrito Federal. Los encapuchados llegaron a su destino el 11 de marzo de ese mismo año. El 28 de marzo, la comandante Esther dio un discurso en la tribuna de la Cámara de Diputados. En todo ese lapso, el EZLN fue el principal tema de los medios de la comunicación, incluída, por supuesto, la televisión. En ésta, como casi siempre, hubo contrastes: desde los rigurosos trabajos periodísticos de CNI Canal 40 y MVS, hasta las habilidades de TV Azteca y Televisa para oler el show business (ambas organizaron el concierto Unidos por la paz).
El momento del lector
Inicialmente serían 10 los momentos incluidos en esta lista, pero hemos decido compartir esa responsabilidad con usted, de tal manera que dejaremos a su buen jucio la selección de la última pieza. Hay varias opciones para extraer del saco de la historia. Puede tomar el primer informe de gobierno televisado, en 1950; la primera transmisión oficial del Canal de las Estrellas (no fue una telenovela, fue un partido de beisbol) en 1951; la primera pelea de box (entre Vicente Saldivar y Howard Winstone) transmitida a color, en 1967, entre otros momentos. Podríamos alargar las sugerencias, aunque eso sería lo mismo que una imposición. Elija usted.