Estaba yo el otro día en la posición que me es habitual, es decir despatarrado en mi sillón favorito viendo la tele. En el momento que empezaba a desnucarme porque me estaba quedando dormido, una imagen me sacó del sopor y entonces pensé que mi afición al alcohol empezaba a cobrarme facturas impagables. En la pantalla se podía apreciar al bienamado Jesús Ortega detrás de una especie de mostrador de taquero y acompañado por una niña que le hacía preguntitas. Ortega contestaba con el mismo tono que usaba Pepita Gomiz explicándole a la infanta lo bueno que sería votar por el PRD. Por supuesto, en ese instante comprendí la razón por la que no me dedico a la publicidad, ya que si algún empleado mío hubiera llegado con esa idea, simplemente le hubiera dicho que no fuera pendejo y lo hubiera despedido de mi despacho.
El riesgo del proceso electoral es ese: recibir una dosis de imbecilidad en la que unos señores gordos nos invitan a votar por ellos de las peores formas posibles. Una segunda arista tiene que ver con la prohibición aparente de que los partidos contraten tiempos en televisión. Y si escribo “aparente” es porque todo mundo se la pasa por el arco del triunfo (debería decir “los huevos”, pero eso es vulgar). Las mañas de los políticos les permiten darle la vuelta a este veto de muchas maneras que a veces simplemente son descaradas. Ahí está el caso de Demetrio Sodi, que fue entrevistado en le medio tiempo de un partido de los pumas. La pregunta es obvia: ¿a quién carajo le importa la opinión de este volátil político si lo que se quiere ver son las repeticiones de los goles? ¿Cuál es el celo reporteril que orilla a un comentarista a buscar precisamente a Sodi? La respuesta fue obvia; eso era un spot y la única duda que queda si es que era pagado o producto de la simpatía de Televisa con el pri-pan-prd-panista… la verdad es que son chingaderas.
Lo que sigue es peor. Me encuentro con el siguiente anuncio: “En TV y Novelas de esta semana: Raúl Araiza nos cuenta por qué apoya las propuestas del bono educativo y vales para medicinas del Partido Verde y opina sobre la propuesta del Verde de la pena de muerte a secuestradores y asesinos. Compre TV y Novelas de esta semana”. Jajajajaja. No mamar, TV y Novelas es una revistucha de esas que ponen buenonas en la portada y “cachan a los famosos”. El más alto vuelo intelectual de este pasquín probablemente haya sido el día que descubrieron que paciencia se escribe con “c” y ahora resulta que van a entrevistar a un ¿actor? que cobra dinero por apoyar al Partido Verde. Es claro que se trata de un engaño para promocionar el voto de este grupo de vividores ambientales y seguramente, como en todos los casos, quedará impune.
Luego fui al cine y me encontré con una buenona que acompañaba a un enanito que se veía más alto por los pantallones de Cinemex. Me explicaron que la buenona se llama Mayte Perroni (¿Perroni?) y forma parte de un grupo que canta para personas con índices de retraso mental elevados. También me explicaron que el enanito era un señor que es diputado y se las sabe de todas, todas en el tema de los manglares…” ¡Es un spot!”, dijo dentro de mí eso que se llama el sentido común. ¿Pues que no estaba prohibido? La respuesta me la dio el Tribunal Electoral declarando que eso no estaba prohibido y me dejó para variar sin entender un carajo, pero eso probablemente se deba a mis limitaciones.
El último fenómeno es de la anulación del voto, ya salieron por ahí los que cuestionan la medida, entre ellos el IFE, que invita a votar a favor de México y parece que nadie entiende lo que es elemental: si uno llega a un restaurante, analiza la carta y encuentra puras porquerías, lo mejor y lo más razonable será no pedir nada en lugar de probar una quesadilla de pápaloquelite nauseabunda. Pero en fin, en este circo todo se puede esperar. Lo último que advierto es que si alguien me vuelve a asestar a la niña del PRD, les juro que no respondo.
“La pena de muerte es algo muy delicado y seguramente no se va a aceptar (…) y qué bueno porque muchos inocentes podrían perder la vida. Yo no estoy a favor”.
Raúl Araiza, Milenio, 26 de junio
