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miércoles 09 octubre 2024

Internet: control y libertad

por Sergio Octavio Contreras

Internet se ha convertido en la década reciente no sólo en un importante medio de comunicación y transmisión de cultura sino principalmente en un sistema de relaciones entre los usuarios. A partir de la detención de dos cibernautas en Veracruz acusados de terrorismo, parte del sistema político mexicano intenta construir diques alrededor de las relaciones de libertad que ofrece la red.

El 1 de septiembre de 2011, en un acontecimiento único en México, fueron encarcelados dos usuarios de Twitter por enviar mensajes falsos sobre atentados de cárteles del narcotráfico contra instituciones educativas. María de Jesús Bravo Paloga y Gilberto Martínez Vera recibieron auto de formal prisión y fueron liberados 22 días después.

Algunos políticos mexicanos aprovecharon la coyuntura para poner el grito en el cielo y elaboraron frágiles discursos con el fin de justificar la intención de la administración pública por controlar parte del contexto donde gira la sociedad conectada a Internet y sus innovaciones.

A escala global algunos gobiernos han construido en la reciente década resistencias a las libertades de la red mediante mecanismos jurídicos o intolerantes, como el filtraje severo, los problemas de acceso, la persecución de “ciberdisidentes” y la propaganda en línea. De acuerdo con el Informe 2011 sobre los derechos de expresión en el mundo elaborado por Reporteros Sin Fronteras (RSF)1, los países más represivos de la red que merecen ser considerados “Enemigos de Internet” son Arabia Saudita, Birmania, China, Corea del Norte, Cuba, Irán, Uzbekistán, Siria, Turkmenistán y Vietnam.

Aquí algunos ejemplos de las últimas formas de control: en Australia el gobierno pretende instalar un sistema de filtraje de los contenidos de la red, mecanismo similar que ya funciona en parte de Rusia, donde las autoridades buscan modelar el acceso a Internet de acuerdo con sus intereses políticos. En Francia fue aprobada una ley para “filtrar” la web, a fin de dar una “respuesta gradual” a los usuarios para generar un “Internet civilizado”.

En Venezuela, el gobierno elaboró a finales de 2010 un instrumento de control mediante la reforma a la Ley Resorte, que sanciona a los empresarios distribuidores de Internet si los usuarios de la misma atentan contra las instituciones del Estado. En Paquistán, un juez ordenó el bloqueo total de Facebook porque representa una “inmoralidad” contra las tradiciones religiosas. También existen medidas de regulación de la red en Eritrea, Corea del Sur, Malasia, Sri Lanka, Tailandia, Bielorrusia, Rusia, Turkmenistán, Turquía, Bahreim, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Libia, Siria y Yemén.

El caso mexicano

En México, el conflicto gira en confundir el derecho informático, vinculado al gobierno digital, al uso de los datos personales, a la propiedad intelectual, al comercio electrónico y la seguridad informática, a los delitos cibernéticos, a la ergonomía y al teletrabajo2, con los derechos civiles de utilizar la tecnología de acuerdo con los intereses personales.

El 1 de septiembre de 2011, la juez Beatriz Hernández dictó auto de formal prisión contra María de Jesús Bravo y Gilberto Martínez, al considerar que los usuarios de Internet utilizaron Twitter y Facebook para enviar mensajes con fines terroristas y de sabotaje, sanciones establecidas en el Código Penal del estado de Veracruz.

Las acusaciones tienen su origen el 25 de agosto, cuando los twitteros enviaron más de 30 mensajes que alertaban a la población sobre presuntos ataques de cárteles del narcotráfico contra escuelas y la supuesta muerte de varios niños. El gobierno de Veracruz presentó una denuncia contra los cibernautas, a quienes detuvo y acusó de generar una “sicosis” social que afectó la vida “normal” de la comunidad.

El mismo día del arresto de los internautas, Amnistía Internacional emitió un comunicado donde consideró injusta la detención, además de calificar los procesos judiciales como ilegales. A lo anterior se suma una acusación desproporcionada: terrorismo. Dicho término ubica a los cibernautas a la altura de integrantes de organizaciones extremistas como Al Qaeda.

En las imputaciones contra los twitteros no se tomó en cuenta el contexto, es decir, las falsas versiones que circulan en Veracruz sobre la narcoguerra no tienen como fin el sabotaje o el terrorismo, sino que son desencadenados a partir del miedo que viven las personas y pueden convertirse en verdades falsas ante los vacíos informativos que deja el mismo Estado. Este error de comunicación institucional se registra en la mayor parte del país.

