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miércoles 09 octubre 2024

Facebook como espacio fúnebre

por Melina Alzogaray Vanella

Es miércoles en el mundo y yo persigo a José desde hace un par de días. Esta mañana teníamos una cita y no vino porque al parecer anoche casi se muere por comer una lechuga equivocada. Finalmente le pusieron una inyección de penicilina que su cuerpo asimiló como si fuera cajeta. Nos encontramos en Revolución y La Paz: él, su maleta y yo. Tomamos un taxi hacia el Aeropuerto Internacional del la Ciudad de México, donde, en una hora, abordará el avión que lo llevará a Torreón, lugar en el que, curiosamente, ambos nacimos. Pero ésta no es una historia de amor.

Hacemos la fila indicada y buscamos un rincón en este inmenso edificio brillante, donde José pueda comer y podamos prender una grabadora y comenzar la plática… Él es alto y flaco, moreno claro, desgarbado… parece normal, incluso teme a la muerte. José Alfredo Jiménez Ortiz es artista y dedica su vida a escarbar en nuestros archivos virtuales en busca de secretos que develar; le interesa explorar cómo se vive en las redes sociales el fenómeno de la muerte. Por el momento pide un sándwich de pan negro; nos sentamos en una de las mesas dispuestas en este gélido lugar; detrás de José una pantalla gigante anuncia los próximos vuelos: nos sentamos, abrochamos nuestros cinturones y nos aventuramos a viajar…

Oye, José, primero me gustaría que me cuentes cómo llegaste a ser quien eres…

Por casualidades, creo yo. Siempre uno llega a la mayoría de las cosas importantes por casualidad o por error. Creo que en mi casa me forzaron demasiado a estudiar la carrera de ingeniería, y por llevar la contraria, por error y por testarudo, estudié sociología. Del interés de la sociología poco a poco llegué al terreno del arte. Algo que me daba ( y aún me da) mucha flojera de la sociología es su incapacidad de comunicación. Hay sociólogos que escriben muchísimo, pero muy poca gente tiene ganas de leerlos. Y hay una pedantería muy grande a la hora de escribir sociología; entonces, creo que hay herramientas mucho más valiosas y comunicativas, con más fuerza en el arte que en la sociología. Y aquí me tienen: cambiado de bando.

¿Por qué en tus proyectos decides centrar la atención en el mundo de las redes sociales?

Siempre me ha interesado mucho el trabajo en torno a lo que ocurre en las redes sociales. Hace seis o siete años comencé a trabajar (por casualidad, y por error, como todo en esta vida) con el back-up que se acumulaba en los ciber cafés: un día pagué media hora de Internet e hice mis cosas en cinco minutos; empecé a husmear en el disco duro, no me metía en páginas sino que me interesaba lo que había almacenado. Me llamó mucho la atención el descuido, la falta de legitimación en el país respecto a este tipo de documentos. Son vestigios muy interesantes que dan cuenta de procesos, costumbres o de cada lugar en específico: no encuentras lo mismo en un ciber café del norte que en uno del sur, en uno de este país que en uno de Estados Unidos o Francia. Es como un archivo histórico que se forma de manera automática, sin que el autor se dé cuenta de él y que además no cruza todos esos filtros burocráticos que legitiman algo como “histórico” o “no histórico”. Lo cierto es que comencé a trabajar con las historias que nacían en el ciber café. A partir del hallazgo de algún archivo hacía un mapeo para tratar de encontrar alguna historia, al autor de alguna de éstas cosas. Interpretar este fenómeno, ver por qué existe el vacío legal en México al respecto… y conforme pasaba el tiempo aquello se hacía más y más grande. Me obsesioné. Tengo un archivo dividido en fotos de web, de gente desnuda. Por ejemplo, de “chicas semidesnudas” tengo un archivo de 2 mil 500 fotografías; “conversaciones privadas de Messenger”, cerca de 3 mil 500. Además están divididos en “temas sexuales”, “temas de drogas”, “temas de ilícitos”, “temas de etcétera“. Era impresionante y empecé a trabajar con proyectos que utilizaban todo esto como material primario. Me interesa mucho hacer como un mapeo del mundo virtual-real; ver cómo aparentemente esto es una doble vida y la gente no le da tanta importancia a una de ellas.

