El lector sabe que este espacio registra cada mes lo que, a juicio de los editores de etcétera, son algunos de los más relevantes aportes de los medios de comunicación. Hay dos trabajos que en esta ocasión registramos como algo más que un logro circunstancial, se trata de un esfuerzo de largo aliento y de resultados verificables, en abono de la reflexión pública.
El primero de ellos es la acuciosa investigación de Héctor Aguilar Camín sobre la masacre de Acteal del 22 de diciembre de 1997, en la que fueron asesinados 45 indígenas tzotziles. Es un esfuerzo que sintetiza el rigor del historiador con la técnica periódística y del que, con base en hechos, se desprende que los procuradores de la justicia de aquel entonces fabricaron culpables y encarcelaron a personas inocentes. Una y otra vez, desde hace poco más de dos años en la revista nexos y en otros espacios periodísticos, Héctor Aguilar Camín insistió en sus conclusiones, incluso a contracorriente de quienes, más que delimitar un intercambio creativo con él, lo calificaron de diversas maneras por enemigo de la causa. Incluso hace poco lo hicieron responsable por lo que podría ocurrir en aquella región de Chiapas.
El pasado 6 de agosto la Suprema Corte de Justicia de la Nación llegó a la misma conclusión que el historiador y periodista y determinó que al menos 40 de las personas detenidas son inocentes, además de que las otras 11 también encarceladas fueron sujetas de un proceso legal irregular. Las derivaciones de esa conclusión son múltiples. Atañen en primer lugar a los responsables de procesarlos, para los que no hay adjetivo que nos convenza, y en segundo lugar a las formas de resarcir a quienes fueron presos de manera injusta. Pero entre todo esto se yergue inquietante (y desesperante) la pregunta sobre quiénes fueron los que perpetraron el homicidio múltiple en Acteal.
Quién sabe qué otros derroteros tenga el tema, pero si alguna esperanza hay al respecto se debe al trabajo de investigación que hemos citado y que, desafortunadamente, no es muy frecuente en el entorno periodístico del país. Nuestro reconocimiento lo hemos expresado en distintas ocasiones desde hace años, la más reciente precisamente el 6 de agosto de este año en nuestro portal. Pero no quisimos dejar de registrarlo en la letra impresa, entre otras cosas, porque nos parece uno de los trabajos periodísticos más relevantes de los últimos años.
En las redes de Solórzano
Esta otra labor a la que nos referimos inició en octubre de 2007 y, en su segunda temporada continúa bajo los auspicios del Canal 22, además de ser difundida en múltiples canales de la televisión pública. Sin duda, éste no sólo es un ejemplo de lo que puede hacerse desde un ámbito no privado, sino que desde ahora mismo es una alternativa a la superficialidad con la que se revisan temas centrales de índole social, política, económica y cultural de México. (Esto sin dejar de registrar los trabajos extraordinarios hechos en la televisión privada, como los reportajes de los noticieros de Carlos Loret de Mola o los de Milenio Diario, así como el programa de Denise Maerker en Televisa).
Javier Solórzano es un hombre serio, cuya imagen no se sustenta ni en estridencias orales ni en alocuciones como de mitin; tampoco en ser el epicentro del tema de análisis, quien juzga y dice lo que está bien o lo que está mal o dice quiénes son o no los enemigos de la causa puesta sobre la mesa. Sabe bien que los protagonistas son los expertos a quienes invita a la reflexión y que el objetivo principal es el público, al que se le ofrecen reflexiones con distintos enfoques. Muchos de esos temas, por cierto, son ocasionalmente tratados ya no digamos en la televisión sino incluso en la radio y en la prensa. Y otros, aunque presentes en muchos espacios como cuando la influenza se hizo presente en México, no tienen la profundidad que se busca en este programa.