En otras entidades como Nuevo León, Tamaulipas, Morelos, Aguascalientes, Zacatecas, Jalisco, San Luis Potosí, Michoacán, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila o Durango, los rumores relacionados a la violencia que se registra en México circulan por Internet y los medios de comunicación tradicionales.

A raíz del caso de los twitteros, el gobernador de Veracruz, el priista Javier Duarte de Ochoa, a través del Congreso local, logró la aprobación el pasado 20 de septiembre de la llamada “Ley de Perturbación”, que tipifica como delito la inestabilidad social a través de rumores generados en las redes sociales. La propuesta incluye la modificación al artículo 373 de la legislación penal local, que establece que se impondrá cárcel de uno a cuatro años y multa de 500 a mil días de salario a quien, utilizando Internet, provoque una alarma social.

Los legisladores de Veracruz tal vez olvidaron que el poder de las nuevas tecnologías tiene la posibilidad de hilvanar cualquier experiencia humana (ya sea narrativa, como en el caso del soporte tradicional del conocimiento, y ahora bajo el sistema multimedia también existe la posibilidad de incluir sonido e imagen en movimiento) en un entramado de recorridos sin caminos establecidos, sin un estado-físico, sin rutas que tomar ni estaciones establecidas3. ¿Quién determina el uso de la propia red, el poder político o la individualidad? Si bien es necesario establecer diques sobre algunos temas como la pornografía infantil, los usuarios son responsables de sus propias conductas en la red.

Siguiendo los pasos del caso de Veracruz, en otros estados como Tabasco fue modificado el Código Penal en su artículo 312 para considerar un delito los “rumores” que se difundan por Internet y generen pánico entre la población. La sanción máxima es de seis años de prisión y una multa de 300 salarios mínimos. La iniciativa prevé la creación de un equipo policiaco para buscar entre los usuarios de Internet a quien cometa algún ilícito.

En Coahuila, Estado de México y a escala federal, algunos políticos han aprovechado el caso de Veracruz para proponer que regulen las acciones de los cibernautas en las redes. Sin embargo, pierden de vista que la sociedad informacional y sus consecuencias en la vida humana están ligadas al contenido de la información y a los usos de la red. Son un nuevo paradigma de socialización, un campo amplio de investigación y un tema que deberá ser atendido por las instituciones y los gobiernos para generar mayores libertades o posibilidades de desarrollo colectivo e individual.

Nueva comunicación

Además de la teoría crítica y mediática, el desarrollo del pensamiento hermenéutico sobre las formas simbólicas permite interpretar el papel que juegan los medios de comunicación tradicionales (radio, televisión, prensa y cine) en el control ideológico. Dentro de esta perspectiva, los medios son considerados un poder simbólico que procede de la actividad productiva, transmisora y receptora de formas significativas. Sin poder jurídico alguno, los medios se han levantado como una figura de presión social y un ministerio más de cultura4.

La comunicación de masas puede ser interpretada como la difusión de bienes institucionales y simbólicos. Tal propiedad está ligada a herramientas institucionales de difusión, al consumo de la producción mediática, al contexto de recepción, a la disponibilidad de las formas simbólicas en el espacio y el tiempo, así como a su circulación pública. Tal devenir alteró el sentido del pasado: “El desarrollo de los medios de comunicación ha dado lugar de esta manera a lo que podemos describir como una ‘historicidad mediática’: nuestra percepción del pasado, y nuestra percepción de las maneras en que el pasado afecta a nuestra vida actual, depende cada vez más de una creciente reserva de formas simbólicas mediáticas”.

Retomando el poder de producción, circulación y consumo, ligando el marxismo con la sociología, Pierre Bourdieu llega a plantear un nuevo enfoque de análisis sobre el sistema de los medios tradicionales y el poder simbólico que ejercen sobre los consumidores. Al unir el plano simbólico cultural con el espacio económico-social atraviesa un nuevo empirismo de preguntas, donde el poder (simbólico) reproduce y define lo social mediante la hegemonía de la clase dominante sobre el plano de la cultura.

El acceso a los medios de comunicación tradicionales es determinado por las dimensiones económicas y de poder: “Every day the media sustain their status as the legitimate controller of access to public existence, not just for politicians but for many other types of social actor” 5. El acceso a la comunicación mediante Internet es muy diferente a los modelos tradicionales.