Me interesaba generar proyectos que evidenciaran esa “doble vida” y también ver cómo no son mundos desconectados sino que forman parte de la misma realidad. Y así empecé a hacer estos proyectos. Hice uno que me gusta muchísimo y me tiene muy contento; se llama “Diálogos platónicos” y consiste en encontrar documentos de “fans de alguna otra persona”: de algún cantante, de algún futbolista. Lo primero que encontré fue un fan profile de Avril Lavigne, donde una chiquilla explicaba por qué Lavigne era tan importante para ella; al final le deja una nota a Avril con su correo. Luego invento una cuenta, me hago pasar por el representante del “Club de fans de Avril Lavigne en América Látina”, le pido que escriba una acrostic para ser publicado en una revista; la chiquilla, emocionadísima, contesta; está feliz de que Avril vaya a leer sus palabras, que es lo mejor que le ha pasado en la vida. Ella piensa en el fondo de su corazón que Avril Lavingne leyó su acrostic.

¿Y podrías visualizar cuáles son tus motivaciones más personales para adentrarte en este tipo de proyectos?

Tiene que ver mucho con mi formación de sociólogo mi interés por explorar en fenómenos que transforman nuestra relación cotidiana.

¿En qué consisten tus proyectos actuales?

El más importante que tengo se llama “Vivir eternamente”. Una cosa que es muy importante para mí es cómo se vive en las redes sociales el fenómeno de la muerte. Parto de una pregunta: ¿cómo se reconstruye la representación contemporánea de la muerte en las sociedades contemporáneas? Considero que es muy distinto a cómo se vivía hace algunos años y creo que va a ser muy diferente de ahora en adelante. Si hablamos de motivaciones personales, todo parte de la muerte de un amigo hace un par de años y la locura en la que se convirtió su Facebook: se transformó en un espacio de sanación, que muchos utilizaron para despedirse y escribir palabras de cariño. Al principio para mí fue impactante aunque comprensible; era la primera vez que veía qué pasaba con el Facebook de alguien que moría. Lo más impactante es cómo hasta el día de hoy la gente sigue escribiéndole, contándole sus cosas y subiendo fotos a su cuenta. Y entonces comenzaron a chocar muchas cosas en mi cabeza y de cada elemento que yo veía en contraba una línea potencial de trabajo. ¿Cómo controlar tu imagenavatar después de morir? O las cosas que escriben sobre tu persona… esa especie de Storytelling o biografía no autorizada que colectivamente se comienza a construir… Entonces, ¿de qué va el proyecto? Crear una empresa no lucrativa, para ofrecer un servicio básico para el tejido social contemporáneo: administrar tus cuentas en las redes sociales una vez que mueres, cumpliendo los deseos que establezcas previamente. Es una especie de testamento donde hay un albacea de por medio que se encarga de cumplir tus deseos.

¿Ya existe alguna empresa de este tipo?

Hay empresas que se dedican a cerrar tu password; hay bancos de datos que se dedican a guardar tu información, pero no a hacer cosas por ti, que es la idea del proyecto: coquetear con la idea de la importalidad, seducir al público con la posibilidad de ejecutar acciones despúes de su muerte haciendo uso de las redes sociales. También está la parte de la administracion de bienes invaluables. El proyecto parte de la pregunta: ¿Sabes lo que sucederá con tu red social si llegas a morir repentinamente? Habemos personas que tenemos 15 años usando una misma cuenta de correo electrónico. ¿Cuántas

historias no estan registradas ahí? De esas historias, ¿qué nos conviene que se sepa y qué no? ¿De qué manera cambiaría la percepción sobre nosotros que colectivamente se conociera todo eso? ¿Qué pasaría con todo eso si mueres y no lo administras?

¿Crees que a partir de Facebook surge o se crea una nueva forma de exhibicionismo?

El Facebook y todo este manejo del yo contemporáneo creo que, más que a una necesidad de exhibirnos, responde a una necesidad de corregir lo que no somos y queremos ser o tratar de alcanzar, aquello que no podemos ser; y estas herramientas en cierta forma te dan la posibilidad de hacerlo: “Nadie es tan inteligente como su Twitter lo dice”, “nadie es tan guapo como su

Facebook lo presenta”.

¿Entonces crees que existe la vida después de la muerte?

Ahora la eternidad es posible.

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