Mientras el país va a la deriva y de escándalo en escándalo, la UNAM ha recibido dos galardones: el campeonato de la “patabola”, no obstante su modesto (en términos de nómina) equipo y el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2009. Logros, por cierto, que son de todos, no sólo de sus autoridades.
En el primer caso, vale la pena señalar que la afición puma es muy leal, va a los estadios más lejanos, a pesar de las dificultades múltiples. Y si bien en dichas aventuras sobresalen los jóvenes, no pocos maestros, investigadores y profesionistas exitosos acompañan a los jugadores para mostrarles su apoyo, en las buenas y en las malas. Es cierto, hay quejas acerca de algunos vándalos, que existen en todas partes y en todas las actividades, pero la inmensa mayoría siente, quiere y vive el equipo. Y, en ocasiones, las trifulcas son debido a una policía todavía de quinta, o autoridades como las de Hidalgo que desplegaron una fuerza pública como si recibieran a guerrilleros.
El segundo éxito es muy importante ahora que las universidades privadas mostraron que forman profesionales únicamente para la coyuntura. Quien lo dude, aprecie los resultados económicos en el orbe, donde las burbujas hipotecaria y financiera, entre otras, devoraron billones de dólares en unos días.
¿Qué ocurría mientras tanto en la UNAM? Sus investigadores alertaban, una y otra vez: ¡viene la crisis!; insistían en no polarizar la sociedad; analizaban cómo la democracia mexicana es imposible con los oligopolios radiotelevisivos que padecemos; investigaban lo pernicioso del calentamiento global, y las pandemias que enfrentaremos.
Por eso y más, es importante que a la UNAM se le otorgara el Príncipe de Asturias. Reconocimiento a los casi 350 mil integrantes. Todos, en un esfuerzo de pluralidad y concertación, han batallado para darle un lugar de excelencia a dicha institución de educación superior.
Si hubiera que nombrar a alguien en particular, no vacilaría en citar a Javier Barros Sierra, que supo entender a los estudiantes rebeldes, les dio formas de expresión (se hizo de la vista gorda cuando sustrajimos mimeógrafos y papel con el fin de elaborar volantes, y cuando los maestros y alumnos de San Carlos utilizaron los materiales para protestar sublimemente ante el poder).
Eso ha marcado los últimos decenios universitarios. Ante aciertos y errores, retrocesos y avances, la UNAM ha ido adelante al exponer lo que debe hacerse en muchos terrenos, aunque siempre con graves problemas económicos, pues desde hace nueve años los gobiernos panistas han tratado, infructuosamente, de recortar su presupuesto. No han podido, aunque el que no exista una partida amplia le ha impedido crecer en diferentes rubros.
Radio UNAM cumple este año 72 de transmisiones. Su programación es realmente estimable, pues lo mismo encontramos música de concierto que radio arte, igual polémica que series científicas y sociales. Pero, hay que decirlo, no se le ha dado el impulso necesario ya que los recursos asignados son ridículos y el pago a colaboradores, una vergüenza. En ocasiones priva el amiguismo para decidir las nuevas experiencias.
TV UNAM, la más joven de los medios de difusión, en pocos años muestra resultados notables. Hay series que son de colección, lo mismo extranjeras que nacionales. Una de las más recientes: “Los retos de la democracia en México”, conducida por José Woldenberg, inició con la interrogante de que si es posible la democracia con la polarización económica que vivimos y con la injusticia conocida. La respuesta era sencilla. Buena forma de reflexionar. Aunque también en dicho canal existen grupos de poder, ya que los invitados a varias series se repiten.
En Internet tenemos varias opciones. La que nos parece muy buena es: www.descargacultura.unam.mx. Las opiniones de pensadores significativos, diversos, y sus obras, las podemos “bajar” para goce y recapacitación de hechos y dichos.
La filmoteca está considerada la más importante de Latinoamérica. Las diferentes salas presentan ciclos y/o estrenos que no encontramos en otros lugares. Las orquestas, el Taller Coreográfico de Gloria Contreras (¡saludos, gran maestra!) y muchas opciones más.
Lástima que la democratización no haya ido adelante en la UNAM y que varias autoridades, lejos de sentirse parte de la comunidad, se manejen como burócratas federales. Hay, pues, que recibir la distinción para avanzar más que para detenerse a vanagloriarse. Con todo, ¡felicidades, UNAM!