La Escuela de Toronto, representada entre otros autores por Harold Innis y Marshall McLuhan, analizó desde sus orígenes el fenómeno de la comunicación desde un nuevo postulado diferente a lo propuesto por paradigmas como la teoría crítica. Con una visión futurista la Escuela de Toronto introdujo el término de tecnología para explicar el cambio y desarrollo de los procesos sociales, incluyendo los cambios políticos y de participación ciudadana. Es decir, más que el medio como sistema de comunicación, es la tecnología la que transforma las estructuras establecidas.

Con un análisis histórico-económico, Innis consideró que los cambios culturales acelerados que se han vivido en Occidente se deben en parte al desarrollo de nuevos medios de comunicación ligados al conocimiento. Esta hipótesis precursora adelantaba lo que ahora vivimos: Internet como tecnología generadora de innovaciones. Innis consideró que las “tendencias” en el campo de la comunicación son las responsables de los cambios sociales en su organización. No es de extrañar que la Sociedad de la Información y el Conocimiento genere una nueva cultura virtual a partir de la unión comunicacióntecnología.

Mediante un recorrido histórico por los imperios de Egipto, Sumeria y Babilonia, hasta Roma, Oriente y el siglo XIX, Innis explicó la relación que tiene el desarrollo de alguna técnica o tecnología ligada a la comunicación y sus efectos devastadores en las estructuras tradicionales de poder. Es lo que hoy presenciamos: los cambios tecnológicos afectan a los Estados y modifican las formas democráticas, ante lo cual el poder político reacciona para mantener el orden establecido.

La influencia que un medio de comunicación tenga sobre la distribución del conocimiento depende de dos factores: el espacio y el tiempo. El primero es considerado un “medio pesado” que pretende centralizar el poder, es aquel que conduce a la expansión de un territorio o al dominio de otro, como es la revolución de la imprenta y actualmente el desarrollo tecnológico detonado por la electrónica; en tanto el “medio ligero” está determinado por el espacio y es abierto, es decir, permanece en la cultura, en la tradición oral y en la comunidad: “The bias of modern civilization incidental to the newspapers and the radio will presume a perspective in consideration of civilizations dominated by other media”6.

McLuhan retomó el trabajo de Innis para crear nuevas premisas en la construcción de una renovada teoría social de los medios. Creía que las extensiones de la conciencia humana se proyectaban hacia el medio de todo el mundo a través de la electrónica, empujando a la humanidad hacia un futuro robótico7. Este cambio de análisis teórico permite diferenciar a los medios de comunicación tradicionales como formas de poder simbólico, de las nuevas tecnologías de Internet.

La comunicación horizontal que ofrece la red contrasta con el modelo vertical que había dominado la comunicación de masas en los 100 años recientes. Ahora cada usuario puede ser productor y transmisor de información dirigida a una persona, a un colectivo específico o a la propia galaxia de Internet. Esta posibilidad tecnológica permite una mayor libertad de la sociedad en la construcción comunicativa, tanto en el contexto de las libertades informativas como en el desarrollo de su propia identidad (Ver etcétera 130).

Paralelo al campo laboral-económico e institucional, la vida diaria de las personas, la familia y las comunidades sufren transformaciones generadas por la nueva revolución tecnológica. Las relaciones humanas conforman un nuevo ciudadano-usuario de la tecnología que transita por la red, los chat y los foros, estableciendo relaciones humanas virtuales.8

Notas

1 El informe completo puede consultarse en el sitio http://www.rsf-es.org/

2 Téllez Valdéz, Julio. Derecho informático. Editorial McGraw-Hill. México 2004, p. 20-25

3 Piscitelli Alejandro, Ciberculturas 2.0, Editorial Paidós, Buenos Aires 2001, p. 155-157

4 Thompson, John B. “Comunicación y Contexto Social”. A. Thompson, John B. (1997). Los medios y la modernidad. Barcelona. Paidos, p. 33

5 Couldry N. “Media, Symbolic Powe and the limits of Bourdieu’s field theory”, p. 12

6 H. Innis. “The Bias of Comunication”. A Innis, H. (1999). The Bias of Comunication. Toronto, University of Toronto Press, pg . 33-60.

7 B.R. Powers. “Prefacio”. A McLuhan, M.I. Powers, B.R. (1999). La aldea global. Barcelona. Gedisa. Pg.80-88

8 Wellman y Haythornthwaite, The Internet in everyday life, Blackwell Publishing, United Kingdom 2002, pág 4-35.

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